El marcador central Davide Santon reposaba plácidamente en una camilla tras el entrenamiento del Inter, cuando fue abordado por varios compañeros de plantel que lo inmovilizaron a modo de preparación, esperando por la aparición del capitán: Mauro Icardi. Y cuando el delantero de la selección argentina, de 24 años, irrumpió en escena, se desató la barbarie: armado con dos huevos, se los rompió en la cabeza a la víctima, propiciando el baño de harina. Santon, claro, terminó en estado calamitoso, ante las risotadas generales de los presentes.
Santon cometió un pecado enorme en el contexto del vestuario del equipo de Milan: cumplió 26 años. Icardi y compañía transformaron cada aniversario de nacimiento en un calvario. Las bromas se transformaron en un clásico en el plantel que pelea por volver a ganar la Serie A (está tercero, a seis puntos del líder Napoli y a cinco del escolta: Juventus).
Por un rito casi idéntico debió pasar el delantero Eder, en noviembre. Al arquero Daniele Padelli también le tocó padecer la costumbre de los huevos y la harina, pero en pleno entrenamiento. Ocurrió en octubre: Icardi, junto a un par de compañeros, se posicionaron detrás de un arco mientras al portero lo peloteaban. Cuando se distrajo tras una atajada… recibió el ataque masivo.
Icardi se debate entre renovar el contrato con Inter hasta 2023 y los tentadores acercamientos que le llegan a través de su agente y esposa, Wanda Nara. Mientras, ejerce su función de capitán en el "Nerazzurri". Dentro de la cancha y en el vestuario, incluso poniéndose al frente del rito de los cumpleaños.
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