"Soy inocente y lo voy a demostrar", dice Martín Bustos, y no dice nada más. Bustos es, desde el miércoles pasado, un hombre sobre el que pesa la acusación de uno de los delitos más aberrantes que se puedan cometer: abuso de menores y promoción y facilitación de la prostitución. Y no es solo eso: también es un hombre de negro, como se les dice habitualmente a los árbitros del fútbol argentino. Nacido en Trenque Lauquen, con trabajo en el Ministerio Público Fiscal de la Nación donde estuvo ejerciendo sus labores hasta el mismísimo jueves a pesar del escándalo que había estallado, jura y perjura su inocencia. Desde los Tribunales de Avellaneda, la respuesta es inmediata: si es así, que se ponga a derecho, que tiene todas las garantías del caso. Pero hasta ahora, Bustos no lo ha hecho. Dejó de frecuentar los lugares habituales donde se movía y analiza qué hacer. Mientras la estrategia de su abogado sería esperar a ver qué resultados obtuvo la Justicia de los allanamientos para después decidir el curso de acción, los amigos de Bustos le aconsejan que si es inocente, se presente ya. Y él repite eso ante Infobae: "Por indicación de mi abogado no voy a hablar, pero creeme que soy inocente, que nada tengo que ver con una organización de trata como se está diciendo". Y ya no dice más.
Sus palabras, claro, se dan de bruces con las pruebas preliminares que se van acumulando en la causa. Porque a la declaración judicial en exclusiva que ayer publicó este medio, con el testimonio concreto donde uno de los menores abusados habría referido a sus tutores en el club que su relación habría sido con el árbitro, se suma que el jugador de Cuarta División acusado de presunto facilitador, dio cuatro teléfonos de personas que estarían relacionadas con la maniobra delictual y uno coincidía con el del propio Bustos.
Que si bien no es una persona conocida para los futboleros a pesar de haber ejercido como juez de línea hasta diez días atrás (fue asistente número dos en Newell's-San Martín de San Juan jugado el 12 de marzo en Rosario), tiene un poder de relación en el mundo del arbitraje que no se condice con su lugar profesional en ese mismo ámbito. Es nada menos que secretario de Seguridad y Prevención del gremio de los hombres de negro, formando parte de la comisión directiva. Y tiene relación con las más altas esferas del arbitraje. Algunos aseguran que logró esa consideración a partir de su trabajo en el Ministerio Público Fiscal de la Nación, donde revistaba como prosecretario de la Unidad Fiscal de Ejecución Penal, y no fue removido de la Procuración a pesar de haber sido denunciado primero y procesado después por la jueza María Servini de Cubría por alteración de pruebas en varias causas en las que le tocaba intervenir. ¿En qué consistía el delito? En romper fichas de reincidencia o informes del Servicio Penitenciario Federal, lo que podía hacer diferencia a la hora de otorgar o no cierto beneficio a los presos que pasaban por esa Unidad, según la denuncia que hizo la propia titular de la misma, Guillermina García Padín.
Pero su estatus de hombre importante también puede verificarse en una cena a la que asistió el miércoles pasado, cuando el escándalo ya había estallado. Esa noche, junto a máximos directivos del arbitraje y el vicepresidente de Acasusso y hombre fuerte del Ascenso en la AFA, Javier Pipo Marín, concurrieron a un domicilio particular a degustar un asado con el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Consultado por Infobae, el ex candidato a gobernador bonaerense por el Frente para la Victoria aseguró: "Es cierto que estuve en esa cena. Éramos 12 personas y yo conocía a solo seis, todos del ambiente del fútbol por mi paso como presidente de Quilmes. Pero este Martín Bustos no sabía quién era. ¿O vos conocés a todos con los que vas a cenar cuando se arma una mesa grande? Es más, estábamos viéndote a vos en la tele contar lo sucedido y yo me puse como loco, diciendo quién puede ser tan perverso. Los autores de este tipo de delitos tienen que pudrirse en la cárcel".
Este último punto es el que debe dilucidar la Justicia, que va cerrando cada vez más el cerco sobre el escabroso asunto. Cinco son los acusados, aunque según creen los investigadores el caso podría tener una dimensión mayor que la conocida. Por el momento no hay ningún detenido. Bustos cavila qué hacer. "Soy inocente", repite. Pero hasta ahora, no intentó demostrar eso donde debe hacerlo: en la Justicia.
SEGUÍ LEYENDO:
Quiénes son los cinco apuntados por la Justicia en la causa por abuso sexual en Independiente