El tenis que no se ve: Facundo Mena, el chico que pudo ser futbolista pero encarna la nueva generación del tenis

A los 11 años dio una prueba en Banfield y le anunciaron que había quedado. Sin embargo, dijo que no volvería y decidió dedicarse a su verdadera pasión. Hoy, es uno de los nuevos talentos del tenis nacional, que necesita resurgir

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La Legión Argentina marcó un antes y un después en el tenis nacional. Aquel grupo de jugadores nacidos entre fines de los 70 y principios de los 80 como David NalbandianGuillermo Coria, Gastón GaudioGuillermo Cañas, Franco Squillari y Juan Mónaco, entre otros, dominaron el circuito mundial en la década del 2000.

Los amantes del deporte se acostumbraron a ver a los máximos exponentes del tenis argentino como protagonistas de los torneos más importantes. La final que Gaudio le ganó a Coria en Roland Garros 2004 y el Torneo de Maestros obtenido por Nalbandian en 2005 son, quizás, los acontecimientos más recordados.

Pero el tiempo convierte las épocas en pasado y esta generación de puro talento no escapó al sonido del tic-tac. Juan Martín del Porto fue el gran nombre de la transición hacia este presente y el tenis argentino se plantea hoy qué hacer hacia el futuro, a partir del golpazo del descenso en la Copa Davis, fundamentalmente, pero también por la falta de variantes del tandilense a la hora de pensar en grande. ¿Qué tan difícil es llegar a la élite? ¿Qué se necesita para ser considerado un buen tenista?

Facundo Mena tiene 24 años, es argentino y actualmente se ubica en el puesto número 313 de la ATP. "Hace tres años que me mudé a Estados Unidos. Vivo en una casa con una familia argentina que me ayuda, me da una mano con las compras del supermercado y todo lo que es la vida cotidiana. Me pago mi propio entrenamiento y, cuando viajo, yo mismo me costeo el pasaje", cuenta en diálogo con Infobae.

Si bien es profesional desde 2010, su vínculo con el tenis se forjó desde muy chico. "Empecé a jugar por mi viejo (Gabriel), él siempre estuvo metido en el ambiente. Se podría decir que desde que nací tuve una raqueta en la mano", confirma el joven que heredó la vocación.

A los 11 años tuvo que tomar la primera decisión que marcaría el rumbo de su carrera. Cuando era un niño, Facundo alternaba su tiempo entre el tenis y el fútbol: jugaba de 9. "Me acuerdo que un profesor del colegio me llevó a una prueba en Banfield. En el partido hice un gol y el técnico me dijo que había quedado pero no volví. En la entrada en calor había visto que los chicos se pegaban mucho y no me gustó. Eso fue lo que hizo que me dedicara al tenis", confiesa.

Facundo practica tenis gracias a
Facundo practica tenis gracias a su padre. “Nací con la raqueta en la mano”, admite

Una vez definida la disciplina, comenzó a dedicarle más tiempo a los entrenamiento y a su formación. Pasó por todas las etapas, empezó a competir en torneos a lo largo del país desde los 12 años y a los 15 apareció el primer sponsor.

Con la llegada de Exxia Sport Management, empresa que se dedica a apoyar jugadores en desarrollo, aquel adolescente sufrió una transformación radical en su vida. Facundo debió dejar el Lawn Tenis de Temperley para entrenarse en el Vilas Club (actualmente conocido como el Racket), situación que lo obligó a mudarse con sus tíos a Capital Federal para evitar los continuos viajes desde el Conurbano.

Para él, ese período "fue una edad en la que cambiaron muchas cosas". No solo se alejó de sus padres y hermanos, a quienes veía solo los fines de semana, sino que además tuvo que abandonar el colegio y hacerlo por Internet, asignatura que todavía tiene pendiente ya que adeuda el último año.

Con tan solo 15 años,
Con tan solo 15 años, Facundo debió alejarse de su familia, dejar el colegio y cambiar de club

"El tenis es así, tenés que tomar ciertas decisiones importantes a una edad prematura. Tuve que decidir qué quería hacer de mi vida, porque, como cualquier otro chico, a los 15 años se tiene los planes normales de terminar el colegio, seguir una carrera y este mundo es muy diferente. He tenido buenos momentos anímicamente y otros tristes, en los que decía: 'Quiero volver con mis compañeros, quiero salir del colegio e ir a almorzar con mis amigos'. Fue un cambio fuerte la verdad", explica el nacido en Temperley, zona sur del Gran Buenos Aires.

A medida que pasó el tiempo, la situación se fue haciendo más embrollada para un simple juvenil. En 2011, el patrocinador decidió no trabajar más con él. "Me comunicaron que no iban a auspiciar más porque debían hacer un recorte económico. Me encontré con dos mil dólares en mi cuenta y si quería seguir jugando tenía que manejarme distinto. Yo estaba acostumbrado a viajar y no prestarle atención a la plata. Iba a hoteles cinco estrellas y comía en buenos restaurantes. Se me terminó todo", señala.

Desanimado y sin saber que hacer ante la realidad con la que se encontró, Facundo, con 19 años, quedó estancado en el ranking. Apenas lograba juntar algunos dólares para viajar a Brasil o Perú y disputar torneos allí. Costearse su vida como tenista se le hacía cada vez más complicado.

Facundo Mena: “El tenis es
Facundo Mena: “El tenis es así, tenés que tomar ciertas decisiones importantes a una edad prematura”

Hasta que, dos años más tarde, tomó una determinación crucial. "A los 21, un amigo de mi papá me dio la oportunidad de venir para Estados Unidos. Empecé a entrenar con él y a desarrollarme más, me abrió mucho la cabeza. Yo estaba mentalmente bajoneado en esa época. Creía que si a los 20 años no estaba entre los 200 mejores del ranking era un choto y me encontré con que fui a varios torneos que siendo 400 del mundo, la gente me trataba excelente, como si fuera un top 100″, relata.

Al instalarse en Norte América, Facundo tuvo acceso a más torneos, mejores entrenamientos y pudo bajar los costos que le presentaban su vida cotidiana pero sobre todo pudo dejar de lado los prejuicios que tenía sobre sí mismo. Sin embargo sabe que todo tiene su precio que nada tiene que ver con lo económico: desde que se fue apenas volvió un par de veces a Argentina para visitar a su familia y amigos.

Diego Schwartzman, Federico Coria, Agustín Velotti, Andrea Collarini, Facundo Arguello y Renzo Olivo comparten categoría con Facundo, todos son de la generación de 1992. "Siempre había sentido una presión personal porque me comparaba mucho con los jugadores de mi camada. A los 18 años, ellos estaban 200 del mundo y yo estaba 500. Si te ponés a pensar, a los 18 años estar 500 no es malo pero al compararme me generaba presión. Eso se trasladó a mi juego, creía que lo que estaba haciendo estaba mal", admite el diestro de 1,83 metros de altura.

Facundo junto a Diego Schwartzman
Facundo junto a Diego Schwartzman y Federico Coria. Todos nacidos en 1992

Más allá de estar conforme con su buen presente y una carrera que viene en ascenso, Facundo sabe que puede mejorar. La vida que lleva dentro del tenis dista mucho del de las grandes figuras. "Siempre busco el pasaje más barato y me hospedo en casas de familia en todas las ciudades a las que voy. Siempre me las rebusco, trato de elegir giras largas por eso no vuelvo a Argentina, los tickets de avión son muy caros y no me conviene. Todo lo que ahorro lo destino a la próxima gira", devela.

Sabe que rema contra la corriente, que se esmera por progresar en un deporte tan competitivo como solitario. Hoy en día agradece dónde está parado, aunque reconoce que sabe lo que es tocar fondo. Más de una vez se encontró sin dinero y debió dar clases particulares para recaudar algo y poder continuar. "No lo sufrí, pero si empecé a ver las cosas de otra manera, a darme cuenta de realidades que antes no conocía", evoca.

Este año, Facundo decidió cambiar de entrenador y destinó su capital en una academia que lo encuentra contento y motivado. "El jugador de tenis siempre está  invirtiendo, no se tiene un sueldo fijo. El tenis es una carrera bastante larga en la que todo el tiempo invertís", recapacita.

Facundo volverá a competir en
Facundo volverá a competir en Europa. Algo que parece normal dentro de las giras que hacen los jugadores de elite pero que para el representa un sueño hecho realidad

Las buenas noticias parecen florecer y este año, tras tres temporadas en las que no pudo hacerlo, Facundo volverá a competir en Europa. Algo que parece normal dentro de las giras que hacen los jugadores de elite pero que para el representa un sueño hecho realidad. "Estas cosas me ayudan a crecer y me están haciendo mejorar. La meta este año es poder quedar bajo de los 300 del mundo", afirma convencido.

"Es una carrera hermosa que requiere mucho sacrificio y, en mi situación, siempre estar contando la monedas. Es mi pasión, no voy a dejar esto que me gusta. El día que no disfrute adentro de una cancha de tenis, ahí me empezare a hacerme preguntas" culmina el joven tenista.

La historia de Facundo Mena, a grandes rasgos, es la historia de todos los jóvenes que hoy en día buscan su lugar dentro del tenis profesional pero que cargan en sus espaldas el pesado fantasma de la Legión sumado a la presión popular sedienta de trofeos y cimas de rankings.

Las posiciones en la clasificación mundial de la Asociación de Tenis Profesional apenas son un número que no muestra la motivación, el hambre y, sobre todo, el sacrificio que acarrean estos muchachos desde tan chicos por un deporte que aman y no cambiarían por nada.

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