Es el miércoles 31 de mayo. Ya pasaron tres días, 72 horas del histórico ascenso de Agropecuario al Nacional B y Gonzalo atiende con la voz gastada. De su tono natural, apenas un hilo. "Estoy así desde el domingo", dice con una sonrisa y agrega: "Esto es una locura, una locura", repite el ídolo del pueblo, el que la gente llevó en andas, al que los chicos paran por la calle para pedirle un autógrafo o una foto, el que cuando cuenta su historia siempre recibe la misma respuesta: "¡Noooooo!".
Gonzalo es Gonzalo Urquijo, futbolista, N°9. Tiene 27 años y es nacido en Bellocq, un pueblo de la provincia de Buenos Aires que no alcanza los 1000 habitantes. Juega en el Club Agropecuario de Carlos Casares desde el mismísimo día de la fundación del club, el 23 de agosto de 2012, pero su carrera pudo haber sido otra en el fútbol de no haberle dicho que no a Boca.La historia la cuenta él mismo en diálogo con Infobae.
"Cuando yo tenía 15 o 16 años vino a Casares un hombre que tenía un amigo en Buenos Aires que conocía gente de Boca y me llevaron para hacer una prueba. Estuve una semana en la pensión y el primer día jugué un partido y metí dos goles. Me dijeron que volviera y para mí era todo nuevo y grande, yo no conocía nada. A la noche lloré como un bebé porque extrañaba muchísimo y me quería volver. Y al otro día volví a probarme, hice dos o tres goles y el técnico que me hizo la prueba me llamó aparte y me dijo 'andá a bañarte y después volvé porque queremos que te quedes', y yo quería volver, sí, pero a Casares…"
Y así fue. Gonzalo llamó a una prima suya que entonces vivía en Buenos Aires y le pidió que lo fuera a buscar. Había jugado en Casa Amarilla y en Ezeiza, y sus goles llamaron la atención de los formadores. Le pidieron que se quede, pero él volvió a su pueblo. "Cuando le conté a la gente de acá me decían 'hacé un esfuerzo, no seas maricón, quedate', pero yo me volví. "Me acuerdo que cuando llegué a Boca, el primer día, estábamos todos sentados en una cancha y de repente apareció Palermo y yo lo miraba y pensaba 'no, no puede ser, no me puede estar pasando esto'… "Justo fue al año que estaba dirigiendo Ricardo La Volpe y yo no lo podía creer, pero extrañaba demasiado".
Hay otra historia que resulta increíble en la vida de Gonzalo Urquijo. El goleador terminó el colegio secundario en Carlos Casares y decidió irse a La Plata a seguir el profesorado de Educación Física. "Cuando estaba allá me fui a probar a Gimnasia porque me recomendó Adrián Adrover, que fue uno de los técnicos que yo había tenido y también hice la prueba y quedé. Mis viejos me decían que lo pensara, 'viste como sos vos', me decían y yo les contesté que iba a poder pero habré estado tres o cuatro meses y no quise saber más nada. ¿Hasta hice la pretemporada, eh?", remarca, pero lo mismo: la familia y los amigos lejos fueron argumento suficiente para regresar.
De niño, Gonzalo se pasaba sus días con la N°5. Tiene un tatuaje en la zona costal del lado derecho que reza Creo en las tardes que viví jugando a la pelota, porque de eso se trató su infancia. "Yo juego desde que me acuerdo. A los nueve ya era más serio todo y estaba en un club llamado Huracán de Casares donde iba los sábados nada más, que era cuando tenía partido pero yo tenía que viajar desde mi pueblo y después seguí en Atlético, donde hice todas las inferiores". Claro que a esta historia le falta aún el capítulo clave, que se cuenta a partir de un llamado telefónico…
"En 2011 un día estaba yendo a cursar y me llama un número que no conocía y me dice 'hola, soy Bernardo Grobocopatel'". Recordó Gonzalo que el apellido era muy conocido en su pueblo por el emporio económico de la familia dedicada al cultivo de la soja, entre otras actividades agropecuarias, "pero no lo conocía personalmente".
Aquel llamado fue el primer paso de un camino que hoy tiene a Gonzalo a Bernardo y a Agropecuario en el Nacional B, poco más de cinco años después de la fundación del club. "Me dijo que quería armar un club, yo pensaba que me estaba cargando, pero él hablaba convencido de llegar lejos, e incluso en esa charla me dijo que en cinco años él quería estar jugando en la B Nacional y yo solo pensaba 'este tipo está loco'… Me contó que había comprado unas hectáreas cerca de Casares, que iba a hacer la cancha con tribunas, que ya había hablado con un par de jugadores y que quería tenerme. Lo único que yo recuerdo que le dije fue: 'Mirá que no es fácil'".
Y no, no fue fácil en el comienzo porque el pase de Gonzalo era de Atlético de Casares y el club no lo quería dejar ir. Fueron varios días de arduas negociaciones por parte de Bernardo Grobocopatel. "Eso fue muy complicado, nos llevó mucho tiempo hacerlos entender que era bueno para mí", recordó el jugador de las charlas de entonces. El desenlace aún se recuerda en el pueblo. El presidente pagó 100 mil pesos por un préstamo a cinco años del goleador: "En Casares fue una locura, todo el mundo hablaba de eso porque fue uno de los pases más caros que se recuerde de esta zona", contó.
El día del ascenso al Nacional B el ídolo de la ciudad fue llevado en andas por sus vecinos, recorrió las calles en un tractor (cómo no), y celebró la histórica gesta en continuado hasta el amanecer del lunes. No tiene idea de la cantidad de tantos que ha marcado en su carrera ("en Agropecuario debo tener más de 100 ya", asegura) pero sí tiene sus preferidos: "Hay uno de chilena que recuerdo mucho y el primero que hice en el Argentino A contra Alvarado de Mar del Plata", destacó.
La plata, ese argumento de discordia
Entre todo lo bueno, la crítica. Dicen los rivales de Agopecuario que el club llegó tan lejos por el poder del dinero. Con esa bronca también han tenido que competir los jugadores del Sojero. "Nos dicen que el presidente compra todo y yo les digo que esto es bueno para Casares y para los jugadores porque lo que se ha generado es algo que nunca alguien hubiese pensado. Más allá del poder económico que tiene Bernardo, él está haciendo algo bueno para que los chicos que hoy están en las inferiores puedan llegar a ser profesionales en algún momento", analizó Urquijo.
Los que hablan de él coinciden en que Gonzalo, ante todo, es humilde. Urquijo, que tiene como referente a Gabriel Batistuta ("en mi puesto es lo máximo", asegura), mira hacia el futuro y dice: "Ahora hay que seguir por este camino, nunca hay que olvidar de dónde salimos y en todo lo que dejamos de lado para llegar adonde se llegó. Hay que tratar de tener los pies sobre la tierra para lo que viene y tratar de seguir creciendo. Yo creo que esto es día a día…", cerró.
El arquitecto del sueño
Bernardo Grobocopatel, primo de Gustavo, apodado "el rey de la soja", fue quien un día cualquiera, sentado en el sillón del living de su casa, le dijo a su mujer: "Quiero fundar un club de fútbol" y, lejos de recibir una reprimenda o desaprobación alguna, la respuesta fue: "Estoy segura de que lo vas a lograr".
Carlos Casares está a poco más de 300 kilómetros al oeste de la Capital Federal. Allí se llega por la Ruta 5 y en ese lugar Bernardo soñó a Agropecuario. "Soy un fanático del fútbol desde que recuerdo. Fue un proceso interno. Mi abuelo tenía una empresa grande, a mí me iba bien en el trabajo pero no era mi pasión y justo el 2011 fue un año donde algunas personas muy queridas tuvieron problemas de distintos tipos y empecé a pensar si tenía sentido vivir bien pero sin pasión y me di cuenta que no, por eso quise fundar un club de fútbol, porque el fútbol es mi pasión", reitera con énfasis en varios momentos de una larga charla con Infobae.
Bernardo cuenta con orgullo que es hincha de Racing y que "en plena cosecha acá se trabajan 20 horas por día y nosotros hacíamos 600 kms con mi viejo para ir a ver a La Academia. Volvíamos y seguíamos trabajando", dice y se ríe.
Tiene claros sus objetivos. "A mí lo que me importa, sobre todo en fútbol, no es ganar porque la pelota puede entrar o no; lo que me motiva es dejar todo por lo que estoy haciendo. Yo no les pido al técnico y a los jugadores que ganen, sino que cuando se vayan a dormir lo hagan tranquilos de que dejaron todo, después si se ganó o no es una anécdota".
Tal es la pasión de Bernardo Grobocopatel que él mismo recuerda que ha tenido comportamientos algo osados con tal de no perderse un solo partido de Agropecuario. "Cuando ya habíamos ascendido una categoría y estábamos en el Federal B mi mujer estaba en Buenos Aires en pleno trabajo de parto para tener a mi hijo menor y quedó aguantando dos días porque ese día debutábamos. Mi hijo me esperó, nació y al otro día me tuve que ir volando porque jugábamos en Bahía Blanca…"
El Club Agropecuario Argentino no es simplemente su poderoso presidente. Tiene 12 categorías de fútbol, 300 chicos en la escuelita, un equipo femenino que este año se consagró a nivel provincial y tiene, fundamentalmente, un espacio sagrado para la familia. "Acá vienen todos, un padre, una madre, un nieto, un abuelito", destaca el fundador.
Y le hace frente Bernardo Grobocopatel, a los prejuicios. "El que sabe de fútbol nunca puede decir que se gana con dinero. Por supuesto que la plata ayuda, ir a buenos hoteles, tener un buen entrenamiento, un buen transporte, que los chicos puedan vivir de eso ayuda y mucho, pero el que ponga a la par el fútbol y la plata yo opino que no sabe nada de fútbol".
Recuerda el dirigente que "hubo casos como el de Loma Negra, que su dueña, la señora Fortabat, tenía mil, dos mil o tres mil veces más dinero que yo, creó Loma Negra que en seis meses le había ganado a la Unión Soviética en el Estadio Mundialista de Mar del Plata y después, en un puñado de años, de aquello no quedó nada".
En este sentido, Grobocopatel agregó: "Para mí el secreto del éxito es la pasión. Fortabat era una gran empresaria pero tenía mil veces menos pasión por el fútbol que yo. Nosotros hoy estamos en la B Nacional pero sería un fracaso si dentro de cinco años nadie habla de Agropecuario".
¿Contento con lo hecho? "Sí pero ya pasó. Yo siempre estoy pensando adonde quiero llegar. Ahora estamos hablando con José María (Bianco, DT del equipo), de cómo armamos un equipo para llegar a Primera División porque no quiero desaprovechar la oportunidad que tuvimos de llegar tan rápido al Nacional B y poder mantener la categoría y ser protagonistas".
El orgullo del pueblo. "Nosotros ascendimos del Federal B al A con seis jugadores nacidos en Casares en cancha y al Nacional B con tres jugadores de Casares titulares. Eso ha sido un impacto tremendo, fue como una especie de golpe para despertar a un gigante dormido que es lo que para mí es Casares", cuenta el empresario.
Por último, su filosofía. "Yo sueño en grande pero voy paso a paso, soy de los convencidos de que, como dijo Walt Disney, si lo podés soñar se puede lograr. Y yo, repito, sueño en grande".