La leyenda del amorío entre el arquero mutilado, Nadia Comaneci y el dictador genocida

Una incógnita se posó sobre la ausencia del histórico arquero del Steaua Bucarest en la final de la Intercontinental ante River en 1986. Una versión oficial se contrapone contra la macabra verdad escondida en el silencio. La historia de Helmuth Duckadam, el "héroe de Sevilla" que cometió el pecado de entregarse al amorío

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Resultaba imprevisible estimar la tardanza en automóvil. Como siempre las calles de Tokio se habían convertido en respetuosos enjambres vehiculares sin que se escuchara una mínima queja o bocinazo. Y una llovizna fría y oblicua lentificaba aún más la marcha.

Íbamos desde la puerta del Imperial Hotel Tokyo en la zona Chiyoda hasta un campo de entrenamiento del Yokohama Marines distante unos 11 kilómetros. El plantel de River Plate se preparaba a su vez para salir a reconocer el campo con unos leves movimientos en el "Estadio Nacional" donde se disputaría la final por la Copa Intercontinental del año 1986 en la noche siguiente, la del 14 de diciembre.

Mientras el chofer lucía sus reglamentario uniforme de saco azul, camisa con corbata y guantes blancos asegurando la inmovilidad de su coche Datsun con el freno de manos en cada semáforo, apoyé la nuca sobre el encaje blanco del asiento trasero y volví a preguntarle a Fernando Areán, ayudante de campo del director técnico Héctor Veira, hacia dónde y por qué íbamos.

— El "Bambi" quiere que vaya a ver el entrenamiento del Steaua y que estudie especialmente los movimientos del arquero si le tiran penales.

El arquero que iba a estudiar el querido y recordado "Nano" Areán era Helmuth Duckadam quien en la final de la Champions contra Barcelona (empate a cero tras 120 minutos) en el "Estadio Ramón Sánchez Pizjuán" había detenido cuatro de los cinco penales ejecutados sucesivamente por José Ramón Alexanko, Ángel Pedraza, Pichi Alonso y Marcos Alonso convirtiéndose en "El héroe de Sevilla" ante el asombro de los 70.000 excitados espectadores.

Ya frente al plantel rumano entrenando no lográbamos individualizarlo entre todos los jugadores que se movían. Estaban Lacatus, Balin, Bumbescu, Majearu pero no veíamos a Helmuth Duckadam, inconfundible por su metro ochenta y ocho de estatura, su abundante cabellera, de paso desgarbado y unos bigotes inequívocamente identificatorios.

Bajo seis pilotos color negro de ancha textura se hallaban seis hombres de sólidas presencias. Eran acompañantes del Steaua, primer equipo de Europa del Este en ganar la Champions League. A su vez eran los indisimulados custodios del presidente del club Nicu Caesescu, el hijo menor de Elena (vicepresidenta) y Nicolae Ceausescu, los crueles dictadores que venían ejerciendo un oprobioso y omnimodo poder de "mano dura" desde hacía 21 años en Rumania.

Me acerqué para intentar un dialogo amistoso en un ingles incorrecto pero universal pues para ello me había invitado el "Nano" Areán. Pregunté si alguno de ellos era periodista. Bajo la protección del no entender el idioma no obtuve respuestas. Entonces apelé a fórmulas infalibles, se trata de pronunciar palabras mágicas como Maradona e incorporar otros apellidos del conocimiento común. En este caso –frente a rumanos- Ion Tiriac (vinculado a Guillermo Vilas tras dejar el tenis) o Illie Nastase otro Top Ten en la década de los 70'…

Tras miradas severas, aquellos rostros caucásicos no parecían dispuestos a sostener una charla. Movimientos de cabeza asintiendo alguna obviedad o el clásico encogimiento de hombros dejaba claro que allí no había ni dirigentes ni periodistas. Antes bien eran lo más parecido a agentes de la temible "Securitate", el feroz brazo armado de la "inteligencia policial del régimen rumano".

El arquero del Steaua, Helmuth
El arquero del Steaua, Helmuth Duckadam

Areán no temía ser identificado como miembro del cuerpo técnico de River y seguía espiando. Llegando al final de la práctica varios jugadores comenzaron a ejecutar penales. Pero el arquero mas trabajado por sus compañeros no era Duckadam, era otro. Alguien más robusto, de cara redonda y mas lento en los movimientos de reacción. La idea de ir a ver el despegue de los pies de Duckadam desde la línea del arco hacia adelante o cuál de los laterales sería el preferido para el primer paso o la mayor o menor facilidad para saltar o arrojarse ante el eventual ejecutor de penales si se llegaba a esa instancia, no se pudo llevar a cabo. No obstante, el "Nano" Areán tomó nota sobre los mismos ítems pero evaluando a Dimitru Stingaciu el arquero que finalmente jugó el encuentro y recibió el gol de Alzamendi tras una asistencia prodigiosa del "Beto" Alonso con el cual River ganó su copa más importante.

Alzamendi, autor de uno de
Alzamendi, autor de uno de los goles más importantes de la historia de River

Costaba irse del entrenamiento sin haber logrado un mínimo diálogo con aquellos corpulentos señores. Y entonces intenté llegarles al corazón, al orgullo de ser rumanos confesando mi ascendencia y contándoles una bella experiencia profesional vivida diez años atrás, en 1976 durante los Juegos Olímpicos de Montreal. Entonces les dije algo así:

— Vean caballeros, yo vi a aquella pequeña diosa blanca sin anatomía girar en las barras, me emocioné observando a esa muñeca invertebrada de 14 años suspenderse en el aire, iluminar con su sonrisa plena e ingenua el espacio, jugar placenteramente en las barras asimétricas cual si fueran hamacas de parque y deslumbrar con su coreografía al conjuro de la Suite N°3 de Johan Sebastián Bach. Sí amigos, Nadia Comaneci fue la perfección con su estiramiento biomecánico hacia adelante, el único 10 en historia de la Gimnasia Artística, una nueva Greta Garbo, una figura inigualable. Aquel atardecer en el "Forum" de Montreal –les enfatizaba para que esbozaran cuanto menos una mueca de sonrisa– al igual que las otras 18.000 personas lloré. Había asistido a un hecho único, una rutina perfecta en toda su dinámica: fuerza, potencia, flexibilidad, destreza, ritmo, presencia, sonrisa, dominio, respiración, armonía en todos los movimientos… una demostración estética jamás vista. También advertí el interminable abrazo de sus maestros Bela y Marta Karoloyi presintiendo la hazaña. Cuando apareció el 10 en el tablero pensé que se trataba de un error pues el máximo eran 9.95. Pero después de unos segundos los jueces lo ratificaron y aquello se transformó en uno de los hitos inalterables del olimpismo para todos los tiempos.

Nadia Comaneci quedó en la
Nadia Comaneci quedó en la historia de los Juegos Olímpicos (AFP)

Los agentes rumanos que custodiaban al plantel del Steaua y al presidente del club Nicu Caesescu ni se inmutaron. Más aún advertí como de a uno se iban retirando con cualquier pretexto. Y también que todo el relato sobre la Comaneci les abrumaba, como que no lo querían escuchar o los comprometía. Pero les insistí, por favor una pregunta y no los molesto más:

— El arquero Duckadam, ¿viajó con ustedes, se quedó en el hotel o no viajó?— Esto les cayó peor aún, como si un rayo hubiese estallado sobre sus cabezas.
— Duckadam se quedó en Bucarest, está enfermo…—, fue la breve, terminante y única respuesta de un encuentro que duró alrededor de 20 minutos.

La noche del festejo de River resultó tan incontrolable que el conserje llamó a la Policía de Tokio. Y los agentes que vinieron a poner calma quedaron tan perplejos como inmovilizados al ver bailar sobre las mesas a los jugadores –algunos disfrazados con los kimonos de la habitación- junto a sus familiares, dirigentes, amigos y hasta algunos hinchas.

Ya de recalada y frente al ultimo brindis, el "Bambino" se preguntaba en la rueda íntima qué habría pasado con Duckadam, el "Heroe de Sevilla", el arquero que les posibilitó llegar a esa final al detener cuatro de los cinco penales en la final contra el Barcelona. Y recuerdo que nos dijo:

— Cuando terminó el partido me vino a saludar el técnico rumano (Ánghel Iordanuescu) y le pregunté que había pasado con Emerich Janei, el técnico anterior, el que le ganó al Barcelona y también le pregunté por el arquero, por Duckadam… —¿Sabés qué me dijo?— Problemas políticos, no digas nada…

El “Bambino” Veira, entrenador campeón
El “Bambino” Veira, entrenador campeón con River de la Intercontinental 1986

La reconstrucción de los hechos permite recorrer una leyenda que como tal jamás fue reconocida. Tal vez valga la pena recorrerla por primera vez.

El hijo menor del presidente Nicolae Ceausescu se llamaba Nicu y era a la vez ministro de la Juventud Comunista de Rumania y presidente del club Steaua ("Estrella"). A pesar de estar casado con Poliana Cristescu desde 1983, se obsesionó con seducir a Nadia Comaneci, el símbolo más elevado de Rumania en el mundo. Vivió acosándola y persiguiéndola con la "Securitate", el temible servicio de inteligencia creado en 1948 por el gobierno comunista.

Nadia debió padecer este agobio en un costoso y total silencio. Y aunque Nicu puso a su disposición una casa de campo de ocho habitaciones, auto con chofer y le regaló costosas joyas, la atleta nunca aceptó tal relación. Siquiera luego del divorcio de Nicu con Poliana producido a finales de 1985.

Esta historia nos lleva en cambio a un encuentro clandestino y fugaz entre Nadia y Helmuth Duckadam, dos héroes del deporte rumano. La "Securitate" que los venía persiguiendo los halló juntos y en placentero diálogo en un ámbito reservado durante el verano del 86′.

Duckadam tuvo un encuentro clandestino
Duckadam tuvo un encuentro clandestino y fugaz con Comaneci

El arquero fue castigado brutalmente y sufrió fracturas en 15 huesos de sus manos. Es por ello que tras consagrarse contra el Barcelona en 1986 recién pudo volver a jugar al fútbol tres años después -1989- en el Vagonul Arad un club de ascenso de su pequeña ciudad natal Semlac . La "información oficial" convirtió esta horrible mutilación en una Trombosis producida en julio de 1986. Eso fue lo que se permitió comunicar sin más comentarios ni testimonios.

Nadia siguió con su firme objetivo de huir de Rumania, cosa que habían logrado sus maestros Bela y Marta Karoloyi en el marco de una gira por once ciudades de los Estados Unidos y tras pedir el asilo político. La Comaneci, vigilada y asediada por los agentes de la "Securitate", debió pergeñarlo con más tiempo y más ayuda sin que se enteraran siquiera sus padres.

Nicu Ceausescu, en el banquillo
Nicu Ceausescu, en el banquillo de los acusados

Lo logró por fin el 29 de noviembre de 1989. Para ello debió cruzar sola a pie durante toda una noche y bajo la nieve un bosque helado y salvaje hasta alcanzar Hungría. En un punto no muy cercano a Budapest la esperaba una 4×4 que la llevó hasta un aeropuerto de Austria. Fue así como huyo del régimen comunista rumano y llegó hasta los Estados Unidos el 1 de diciembre de 1989.

Lejos estaba de suponer que 24 días después Nicolae (71 años) y Elena Ceausescu (70 años) serían fusilados en Targoviste al ser hallados culpables por un tribunal militar tras un juicio sumarísimo acusados de "genocidio, destrucción del Estado, de sus bienes materiales y espirituales y malversación de los fondos públicos estimados en mil millones de dólares girados a bancos del exterior".

En el mismo juicio llevado a cabo en la ciudad de Timisoara por un Tribunal del Frente de Salvación Nacional, los hermanos Ceausescu también fueron condenados. Nicu, el acosador de Nadia y verdugo del arquero, fue hallado culpable de "Malversación de Fondos Publicos", "Abuso de Autoridad" y "Destrucción del Estado" en su carácter de Presidente del Partido Comunista.

Le dieron 20 años de prisión en 1990 pero fue liberado en 1992 ante su irreversible cáncer –o cirrosis– que pudo sobrellevar hasta el 26 de septiembre de 1996 día de su muerte. También falleció su hermana Zoia, investigadora matemática, famosa por sus borracheras y escándalos amorosos. El hermano mayor, Valentin –adoptivo– en cambio es un destacado físico, vive en Bucarest y fue liberado tras unos días de cárcel "preventiva" pues no se presentaron cargos contra él.

El arquero Helmuth Duckadam recibió la "Orden al Mérito Deportivo" en 2008, habita en su pueblo natal, Arad donde tiene una escuelita de fútbol y se gana la vida como gendarme en la ciudad de Semlac.

Nadia Comaneci en la actualidad
Nadia Comaneci en la actualidad (Getty Images)

Nadia Comaneci vive con su esposo Bart Conner –un ex atleta norteamericano- y su hijo Dylan de 12 años –homenaje a Bob-, a quien dio a luz a los 44 años en Norman, Oklahoma, lugar donde residen. Es quien mayores condecoraciones ha logrado del Comité Olímpico Internacional, además de otros innumerables reconocimientos de todo el mundo. También es Embajadora del Deporte en Rumania, presidenta Honorifica del Comité Olímpico Rumano, editora de "International Gymnastic Magazine", comentarista eventual de Televisa, modelo de varias marcas y fundamentalmente una impulsora de causas tan nobles como la ayuda a niños huérfanos y a otros con distrofia muscular.

Tan inalterable como las sonrisas de sus doscientas muñecas, una por cada rutina triunfal, siempre habrá dos Nadias, la que es y transcurre como mujer libre y bella, y la niña que fue con esa inigualable sonrisa que impone la actuación.

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