Ocurrió el jueves 27 de diciembre de 2001 por la tarde en el estadio de Vélez Sarsfield. El árbitro Gabriel Brazenas sancionó un tiro libro en favor de la visita, Racing Club. El colombiano Gerardo Bedoya tiró un centro que cayó en el segundo palo del arquero Gastón Sessa y el defensor Gabriel Loeschbor provocó el delirio de los hinchas albicelestes con un cabezazo que pasó entre las piernas de Sessa. Uno a cero para Racing, que así se aseguraba el campeonato luego de una sequía que había durado treinta y cinco años. Vélez empató a trece minutos del final, y con ese resultado Racing dio la vuelta olímpica en plena crisis económica, social y política, la peor de la historia de nuestro convulsionado país.
En realidad, Loeschbor estaba adelantado, en clara posición fuera de juego. Lo vieron todos, en el estadio y por televisión. Diez años después, en una entrevista con el periodista Alejandro Wall para su libro ¡Academia, carajo!, el juez de línea de aquel recordado partido, Alberto Barrientos, admitió que el defensor de Racing estaba "como un metro veinte, un metro treinta, en orsai", pero que él no levantó el banderín sino que convalidó el gol porque era fanático de Racing y quería que su equipo saliera campeón luego de tantos años de angustia.
Muy importante: Barrientos señaló que no hizo falta que nadie del fútbol ni de la política lo llamara para decirle que esta vez el candidato tanto de la AFA como del gobierno era su propio equipo: "Yo sabía 'íntimamente' que Racing iba a salir campeón sí o sí. Yo creo que hasta Vélez sabía. ¿Sabés cuándo me di cuenta? Cuando lo veo a (Julio) Grondona entrando a la Casa de Gobierno para que Racing jugara. Nadie me dijo nada, pero yo sabía que Racing tenía que salir campeón sí o sí".
En aquellos años, Grondona era el amo de fútbol y su poder incluía, lógicamente, el control del Colegio de Árbitros a través de uno de sus hombres de mayor confianza, Jorge Romo. Barrientos está convencido de que él fue elegido para el partido decisivo precisamente porque era hincha del club: "Romo tiene asesores y sabía que yo era hincha de Racing".
La confesión de Barrientos, que yo incluí en mi libro Doce noches, echa un poco de luz sobre la relación siempre aceitada entre el fútbol y la política en un país como la Argentina. Los gestos políticos tienen mucha influencia sobre dirigentes, jugadores, árbitros y jueces de línea.
Tanto es así que cuando Grondona fue a la Casa Rosada a encontrarse con el presidente provisional, Ramón Puerta, y su ministro del Interior, Miguel Ángel Toma, el diario deportivo Olé fue muy agudo: "Ganó Racing", informó en su tapa junto con una foto de los sonrientes contertulios; entre ellos, también estuvo Fernando Marín, el publicista que gerenciaba a la Academia.
Las palabras del línea Barrientos y la interpretación de Olé contradicen a quienes sostienen que la reunión del lunes en la Casa Rosada entre el presidente Mauricio Macri y el técnico de Boca Juniors, Guillermo Barros Schelotto, no tiene ninguna influencia y fue apenas un almuerzo entre dos viejos amigos e hinchas boquenses.
El encuentro alargó la polémica sobre los errados fallos del árbitro Jorge Baliño y uno de sus asistentes, Alejandro Mazza, que perjudicaron a River Plate contra Godoy Cruz, el domingo.
Pero ¿por qué fue Grondona a la Casa Rosada el sábado 22 de diciembre de 2001? En aquel momento, había estado de sitio y la última fecha del torneo local había sido suspendida; la crisis era monumental: el presidente Fernando De la Rúa había renunciado y en apenas doce días se sucederían cinco mandatarios. Uno de ellos fue Puerta.
Los nombres se repiten; en la historia suele haber más continuidades que rupturas. El viernes 21 de diciembre de 2001, Puerta recibió la visita de su amigo Macri, que era el titular de Boca desde hacía seis años; al final del encuentro, Macri el hizo un pedido.
—Con el estado de sitio, no podemos jugar la última fecha del campeonato. ¿Qué se puede hacer?
—Estamos viendo justo el tema del estado de sitio. ¿Qué partidos tienen que jugar?
—El más importante es el de Racing; están a punto de salir campeones. Hace treinta y cinco años que no salen campeones.
Para Macri, no era solo una cuestión futbolística: lo unía una estrecha relación con Marín, que, luego ya en su gobierno, sería el liquidador del Fútbol para Todos.
Tampoco lo era para Puerta: "A mí como hincha de fútbol me parecía una injusticia que no pudiera jugar Racing, pero inmediatamente lo agarré por el lado político, que era volver a un país normal. La televisión estaba meta mostrar cosas feas: incendios, saqueos… Por eso, me pareció muy bueno que la televisión de todo el país mostrara el partido por el campeonato y que la gente saliera a festejar", me dijo el actual embajador en España.
Puerta derivó el asunto en Toma, quien me contó que llamó por teléfono a Grondona:
—Mire, vamos a tener que sacar campeón a Racing.
—Lo primero que hay que hacer es sacar el estado de sitio —le devolvió Grondona.
—Por eso no se preocupe: estamos levantando el estado de sitio en la ciudad de Buenos Aires y en casi todo el país. Pero, tiene que salir campeón Racing, así la gente puede festejar algo.
—No sé si salir campeón, don Miguel. Lo importante es que se pueda jugar al fútbol.
Toma y Grondona quedaron en que el titular de la AFA iría a la Casa Rosada al día siguiente, el sábado 22 de diciembre, al mediodía.
Antes de reunirse con Puerta y Marín, Grondona pasó un momento por el despacho de Toma.
—Mire, don Julio, que tiene que salir campeón Racing.
—No es tan fácil, don Miguel.
—Don Julio, ¡usted sabe cómo son estas cosas!
Toma recuerda que Grondona sonrió con una mezcla de halago y malicia antes de subir juntos al despacho del Presidente, el mismo que hoy ocupa Macri y en el que recibió el lunes a Barros Scheletto, uno de los emblemas de todos los tiempos de Boca.
El autor es periodista y su último libro es Salvo que me muera antes.