Jürgen Klopp: la revolución del técnico que nunca en su vida votaría a la derecha

Cómo habla, cómo piensa, cómo vive el arquitecto del Liverpool, finalista de la UEFA Champions League

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Jürgen Klopp (Getty)
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"Soy de izquierdas, por supuesto. Más de izquierdas que de centro. Creo en el estado del bienestar. No tengo seguro privado y nunca votaré a quien prometa bajarle los impuestos a los más ricos. Si hay algo que nunca haré en mi vida es votar a la derecha". (Extracto de una entrevista concedida al diario Die Tageszeitung en 2007).

Ambicioso. Arriesgado. Bromista. Conciliador. Obrero. Enérgico. Comprometido. Revolucionario. Un verdadero revolucionario. Y leal, una característica que tomó del jugador al que admiró desde el primer recuerdo al que puede apelar: Karlheinz Forster, un mediocampista que hacía las veces de defensor, salido del Stuttgart, el equipo de su corazón. "Supe desde que lo vi que la actitud era más importante que el talento", diría luego alguna vez.

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Cuando Jürgen Klopp llegó al Borussia Dortmund, en mayo de 2008, luego de dirigir al modesto Mainz 05 con el que sufrió la pérdida de la categoría, el equipo naufragaba por la segunda mitad de la tabla de la Bundesliga, la máxima categoría del fútbol de Alemania. Su proyecto había encantado al presidente del club, Reinhard Rauball, quien a su llegada le dio la bienvenida y sin más, le espetó: "No tenemos una situación financiera que permita grandes contrataciones. Deberás arreglarte con los activos que ya tenemos".

El reto fue bien recibido y Klopp dedicó sus días a potenciar a los diamantes que, consideraba, tenía ese plantel heredado. Nombres como Jakub Błaszczykowski, Mario Götze, Kevin-Prince Boateng, Nuri Sahin, Marcel Schmelzer, más la llegada de nombres entonces desconocidos como los de Mats Hummels, Robert Lewandowski y Marco Reus, todos rondando los 20 años, fueron moldeados con los conceptos del DT que como jugador jamás pudo llegar a Primera y entonces dedicó casi todo su escaso salario de futbolista de las categorías de ascenso a prepararse como entrenador. Lo hizo en la legendaria escuela de Erich Rutemoller.

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"Para mí, fue quizás el mejor fichaje del Borussia. Si el Dortmund está ahí hoy, es en gran parte gracias a él", afirmó el suizo Stéphane Chapuisat, ex futbolista del equipo bávaro.

Su mentalidad de acero fue producto, en gran parte, de la severidad de su padre, Norbert, quien pretendía que su hijo fuese un eximio futbolista, el que él no pudo ser, y lo desafiaba en competencias de fútbol mano a mano, pero también de esquí y tenis. Fue el propio Klopp quien contó una anécdota de su vida que bien resume cómo forjó su cabeza. "Jugamos con mi padre un partido de tenis que él ganó, como casi siempre, 6-0 y 6-0. Un día, furioso, le grité: '¡¿Crees que esto es divertido para mí?!'. Él, a otro lado de la red, me contestó aún más furioso: '¡Y tú crees que esto es divertido para mí?!".

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Con el Dortmund Klopp ganó dos Bundesligas, una Copa de Alemania y dos Supercopas de Alemania. Fue además subcampeón de la UEFA Champions League 2013 tras eliminar en una histórica semifinal al Real Madrid y caer luego con Bayern Munich en la final, y subcampeón de la UEFA Europa League.

Cuando se fue del Mainz 05 lo hizo dando un curso que fue aclamado por miles de fanáticos. Cuando salió del Dortmund la coincidencia era absoluta: "Él sólo tiene amigos", dijo el chofer del micro que trasladaba al equipo en cada partido.

“Danke”: en alemán, “Gracias”. La bandera de los hinchas de Borussia Dortmund dedicada a Jürgen Klopp
“Danke”: en alemán, “Gracias”. La bandera de los hinchas de Borussia Dortmund dedicada a Jürgen Klopp

En cada club Klopp pide igualdad de salarios con su cuerpo técnico. Habla con los sponsors para cuidar los intereses de la institución que representa. Limita el campo de acción de los representantes y manda a estudiar a los jugadores. Les concede a sus futbolistas permisos para organizar o asistir a fiestas en las que de repente aparece para ser uno más.

En su hoja de ruta Klopo tenía por delante dos estaciones más: Liverpool y la Selección de Alemania (apenas cuestión de tiempo). Al primero ya llegó y tanto los simpatizantes de los Reds como los Suabos (ndr: término genérico para referirse a los alemanes étnicos, descendientes de emigrantes alemanes o que han vivido por varias generaciones fuera de las fronteras de Alemania, generalmente integrantes de la clase obrera), se han encolumnado detrás suyo.

Como el flautista de Hamelin, fábula proveniente de un pueblo del norte de Alemania, Jürgen Klopp tiene también un instrumento encantador: su discurso. "Yo diría que nuestra misión es hacer que nuestro pequeño pedazo de tierra sea un poco más hermoso", mencionó en una entrevista al diario Westdeutsche Zeitung respecto de lo que consideró el "deber de ayudar a los demás" que tenemos todos, y agregó: "La vida se trata de dejar tras cada paso un mejor lugar. Se trata de darlo todo. De amar y ser amado".

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Jamie Carragher, uno de los jugadores más emblemáticos en la historia del Liverpool, se refirió a Klopp. Fue a imagen y semejanza de un fanático: "Los hinchas lo ven caminando con su perro en Formby (aldea de la ciudad) y comiendo en el pub local, incluso suele invitar a más de uno a sentarse con él, a compartir una cerveza y ocurre que les recuerda a ellos mismos. Tiene los pies en la tierra. Recuerda de dónde viene. Él no cambia, sigue con su trabajo, es un apasionado del fútbol. Pero mí Klopp ya es un típico Scouser (ndr: como se conoce a los fanáticos del Liverpool)".

"El éxito en los equipos que dirijo sólo es posible porque he contado con futbolistas muy receptivos, que han luchado contra la idea de que para tener éxito hay que tener dinero". Palabra de Klopp.

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