Lo que debía ser una fiesta, terminó en batalla. Tras el triunfo ante Atlético Tucumán que le dio el pase a los cuartos de final de la Copa Sudamericana, la barra de Independiente se trenzó con la Policía Bonaerense y todo finalizó con varios heridos y 127 detenidos.
Y entre todos los nombres que tuvo a su disposición el fiscal Mario Prieto, uno resaltaba en color flúo: Roberto Petrov, alias El Polaco, custodio histórico de Hugo Moyano e integrante del cuerpo colegiado que lidera la barra Los Diablos Rojos desde que el líder camionero asumió como presidente del club, tres años atrás. Este jueves, "El Polaco" volvió a ser noticia: protagonizó un enfrentamiento a los tiros con la Policía y quedó detenido junto al vicepresidente de Independiente y a otros barras del Rojo.
Relaciones siempre denunciadas –y una vez más acreditadas– que muestran el vínculo umbilical que une a los barras con la política y el sindicalismo, factor clave en la no resolución de un flagelo que azota a la Argentina.
El Polaco Petrov no es un barra cualquiera: ingresó en los 90 al paravalanchas de Independiente y ya para fines de esa década manejaba dos grupos de barras, uno de la zona sur y otro de Moreno. Al mismo tiempo fue escalando posiciones en el gremio de Camioneros, donde se hizo un nombre entre los pesados de la rama de bebidas alcohólicas y aguas gaseosas.
Su fama convenció al clan Moyano para sumarlo a su estructura de seguridad: fue así que paulatinamente bajó su perfil en la cancha y comenzó a moverse dentro del círculo de la seguridad de Hugo, a quien siguió a sol y sombra desde que en 2004 fue nombrado secretario general de la Confederación General del Trabajo.
Si bien en el sindicato ya tenía un nombre rutilante, su cara se hizo conocida el 17 de octubre de 2016: en ese Día de la Lealtad, el traslado de los restos de Perón a la quinta San Vicente terminó en una batalla campal entre los camioneros y la barra de Independiente de un lado, y los afiliados a la Uocra del Pata Medina y la barra de Estudiantes de La Plata del otro. Y en el palco central, un azorado Hugo Moyano tenía alguien a su lado que resguardaba su integridad: el inefable Polaco.
A partir de entonces vivió todas las etapas que su líder gremial atravesó y en 2014, cuando Moyano ganó la presidencia de Independiente, supo que le encomendaría otra misión: volver a sus orígenes, pero ya no como integrante raso, sino como uno de los dueños de la barra brava.
Había trabajado en silencio desde enero para que los Diablos Rojos votaran a favor de don Hugo y aquel 6 de julio de 2014 fue el primero en abrazar al líder camionero cuando arrasó en las elecciones. Un mes más tarde, ocupaba su lugar en el mundo: en el debut del torneo frente a Atlético Rafaela, el 10 de agosto de 2014, se paró al lado del inefable Pablo Bebote Álvarez y coronó su doble estándar de hombre del presidente más líder barra.
Durante estos tres años, se lo vio en todas las canchas donde jugara el Rojo, en el país o en el exterior, compartiendo el palco de los Moyano a veces y otras enfrentándose a la Policía, como ocurrió en Brasil en 2016, cuando quedó herido y detenido tras una batalla en Chapecó.
La barra, claro, no dejó de tener poder en el Libertadores de América: hubo cortejos fúnebres de viejos capos, asados y partidos de las distintas facciones para despedir cada año y hasta el cartel electrónico del estadio se encendió para desearle feliz cumpleaños a Bebote Álvarez.
Y si bien Independiente jamás puso en derecho de admisión a sus barras, la Seguridad Bonaerense actuó sobre algunos de sus líderes. Pero el Polaco Petrov –que no tiene antecedentes– siempre salió inmune. Hasta esta madrugada, cuando ni siquiera sus padrinos sindicales (es vocal del gremio) lograron frenar su detención por atentado y resistencia a la autoridad.
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