Se suponía que desde las 23 horas del miércoles pasado, River entraba en un estado de pura felicidad. Que nada iba a alterar su sonrisa tras haberle ganado la Supercopa a Boca.
Pero lo que el domingo adentro de la cancha continuó como fiesta, afuera casi se convierte en tragedia por los mismos de siempre: la barra brava del club, que previendo los negocios millonarios que se reactivaron tras el triunfo en el clásico, volvió a enfrentarse dejando dos heridos de bala, dos con traumatismo de cráneo y tres con armas blancas en una escalada de violencia que comenzó el sábado y se extendió hasta ayer, pero que está lejos de terminar. Y que si no se le pone un freno rápido, podría repetir imágenes de otros tiempos más trágicos.
Todo se inició tras la victoria en Mendoza. En la previa a ese partido, la barra oficial identificada como Los Borrachos del Tablón viajó con 500 entradas propias y otras 200 que fueron al circuito de la reventa.
El triunfo del equipo de Gallardo potenció lo que se venía para el domingo: una cancha llena donde otra vez la reventa florecería a niveles inimaginables.
Sabiendo que los violentos que dominan la tribuna tendrían sus tickets el sábado al mediodía, el grupo disidente apodado La banda del Oeste y con asiento fuerte en Moreno, fue a buscarlos a la confitería del club.
Afortunadamente llegaron 40 minutos después de que el otro grupo se retirara, lo que ahuyentó la chance de un enfrentamiento como el que se produjo el 25 de noviembre de 2014 que generó terror en todo Núñez.
De hecho las cámaras de seguridad de la institución tomaron las imágenes del ingreso de parte de la barra disidente y se pidieron móviles a la comisaría 51, que según el relato de los empleados de River nunca llegaron porque no había denuncia oficial.
En esa jornada hubo incidentes menores ya que los violentos, al no ubicar a sus oponentes, se fueron del club tras 20 minutos de gritos y amenazas.
Pero al día siguiente sí se encontraron: sabiendo lo que había pasado la jornada anterior, la barra oficial armó una emboscada en Monroe y Montañeses, donde extrañamente no había efectivos policiales.
Cuando llegó el grupo disidente, durante 10 minutos los atacaron con armas blancas, garrotes y hasta un bate de béisbol, provocando tres heridos de arma blanca atendidos en clínicas privadas y dos por traumatismo de cráneo, que fueron derivados uno al Hospital Italiano y el otro al Pirovano. Cuando llegó la Policía, dispersó pero extrañamente no logró detener a nadie.
El Comité de Seguridad Deportiva de la Ciudad abrió un expediente, River entregó las imágenes que tenía, pero al no haber detenidos ni identificados, salvo que los agredidos declaren, el caso va a languidecer.
Pero faltaba un capítulo más, y sería el más grave hasta acá: en la madrugada del lunes, y como venganza de lo sucedido horas atrás, un grupo de la disidente fue hasta Beccar, donde para la facción más agresiva de la barra oficial, y abrió fuego contra un grupo que estaba en la esquina de las calles Pampa y Lonardi, dejando dos heridos de bala, uno de 28 años y otro de 21, que debieron ser trasladados al Hospital Central de San Isidro.
Este caso sí tiene trámite judicial y quedó radicado en la Unidad Fiscal de Instrucción Criminal de San Isidro a cargo del doctor Matías López Vidal.
Allí tampoco hay identificados pero urge que se los encuentre: porque la espiral de violencia recién comienza y nadie sabe hasta dónde puede llegar.
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