Entra a la cabina N°2 del estadio Monumental. Pega una imagen de la virgen de Lourdes en el vidrio a través del cual mirará el partido. Chequea la consola. Prepara su garganta. Siempre con una sonrisa. Las bromas permanecerán hasta el final. Es uno de los pocos hinchas xeneizes presentes en el Superclásico de la Fecha 8 de la Superliga Argentina de fútbol, en el que no fue permitida la presencia de la parcialidad visitante. No está escondido ni se camufla. Es Daniel Mollo, uno de los relatores partidarios de Boca más destacados del país.
A su derecha, al medio de la terna, se ubica Marcelo Lerner y más allá Horacio Zamudio, integrante este último de Boca de Selección, el programa que Mollo conduce en Radio Cooperativa.
En la mesa del Ingeniero no faltarán bebidas. Agua y gaseosa, las que repondrá de manera permanente, con mayor asiduidad en los momentos de alta tensión del partido. Acompañará el juego con los movimientos de su cuerpo, que en realidad tendrá el ritmo de su prosa metafórica. Sus manos interpretarán en el aire las palabras que saldrán de su boca. Dice, por ejemplo, que River no encuentra el rumbo y busca como quien abre una alacena y menea la cabeza como si lo que necesita se hubiese ido al fondo de ese mueble. Y entonces levanta su brazo y mueve su mano y se ríe.
Lejos de pasar desapercibido, sabiendo que es sapo de otro pozo, acude al Monumental con una remera amarilla, decididamente amarilla. Baila. Siempre baila. Le pide al operador que sigue sus indicaciones desde estudios centrales que le ponga música caribeña. Cuando Boca tiene la pelota en su poder dice que "a ella la acarician". Cuando la tiene River afirma: "Ahora a ella la maltratan"…
Su clásico "entre pikiti pakate" sonará sin parar. Desde los 15 del segundo tiempo, con la injusta expulsión de Edwin Cardona, llamará embrouille (vocablo del francés que significa peleador) a Néstor Pitana, recordando aquel córner que no fue y que derivó en el triunfo de River en aquel Torneo Final 2014 con el gol de Ramiro Funes Mori. Dirá, en repetidas ocasiones, que Boca no tiene peso en AFA porque no pone los árbitros.
Abraza el micrófono con las palmas de sus manos. Lo aprieta. Siempre bromea. Con los suyos y con los que gusten pasar. Se secará la cara y las manos en incontables oportunidades con un ya obsoleto pañuelo de tela. Abrazará a sus colaboradores, festejará y cerrará otro paso victorioso de Boca ante River en el Monumental como pocos. Por su pasión por el Xeneize y porque allí estaba Daniel Mollo con sus comentaristas, solas sus almas en el Antonio Vespucio Liberti, gritando en alto, fuerte, fuertísimo, los goles pintados de azul y oro.
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