La contextualización de ambas situaciones nos pone frente a escenarios y circunstancias bien diferentes aunque el fondo es el mismo:
1- Jugar hoy en la selección nacional es una aspiración de máxima para cualquier jugador argentino; en 1978 era una aventura con más para perder que para ganar, tanto era así que los jugadores consagrados preferían no jugar en la Selección.
2- Tras un nuevo fracaso en el Mundial de Alemania en 1974 y gracias a la lucha de César Luis Menotti y al irrestricto apoyo del Dr. David Bracuto, presidente de la AFA, se logró que los dirigentes de los distintos clubes entendieran que realmente la selección nacional sería la "prioridad uno". Ello implicaba que tal condición ponía sus comunes intereses de representatividad por encima de cualquier interés institucional.
3- Los clubes chicos y los del Interior lo entendieron mas rápidamente que los "grandes", especialmente Boca y River, siempre con dinámica agenda internacional y librando "a muerte" su competencia bilateral por la supremacía.
Hoy resultaría inimaginable que algún club negare a cualquiera de sus cracks convocado por el entrenador de la selección nacional y mucho más ante la inminencia de un Mundial.
La prédica de Menotti sostenida en el tiempo por todos sus sucesores más el apoyo institucional de la AFA han convertido a la Selección en una causa de apasionado interés común que ha ido in crescendo con la incorporación de las nuevas tecnologías, los medios audiovisuales y el marketing.
Es así que aquello que ocurría en los albores de este nuevo Orden (1974) hoy resultaría impensable.
Los jugadores de River debían dilucidar qué preferían, ¿jugar el campeonato oficial y la Copa Libertadores con posibilidades de una final Intercontinental o entrenar de martes a jueves con el plantel de la selección nacional en algún predio prestado a las órdenes de Menotti?
Los jugadores de Boca enfrentaban la misma duda y en ambos casos –River y Boca– se producían respuestas dudosas: "Hoy sí, el mes que viene no puedo…". Y ni hablar de ir al Interior a jugar amistosos algún miércoles.
Daniel Passarella, capitán de la Selección, fue quien acaudilló la situación en su River. Les preguntó a sus compañeros "seleccionados" si querían jugar en el equipo nacional. La mayoría no se mostraron muy predispuestos. Tales los casos de J.J. López, Alonso y Fillol, quien ya había jugado en el equipo nacional en el Mundial del 74 contra la Alemania Democrática (1-1). Por cierto que Leopoldo Jacinto Luque llegaría a River en el 75 desde Unión de Santa Fé, Oscar Ortiz en el 77 después de San Lorenzo y Gremio y Kempes en el 81 tras brillar en el Valencia.
Claramente en aquel contexto J.J. López, Alonso y Fillol querían salir campeones con River y jugar la Libertadores. Por lo tanto le dijeron que no a Passarella que era como decirle no a Menotti y por ende a la selección nacional.
Para el director técnico estas fueron respuestas nunca olvidadas. De allí que jugadores como Osvaldo Ardiles, Daniel Valencia, Ricardo Julio Villa, Omar Larrosa entre otros, siempre fueron inamovibles a pesar de los acalorados debates periodísticos traducidos en los medios de papel. Las opiniones más calificadas se expedían y a medida que se aproximaba el Mundial la inclusión de J.J. López, se convertía en un "tema nacional".
El caso de Boca era distinto. Roberto Mouzo, Vicente Pernía o Jorge Ribolzi serían inequívocamente convocados y estarían al igual que los requeridos Alonso y J.J. López en la lista, pero en la lista de los 40. Lo que a Menotti realmente le interesaba de Boca era contar con Alberto Tarantini y con Hugo Gatti. El "Beto" Tarantini tomó la decisión personal de ir a la Selección –luego tuvo problemas con su continuidad- pero el "Loco" Gatti prefirió escuchar las recomendaciones de su director técnico Juan Carlos Lorenzo y de manera elíptica desistió "al no poder recuperarse de una lesión en la rodilla". La verdad histórica es que tal lesión existía pero era leve, no impediría jugar el Mundial.
O sea que unos meses antes de comenzar la Copa del Mundo del 78, los dos mejores arqueros que tenía el fútbol argentino estaban fuera de la Selección: Fillol se había "bajado" por la presión de Ángel Labruna y Hugo Orlando Gatti -quien había tenido una actuación inolvidable en una gira por Europa del Este especialmente ante Rusia bajo la nieve de Kiev en 1976- , conminado por el "Toto" Lorenzo. Eran momentos de gloria tanto para River (campeón Metro y Nacional 75) como para Boca (ganador de la Copa Libertadores 77 y 78 e Intercontinental 77).
Mientras tanto los arqueros de la selección nacional que fueron alternando el puesto eran Héctor "Chocolate" Baley, quien jugaba en Huracán y procedía de Colon de Santa Fé, Ricardo La Volpe, jugador de San Lorenzo adquirido a Banfield y Agustín Mario Cejas, de regreso en Racing tras una dilatada y exitosa campaña en Santos y Gremio de Brasil.
Para terminar de integrar ese plantel a la sazón campeón del mundo, los miembros del cuerpo técnico integrado por César Luis Menotti, su ayudante de campo Rogelio Poncini , el preparador físico Ricardo Pizzaroti , el asesor Rodolfo Kralj –un sabio húngaro inolvidable que se encargaba de la logísitica- y el maestro de los maestros de los juveniles Ernesto Duchini, debieron salvar muchos obstáculos. Y aunque no había una manifiesta injerencia dirigencial, Menotti nunca dejó de recibir presiones ya sea de la prensa, más sutilmente de algunos viejos dirigentes de la AFA o de otros poderes que en esa época conducían fácticamente al país.
Lograr que un club entregara a un jugador era una proeza. Por ejemplo que Daniel Bertoni pudiera ir a Toulon a disputar un torneo juvenil requería de muchas discusiones con los dirigentes de Independiente. Es que Bertoni jugaba en la Primera. Pero casos como este se daban frecuentemente. Y lo más injusto era que al final sería el jugador quien presionado debía decidir. Muy injusto. Hoy afortunadamente situaciones de ese tipo resultan inimaginables.
En estas horas en que se discute la convocatoria de Franco Armani a la selección nacional y Jorge Sampaoli lleva a cabo unas inútiles reuniones que conducen a lo obvio sumado a viajes igualmente innecesarios y obscenamente costosos, vale la pena actualizar cómo fue que Ubaldo Matildo Fillol, el mejor arquero de la Argentina de la época, consagrado como "Mejor jugador del 77 del Fútbol Argentino" y quien resultaría uno de los diez mejores arqueros de la historia, terminó jugando en la selección nacional el Mundial 78 después de haber desistido.
Esto que podrán leer a continuación fue escrito por quien era director de la revista El Gráfico en 1977 cuando se produjo el hecho. Y lo incluyó en su libro Memorias de un periodista deportivo (Ediciones B, 2003). Textualmente el episodio tal como sucedió:
Transcurrían los primeros días de octubre. Carlos Ares (N de la R: uno de los más brillantes escritores de la prensa deportiva) entró a mi oficina para manifestarme esa preocupación que recorría el ambiente futbolístico. "¿Y si hacemos un intento para que Fillol vuelva al Seleccionado?", propuso, ofertando una movida audaz de generoso rédito periodístico. Nos pusimos de acuerdo: "Vos te encargás del Pato y yo de Menotti", le dije, estableciendo una estrategia básica.
Ares marcó un número de teléfono y, desde el otro extremo de la línea, el arquero le informó que: 1) Lo sorprendía en plena fiesta de matrimonio. 2) Con gusto haría cualquier concesión para poder hablar con el director técnico nacional si eso facilitaba su regreso a la Selección.
Menotti mostró abierta predisposición para el acercamiento. Puso una sola condición: efectuar la reunión en su casa. Pedido no rechazado. Fecha: sábado 8 de octubre (N de la R: 1977) a las tres de la tarde.
Ares fue a la concentración de River para recoger a Fillol. Como el operativo era secreto -pues quisimos resguardar a los protagonistas de un desenlace sin acuerdo-, hubo que sortear un duro inconveniente: Ángel Labruna, entrenador de River, no autorizó la salida del arquero. La situación llegó a las fronteras del conflicto, allí el "Pato" tomó la iniciativa: "Mire Ángel, la verdad es que –y le pido que no lo comente- voy a reunirme con Menotti. Déjeme ir, por favor. Esto para mí es muy importante…". Labruna cedió. Para el resto, me remito a las páginas de El Gráfico:
"Menotti estaba de espaldas a la entrada del living principal. Cuando entró Fillol pareció advertir los pasos y se dio vuelta para dejar el cigarrillo en el cenicero. Entonces, se encontraron frente a frente y extendieron las manos. El saludo fue escueto. Un apretón y una sonrisa. Enseguida se sentaron y volvieron a sonreír nerviosamente. En ese siglo de silencio que apenas duró segundos, aparecieron girando como fantasmas los titulares de los diarios y revistas que tanto se ocuparon de ellos. Había muchas o ninguna explicación que darse, todo dependía de ellos. De las dos posibilidades, rozaron solamente la primera y se extendieron en la segunda, y sin decirlo comprendieron que no hay más tiempo que perder. Desde ese instante la charla sólo se interrumpió por la llegada de los cafés pedidos".
Fillol –muy feliz- partió con Ares al Monumental. Menotti no ocultó su satisfacción. En la despedida me entregó un mensaje para el "Pato": "Pedile que venga con humildad. Voy a hablar con los muchachos, pero necesito que él aporte. Su actitud anterior dejó desconfianzas y ahora tenemos que tratar de superarlas…".
Aunque parezca mentira, la iniciativa de un periodista –Carlos Ares- con el respaldo y colaboración de su director –Hector Vega Onesime – ayudaron a resolver un grave problema al reconciliar al mejor arquero del fútbol argentino con su director técnico para que éste volviera a incluirlo. Daba por terminado a la vez un "tema de interés nacional con sus debates y polémicas".
Se sabe todo cuanto significó Fillol para la selección argentina en aquel Mundial con siete actuaciones extraordinarias convirtiéndose en uno de los factores fundamentales del triunfo final habiendo jugado solo cinco amistosos previos.
Si bien lo de Armani es distinto, también requerirá de un gesto del director técnico de la selección argentina para disponer de él, impidiendo al mismo tiempo que sea la selección de Colombia quien lo incorpore.
Franco Armani ganó 13 títulos con el Atlético Nacional (y ya 1 con River) incluyendo una Copa Libertadores (2016) y una Recopa Sudamericana (2017) mas 11 torneos oficiales locales. Su esposa, la modelo Daniela Rendón es colombiana y conforman un matrimonio simbiótico a partir de que también los une la religión evangélica por iniciativa y convicción de Daniela.
El arquero de River es un actor respetado e idolatrado en Colombia. Ha sido y es tentado para nacionalizarse. Esa Selección habrá de jugar en primera ronda de Rusia 18 contra Japón, Senegal y Polonia. Claramente tiene grandes posibilidades de pasar a octavos con menos presiones que Argentina. La prensa colombiana muestra una gran identidad con su selección y su conductor José Pekerman es un hombre digno, creíble y persuasivo. La unión de todos estos factores más la acción de sus dirigentes podrían convertirse en una invulnerable presión para que Armani dé el sí y sea una alternativa de David Ospina, quien no está jugando en el Arsenal de Inglaterra. En la actualidad Armani está por encima de Camilo Vargas (Deportivo Cali ) y Luis Enrique Martínez (Atlético Nacional de Medellín).
¿Cuál sería entonces la actitud que el presidente de la AFA debiera llevar a cabo? Antes que nada organizar un partido amistoso de emergencia con jugadores del fútbol local una tarde cualquiera e imponerle a su director técnico que convoque y haga jugar oficialmente a Franco Armani.
Después de haber firmado la planilla oficial, Armani ya no podrá jugar para ninguna selección que no fuera la Argentina. Armani tiene 31 años, una edad que lo admitiría cuanto menos en el próximo Mundial de Qatar en el 2022 con participación anterior en la Copa América de Brasil 2019 o en las Eliminatorias que comenzarán en el 2020. Si Sampaoli no pudiera negociar con el grupo dominante uno de los tres lugares para Armani por las razones que fuere, lo que la AFA no debería permitir es "perderse" a Armani como futuro jugador de la selección argentina de fútbol más allá de la decisión condicionada de su circunstancial jefe técnico. Y es allí donde la AFA debería actuar con celeridad y firmeza.
Se equivocan quienes creen que esta es una cuestión de Sampaoli, este es un tema de la AFA que como en otros similares sucedidos anteriormente fueron resueltos por la inteligente previsión dirigencial. El caso más conocido es el de Lionel Messi, ya que de no mediar la oportuna gestión de la AFA –Gerencia de Selecciones Nacionales y Presidencia– acaso hoy sería jugador de la selección española.
Para que Fillol jugara el Mundial 78, César Luis Menotti supo escuchar a los dirigentes más cercanos y a su grupo de trabajo. Luego un acierto periodístico facilitó una decisión inevitable e inteligente no exenta de grandeza. La Selección necesitaba a Fillol y Fillol necesitaba a la Selección. Menotti cedió y Argentina ganó el campeonato del mundo.
Para que Armani sea jugador de la selección argentina y no juegue en otra Selección que pudiere hasta ser rival en el Mundial –en Eliminatorias y Copa América, seguro- se requiere que el presidente de la AFA tome la decisión institucional de registrarlo como tal. Luego si es primer, segundo o tercer arquero; si es incluido o no en la famosa lista oficial de los 23 será una cuestión del director técnico, el grupo dominante y sus circunstancias.
Un jugador para ser incluido en la selección nacional requiere de por lo menos tres factores concurrentes: virtudes técnicas, equilibrio emocional y momento o "estado de gracia". Todo lo que hoy tiene Franco Armani…
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