El partido está a punto de entrar en el último minuto de descuento, Racing es un racimo de nervios, todo voluntad ciega, sin luces. Pero una pelota larga encuentra el toque sutil de Lisandro López, el experimentado, un remanso entre la tensión. Y Lautaro Martínez se va mano a mano ante el arquero, abre el botín derecho, define con clase. Pero la pelota da en el palo. El palo le baja el martillo a Racing. Incluso, los últimos segundos se consumen con el balón en los botines de Libertad. La Academia iguala 0-0 y no puede revertir la serie (en Paraguay cayó 1-0) y el sueño de ganar la Copa Sudamericana, de jugar una hipotética semifinal ante Independiente, se termina de esfumar.
Lisandro López se derrumba. Es el símbolo de la desazón de la Academia. Se pone en cuclillas, se tapa la cara, como sabiendo que la cámara retrata su tristeza. El anhelo de un título para el hombre experimentado (34 años) volvió a postergarse, justo para él, que en su vocabulario mediático ya mencionó más de una vez la posibilidad de un retiro cercano. Hay emoción, alguna lágrima obstinada.
"No se nos dio a pesar de que creamos las situaciones. Hicimos un desgaste muy grande. Me voy muy dolido, tuve la chance y no pude convertir", declaró Lautaro Martínez, la principal esperanza de Racing. Cuando termina de hablar con la transmisión, mientras se retira, los hinchas lo premian con aplausos. Y la emoción también lo vence, se toma la cara al tiempo que completa el trote hacia el vestuario. Minutos, segundos. La vertiginosa secuencia de la eliminación de Racing.
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