La estrecha relación que el reconocido historiador israelí Raanan Rein forjó con Argentina le permitió identificarse con este país y realizar investigaciones sobre diferentes aspectos de la sociedad argentina, pero con un particular apego por el fútbol y su influencia en las personas de este país.
El vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv publicó en las últimas semanas el libro "Clubes de fútbol en tiempos de dictadura" (UNSAM Edita, 2018) junto con Mariano Gruschetsky y Rodrigo Daskal donde repasan la vida de diversas instituciones nacionales entre 1976 y 1983, época de la última dictadura cívico militar en Argentina.
El Mundial de 1978 se entremezcla con el análisis de lo ocurrido en Vélez, River, Independiente, Boca, Lanús, Racing, Colegiales, San Lorenzo, Estudiantes, Huracán y Atlanta.
Precisamente con el "Bohemio", Rein sostiene un relación especial por haberse enamorado del barrio de Villa Crespo durante la década del 80′. Escribió en el pasado "Los bohemios de Villa Crespo: Judíos y fútbol en la Argentina" y se encargó del capítulo referido a esta entidad en la nueva publicación. También estuvo al frente de la descripción de lo acontecido durante la Copa del Mundo de 1978.
La época del Proceso de Reorganización Nacional se estudió desde diferentes ópticas, pero nadie hizo hincapié en lo que sucedía dentro de los diversos clubes de fútbol en ese momento, según explicó en Infobae el prestigioso académico. Eso los incentivo a identificar el pulso que se respiraba en esos sitios por aquellos momentos.
— ¿Por qué la elección del fútbol y en una época tan difícil como fue la dictadura?
— La elección del fútbol tiene varios motivos: primero porque soy apasionado por el fútbol, luego porque el fútbol tiene importancia vital en la vida de millones de argentinos, pero sobre todo porque el fútbol es un lente adicional para analizar y entender muchos fenómenos sociales en este país. Así que en varios textos, varios libre, he analizado el papel que jugó el fútbol por ejemplo durante la década peronista de los años 40 y 50, y ahora con este libro tratamos los años 70 y 80, los años de la dictadura militar.
— ¿Específicamente en Argentina se da esta cuestión de analizar la sociedad por intermedio del fútbol o en general en el mundo se puede utilizar a este deporte como un lente para ver en detalle a la sociedad?
— En muchas sociedades vale la pena estudiar distintas actividades deportivas. En algunos países no es el fútbol el deporte más popular. Quizás se debe trabajar en algunas sociedades sobre el rugby, el cricket, el baseball, son más importantes. Aquí enm Argentina sin ninguna duda el fútbol es el más importante entre las actividades deportivas, hsata tal punto que muchos argentinos creen que el fútbol fue inventado por argentinos y no por ingleses. Así que para entender muchos procesos en este país podría ser muy beneficioso analizar lo que pasa en los clubes de fútbol. Y sobre todo que en este país, y es algo muy particular, los clubes de fútbol son también clubes sociales y culturales. No se dedican nada más al fútbol, sino que también a otras actividades deportivas, sociales, culturales. No conozco muchas parejas, por ejemplo, de otros países que se conocían en el asado de fin de semana o el baile de fin de semana del Real Madrid o el Tottenham en Londres. En ese sentido hay algo particular en Argentina.
— Marcaba en la introducción del libro que es una rareza que en esta sociedad se investigó mucho sobre la dictadura militar, los hechos que ocurrieron, pero no se habló tanto de su relación con el fútbol y cómo impactaba en el mundo del fútbol. ¿Allí encontraron un hueco para estudiar desde otra óptica a la sociedad argentina?
— Exactamente. El único tema que sí se ha estudiado es el del Mundial 78, y el uso y abuso de este torneo por parte de los militares. Sin embargo, hasta ahora no ha habido ningún estudio sobre lo que pasaba dentro de los clubes, en la vida interna de los clubes de fútbol. Y hasta qué punto estaba influida por la represión estatal o si tenía la vida interna su propio ritmo como si no pasaba nada alrededor de los clubes.
— ¿Y no pasaba nada alrededor de los clubes o estaba marcado por lo que sucedía en la sociedad?
— ¿Estaba marcado? Sí, sin ninguna duda. Sin embargo, para mucha gente la vida siguió como si no pasara nada. En muchas entrevistas que hice, lo que me impresionó mucho es el tono nostálgico de mucha gente al hablar de los años 70 en el club, de las actividades en las que participaban. Dentro del club, muchas veces, gente de distintos matices políticos e ideológicos trabajaban juntos por la gloria de su querido club. Familias de víctimas estaban ahí codo a codo con victimarios. Socios militares, gente clave de la dictadura, durante los 90 minutos del partido, estaban ahí hinchando juntos como si no pasara nada.
— Marcaba la convivencia entre integrantes de la represión estatal y víctimas, ¿en Atlanta se pueden ver algunos ejemplos de este caso?
– El caso más notable es el de Roberto Viola. El hijo de Viola (NdR: Roberto Eduardo Viola, presidente de facto en 1981) jugaba en las inferiores de Atlanta y el general solía venir a la cancha a ver partidos. Y tengo testimonios en el capítulo dedicado a Club Atlético Atlanta de gente que dice: "Sí, estábamos allí junto a Viola. Hinchábamos juntos para que gane nuestro equipo como si no pasara nada alrededor". Y hay distintas historias de gente que intenta pasarle papelitos a Roberto Viola hijo, con nombres de desaparecidos por si acaso él podía pasarle la información a su papá y a haber si se podía salvar a una persona u obtener alguna información. Un caso específico es el de una de las hijas del entonces presidente de Atlanta, (Amadeo) Altamura que en este caso parece que sí Roberto Viola hijo tuvo un papel importante en su liberación. Así que Atlanta, como otros clubes, me sirvió como un estudio de caso. Se trataba de un microcosmos de lo que pasaba en la sociedad en su totalidad. Creo que al analizar club por club podemos desafiar algunas suposiciones comunes, algunos esquemas binarios de blanco y negro acerca de lo que pasaba aquí a fines de los 70 y principios de los 80.
— ¿El fútbol tiene un componente en su pasión que permite que se den estos casos o hay algo más allá de eso? ¿Por qué se desarrolla esto de la convivencia de dos ideologías completamente diferentes?
— Si uno revisa distintos espacios sociales en aquellos tiempos donde la vida siguió más o menos igual, también se puede encontrar con espacios religiosos. En ese sentido, el fútbol es una religión, una suerte de religión, y los militares intentaban no intervenir demasiado en los clubes de fútbol, en las actividades de las organizaciones judías, algunos festejos tradicionales del catolicismo, etcétera. En ese sentido, el fútbol y las religiones monoteístas están en la misma categoría.
— Sin embargo, en la etapa del Mundial, por lo que cuenta en el libro, esto no se vivió igual: el Estado sí influyó y empezó a regular lo que ocurría con el deporte. ¿Por qué?
— Los uniformados intentaban no intervenir demasiado en el mundo del fútbol y no es casualidad que en el mismo día del golpe militar, en marzo de 1976, emitieron como programado el partido amistoso de la selección nacional en Polonia. En el caso del Mundial, los militares entendieron desde el primer momento que tenían allí una oportunidad única para mostrar al mundo entero, pero también a la sociedad argentina, de que tenían un proyecto modernizador, una visión de la sociedad, que es una visión de una sociedad sana, libre, disciplinada, con ciertos valores de orden, de familia, de religión… Efectivamente hicieron un buen trabajo con el Mundial y en muchos países no se discutía tanto el tema de la violación de los derechos humanos. Algunos jugadores y técnicos que estaban acá volvieron a sus países para decir: "Estábamos allí y no vimos ningún acto de violencia, ningún desorden". Aprovecharon esta oportunidad para exportar cierta imagen de la "nueva Argentina" de los militares.
— En este segmento del libro plantea si hubo un fracaso a la hora de las protestas sociales que se generaron, porque podría haber sido una herramienta que potenciara la difusión de lo ilegal que estaba ocurriendo y finalmente por ahí no fue así. Plantea ese debate y no queda con una conclusión de lo que pasó.
— Hubo una movilización impresionante por parte de muchas organizaciones en distintos países para protestar contra la celebración de este torneo en Argentina por la violación de los Derechos Humanos e intentaban presionar a las autoridades, a las selecciones nacionales, para que no vayan al Mundial. Para que lo boicoteen. En el sentido más estricto, fracasaron. Porque las 15 selecciones nacionales, los 15 equipos formaron parte del torneo. Sin embargo, en muchos países estas protestas lograron instalar en el medio del debate público el tema Argentina, el tema de la violación de los derechos humanos y en este sentido no se puede hablar de un fracaso.
— En Argentina no se tomó tanta dimensión de este Comité de Boicot que se generó en Francia, algo que se replicó en otros países, pero se eligió a Francia específicamente como una sede particular. ¿Qué se puede especificar sobre eso?
— Sin ninguna duda en Francia se notaba una protesta más masiva en contra del Mundial que en cualquier otro país del mundo. COBA son las siglas del Comité que organizó estas protestas. Tenía no menos de 200 comités a lo largo y ancho de la república francesa. Miles y miles de personas participaban en actos de protestas, firmaban manifiestos, se produjeron discos, carteles y es por eso que precisamente al Dictadura decidió tener su sede de la contra campaña en París. Ahí se desarrolló el conflicto más agudo entre los que estaban a favor de boicotear el Mundial y los que intentaban calmar un poco las pasiones. Es interesante que las organizaciones militares, los Montoneros, el ERP, de hecho, aceptaron una tregua con los Generales para no molestar el desarrollo de los partidos en Argentina.
— Más allá del "fracaso" que plantea porque todas las selecciones estuvieron presentes, ¿cuál cree que fue la selección que más influyó a la participación de sus figuras? ¿cuál tuvo mayor impacto?
— Para mí la selección alemana. No tanto la holandesa, aunque la historia de Johan Cruyff y su decisión de no participar ha provocado distintas versiones y discusiones. Pero el caso alemán es muy interesante porque la federación de fútbol tomó una actitud algo distinta de la del gobierno alemán, que no quería dañar sus relaciones con Argentina, que estaba todavía bajo el impacto de actos terroristas en Alemania de distintos grupos de izquierda y por lo tanto sentían alguna simpatía hacia el gobierno militar argentino. Hubo divisiones dentro de la selección misma, entre jugadores que sí intentaban participar en actividades de las Madres de Plaza de Mayo o transmitir algún mensaje opositor, y otros que decían "no vemos ningún incidente de violencia aquí, no pasa nada". Además los periodistas alemanes, por lo menos algunos de ellos, sí aprovecharon este viaje a la Argentina para transmitir al público alemán algunas noticias sobre la violación de los derechos humanos aquí en este país.