Diego Placente economiza adjetivos, pone en la balanza cada palabra, las cuida. Como cuida a sus chicos: a los 40 años, encara su primera aventura como entrenador al frente de la Selección Sub 15, que el domingo desde las 21 debuta ante Colombia por el Sudamericano de la categoría, que se disputará en San Juan y Mendoza. Argentina integrará el Grupo A, junto con su adversario en el debut, Uruguay, Paraguay, Chile y República Checa, uno de los conjuntos invitados al igual que Croacia. Lo acompaña Pablo Aimar, otro exponente de la generación Pekerman, que conduce el Sub 17. "Encaro esta experiencia con mucha alegría, mucho entusiasmo. Es la primera vez que estoy al frente de un plantel. Cuando uno está en el predio de Ezeiza recuerda todo, el roce mismo de haber jugado profesionalmente, el paso por la Selección Mayor, lo que pasamos en el ciclo de José (Pekerman)… Y uno trata de hacer lo que uno vivió. Hablando con gente que trabajó con Juveniles, como Hugo Tocalli; desde lo que nos marca Hermes Desio como Coordinador… Todos aportamos cosas para el desarrollo del jugador", prologa la charla con Infobae.
-¿Cómo se trabaja con chicos de 14 o 15 años?
-Es una edad difícil, traen problemas de la casa, de la familia. Por eso acá trabajamos con psicólogos, para que no sólo crezcan como jugadores de fútbol, para enseñarles valores. Pueden pasar muchas cosas en el fútbol, una lesión te puede dejar afuera, es difícil decir quién puede llegar. Pero cuando uno junta a los mejores, en una cancha linda, con la camiseta de la Selección; todo hace que crezcan, que se eleve la competencia. Lo importante es que sigan su carrera y continúen el puente a la Selección Mayor.
-¿Qué les piden a los chicos?
-Yo quiero que jueguen bien, que disfruten, que sean protagonistas. Yo veo que disfrutan del entrenamiento, de aprender. Espero que todo eso nos lleve a que puedan salir campeones, pero que no sea lo único que importa. Que la pelota no sea un problema, que no tengan el miedo de jugar. No les ponemos un techo, queremos que arriesguen.
-Siendo tu primera experiencia como entrenador, ¿en qué técnicos te inspiraste para formar tu perfil?
-Tuve a José (Pekerman), que fue importante en mi carrera. Venía de Argentinos y tenía la filosofía de tratar bien a la pelota. Después fui a River, tuve a Ramón Díaz, después a Bielsa… De todos saqué cosas buenas y malas, pero todos tenían la valentía de buscar el partido y de elegir a futbolistas para jugar bien.
Primera pausa. Placente fue un Pekerman boy, un integrante más de aquella factoría que alimentó con sus camadas a las Selecciones Nacionales, desde la base de un estilo de juego y con la buena conducta como puntal; Argentina era candidata permanente al Premio Fair Play. El ex lateral izquierdo fue campeón del Mundial de Malasia 1997. "Con el tiempo uno valora todo lo que nos enseñaron. Cosas extrafutbolísticas, cómo ir creciendo, lo que es un equipo, que no haya egoísmo, no faltarles el respeto a árbitros y rivales. Todos los que pasamos por ese ciclo tenemos que ser agradecidos de haber estado", remarca.
-Ni vos ni Pablo Aimar tienen experiencia como entrenadores y asumieron la conducción de una Selección. Es una crítica que se les ha hecho. Más allá de haber palpado esa mística en la etapa de Pekerman, ¿no es una carencia?
-Creo en el grupo de trabajo. Hay gente con mucha experiencia y gente que vivió la etapa de Juveniles. Cada uno tiene una visión, discutimos y hacemos lo mejor.
-¿En cuánto perjudicó la crisis de la AFA a los Juveniles? El Sub 17 no entró al Mundial, el Sub 20 se volvió en primera fase, lo que pasó con los Juegos Olímpicos…
-La inestabilidad de la AFA perjudicó a los proyectos juveniles. Hoy vemos a España, a Inglaterra, que siguieron un línea, un proyecto, y no asombra que estén muy bien. De a poco se está organizando la AFA y ojalá nosotros dejemos una base a futuro.
-¿Qué balance hacés de tu carrera como jugador?
-Cuando empecé tenía el sueño de jugar en Primera y en la Selección. Cumplí, pero mientras va pasando la carrera uno siempre quiere más. Jugué en Europa muchos años (Celta de Vigo, Girondins de Burdeos, Bayer Leverkusen de Alemania y Nacional de Uruguay) y siempre hay objetivos que uno quiere conseguir y no pudo. Estoy contento con mi carrera. No esperaba hacer tanto. Haber jugado un Mundial con la Selección fue muy lindo.
-El Mundial del que participaste fue el del 2002. Argentina llegó como candidata y no logró superar la primera fase. ¿Por qué?
-Por eso, cuando uno dice qué pasará en el próximo Mundial… Justo después de la Eliminatoria en la que mejor nos fue en puntos, la más fácil, nos fuimos en primera ronda. En ese año 2002, Brasil se clasificó en el último partido a la Copa del Mundo, era todo críticas. Y salieron campeones. El Mundial es un mes aparte, en el que se tienen que dar muchas cosas para ser campeones del mundo. Por eso tengo tanta fe en que Argentina puede hacer un buen Mundial. Hubo varias cosas que influyeron. Que el Ratón Ayala se lesionara en el primer partido, era capitán y figura de ese equipo, fue algo que influyó. En un Mundial perdés un partido por un penal y se complica todo. No tuvimos suerte.
Segunda pausa. Placente construyó una carrera de 16 años, en la que cosechó nueve títulos como profesional además del Mundial Juvenil. Jugó en Argentinos, en River, San Lorenzo, Nacional de Uruguay, España, Francia y fue ídolo en Alemania. Y en el país teutón también atravesó uno de los momentos más difíciles de su vida. En 2013, un año después de su retiro, viajó a Alemania para disputar un partido con ex estrellas de la Bundesliga. Cuando llegó al aeropuerto de Frankfurt, la policía migratoria lo detuvo por un presunto delito fiscal y lo derivó a la cárcel de Colonia. "Evasión de impuestos", el cargo. Fueron 28 días los que debió permanecer en prisión hasta que la Justicia alemana lo absolvió. Si bien el establecimiento penitenciario tenía mejores condiciones de las que se suelen ver en los argentinos, el defensor se refugió en el fútbol para sobrellevar el trance: se sumó al equipo de la cárcel. "Me consiguieron ropa, botines", detalla. Y el pertenecer le daba algunos "privilegios". Por ejemplo, la chance de bañarse todos los días. De no haber participado de la selección de allí, los días de ducha hubiesen sido "dos" por semana.
-¿No te quedó algún rencor de tener que haber pasado 28 días en la cárcel para después ser absuelto?