Iban 15 minutos del segundo tiempo. River, con un hombre menos, apretaba a Boca. Edwin Cardona, autor del primer gol, peleó una pelota con Enzo Pérez, los dos emplearon el cuerpo. El colombiano utilizó los brazos, el hombre de la Selección argentina cayó. Y Néstor Pitana compró. El árbitro interpretó que el 10 le pegó un codazo al mendocino, cuando en realidad sólo lo manoteó intentando ganar la posición. Encima, ocho minutos después, llegó el 1-1 de Ponzio.
La situación, en el contexto de un partido discutido (los futbolistas de River también protestaron mucho al final del primer tiempo, sobre todo recordando lo sucedido con el VAR en las semifinales de Libertadores frente a Lanús), Guillermo Barros Schelotto levantó temperatura y enseguida fue al sector donde se encontraba el cuarto árbitro (Germán Delfino) para reclamar la injusticia de la decisión.
Cardona intentó explicarle de mil maneras cómo se había dado la acción. La determinación ya era inexorable