Las fibras nacionales exponen que el argentino es un orfebre sacrificado pataleando en el lodo. Un productor del ingenio en medio de la carencia. Del deporte local brotan casos en el que el talento cacheteó a la escasez. Las historias exitosas en el profesionalismo retratan de manera asidua que detrás existió una batalla ganada contra las necesidades. Esos relatos que sólo irrumpen sobra la mesa cuando llega la hora de cosechar la siembra. El grito de ayuda digital del joven tenista Santiago Bramajo no es más que la alteración del orden del producto. El deportista con condiciones que pide un abrigo en medio de la tormenta.
"Hola, me llamo Santiago Bramajo, tengo 17 años y quiero llegar a ser alguien en el tenis. En 2017 estuve 1º en el ranking nacional argentino y saque mi primer punto ATP, necesito viajar por el mundo para sumar más puntos. Busco sponsor. Cualquier ayuda sirve, difundir. ¡Gracias!". Así saltó de manera desesperada a ese océano llamado Twitter. A pesar de tener menos de mil seguidores, su publicación se transformó en un fenómeno viral: acumuló más de 16 mil réplicas y 11 mil favoritos en pocas horas. La estructura solidaria para apuntalar las endebles bases de los proyectos de apoyo deportivo en el país.
Hola, Me llamo Santiago Bramajo, tengo 17 años y quiero llegar a ser alguien en el tenis🎾 En 2017 estuve 1º en el ranking nacional argentino y saque mi primer punto ATP, necesito viajar x el 🌎 para sumar mas puntos. BUSCO SPONSOR, cualquier ayuda sirve, difundir🙏🏾 gracias!!! pic.twitter.com/GAEJut5lqv
— SB (@BramajoSantiago) March 26, 2018
Infobae se contactó con este pequeño deportista para conocer su historia. Qué se esconde detrás del sacrificio. El esfuerzo detrás del grito desesperado de ayuda. Un caso testigo, como ejemplo de miles de historias que se terminan evaporando ante la ausencia de ayuda.
"La verdad, mi viejo buscó gente que me pueda ayudar pero nadie quería poner plata. Ahora se está haciendo cada vez más complicado empezar a viajar y en Argentina hay pocos torneos. Mis viejos no pueden y, aunque me da un poco de vergüenza, pensé en publicar esto. Si Dios quiere se difundirá y si tengo suerte por ahí me dan algo". La voz que atiende del otro lado del teléfono habla con aplomo sobre su historia. Sabe que el sacrificio es la única espada para defender su talento. Santi tiene 17 años pero está jugando el tiempo de descuento de su gran sueño y lo toma con una seriedad que asombra.
La publicación rebotó de aquí para allá. El ex tenista Diego Hartfield se animó a darle un consejo y el Peque Schwartzman le mandó un mensaje de apoyo. Los anónimos empezaron a pedir ayuda. Algunos posibles patrocinadores se contactaron con él para conocer en profundidad el caso, aunque todavía no aparece una mano salvadora.
"Un montón de personas me hablaron por suerte. Un chico que tiene cuerdas de raquetas me dijo que me iba a dar, por ejemplo. Pero sponsor todavía nada", reconoce ante las consultas de este medio. El año pasado se apropió del número 1 del ranking nacional durante varios meses hasta que cedió el trono porque decidió dar el salto profesional sobre el final de la temporada.
Una victoria en un Future –categoría más baja de torneos ATP– le dio su primer punto profesional. Bramajo es uno de los cinco argentinos con 17 años que aparece en el ranking mundial, también uno de los más jóvenes. Para seguir desarrollándose necesita sumar roce a lo largo y ancho del planeta.
"Hago todo para llegar: dieta, no salgo, entreno todos los días. Me dedico al tenis, desde los 15 años que me dedico. Dejé la escuela. El año pasado mi profesor me ayudaba un poco económicamente, pero ahora se hace imposible", reconoce Bramajo en un parate del doble turno de entrenamiento que en total le consume ocho horas diarias. "Mi idea es seguir luchando y ver. Mi objetivo sería en algún momento meterme entre los 100 del mundo. Mi realidad económica no es la mejor, pero de la cabeza sí. Estoy enfocado a mil", advierte.
A los 6 años, en uno de los tantos días en los que acompañó a su abuelo a jugar al pádel, se vio atraído por la raqueta de tenis. Allí comenzó un camino que lo trasladó hasta aquí. Desde su Luján natal, subió peldaño por peldaño hasta que se dio cuenta que necesitaba un empujón para poder subir el próximo porque de lo contrario se estancaría.
Su padre, que trabaja como empleado en una fábrica, no tiene la espalda económica suficiente como para afrontar un gasto tan sustancioso como exige una carrera tenística, con viajes por diferentes partes del mundo durante varias semanas. Su madre, desde su labor como ama de casa, intenta desdoblarse junto con la abuela de Santiago y preparan pizzas caseras que venden a los vecinos en pos de incrementar los ingresos.
"Le mete ganas mi familia al igual que yo. Cuando tengo libre de los entrenamientos, trato de ayudarlos a ellos también. Hacen changas de todos lados para darme una mano. Con mi profe ahora estamos haciendo una colecta también", detalla el chico que ocupa el puesto 1592 del ranking ATP gracias a esa victoria obtenida en un Future que se desarrolló en San Juan a fines del año pasado.
"Ahora tengo que ir a Córdoba a jugar tres semanas y se necesitan alrededor de 25 mil o 30 mil pesos para costear el viaje. Y es lo más económico", advierte sobre el paso que aparece en su horizonte y para el cual ya está buscando el dinero.
Sin embargo, su necesidad es la de empezar a disputar los torneos iniciales del ambiente profesional que aparecen alrededor del mundo: "Yo no salí nunca del país. Hay muchos más torneos, hay Futures todas las semanas. De acá se fueron bastantes para afuera, pero tienen recursos. Yo tengo que aprovechar las oportunidades que tengo, por ejemplo esta de Córdoba".
Bramajo no baja los brazos. Se apoya en historias como la de Nicolás Kicker, que a sus 25 años obtuvo su primera citación al equipo de Copa Davis tras haberse metido entre los 100 del mundo por primera vez en abril del año pasado. El tenista nacido en Merlo recorrió con el bolso al hombro el circuito de punta a punta durante varias temporadas mientras hacía malabares económicos. Hoy disfruta cosechando lo que sembró con esfuerzo. Hoy es el espejo de otro pibe que, como él, le da batalla a las circunstancias para transformar su utopía en una realidad.
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