Un concierto de nubarrones lúgubres hace suponer que el pronóstico de radiante sol anunciado por los meteorólogos no se va a cumplir. Juan Martín del Potro llena sus piernas del polvo de ladrillo que levanta una de las canchas de un tradicional club de Palermo que le sirve como centro de preparación para la gira sobre esa superficie que comenzará el próximo mes. Ya lleva dos años sin los tormentosos síntomas de dolor en su muñeca izquierda que lo obligaron a pasar por el quirófano. Ya lleva 24 meses sin sentarse mano a mano con un medio argentino para hablar de todos los temas, más allá de las habituales notas en los torneos.
Infobae prepara todo el set para una entrevista que se extenderá durante una hora cuando irrumpe por la coqueta puerta del lugar una sonrisa sobre un cuerpo de 1,98 metros y un cálido saludo. Afuera las nubes le dan paso a un radiante sol que poco a poco será el marco ideal para un mano a mano que tocará todos los temas que involucran al actual número 6 del mundo.
El deporte será el tema dominante, aunque los rumores fuera de la cancha también irrumpirán por inercia en un lapso de la charla. La resiliencia para sobreponerse a las adversidades que se le presentaron a lo largo de su vida le pedirá permiso a sus anécdotas de la juventud. La complejidad de la relación con Roger Federer y la reaparición de su revés, impondrán la agenda de su actualidad.
Los casi dos metros que transportan a uno de los deportistas más importantes de la historia de Argentina se dejan abrazar por la comodidad del sillón y las ganas de contar su historia. De mostrar al ser humano detrás del ídolo. O, mejor dicho, los cientos de fragmentos que componen a esa persona que está metida dentro de la ropa de un héroe deportivo. Las piernas de Delpo se extienden y le dan paso a su parsimoniosa voz. No habrá cambio de tonos. Ni cuando habla de las últimas versiones que lo tuvieron como protagonista de tres romances en una semana, ni cuando amaga con darle paso a las lágrimas al recordar los gestos de su hermana Julieta o la muerte de su perro César.
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BOCA Y SU FANATISMO POR EL FÚTBOL
Boca sumó su segunda derrota al hilo en las últimas horas por el torneo local y el fanatismo del tandilense por el fútbol obliga a indagar sobre su pasado con la número 5, la polémica en el duelo ante Independiente del domingo y el sueño de la séptima Copa Libertadores.
— ¿Fue penal el de (Gonzalo) Verón en Independiente-Boca?
— Yo creo que sí. Si cobraron el del Real Madrid este pudo haber sido penal. Pero creo que Boca no perdió por esa jugada en particular, así que fue polémica pero debe ser difícil cobrar en ese momento cuando el partido está terminando. Una decisión tan difícil de tomar que muy pocos tipos pueden no equivocarse.
— ¿Insultaste un poco ahí?
— En ese momento no, pero en otras jugadas creo que un poco más. También cuando el arquero responde bien o tienen esa cuota de suerte que se necesita para ganar no podés hacer mucho.
— ¿Tenés que ponerte la 9 de Boca para ganar la séptima Libertadores o ganar otro Grand Slam?
— Elegiría las dos cosas. Primero el Grand Slam. Es algo que lo he hablado muchas veces con Palermo, con el "Flaco" Schiavi o amigos futbolistas que tengo. Ellos saben lo que me gusta jugar al fútbol y que el día de mañana me gustaría tener esa posibilidad de al menos entrenar o sentirme en condiciones de poder jugar un partido, pero está claro que hoy mi cabeza, mis objetivos, mis sueños siguen siendo con el tenis pero eso podría ser algo muy lindo para el día de mañana. Aunque sea verlo desde la platea donde voy a la cancha, poder ver la séptima desde más de cerca sería muy lindo.
— ¿Sos un nueve al estilo Palermo o al estilo Benedetto?
— Creo que soy más al estilo del "Titán". Me gusta, además es mi ídolo y es un referente, no solo como deportista sino como persona. Creo que él también ha tenido una historia de vida muy sacrificada, muy dura, muy particular. Y también en su carrera profesional fue bastante de película todo lo que le ha pasado, y en algunas cosas nos sentimos que tenemos algo en común. Por eso, más allá de que es mi ídolo, es mi gran amigo y es un privilegio para mí sentirme tan identificado con una persona que pudo haber vivido cosas que me tocan vivir a mí.
EL REGRESO LUEGO DE TRES OPERACIONES
— Es como que tenés una vida de película, muy cinematográfica. Lo que pasó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro fue increíble, viene la Davis después, empieza a aparecer un nivel nuevo, todo lo que pasaste con las lesiones… ¿cómo sentís vos todo ese proceso, cómo lo fuiste viviendo?
— Creo que lo más lindo es vivir ese proceso. Es recorrer el camino del sacrificio, de ver cada piedra que está adelante tuyo y buscarle la vuelta a esquivarla, saltarla o patearla para adelante. Creo que eso es lo lindo que he vivido desde mi vuelta al tenis en el 2016. También me ha tocado vivir cosas muy feas, porque cuando volví a jugar después de mi última lesión me sentía muy mal, me sentía que no era el mismo de antes, que ya no ponían las mismas expectativas en mí, que no me trataban como me trataban en toda mi carrera. Esas cosas, cuando uno se acostumbra a vivirlas de una manera tan linda y tan importante, cuando no pasan son golpes duros. Pero también siempre encontraba la vuelta para saber agarrarme de mi persona, de mi gente, de mi núcleo más íntimo para salir adelante de cada uno de esos problemas y también creo que después de lo de Río hubo como un antes y un después en lo que fue mi recuperación tenística. En mi mentalidad, y en cómo me sentía yo como persona después de Río. Porque una vez terminados los Juegos Olímpicos también empecé a creer en mi tenis nuevamente, sin pegarle de revés y sin sentirme cien puntos de la muñeca, me sentía que el nivel me iba a volver a acompañar.
— Mencionaste el tema específico de tu juego, ¿mutó a partir de estas operaciones? ¿Sentiste que fuiste cambiando tus golpes, tu forma de pararte en la cancha, tuviste que reorganizarte en muchas cosas?
— Tuve que reinventarme un poco. Yo nunca jugaba de slice, nunca tiraba otras variantes que no sea pegarle fuerte o ser agresivo en mi juego. Por mi lesión en la muñeca tuve que ver otras alternativas de juego, también cuidar un poco más mi físico, no hacer sufrir tanto a la mano que en ese momento lo padecía mucho y me costaba mucho día a día entrenarme o hacer los tratamientos para poder jugar un partido. Fui encontrando la vuelta a un nuevo estilo de jugar que me dio muy buenos resultados. Hoy, ya mucho mejor de la muñeca, evolucionando físicamente y estando mucho más sano, es como que gracias a aquel momento malo pude incorporar cosas a mi juego. Estoy volviendo a meter mi juego pasado y estoy haciendo un mix de todo que por ahora está funcionando bien.
— Está volviendo el revés, más allá de las modificaciones que tuviste que hacer, en el último tiempo se está viendo que le estás pegando mucho más fuerte…
— Es un poco lo que me pasa. Hoy debo estar un 60% de revés con dos manos y un 40% de slice. También me permite poder elegir un poco más el tiro que quiero jugar, cuando hace un par de meses atrás era hacer lo que podía o me salía o lo que la muñeca me permitía. Hoy, con el correr del tiempo, lo que evolucioné fue poder elegir yo el tiro que quiero pegar y cómo lo quiero jugar. Y saber que la muñeca me va a responder. También soy consciente que no tengo una muñeca impecable y nueva por todo lo que pasé, y que no estoy diez puntos. Pero todas esas cosas las trabajo sabiendo cómo me encuentro y que además de eso, me responde. Y si quiero pegarle un poco más fuerte la muñeca me va a acompañar a hacerlo. Hoy, gracias a Dios, no es un tema que ni en mi cabeza lo tenga presente 24 horas del día como antes, ni que lo hable en mi equipo de trabajo a diario.
— En los Juegos de Río hablaste de "aprender a convivir con el dolor", ¿seguís conviviendo con dolores? ¿Ya es normal?
— Sí, creo que eso es cierto. No es algo que decimos porque sí. Creo que a un jugador lo puede hacer mejor o peor la manera en que uno se superpone a jugar con esos dolores o cómo saca adelante partidos cuando no estás diez puntos. Por lo menos en el tenis, en un torneo que jugás cinco o seis partidos, uno se siente bien y puede salir de la cancha diciendo "hoy la rompí" u "hoy jugué impecable" en la final o en dos partidos de todo el torneo. A los buenos les pasa eso. Si ves, muchas veces los buenos pierden en primera o segunda ronda pero no pierden una final. Esa es una diferencia que fui adquiriendo en mi carrera. Con los años convivo mucho más con esas dificultades y hay veces que los dolores están, hay que reconocerlos y salir a jugar como te encontrás. Y decir: "Hay que ganar porque mañana este dolor no lo voy a tener", puedo tener otro. Pero lo importante es ganar sintiéndote no tan bien.
EL DEBATE ENTRE SEGUIR EN EL TENIS O TOMAR "OTRO CAMINO"
— Hablaste mucho de la experiencia que te dejó todo este proceso, ¿tuviste puntos bajos? ¿te encontraste diciendo quiero dejar todo, no soporto más?
— Sí, estuve en ese momento de depresión entre mi segunda operación de la muñeca izquierda y la tercera. Que tuve un período donde me fui a Tandil a tratar de ver realmente qué quería hacer de mi vida: si quería volver a poner el cuerpo, entrar a otro quirófano, volver a intentar, operarme; o si me hacía mucho mejor buscar otro camino para mi vida. Los primeros días que estuve ahí en Tandil me inclinaba mucho más para ese camino, para buscar otra alternativa, y no la de decir "bueno, andá, operate otra vez y que sea lo que Dios quiera".
— ¿En qué alternativas pensaste?
— El colegio lo terminé, así que el estudio era una posibilidad… De hecho gracias a mi mamá pude terminar el colegio y en esos momentos, que para mí eran dolorosos y tristes, algo de razón y agradecimiento para mi mamá tenía que tener porque ella obviamente no me hizo terminar el colegio porque yo por ahí me lesionaba y tenía que dejar el tenis. Era por una cuestión de educación e inculcarme valores y un montón de cosas. Creo que también en ese tiempo donde yo no tenía claridad de qué podía hacer si no era jugar al tenis, más la ayuda de mi familia, de mis amigos y de un montón de gente que también quería seguir viendo mi tenis, fue un poco lo que me hizo levantarme un día. En vez de levantarme llorando o sin saber a qué amigo ir a visitar, agarré el teléfono, llamé a mi médico de Estados Unidos y le dije: "Me tomo un avión y curame". Y así pasó: me subí a un avión, llegué a la clínica, me dijo "te voy a operar de tal cosa, los tiempos de recuperación son estos y yo soy positivo de que vas a andar bien". Eso mismo me lo había dicho dos veces antes y las dos veces había fracasado, digamos. Y todo el esfuerzo, y la energía que yo ponía para cada recuperación, era muy grande y era muy frustrante no poder salir adelante. Tenía mucho miedo de que me volviera a pasar una tercera vez, pero junté el coraje suficiente para encararlo y así pasó. Ahí, desde aquel día, hasta el día de hoy que sigo haciendo lo que me gusta y juego al tenis, y me da mucha felicidad. He conseguido cosas que ni antes de operarme las había conseguido. Hoy por suerte todo lo que ha sido mi muñeca es el pasado.
— Si te agarra una persona común, que tiene su trabajo normal y te pregunta: Juan, la estoy pasando mal, ¿cuál es la clave para salir?
— Lo que yo hablo con mis amigos o con gente que se me acerca porque me dice que puedo ser una inspiración, lo primero que les hago saber es que soy una persona normal como cualquiera. Simplemente juego al tenis y todo lo que genero con el deporte, pero la gente yo creo que ahora sí sabe un poco que en ese momento la pasé mal. Y la puedo pasar mal porque soy un tipo común y corriente que siente, sufre. Cualquier persona que en su laburo no puede rendir al máximo o tenga crisis, o problemas con su jefe, o cualquier motivo, creo que es complicado de superarlo pero también siempre tenés que buscarle la vuelta. Hay una manera aunque no sea clara de poder salir adelante de esa piedra que hoy tenés enfrente tuyo. A mí me costó muchísimo y después me recuperé de la muñeca, y volví a jugar, pero cuando estaba jugando al tenis no era el más feliz. De hecho, seguía teniendo muchas ganas de no jugar. Mientras jugaba, y ya me había recuperado, y ya estaba en el circuito. Por eso digo que hubo un antes y un después de Río. Hasta antes de Río yo estaba jugando al tenis como podía pero no era feliz de haber superado mi lesión, de estar en el circuito y hacer lo que me gustaba. Porque no la estaba pasando bien porque no era yo. Porque jugaba de otra manera, porque sufría, porque no veía mucha proyección con mi muñeca y que podía evolucionar para estar como estoy hoy. Entonces, fue complicado. Pero también con el correr de tiempo, y nunca bajando los brazos, hoy la realidad puede ser hasta la mejor de mi carrera. Yo creo que la clave es eso. Otra cosa que pienso es que de arriba siempre te ponen el obstáculo que uno puede tener la capacidad de esquivar, sobreponerse o resolver ese problema. A mí eso siempre me daba un plus de energía, esperanza o fe para encararla, atravesarla y decir "bueno, si esto me toca a mí será porque me tocaron cosas muy buenas antes o porque tengo que vivir esto para que me toquen cosas mejores el día de mañana". Y entre un montón de pensamientos de ese tipo acá estoy…
— Hay un término que quedó muy asociado a lo que hiciste vos que es la "resiliencia". ¿Te produce algo distinto?
— Obviamente que no es armado nuestro ni sale de nuestro equipo. Yo creo que, como muchas cosas de mi vida, son espontáneas y la gente misma es la que se encarga de poner un término como ese, o de ponerlo en un lugar o en otro. Mismo los fans, o periodistas, o gente de mi alrededor arman historias de vida que son espectaculares por cosas que me ven vivir a mí o que viven ellos conmigo, pero creo que ese término describe muy bien lo que ha sido mi carrera en estos últimos años con los problemas que tuve. Yo me siento bastante identificado con ese término porque es la realidad. Creo que cada palabra de lo que significa la he vivido en carne propia y creo que si es así, tomado de un buen modo, y como un buen ejemplo, es muy lindo.
— El otro día en tus redes sociales compartías: "Haciendo un poco de yoga", ¿por qué empezaste a aplicar estas técnicas?
— Empecé con todo mi problema de la muñeca a buscar alternativas diferentes, a buscar métodos de entrenamiento nuevos y me dio mucho resultado. Cada tanto me gusta mostrarle a la gente que no entrenamos un entrenamiento clásico como la gente puede llegar a pensar. Hay muchas otras cosas que sirven para un entrenamiento y te pueden dar un mejor estado físico, un mejor estado mental. Me costó mucho incluirlo en mi rutina. En un tenista cuando algo funciona tan bien y durante mucho tiempo, es difícil decir por qué vamos a cambiar si esto es lo que da resultado. Pero en ese momento con el tema de mi muñeca había muchas cosas que no me estaban dando buen resultado y no me estaban dejando jugar al tenis. Así que con Diego (Rodríguez), que es el kinesiólogo que empezó a trabajar conmigo en el 2016, empezamos a tener este tipo de entrenamiento un poco más diferente. Hoy ya es parte de mi rutina, lo hago a diario en algún momento y me hace sentir bien como persona también, así que es muy recomendable.
LOS RUMORES SOBRE SU VIDA PRIVADA
— Entre otras cosas que tuviste que vivir a partir de toda esta explosión, está el tema de que automáticamente empiezan los rumores de la vida privada. Si estás soltero, el cartel del "soltero más codiciado"… Te empiezan a buscar una novia actriz, otra cantante, otra modelo. ¿Cómo convivís vos con los rumores sobre tu vida privada?
— Creo que no es fácil porque no es mi ambiente, no es hablar de tenis o de cosas que me han pasado, pero a lo largo de mi carrera también me fui acostumbrando a que digan algunas cosas que no son ciertas. Sin ir más lejos, en estos últimos días me han puesto de novio con varias chicas y la realidad es que estoy solo, que estoy muy bien así, que disfruto mucho mi momento. Paso mucho tiempo con mis amigos. Creo que puede ser parte también de lo que soy como deportista, o como personalidad acá en el país. Hay muchas cosas con las cuales no me identifico y no me meto porque no es lo mío, pero trato de tomarlo tranquilo, saber cuáles son mis objetivos para mi vida, a qué me dedico, de lo que me gusta hablar y no salirme de ese eje.
— ¿Podemos decir entonces que estás soltero?
— Sí…
LA INFANCIA EN TANDIL, EL NUEVO MIEDO AL AVIÓN Y EL IMPACTO POR LA MUERTE DE SU PERRO
— Hay una foto que a mí me representa mucho que es vos de chiquito, con el "Negro" Gómez que fue tu entrenador durante toda tu juventud, parado al lado del (Volkswagen) Polo verde de tu papá. ¿Qué le dirías a ese nene que salía de viaje a recorrer kilómetros y kilómetros?
— Eso era así. Mi papá, con el "Negro", era agarrar el auto y hacerle kilómetros y kilómetros. Ir para el norte, para el sur, para cualquier punto del país donde había algún torneo importante. Ellos juntaban con mucho esfuerzo la plata para poder ir, presentarme y poder jugar. Y salíamos a hacer capaz que 13 ó 14 horas de auto, llegábamos, jugábamos y a los dos días volvíamos. Y a seguir entrenando, el colegio… Creo que es un esfuerzo que valió la pena, que hoy no sé si se hace de la misma manera, a mí me sirvió para ser la persona que soy como tenista y como ser humano fuera de la cancha. Es un sacrificio que te inculca también muchos valores y cómo manejarte en la vida. Yo soy un tipo muy tranquilo y siempre me manejo con la misma gente, y tengo mis amigos de toda la vida. Y con el "Negro" Gómez sigo teniendo una gran relación. Siempre soy un agradecido de mi padre, de mi madre, por el esfuerzo que hicieron. También de mi hermana Julieta, que es muy importante en todo lo que soy yo como persona, porque ser mi hermana muchas veces no es fácil para ella.
— ¿Lo padece también?
— Ahora está un poco más grande y quizás se puede reír de algunas cosas, pero cuando era más chica y tenía un hermano que andaba por el mundo, o porque me extrañaba o porque hablaban de mí. Pueden hablar bien o mal, no es fácil de lidiar con eso. También ella es súper importante en toda mi vida y soy lo que soy gracias a toda esa gente que está al lado mío.
— ¿Los viajes en avión son mejores que viajar ahí atrás del Polo?
— Mirá, ahora de más grande, me dan un poco más de miedo los aviones. Ese es un tema. Ahora de grande. Dicen que cuando te vas poniendo viejo te pasan otras cosas, pero sí me cuesta. También me cuesta irme mucho tiempo, hacer giras largas. Ya no es lo mismo que cuando tenía veintipico. Pasar tiempo fuera de mi país, de mi familia, de Tandil que es mi lugar en el mundo. Tuve la mala suerte de que falleció mi perro y no pude estar con él ese día. Vos decís: por jugar un partido de tenis, perder a mi compañero de mis últimos diez años… Son cosas que hoy, con casi 30 años, las ves un poco diferente. Pero sé que tengo varios aviones por delante y estoy mentalizado para eso.
— Hay dos cosas que noto desde que pasó la lesión, que vos te humanizaste todavía más. Empezaste a mostrar un costado muy distinto a como te estabas mostrando antes, mucho más relajado. Contás esto de "se murió mi perro y estoy padeciéndolo"… ¿Cómo conviviste con la historia de tu perro?
— La verdad que nunca creí sentir un dolor tan grande por la pérdida de una mascota hasta el día que la perdí. Y cada persona con la que hablo que perdió un perro o su mascota me dice que fue de las peores cosas de su vida. Puedo decir que es así realmente. Yo estaba en Estados Unidos. Me enteré porque me avisó mi hermana y fue triste. Fue a las seis o siete de la mañana que se estaban levantando todos para ir a trabajar, y él fue como hacía siempre a la cocina a estar ahí tomando el desayuno, a dar el buen día de cada mañana, y después de ese momento falleció. Fue la despedida. Al rato me enteré yo y ahí son momentos donde decís, estoy jugando un partido de tenis o tengo que jugar un partido de tenis y tengo que salir a la cancha, y tengo que mostrarme bien, poner mi mejor cara. Mostrarle al mundo que no pasa nada, que soy ese tenista que tiene que salir a ganar. Pasa mucho en la cabeza. Como te dije anteriormente, la realidad es que soy una persona como cualquiera y que, a diferencia de lo que hago, hay veces que digo podría ir a una oficina que nadie me ve y estar llorando a mi perro el tiempo que yo quiera. Pero tenía que salir a la cancha, estaba todo el estadio expectante de verme. Era mi vuelta a Delray Beach, lleno de argentinos y ahí es donde muchas veces son situaciones no tan fáciles de manejar, y que hay que poner lo mejor de uno pero también la sensibilidad y la sangre va por dentro. No es tan sencillo de lograr.
— Otro momento que quedó muy marcado fue el video que grabaste para tus amigos que se terminó viralizando. ¿Qué te motivó a darles ese mensaje que después terminó inspirando a mucha gente?
— Ese video había sido antes de Río y mis amigos eran los que mejor sabían mi situación de que estaba volviendo a jugar al tenis pero no estaba contento. La charla nuestra era siempre: pero "si estás jugando por qué no estás contento". Yo les decía: "Estoy 500 del mundo y yo si no tengo chances de ganar un Grand Slam no me siento que sea yo". Eran esas charlas que por ahí un amigo no te entiende. Ese día llovía y yo no tenía entrenador, ni preparador físico, me entrenaba con un amigo que me dio una mano muy grande y gracias a él salí adelante. Ese día estaba solo en la cinta y me puse los auriculares y mientras veía chats o videos de mis amigos, se me ocurrió grabar uno porque también había amigos con otros problemas que puede tener cualquier persona. Me salió de adentro decir eso. De hecho tenía miedo porque no sé si les pasa a ustedes con su grupo de amigos que cuando uno se pone un poco serio te toman para la joda y te terminan volviendo loco. Entonces, tenía miedo de mandarlo a mi grupo de amigos. Dudé mucho de mandarlo porque dije acá me alquilan todo el año, me vuelven loco. Pero lo mandé y creo que los emocioné tanto que me lo respetaron, se emocionaron y después no sé si lo han compartido con amigos, sus familias, sus padres, que se terminó viralizando por todos lados.
— Te quiero llevar a unas anécdotas de tu carrera fuera del circuito, ¿en un aeropuerto te cruzaste con Chilavert de chiquito?
— Ese fue mi primer viaje en avión a Brasil. Ahí fue cuando más o menos me empecé a decidir por el tenis. Ese mismo fin de semana tenía un torneo muy importante de fútbol y el torneo de tenis era en Brasil, yo nunca había viajado en avión y dije me voy al de tenis para viajar en avión. Cuando estábamos en el aeropuerto nos cruzamos a Chilavert, no me acuerdo qué conversación tuvimos. Era ver, yo con 12 años, viviendo en Tandil, no había ni gente famosa.
— ¿No había pasado algo hostil en esa final?
— En el torneo sí. En el torneo era como la final del mundo pero con pibitos de 12 años. Argentina-Brasil, y nos volvieron locos. Me insultaban. Creo que desde chiquito me fui curtiendo para después bancarme muchas otras cosas un poco más jodidas. Cuando sos visitante tenés que ir calladito, imaginate cuando ganamos en Glasgow la semifinal a Murray, si decíamos media palabra de más… Era mejor irse rápido.
"ME MOTIVA JUGAR LOS PARTIDOS QUE QUEDAN EN LA HISTORIA"
— Lo marcaste vos: "Si no gano un Grand Slam no estoy motivado". La gente que te rodeó a lo largo de tu carrera dijo eso: Juan Martín se motiva de jugar contra Federer, Murray, Djokovic, contra los mejores. Jugar contra un top 50 no lo motiva tanto. ¿Es tan así?
— Sí. La verdad que yo me entreno para esos grandes partidos y grandes desafíos. Para llegar ahí tenés que ganar la primera ronda a un 100, un 50 o un 30. Pero hoy en día es la motivación que yo tengo. Me han escuchado decir que el ranking no es mi prioridad, o que digo que quiero estar sano, elegir los torneos. A mí lo que me mantiene esa adrenalina alta y la motivación de seguir jugando al tenis son los partidos como el de Federer en Indian Wells o como la seguidilla de Acapulco de jugar con Top Tens tres días seguidos. O como ahora encontrarme con una proyección de ranking que si tengo buenos resultados puedo volver a estar en un lugar al que no muchos llegan. Esa es la motivación. También cuido mi físico un poco más o me preparo para cuando tenga esa chance de ese partido histórico o ese partido de una final contra el mejor del mundo o el que sea, pero ese partido que queda marcado, es lo que me motiva para seguir adelante y entrenando, mucho más que otras cosas.
— Estaba viendo el partido contra Robin Haase en Miami, un partido parejo que venías llevando y de repente Haase festeja un punto que no tenía sentido, y automáticamente lo liquidaste. Se te transformó la cara, te salió algo distinto, completamente diferente
— Hay situaciones en las que te hacen reaccionar o por ahí te tocan un poco el orgullo, el ego o te despiertan. Y pasó un poco eso. Miami era un torneo, como la mayoría sabe, que hay muchísima gente que me alentaba, que el estadio parecía que estaba jugando en Tandil, que era el último año de ese torneo ahí. Entonces armaron un clima espectacular. Y lo disfrutaba. Obviamente no quería perder en primera o segunda ronda, por eso más allá del cansancio que traía, le metí mucha garra para darle para adelante. Pero también hay veces que lo que pasó con Haase, y yo lo pude revertir, me pasa a mí con Federer en una final. En Indian Wells tuve un match point, erré mi mejor golpe en el medio de la red y después ahí él casi me gana el partido. Tuvo match point. Creo que eso es lo lindo y lo que me apasiona a mí todavía, y por lo cual sigo adelante con muchas ganas de meterle con el tenis por más tiempo.
EL RECUERDO DE LA COPA DAVIS
Tras obtener la Copa Davis, Del Potro informó que no volvería a disputar el torneo por equipos. Sin embargo, la polémica se sigue instalando en cada momento que su nombre aparece sobre la mesa.
— Cuando dijiste no juego la Davis, mucha gente dijo "no va a representar a Argentina", como si jugando el circuito no estuvieses representando al país. ¿Creés que por momentos no se toma noción de lo que consiguieron en 2016?
— Creo que pasa muy rápido todo. Lo conseguido en 2016 es histórico y lo va a ser para siempre. Cuando se hace un poquito un análisis más profundo y se ve la manera en que ganamos, jugando de visitantes todo el año, en polvo, bajo techo, contra los mejores… La primera vez que en toda la Copa Davis jugué los tres días fue en la final, y tuve un desgaste que así quedé. Creo que sí se valora y se agradece hasta el día de hoy. Yo soy el más agradecido del equipo que se formó, de los compañeros que tuve, porque tenía las otras dos finales que había perdido muy marcadas adentro mío y sin ellos no hubiéramos podido ganar. Y cada uno puso lo mejor para que se arme ese gran equipo. Cuando uno no estaba bien, entraba el otro y ganaba. Nosotros somos los cuatro de Boca y era algo de lo que hablábamos: Bianchi, en su momento, formó a un equipo de Boca en el que al que ponía lo hacía jugar bien, metía un gol clave o ganaba el torneo. Nosotros, además de ser los cuatro bosteros, hablábamos de eso. Cuando le tocó jugar a Leo (Mayer), entró y ganó. Cuando me tocó jugar a mí, lo pude hacer bien. Guido, en Glasgow. Fede, en Italia, ganó solo; después ganó el último punto. Estábamos todos tan conectados, con tanta buena energía, y tan alineados en esa copa, que después pasó lo que creo que nadie esperaba que pase. Ganarla justo ese año que era todo de visitante, mi vuelta al tenis… El partido con Cilic dos sets abajo y Fede en indoor que no es su mejor superficie, ganándole a Karlovic que saca como un animal… Pasó algo inesperado.
— Cuando se va la pelota larga y Fede (Delbonis) gana el partido, ¿qué te pasa con la cabeza?
— Hasta el tercer set estaba tirado con hielo en el cuerpo. De hecho, ni Leo, ni Guido, ni mi kinesiólogo estaban en la cancha cuando jugaba Fede. Porque estaban preocupados por mi estado de salud. Pero después, estaba acostado, me estaban tratando, recuperándome un poco y veíamos el partido por la tele. Fede gana el primer set y era "bueno, vos seguí hecho pelota así, nosotros nos quedamos acá y que nadie se mueva, que todo siga igual". Y ganó el segundo set y lo mismo. Cuando ya estaba cerca de ganar el partido, ¿era vamos a la cancha o no vamos a la cancha? Yo que no me podía mover. Dijimos: bueno, vamos. Cuando él sacaba para el partido, nos pusimos abajo de las tribunas, lejos del banco de suplentes nuestro, lejos de que la gente nos viera, que Fede mucho menos. Y nos quedamos viéndolo entre dos tubulares, dos caños que se veía apenas la cancha. Temblábamos. Estábamos casi llorando faltando uno o dos puntos. Cuando gana somos los últimos en entrar para festejar. Es algo muy difícil de describir, muy difícil de volver a sentir algo tan espectacular.
EL DÍA QUE LE CAMBIÓ LA CABEZA PARA VENCER A FEDERER
— ¿Cómo podés definir a Roger Federer? ¿es un artista o un tenista más?
— Yo siempre trato de definirlo como que es el número 1 en todo. Creo que esa es la mejor definición para un tipo como él. Dentro y fuera de la cancha. Dentro de la cancha no hace falta que diga mucho. Además del estilo lindo que tiene de jugar, lo inteligente que es, lo bueno físicamente que es. Esa capacidad. La frialdad que él tiene para hacerle sentir al rival de que te va a ganar más allá de cómo esté el resultado. Te hace sentir que te va a ganar.
— ¿Adentro de la cancha siempre sentís que te va a ganar?
— Sí. A mí me ha pasado. Eso lo sentí siempre contra él hasta el día de la final del US Open (2009), que cuando entré a jugar iba perdiendo el primer set y casi pierdo el segundo. Recién cuando remonto el cuarto set, ahí esto que te estoy contando cambió en mi interior con él. Ahí dije: "Bueno, ahora capaz que no siente que me va a ganar igual". A partir de ese día, obviamente que en un partido entre nosotros él es favorito y siempre hay muchas más chances de que me gane, pero eso ya no lo siento.
— ¿Estás seguro de que él es favorito? Muchas veces te elogió, habla siempre bien de vos, hasta cuando estabas lesionado te mencionaba. Sin dudas, sos uno de los jugadores que más lo complican. ¿Te das cuenta de eso dentro de la cancha?
— Sí, también le he ganado muchas veces y sé que mi juego lo pone incómodo. Pero también es algo que yo digo que de los cuatro fantásticos, con el que siempre menos quiero jugar es con él. Porque su juego también a mí me complica muchísimo. Me es muy incómodo tener que enfrentarlo. Porque también como me llevo excelente, tengo una gran relación, es difícil perderle el respeto tenísticamente hablando a un amigo, a un tipo que idolatrás o a un tipo que semana a semana hace historia en este deporte, que bate todos los récords. Que yo me puedo sentar capaz a ofrecerle un mate. Es, a veces, un poco raro. Pero también digo que no quisiera, o si tuviese que volver a hacer esto, no lo haría en otro momento que no estén ellos. Volvería a elegir ser el cinco del mundo o tener el ranking que sea, pero volver a hacer mi carrera con los mejores del mundo. Con Federer, Nadal, Djokovic, Murray. Volver a ser contemporáneo de ellos.
— ¿Cómo hacés para que la cabeza no te afecte? Que es el mejor del mundo, todos lo elogian, es un buen tipo. No le encontrás puntos negativos. ¿Qué te pasa por la cabeza que decís: lo voy a destrozar, le voy a ganar?
— Principalmente me agarro de mi tenis, de la forma en que juego. Después hay algo que a él no le pasa con otros jugadores que es todo lo que se genera en un partido con nosotros con la gente, y con el clima adentro de la cancha. Él cuando juega contra mí no siente que es el 100% favorito de la gente; yo algún fan que otro le robo y gritan por mí, y que también quieren que gane. Y eso yo me doy cuenta, y él también lo sabe, y no lo hace sentir muy cómodo.
— ¿Lo charlan en privado o no?
— Esto no, pero con Djokovic o con otros sí hablamos de eso. Cuando llegué a Miami ahora y jugué dos o tres partidos, me crucé a (Alexander) Zverev y me dijo: "Es como que estamos jugando en Argentina, no puedo creer lo que pasa". Y Djokovic me ha dicho lo mismo. Y cuando Federer vino acá a jugar la exhibición conmigo, se quedó fascinado de lo que es la gente de Argentina, el público y el fanatismo que hay. Gracias a esa final del US Open pude romper esa barrera de respeto, de poder decir es Federer, es lo mejor que hay, lo mejor que tenemos, pero también es humano y puede tener un mal día, o equivocarse.
— Y pelearse con los jueces…
— Sí, yo también me peleé un poco…
— En el último partido se peleó bastante, una rareza…
— Ese partido fue un poco raro porque nos peleamos los dos. En un momento era Federer contra el árbitro, yo contra el árbitro. Había perdido el segundo set, había tenido match point. Digo, no gano nunca más un Masters 1000. Se armó un quilombo en dos minutos de partido que fue tremendo. Verlo así a Federer era raro. Para mí era raro porque no es muy común. Y la gente estaba a los gritos porque iba a seguir viendo tenis. Hubo de todo en esa final, todos los condimentos que tiene que haber para que sea bien excitante y todo lo que tuve que pasar yo para ganar un torneo.
NADAL, LA INFANCIA JUNTOS Y EL PRESENTE DE RIVALIDAD
— ¿Y de Rafa qué me podés decir?
— Lo conozco desde chico. Los veo bastante diferentes. Rafa, esa personalidad, esa forma de ser que se lleva el mundo por delante y esa fuerza que él tiene es única también. Eso lo hace tan bueno que es difícil. Él juega mucho con eso. Ya te gana tres o cuatro games antes que arranque el partido, por la forma en que él se mueve o que te espera en la red. O cómo acomoda el agua. Son cosas que lo ha hecho y le siguen dando resultado. Hay que ser inteligente y ver cómo ellos pueden tener un mal día tenístico como cualquier otro, pero te ganan por este tipo de cosas que te cuento.
— ¿De chico qué recordás con Rafa? Porque lo cruzabas bastante… ¿es cierto que compartieron un safari alguna vez?
— Sí, nos conocimos cuando yo tenía 12 años y él 14, en Sudáfrica. Era un Mundial de nuestras categorías y él había ganado ese mundial, y yo perdí en la final. En ese momento creo que éramos los únicos dos que hablábamos español en todo Sudáfrica, entonces estábamos siempre juntos. Pasamos una semana juntos para todos lados, después él evolucionó mucho más rápido, perdimos un poco el contacto. Después en el circuito es difícil crear ese vínculo de amistad cuando competís contra él o hay tanta rivalidad. O cuando cada uno está con su equipo. Yo siempre viajo con mucha gente. Tengo amigos en el circuito, pero ese amigo también está con su gente. Cada uno busca lo mejor para estar bien acompañado, bien anímicamente, y preparado para el día del partido.
— ¿Ya era así de puntilloso con la ropa, con el agua o fue agarrando después las mañas?
— No, en ese momento no. Creo que no. Seguro que le pasó con el correr de los años. Yo también me pongo un poco más quejoso, mañoso en algunas cosas. Todavía no a ese punto, pero también tengo mis cosas.
— ¿Qué es lo peor que tenés?
— La puntualidad es algo… No puedo estar con gente que no es puntual. Es algo clave en mi equipo de trabajo. Mis amigos porque ya me conocen me vuelven loco por eso, pero ya no puedo cambiar de amigos con 30 años…
— ¿Te llegan tarde a propósito?
— Sí, me vuelven loco. Y también me conocen a mí. Saben que cuando yo llego tarde o les digo estoy acá a cinco cuadras, o les digo bajá que estoy, saben que estoy a media hora. Ya me encontraron un poco el punto. Después, con cosas específicas del tenis, por ahí con mi ropa, en el momento en que me cambio o la forma de atarme la vincha y los cordones de las zapatillas. Si me ves, por ahí no te das cuenta. Pero alguien que me conoce dice "este flaco es un pesado".
LA POSIBILIDAD DE SER NÚMERO 1 DEL MUNDO
Hace 799 días, Juan Martín tocó el ranking más bajo desde que inició su carrera ascendente dentro del profesionalismo en 2005: se ubicó en el puesto 1045 del conteo ATP. Hoy apenas lo separan unos pocos puntos del tercero y su chance de transformarse en el número 1 del mundo es algo que se puede plantear, con las dificultades lógicas que exige llegar a la cumbre del planeta.
— ¿Fantaseás un poquito con el número 1 en algún momento o no te desenfocás nunca?
—Por ahí se me viene mucho más a la cabeza por lo que se habla y lo que se genera de afuera, a lo que puedo generar yo o lo que puedo fantasear. No te voy a decir que no escucho. Sabía que si ganaba Miami era el tres del mundo, lo sabía. Pero no me puse en la computadora a ver cuántos puntos perdía tal.
— Estás pasando por Internet y dice: "¿Qué le falta a Del Potro para ser número 1?"…
— No entro. Sabía lo del tres del mundo porque cuando iba ganando, si leía el diario era que si ganaba era el tres. Por ahí, en otras notas, eran las cuentas que hay que hacer para que sea tres. Ahí ya no me metía. Pero lo otro era inevitable. No me vuelve loco. Sé que puede ser una posibilidad de seguir subiendo en el ranking si tengo una buena temporada. También para mí estar sano es la base y el piso para ir por todos estos objetivos. Desde un número en el ranking, a poder volver a jugar otra final con Federer de un torneo importante. Entonces, soy consciente de qué energía le tengo que poner a cada una de esas cosas. Si hoy me decís que soy el número 6 del mundo y no defiendo nada, y ya tengo más de dos mil puntos esta temporada cuando el año pasado me fue diferente, y cuando hace dos años ni jugaba al tenis, sería hasta una locura hablar de esto. Sin embargo estoy muy feliz como estoy y dejo que me sorprenda el futuro con lo que me pueda pasar.
— ¿Tomás noción, a nivel local al menos –afuera también– ya superaste a casi todos los tenistas y la discusión se podría centrar entre vos y Vilas, tomás noción del rol que ocupás?
— A veces sí. Yo trato de ocupar el rol que creo que tengo y nada más. Ni mucho más, ni mucho menos. Me acuerdo cuando ganamos la Copa Davis que había encuestas sobre si era el mejor de la historia o no, y daban que sí. Y el año pasado cuando no estaba tan bien, daban que no. Algunos dicen que no hay ni comparación de lo mío con Vilas. Otros dicen Vilas no ganó ninguna medalla olímpica ni tampoco ganó la Copa. Ese tipo de cosas a mí hasta me divierten leerlas o escucharlas. Pero no me afectan, no me agarro de nada de eso. Vilas es el padre de todo esto. Es alguien al que se lo respeta mucho a nivel mundial. Creo que no hay que comparar a ver quién es más o quién es menos. El tenis que juego yo es otro al que jugaba él, es otra época. A mí me ha tocado jugar con Federer que es el mejor de la historia. Creo que mis logros también aumentan un poco por la historia de vida o de mis últimos años. Y lo hacen un poco más emotivo a cada cosa que consigo.
— Saquemos lo subjetivo de la comparación, que a algunos les gustará más Vilas, a otros Delpo, a otros Nalbandian. En algún momento, cuando estás sentado con tus amigos, ¿no te codeás y decís, el pibe que está llorando por el perro es uno de los mejores de la historia del tenis nacional? ¿Tomás dimensión de lo impactante que es eso?
— No, la verdad que no. Menos con mis amigos. Gracias a ellos soy como soy y tengo la vida que tengo. A mi familia también. La verdad que no lo pienso. No me hace sentir un groso. Por ahí mis amigos muchas veces hasta se sorprenden de que están con un tipo como decís vos. Pero que puedo estar comiendo un pancho todo sucio o en alpargatas en Tandil. Me dicen: "pero no puede ser que vos seas el que están pasando la repetición del partido allá". Muchas veces a ellos les pasa. O por ahí no toman dimensión de lo que puedo generar. Mismo lo del perro. Era Acapulco y yo todavía estaba triste por el perro. Gané Indian Wells y le hice un corazón a mi perro; y mis amigos no lo podían creer. Bueno, esas cosas pasan porque soy así y trato de nunca creerme más de lo que soy. Yo salgo de una cancha de tenis y soy Juan Martín de Tandil, y me gusta sentirme así. Me gusta estar siempre a la altura de la gente que tengo alrededor. Que también me hagan sentir de esa manera. Sería muy incómodo para mí que me eleven a un escalón que no sé si me merezco o no, pero que no me haría sentir yo mismo. Siempre me manejo con la gente que me entiende y sabe las cosas que me gusta.
— Explicaste por qué no vas a jugar tanto en polvo de ladrillo, pero técnicamente qué desgaste te produce? ¿es un desgaste mucho mayor del que tenías antes de las lesiones en la muñeca?
— El polvo para mí siempre fue la parte más delicada del año. La muñeca hace mucha más fuerza. Los puntos son más largos. Cuando en cancha rápida por ahí pego dos revés por punto, acá capaz tengo que pegar cinco o seis. Y esa sumatoria de golpes no es la ideal. Pero sí estoy preparado para hacerla y encarar estos torneos. También la cuestión física. Ya con casi 30 años en una temporada tan ajustada, para ir a jugar torneos tan importantes, si no me preparo bien ahora, no me daría tanto el físico para llegar a Roland Garros bien entrenado y con la capacidad de bancarme partidos a cinco sets. Por eso me bajé de algunos torneos. Por eso voy a jugar lo que considero lo más importante. Y también saber que es una parte del año o de la temporada donde si no me va tan bien como yo quiero, está dentro de los parámetros que consideramos normales.
— Teniendo en cuenta este contexto, ¿qué sería hacer un buen Roland Garros?
— Yo creo que en mi caso, y por ahí en algunos otros, ante un Grand Slam te ponés dos objetivos. El primero es llegar a la segunda semana. Y una vez que ya llegás a la segunda semana, donde quedan pocos jugadores, ves quiénes quedan y ahí te planteás "acá vamos por todo". Pero para mí, en una superficie que no es la más cómoda, que el año pasado no me fue tan bien toda la gira de polvo de ladrillo, que no tengo mucho por defender, llegar a una segunda semana de París sería muy bueno también pensando en los números, en el ranking y en las cosas con las que la gente juega.
EL MUNDIAL DE RUSIA Y SU DIÁLOGO CON LOS JUGADORES
— Cuando se esté jugando el Mundial vas a estar participando de una de las partes más intensas de tu temporada o con más objetivos, ¿cómo vas a hacer con el Mundial?
— Lo voy a seguir por tele obviamente. Creo que es en la época de Wimbledon o posterior. Difícilmente vaya a ver un partido.
— ¿Guardás una esperanza de que se haga un hueco en el calendario?
— Sí, pero esto mismo les digo a mis amigos: o venís desde la primera ronda o no me venís a ver. También si me cuesta ir a algún partido desde el arranque no voy a ir sobre el final. Prefiero estar en contacto con algún amigo que tengo ahí en el plantel.
— ¿Con quién charlás del equipo?
— Hablo con el "Kun" (Agüero). Con Messi hemos hablado bastante. También es gente que tiene una vida muy intensa, ocupada. Nos gusta felicitarnos mutuamente o bancarnos cuando podemos estar pasando un mal momento porque entre deportistas por ahí te entendés mucho más que con algún amigo. Pero creo que esta Selección que va a ir al Mundial se merece esa alegría, más allá de lo que el país quiere, necesita o la presión que le podemos meter. Esos chicos más que nadie desean traer la copa. Por ellos mismos, por todo el esfuerzo que han hecho, y por lo que fue la Eliminatoria. Y por las cosas que han sacado adelante. Creo que a medida que faltan pocos días todo el mundo opina de la lista, todo el mundo pone un delantero nuevo o un arquero nuevo.
— ¿Jugás un poco con tus amigos en privado?
— Sí, en privado sí. Pero no tanto porque sé por mi deporte y por lo que hago cómo uno se puede sentir cuando te opinan de acá o de allá. Caballero atajó en un amistoso y todos decían que tenía que ser titular en el Mundial; después perdimos con España y lo sacaban de la lista. Creo que así somos. Yo me divierto, la verdad que me río de este tipo de cosas. No me gusta cuando pasa con mi vida o cuando opinan de lo mismo en el tenis sin saber. Creo que los jugadores lo pueden llegar a sufrir un poco. Hay que transmitirles seguridad, apoyo y confianza. En definitiva son 23 los que van a ir a Rusia y estoy seguro de que los 23 quieren ganar la Copa y traerla para nosotros. También estoy seguro de que si no la traen esos 23 van a estar mucho más tristes que todo el país. Se les va a hacer mucho más duro seguir adelante que a cualquiera de nosotros. Entonces, desde mi lugar, hay que apoyarlos y desearles lo mejor.
EL MENSAJE PARA SUS PADRES, EL GESTO DE SU HERMANO DE NIÑOS Y EL SUEÑO DE LA PATERNIDAD
— ¿Qué les dirías a tus padres? Tu vieja que te insistió tanto con la escuela, tu viejo que siempre puso plata en tu carrera para que pudieras progresar…
— No sé si alguna vez lo hice en una cámara. Es de agradecimiento eterno. Mi viejo ha hecho un gran esfuerzo para que yo pueda jugar al tenis de chiquito. Mi hermana, por eso la nombro tanto y hasta me puedo llegar a emocionar, cuando yo comenzaba no sobraba nada en mi casa y ella tenía el chanchito con los ahorros de mi abuela. Me acuerdo un día que me iba a Mendoza, quedaba mamá y Julieta solos en mi casa… Ella me dijo "voy a romper el chanchito así te podés comprar un alfajor". Lo rompió adelante mío, me dio 6 pesos.
— ¿Cuántos años tenían?
— Yo tenía 12 años y ella 8. Eramos muy chiquitos. Por eso mi hermana es todo para mí. Mi mamá que también tuvo un gesto como el del colegio que en su momento decía "ma, dejame ir a jugar al tenis, no me hagas estudiar". Pero hoy le agradezco toda la vida ese gesto. A mi viejo también, nunca me dejó solo, siempre trató de acompañarme como podía. Mi viejo es veterinario, no entiende nada de este mundo, de tenis. Hizo lo que pudo y sin embargo aprendió y trata de acompañarme como puede. Ahora estoy un poco más grande y creo que darle felicidad a toda mi familia desde el tenis o mostrarme como me muestro, es una linda manera de agradecerles todo ese esfuerzo a tantos años y que ellos solamente hicieron para que yo haga lo que a mí me gusta.
— ¿Y vos te ves en ese rol de padre en el futuro?
— Sí, obviamente. A mí me gusta la vida tranquila. Me gustaría. Tengo mis padres como referentes. Están hace muchísimos años casados, mi hermana que también está de novia y proyecta la familia. Todo a mi alrededor consume eso mismo. Todos tenemos los mismos valores. Con mis amigos que ya estamos un poco más grandes, en lo que es la vida, apuntamos a lo mismo. Así que eso también sería muy lindo que me pase.
— ¿Va a salir campeón Boca entonces?
— ¿Está a cuatro puntos del otro? Sí…
— ¿Cerramos así a pesar de que ganó Independiente el domingo?
— No importa y Boca va a salir campeón. Y en la Copa ya robando un empate más de visitante y ganando uno de local, pasamos de ronda.
— Mirá cómo hacés cuentas…
— En el fútbol sí hago cuentas, con lo mío no, que hagan otros. Pero con Boca sí…