La tarde del sábado en San Isidro fue de los burros. En el coqueto hipódromo de la localidad bonaerense se llevó a cabo el Gran Premio Carlos Pellegrini, que tuvo como ganador al binomio conformado por Puerto Escondido y su jockey Osvaldo Adrián Alderete.
Desde temprano la lluvia intentó opacar la fiesta del turf más importante de Sudamérica, pero los tibios rayos de sol colaboraron para que miles de personas sean parte del tradicional evento hípico argentino.
Los charcos de agua que decoraron el recorrido que une el estacionamiento con las gradas no representaron ningún inconveniente para los espectadores, que de a poco fueron poblando las instalaciones con las revistas especializadas que mostraban las estadísticas anuales de los pingos que iban a salir a la cancha.
Como la jornada también tuvo al Gran Premio Félix de Alzaga Unzué y al Gran Premio Joaquín S de Anchorena, los apostadores se instalaron desde el mediodía para compartir la adrenalina del juego con los protagonistas. "Vamo´ Nicholas viejo nomá, Vamo´ Nicholas viejo nomá", era el grito de aquellos entusiastas que observaban cómo se incrementaban sus ganancias por la victoria del pingo jineteado por Eduardo Ortega Pavón.
Otros, en cambio, reflejaban el rostro de la desilusión al romper sus boletos y arrojar sus cigarrillos consumidos contra un piso que se veía tan pulcro como la pista donde se desarrollaba la acción.
En otro sector, con una mirada expectante y una sonrisa permanente, Fernando Marín observaba los movimientos previos a la largada más esperada del día. En diálogo con Infobae, el empresario advirtió que "lo más destacado es la estética que genera el protagonismo del caballo, por el amor natural que uno puede sentir por el deporte argentino".
Además, el Coordinador General de Comunicación Estratégica de la Secretaría de Deportes contó cómo fue que se le encendió la llama de la pasión por los pingos al recordar que se crió en Maure y Libertador: "Yo veo a los caballos desde que tengo uso de razón. Pasaban por la puerta de mi casa, y como iba a un colegio que estaba pegado al hipódromo, el sentimiento surgió ahí. Hoy soy socio de este club hace mucho tiempo, y siempre que puedo vengo a disfrutar".
Sin embargo, a la hora de animarse por un candidato en la carrera estelar, Marín optó por la cautela: "El juego no debe ser postergado, pero debe vivirse la fiesta por sí misma. El turf debe ser considerado deporte como en cualquier otra parte del mundo, y no ser castigado como lo hacen algunas letras de tango. Eso de Maldito seas Palermo, me tenés seco y enfermo, mal vestido y sin morfar debe ser desterrado porque es una disciplina que da muchas fuentes de trabajo. Hoy la familia hípica es una industria que le da de comer a más de 500.000 familias".
Antes de buscar su sector para observar la competencia que entregó 5 millones de pesos al ganador, Marín reconoció que "hay algunos que creen que hay maltrato animal en este tipo de eventos, pero es un error que radica en su falta de conocimiento, porque se trata de amor hacia los caballos que nacen con patera, con cuidados veterinarios y un contacto permanente de afecto".
El emotivo himno cantado por un joven que no alcanzaba los 14 años fue el principio del fin de un espectáculo que dejó como campeón a Puerto Escondido. Al grito de "cerrame la persiana", de los eufóricos que celebraban la holgada victoria del pingo del año concluyó la ceremonia más esperada de los fanáticos. "Es una emoción muy grande", resumió entre lágrimas el jockey que formó parte de la dupla ganadora, Osvaldo Adrián Alderete. "Es un trabajo de mucho tiempo, tuvimos una chance hermosa y la supimos aprovechar", agregó con la emoción que le implica formar parte de la historia dorada del turf argentino.
Los resultados:
1 Puerto Escondido
2 Don Inc
3 Village King
4 New In Town
5 Marcus Aurelius
6 The Great Day
7 Global Big
8 Hat Valiente
9 Forty One
10 Wild Stream
11 Calcolatore
12 Sixties Song
13 Conwy