Los octavos de final de la Copa del Rey se abrieron con el encuentro que protagonizaron Lleida y Atlético Madrid en el Camp d'Esports de Cataluña. Con la presencia de los argentinos Ángel Correa y Augusto Fernández como titulares, el Colchonero expuso su jerarquía para liquidar el pleito en la primera parte.
Si bien el espectáculo comenzó con una paridad sorpresiva, Diego Godín se encargó de abrir el marcador para el equipo capitalino a través de la vía aérea. El uruguayo volvió a demostrar su vigencia luego del centro que envió el belga Carrasco. Fue el tanto que necesitaba el combinado liderado por Diego Simeone, dado que unos instantes después la sociedad compuesta entre Kevin Gameiro y Fernando Torres derivó en el 2 a 0.
Las protestas de los intérpretes locales fueron ignoradas por el árbitro que confió en su asistente. Pero la realidad es que la conquista del Niño debió haber sido anulada por una posición adelantada. En tiempos en donde el VAR está ganando terreno en Europa, el conjunto madrileño empezaba a cerrar la llave de manera injusta.
En el complemento el elenco albirrojo transformó el triunfo en goleada de la manera más deseada: con el grito de Diego Costa, quien regreó al club para volver a soñar en grande. El brasileño nacionalizado español capitalizó un desborde perfecto de Juanfran y festejó el 3 a 0.
Sin embargo, el gol le dejó un saldo negativo al delantero, dado que en su afán de llegar a la red, se chocó con un defensor rival y sufrió una lesión en su rodilla derecha que generó un manto de preocupación en Simeone. La figura quiso continuar en la cancha, pero su dolor era tan perceptible que el jugador no podía pisar bien.
La expulsión de Marc Trilles y el tanto de Antoine Griezmann completaron el monólogo del Atlético Madrid. El Colchonero se impuso con jerarquía y dejó el camino accesible de cara a la revancha en el Wanda Metropolitano. El 2018 aparenta ser un buen año para el Cholo.
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