De las 12 acepciones que la Real Academia Española tiene para definir la palabra "loco" la número 2 podría servir para configurar la etiqueta que el mundo del fútbol le puso a sus personajes más delirantes: "De poco juicio, disparatado e imprudente". Alguna vez el escritor Charles Bukowski, cuya literatura trepidante, al igual que su vida, se imantaba con el alcohol, el sexo y todo-tipo-de-excesos, habló sobre la locura con una definición al ángulo: "Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener".
Esa base conceptual es la que los autores del libro "22 locos. Los futbolistas más fascinantes de la historia" -recientemente lanzado por el staff de la revista Un Caño para la editorial Planeta– tuvieron en cuenta a la hora de diagramar esta antología deliciosa: mostar la rebeldía de los jugadores en sus variadas forma de expresarla. De Garrincha a Sócrates, de George Best a Garrafa Sánchez, "22 locos" reinvindica a aquellos que se salieron de la norma y que desafiaron a la autoridad. "Es un modesto reconocimiento a la inconducta necesaria en el reino del fútbol, devenido escenario de negocios", explica la contratapa de la obra.
"Los personajes los elegimos aleatoriamente, por nuestros gustos, por las caracterísiticas de los jugadores y, básicamente, tratamos de no caer en aquellos que ya fueron muy visitados, tales los casos de Houseman o Corbatta. Tampoco quisimos incluir a locos del tipo Gatti, porque consideramos que él es el arquetipo de alguien que a sí mismo se llama 'loco' pero, en realidad, es un tipo conservador y absolutamente adaptado a la sociedad. La idea era que fueron locos dentro de la cancha pero también en su vida. No necesariamente tenían que ser drogadictos o borrachos aunque muchos de ellos efectivamente lo son o lo eran", comentó a este medio Mariano Hamilton, uno de los periodistas que escribieron las 22 historias, junto a Pablo Cheb, Damián Didonato, Mariano Mancuso, Alejandro Caravario, Christian Colonna y Fabián Mauri.
Infobae tamizó la lista de 22 convocados por Un Caño y presenta fragmentos del libro con las 10 historias más increíbles:
1- Robin Friday – El más grandioso jugador de fútbol al que nunca viste
"En julio de 1972, un obrero del distrito londinense de Lamberth sufrió un accidente casi mortal. El andamio en el que trabajaba se desplomó sobre una reja. El trabajador, que completaba con la riesgosa changa su magro ingreso como futbolista, fue atravesado por uno de los hierros y estuvo a punto de morir empalado, literalmente. Sin embargo, por sus propios medios logró levantarse y acercarse a sus compañeros, que lo trasladaron a un hospital. Allí fue operado y sobrevivió. Tres meses después, ese muchacho que se había salvado de milagro brillaba en la FA Cup, el torneo de clubes más antiguo del mundo.
La vida de Robin Friday es más que un relato desbocado y pintoresco. Para quienes lo vieron jugar con regularidad, se trata de uno de los futbolistas más grandes de la historia (…) Borracho, drogadicto, ladrón, guapo, habilidoso, goleador, sucio, desprolijo, hippie, genio. Friday se convirtió en una bandera del amateur que dinamita las restricciones del protocolo profesional. Y también en una síntesis del virtuoso autodestructivo.
Al final de la primera temporada en el Reading, Friday "pasó el verano en una comunidad hippie en Cornwall. Cuando regresó a las prácticas su estado era calamitoso, pero en el verde césped seguía imparable (…) En una ocasión, marcó un gol, corrió hasta un policía, le quitó el casco y lo besó en la frente. 'Parecía tan frío y aburrido que decidí alegrarlo un poco', dijo después".
2- Eric Cantona – Cuando las gaviotas siguen al pesquero
"Para muchos, Eric Cantona es sólo aquel jugador que un día descarriló y le pegó una patada en el pecho a un hincha, en pleno partido. En realidad, ese es capítulo agresivo de la locura que, las más de las veces, lo dotaba de una lucidez -y una desinhibición para expresarla- de la que sus colegas normales y atentos a las buenas costumbres eran incapaces (…)
En enero de 1995 Cantona ya era un ídolo incuestionable. Sus acciones estaban más allá del bien y del mal. Por eso, no hace falta adjetivar lo que sucedió aquel día. Iban 3 minutos del segundo tiempo del partido contra Crystal Palace en Selhurt Park cuando el número siete del Unidet cometió una dura infracción contra el arquero Richard Shaw. Por supuesto, fue expulsado. Cuando se retiraba del campo de juego, un hincha local, que bajó varios escalones hasta el borde de la cancha, comenzó a insultarlo. 'Volvete a Francia con tu puta madre', le dijo entre otros piropos. Entonces Eric tomó carrera y le pegó una patada voladora espeluznante.
Durante su ausencia obligada de las canchas, su palabra fue la más buscada por los medios británicos (…) hasta que un día llamó a una conferencia de prensa. Se sentó y dijo: 'Cuando las gaviotas siguen al pesquero, es porque piensan que va a tirar sardinas al mar. Muchas gracias'. Y se fue".
3- Garrafa Sánchez – El jugador que elegimos querer
"'Yo no quiero darle la pelota a un compañero porque tengo miedo de que no me la devuelva más', dijo alguna vez, tomándose con humor su fama bien ganada de morfón. Además era inteligente, atrevido y fuerte (…)
Debutó en la máxima categoría de AFA recién a los 28 años. Y en los estadios más grandes del país también jugó a su manera. Javier Sanguinetti, compañero en Banfield, describe su personalidad con una anécdota de esos días: 'En 2004 venía siendo suplente, entonces, cuando faltaban unos días para el clásico con Lanús, pasó por la puerta del cuarto de Falcioni, pensando que noe estaba. La golpeó y dijo: '¿¡Cuándo me vas a poner, hijo de puta?!'. Mientras salíamos, se abrió la puerta y Falcioni le gritó: '¡Nunca, gordo!'. Cristian Luchetti cuenta otra: 'Una vez, contra Unión, hizo un gol y en el festejo tiró la camiseta a la tribuna. Cuando fue a pedir otra, se dio cuenta de que no había más. Se tuvo que quedar afuera, mientras Garisto le gritaba '¡No jugás nunca más, Gordo!'".
4 – Gigi Meroni – Muerte accidental de un futbolista
"'Algunos tienen un perro de mascota, pero yo tengo una gallina. ¿Algún problema con eso?'. Gigi Meroni paseaba a su bataraza atada a una correa como si fuera un gran danés (…) Los afortunados que lo vieron jugar respondían que era un jugador maravilloso en un contexto muy defensivo (…) Ganó notoriedad por sus preferencias, entre ellas el atuendo: se vestía como John Lennon, en la versión Sargent Pepper, y lucía con orgullo patillas, barba y pelo largo, algo que le trajo muchos problemas con Edmondo Fabbri, entrenador de la selección de Italia entre 1962 y 1966.
No pudo jugar los primeros cinco partidos de su temporada debut en Genoa porque se negó a hacerse el control antidoping. 'Me olvidé la prueba en el hotel', dijo cuando le preguntaron (…)
Tras una discusión con el DT Fabbri, estuvo a punto de quedar afuera de la convocatoria para el Mundial por su negativa a cortarse el pelo. En una entrevista, llevó a su gallina, la tomó del pescuezo y exclamó: 'Ella dice que no está de acuerdo con Fabbri'".
5 – Garrincha – Tema obligatorio durante los próximos 400 años
"En 1955, antes de su primer viaje a Europa en el marco de una gira con Botafogo, apareció con una jaula con un loro entre su equipaje. Apenas vio el ave, el DT Zezé Moreira se acercó con extrañeza a su estrella y le preguntó: '¿Por qué llevás un loro?'. La respuesta fue tan inesperada como cada una de sus actitudes: '¿Con quién voy a conversar si no? Me han dicho que donde vamos no hablan portugués'.
'Si hay un dios que regula el fútbol, ese Dios es sobre todo irónico y farsante. Y Garrincha es uno de sus delegados, capaz de burlarse de todo y de todos en los estadios'. El poeta Carlos Drummond de Andrade con maestría el talento de Garrincha al término del Mundial 1962 (…) Dos horas antes de la final de Chile 62 le preguntó a un compañero si ese era realmente el último partido del torneo. Tras la respuesta afirmativa, reflexionó: 'Con razón hay tanta gente' (…)
Cuando Garrincha falleció, el parte médico informó que las causantes de su muerte fueron: 'congestión pulmonar, pancreatitis y pericarditis'. El alcohol había hecho estragos en su anatomía. Estaba en la miseria y habían pasado trece años desde su último partido como profesional. Su lápida reza: 'Aquí descansa la alegría del pueblo'".
6 – Heleno de Freitas – La aristocracia sabe hacerse querer
"Algunos años antes de que Garrincha, el wing patizambo y genial se convirtiera en una leyenda popular, hubo otro ídolo del Botafogo capaz de despertar sentimientos similares, Heleno de Freitas. Pero más allá de la devoción de la tribuna y cierta inclinación por los excesos, poco y nada compartían.
Garrincha era bajo, Heleno era alto; Garrincha era pobre, Heleno era rico; Garrincha era humilde, Heleno era soberbio; Garrincha era casi analfabeto, Heleno era universitario. Eso sí, los dos eran un prodigio dentro de la cancha.
Fanfarrón y antipático con sus compañeros, a Heleno sólo le interesaba ver su foto en los diarios (…) '¿Por qué tanto correr sin saber adónde van?', les decía a algunos de sus compañeros (…) Fue expulsado infinidad de veces por insultar a propios y extraños y, en varias ocasiones, tuvo que dejar los estadios con custodia policial. Lo que más le irritaba era que le dijeran Gilda, por aquel coqueto, vanidoso e impulsivo de Rita Hayworth (…)
En junio de 1948, Boca Juniors pagó una fortuna y se quedó con el refinado y egocéntrico futbolista (…) Los 7 goles convertidos en 17 encuentros no colmaron las expectativas que había despertado. Y tuvo que hacer las valijas, sin dejar rastro más profundo que un rumor popular o infundio gorila: se dijo que había tenido una relación íntima con Eva Perón".
7- George Best – Pelé good. Maradona better. George Best
"Hoy es difícil dimensionar qué tan grande fue la trascendencia de Best para la cultura popular de su tiempo. Quizá la mejor manera de hacerlo es con uno de sus apodos: 'el quinto Beatle' (…)
'Nací con un gran talento y, a veces, eso viene acompañado de una vena destructiva. Exactamente que quería pasar por encima de quien se me pusiera delante cuando jugaba, tenía que pasar por encima de quien se me pusiera delante cuando salía a divertirme por ahí'. Best fue un futbolista de excepción. Como tal, unió el mundo del fútbol con el de la noche. Y en el trayecto, vio cómo se desvanecieron su carrera y su vida (…)
A los 28 años dejó Manchester United y el fútbol lo abandonó a él, a pesar de que siguió jugando diez años más en diversos equipos. A diferencia de George Harrison, otro Beatle, quien dejó la banda a esa misma edad pero supo realizar algunos de sus más bellos trabajos, el Best futbolista de nivel internacional se quedó en Old Trafford. Antes, pasó un momento agobiante: 'En 1969 dejé las mujeres y las bebidas. Fueron los peores 20 minutos de mi vida' (…)
La inventiva que lo caracterizó durante toda su trayectoria con la pelota en los pies también se podía apreciar cuando declaraba. Además de la frase que se convirtió en remera: 'Gasté un montón de dinero en alcohol, mujeres y autos deportivos. El resto lo desperdicié'".
8 – Giorgio Chinaglia – El eslabón perdido de la mafia
"Era un goleador temible. El primer optimista. Y así lo demostró durante toda su carrera. Fuera de la cancha tenía el mismo olfato que en el área, el mismo sentido de la oportunidad. Y comprendió rápido y muy bien cómo era la vida en Nueva York. En Cosmos jugaban Pelé, Franz Beckenbauer, Johan Neeskens y Carlos Alberto, pero el capo era Chinaglia. Con su pinta de Tony Soprano manejaba todo: el estilo de juego del equipo y también la relación con las celebridades neoyorquinas. Hacía tres goles a la tarde y en el tercer tiempo le invitaba un trago a Liza Minelli en la legendaria discoteca Studio 54 (…)
'Si alguien entraba en la habitación errónea corría el riesgo de verse con una botella rota bajo el cuello', contó el periodista Guy Chiappaventi en su libro Pistolas y balones, dedicado a aquel plantel de Lazio de los 70. Todos los futbolistas usaban armas y en ocasiones llegaban a los entrenamientos tirando tiros. 'Una tarde salía del San Paolo tras una derrota con Napoli. Los hinchas rodearon el auto. Entonces, tomé el Winchester, tiré dos balazos al aire y se fueron todos', recordó Giorgio Chinaglia (…)
'Giorgio era como el Padrino', dijo alguna vez Shep Messing, el arquero del Cosmos que además de atajar trabajaba de modelo y aparecía desnudo en revistas femeninas de la época".
9 – Sócrates – El equipo de los sueños revolucionarios
"'Si la gente no tiene el poder de decir las cosas, entonces yo las digo por ellos'. Sócrates sabía cuáles eran las necesidades de su pueblo y cómo usar su notoriedad de crack para instalar temas sociales con garra militante. Además, claro, sabía jugar al fútbol como los dioses e integró una selección brasileña memorable que, sólo porque no obtuvo títulos, el mainstream periodístico no le rinde el debido tributo (…)
Su lucidez le permitió combatir a un sistema político injusto y opresivo con eficacia. Pero en la intimidad no fue tan certero a la hora de espantar viejos fantasmas y cayó en el alcoholismo. De todos modos, mucho antes de sumergirse en la adicción, lideró una revolución llamada Democracia Corinthiana. Sin él, este movimiento que contribuó al final de la dictadura brasileña no hubiese existido (…)
El dictador Joao Figueredo gobarnaba Brasil y el movimiento que lideró Sócrates era mucho más que una simple idea innovadora para organizar un grupo de trabajo. Representaba la esperanza de terminar con la dictadura que llevaba casi dos décadas en el poder. A partir de 1982 se implementó un sistema en el que jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y empleados decidían todo mediante el voto directo. Cada uno de ellos, sea el número 10 del equipo o el boletero, podía expresarse sobre cualquier tema.
'Los futbolistas somos artistas y, por tanto, somos los únicos que tenemos más poder que sus jefes', repetía. Cada uno de sus actitudes avaló su pensamiento. Dentro de la cancha era capaz de tirar un taco ('los taquitos eran una forma de darle velocidad a mi juego') y fuera de ella expresaba sus pensamientos con arrolladora convicción. 'Yo siempre supe que estábamos haciendo política. El fútbol, creo, es el único medio que puede acelerar el proceso de transformación de nuestra sociedad porque es nuetra mayor identidad cultural'".
10- Juan Carreño – Candonga, contra todos los que se vengan
"Cuando le preguntan cuántas veces se peleó en una cancha, Carreño afirma: 'Una vez y pasé a la historia'. Ese 27 de septiembre de 1998 su nombre quedó reducido, para siempre, a esa pelea. En Chile, pueden no saber quién es el presidente de la Nación pero esa batalla futbolera la conocen todos. Está tan metida en la cultura popular que hasta inspiró una canción, Puñete, del grupo de rock Micro (…)
También, ya de juvenil, Candonga se hacía notar por indisciplinado. El fútbol le gustaba mucho, pero también disfrutaba de la noche. La necesitaba. 'Hay gente que va al cine, otros que salen a comer, otros que van a ver una obra de arte y otros que hacen un asado y se toman una garrafa (damajuana). A mí me gustaba ir a un pub, tomarme unos whiskys y al otro día entrenar', contó en una entrevista (…)
Candonga se paró en la barrera. Dos rivales se le pusieron al los lados, uno lo pateó de atrás y el otro lo insultaba. Carreño cayó en la trampa. Correctivo hacia la derecha, cortito al estómago para la izquierda. 'Juanito, te vi', le dijo el entonces árbitro, Carlos Candía. El goleador aceptó la expulsión y caminó hacia los vestuarios. 'Hasta ahí normal. Una expulsión más en el fútbol', recuerda Carreno.
La salida estaba atrás del otro arco. Cuando Carreño estaba llegando al círculo central se encontró con el arquero rival, el argentino Hernán Caputto, que lo fue a buscar para decirle un par de cosas sobre su madre y para recordarle el Mundial que no pudo jugar (…) Y Carreño pegó. Con una combinación de derecha-izquierda lo noqueó y siguió su camino como si no hubiera pasado nada. Pero un par de pasos después, cuando titulares, suplentes y cuerpo técnico del Osorno lo rodeaban para reclamar su sangre, Carreño se plantó para seguir pegando.
'Los hueones no me venían a abrazar -dice Carreño-. Hasta que le pegué a Caputto soy responsable de todo. Pero cuando los otros vienen corriendo y se me tiran encima, lógicamente me tengo que defender. O pegai o te cagan. En el barrio uno aprende que hay que tirar a matar siempre'. Ahí atendió también al arquero suplente, que cayó al primer golpe, al ayudante técnico de Osorno, y repartió un par de piñas más entre los rivales antes de que sus compañeros y la policía llegaran para rescatarlo".