Matías Pecce conoce a Lionel Messi desde que era el Leo de la categoría 1987 de Newell's. Un enano que volvía locos a todos. Sin embargo, nunca dejó de ser El Leo para sus amigos de la 87, a los que visita cada vez que puede y ahora los tendrá como invitados de su esperada boda.
Pecce atiende a Infobae en Rosario y se presta a una divertida charla para mostrar el costado más terrenal del "extraterrestre". "Nosotros lo vemos al Leo, cómo te puedo decir, más normal que como lo ve cualquier otro que no lo conoce. Más cercano…", confiesa este joven que compartió las inferiores leprosas con él y ahora es parte del círculo íntimo de rosarinos que irá a la boda.
"Nosotros somos seis de los chicos que jugábamos en Newell's y tenemos un grupo de Whatsapp. Hace un mes y medio, por ahí, nos mandó la invitación. Igual, ya sabíamos que nos iba a invitar porque había dicho en diciembre cuando nos juntamos. La verdad que es un sueño", reconoce este joven que probó suerte en las juveniles como defensor central y lateral derecho, pero debió buscar otros rumbos alejados del fútbol.
Un día como cualquier otro, sonó el ringtone de ese grupo que intenta tener charlas esporádicas en pos de sostener el contacto sin hastiar a uno de los personajes más famosos del planeta. Era Messi: "De la nada tiró, 'che muchachos, me caso tal fecha, esta es la invitación. Avisen si alguno va con su pareja o solo'. Y nos mandó la invitación".
Pecce se muestra respetuoso. Habla de un amigo, no le interesa ser famoso. Entre cientos de medios que intentaron contactarlo, acepta la propuesta de este porque lo invita a mostrar al Leo más humano. Saca coraje y advierte: "Yo no estoy ansioso ni nada por el casamiento, ¡pero no porque no me interese, eh! Aunque lo veo una vez por año, está con nosotros de chiquito. Capaz caiga cuando esté en el casamiento y me encuentre a Shakira, por decirte, y piense 'Mirá con los locos que estoy'".
El resto de los integrantes del clan sí lo vivirá como un evento extraordinario: "Hay cuatro que se van a juntar a las tres de la tarde a hacer una previa. El único que no se junta soy yo, que laburo hasta las 5. Voy a ir con mi mujer, así que caeré sobre la hora".
Entre los 260 invitados, los flashes se los llevarán las megaestrellas que llegarán vestidas por los mejores diseñadores del planeta. Aunque la riqueza de esta historia estará en ellos, los que la pelean día a día y juntaron peso por peso para alquilarse un buen traje con la simple intención de estar elegantes para acompañar a su amigo de toda la vida.
"Yo no me pongo nunca un traje, me tuve que alquilar uno. Me tuve que hacer unos mangos. Ya tengo todo preparado", comenta Matías, quien trabaja como empleado de una distribuidora de zapatillas. "Él se interesa por nuestros trabajos. Por ejemplo, me casé hace un año y sabía. No sé cómo se enteró. Además pregunta por la familia. Él conoce a todos los padres de cada uno. Siempre pregunta por nosotros. De ese lado, es uno más. La diferencia es que está lejos", lo describe.
Los asados con "El Leo", el fanatismo por Newell'S y el recuerdo de las inferiores
La distancia quebró el día a día, pero la globalización rompió las barreras. El selecto grupo de las inferiores de Newell's se sostiene con charlas por el grupo de Whatsapp. Así se organizó el asado que en diciembre del año pasado recorrió las noticias del planeta. Uno más de tantos que compartieron en los últimos años.
"El lunes nos juntamos los chicos de Newell's menos él. No le dijimos para no hincharle los huevos. Para que no tenga el compromiso de ir, si igual lo vamos a ver en estos días. Mis amigos no entienden cómo no le preguntamos de fútbol, pero el loco vive de eso, está todo el día con eso. Nosotros no le preguntamos nada", comenta con la lógica de quien no quiere molestar a un hombre que a sus 30 años sostiene el vínculo con aquellos que conoció hace más de dos décadas.
"Levanta la mesa, hace el asado, es uno más. Lo hacemos laburar, je. Porque él quiere, él se prende", bromea sobre la cotidianidad de esos momentos compartidos.
La amena conversación con Pecce transcurrirá con normalidad hasta que de golpe cambia el semblante. Frena el diálogo y saca su pasión futbolera de adentro, en una ciudad dividida por dos equipos: "Quiero desmentir completamente que sea hincha de River. Leo es de Newell's. Él era de Newell's". La aclaración repentina es por las versiones que emparentan a la Pulga con la entidad de Núñez.
"Nosotros acá somos fanáticos de Newell's, entonces le hinchamos los huevos para que vuelva a Newell's y nunca dice nada. Siempre sale el tema de Newell's. Cuando estábamos hablando sobre que el torneo pasado iba más o menos bien, él comentaba cosas del partido. Por ejemplo: 'Contra Colón, Maxi Rodríguez metió el gol sobre la hora y jugó de tal manera'. Lo sigue a Newell's", rompe con el mito sobre su supuesto fanatismo Millonario.
Pecce retrocede en el tiempo y recuerda los partidos en inferiores contra Mauro Zárate, Alejandro Cabral y Gonzalo Higuaín, entre otros: "Leo era el mejor. Siempre marcó la diferencia. A pesar de ser la mitad de nosotros, por lo chiquito".
"Era una categoría que ganaba siempre. Y no era un equipo que se la daba a Leo para que se pase a 10 tipos y meta el gol. Cada uno sabía jugar. Obvio que él agarraba la pelota, pasaba a 2 o 3 y metía el gol. Era un lindo equipo igual", rememora el funcionamiento de la 87, que ya llenaba estadios.
La Máquina, apodo que se ganó aquel combinado juvenil, era una sensación: "La gente se juntaba. Venían específicamente a verlo a él. ¡Un montón de gente, eh!".
"Me acuerdo de un torneo, en los primeros partidos de Newell's, que había metido como 10 goles en tres partidos. Decían 'el 10 juega muy bien'. Y el técnico le puso la 2. Igual, agarró la pelota y se dieron cuenta al toque", comenta entre risas sobre aquel niño prodigio.
Los minutos vuelan cuando se habla de Messi. El fanatismo brota por los poros. Su majestuosidad con la pelota, la humildad en el mano a mano y el casamiento se apropian del diálogo. Antes de terminar la charla, su amigo quiere dar una pequeña muestra de ese hombre solidario.
"En el Mundial, los chicos le dijeron un viernes que iban a ir a ver el partido contra Suiza (de octavos de final) que se jugaba un martes y le consultaron si podía conseguir entradas. 'Bueno, vengan', les dijo y les pagó la entrada, y hasta el hotel. Es más, a uno le dio la entrada para la final", sentencia para pintar la mejor imagen de su amigo. Como para darle el mejor regalo de bodas que se puede tener: el cariño de los amigos de siempre.
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