A grandes rasgos, el rugby se distingue de otros deportes por tener un mayor roce físico, por su complejo reglamento y por la forma de su pelota. Ésta, al igual que el origen de la propia disciplina, nació casi por casualidad.
La figura oval que posee la hace única, no solo por imagen sino que, además, hace que su pique contra el suelo sea irregular e impredecible. Y si bien su aspecto ya es natural hoy en día ¿de dónde proviene el mismo?
Una vejiga de cerdo. Así es, este órgano proveniente del porcino es el que le dio su apariencia ovalada.
Según cuenta la historia, el primer balón, aquel con el que William Webb Ellis (creador del deporte) corrió por los campos de la Rugby School, situada en la ciudad homónima, fue confeccionado por William Gilbert, un zapatero habitante de la zona.
Gilbert, que poseía su local ubicado en las cercanías de la escuela en la calle Saint Matthew's, se ganaba la vida vendiendo calzados a los alumnos y notó que podría incrementar sus ingresos al encargarse de la fabricación de pelotas de cuero.
Así fue que tanto él como Richard Lindon, otro de los pioneros en la manufactura de balones, se transformaron en los proveedores del colegio. Ambos utilizaban el mismo mecanismo para confeccionarlos: los mismos eran de cuatro gajos de cuero cosidos a mano, que luego se dejaban secar. Así se fabricaba la envoltura en la que se introducía una vejiga y luego se la inflaba a pulmón a través de una boquilla de pipa. Para finalizar, se cerraba el orificio de la envoltura con un cordón de tiento dando lugar a un balón no del todo redondo ni del todo puntiagudo, muy lejos de su forma actual.
En 1862, Lindon reemplazó la víscera de animal por una cámara de goma traída de la India, la flexibilidad de la misma fue modificando el tamaño de la bola, asemejándola con las que se utilizan en el presente. Recién hacia 1870, el caucho sustituyó definitivamente a la vejiga.
Con el paso del tiempo, el propio Lindon fue perfeccionando su invento hasta crear una cámara de goma más resistente, que era muy difícil de inflar con la boca. Es por ello que además desarrolló una bomba de mano de cobre (antecesor del inflador de mano).
Antes de 1880 había varios fabricantes de bolas de cuero en Inglaterra que utilizaban el mismo proceso, copiado de su creador. Richard Lindon intentó reclamar el invento de la balones de rugby y su forma distintiva oval como propio, pero lamentablemente para él no patentó pelota ni la vejiga ni la bomba.
A medida que el deporte se fue popularizando, lo mismo ocurría con los balones con forma de huevo que se utilizaban para su práctica. No fue hasta 1892, 21 años después de que se fundó la International Rugby Football Union, cuando se estableció en el reglamento de juego la forma y tamaño del ovoide.
La empresa de Macintosh & Co. sería la primera en suministrar la suficiente cantidad de cámaras de caucho como para estandarizar el producto pero Gilbert sería uno de los más populares creadores de pelotas de rugby, haciendo que su empresa perdure a lo largo de los años
Tras la muerte de William Gilbert en 1877, el encargado de continuar con el negocio familiar fue su sobrino James Gilbert, conocido por todos los rugbiers de la zona por su sorprendente capacidad pulmonar para inflar las guindas.
Con el correr de los años, el nieto de James (fallecido en 1906), James III, sería el encargado de mantener la firma Gilbert a la vanguardia del juego y realizó un gran esfuerzo para ampliar el área comercial al exportar sus productos a Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia. Personalmente verificaba y sellaba cada una de las pelotas Match para asegurarse que fueran de la más alta calidad. Sus descendientes siguieron la misma línea marcada por la familia Gilbert.
Hasta el día de hoy, el rugby no olvida sus inicios. Es así que la copa entregada en cada Mundial lleva el título de "William Webb Ellis Cup" y que la pelota utilizada es de la marca Gilbert, obligando a cada profesional a conectarse con el momento donde todo comenzó: con un joven corriendo, llevando en sus manos una pelota elaborada por un zapatero.