En octubre del 2011, Julio Humberto Grondona tenía en claro que ese mandato que iniciaba al frente de la AFA, el noveno, sería el último. En el 2016 abandonaría la entidad a sus 84 años, con 36 en el Sillón de Viamonte. Antes quería dejar –todavía más– su huella en el fútbol argentino. Entre torneos de 30 equipos y la estatización de los derechos de televisación, Don Julio había soñado con un proyecto faraónico para su adiós.
El boceto constaba de dos etapas: un imponente edificio en el ingreso al predio que la AFA tiene en Ezeiza de 48 hectáreas donde entrena la selección argentina y un lujoso estadio ubicado en tierras linderas. La muerte del dirigente en julio del 2014 interrumpió hasta hoy el gran anhelo.
En octubre del 2013, se puso la primera piedra del edificio, que cuenta con cuatro pisos y un subsuelo. La gigantesca mole de cemento y paredes vidriadas está ubicada a metros del ingreso oficial del predio. La idea era trasladar todo lo operativo que funciona en Viamonte 1366 a este sector.
"Quería hacer una Mini FIFA. Era una ilusión que él tenía siempre", le explicaron fuentes de AFA a Infobae. El lugar contaría con tres ascensores, uno de ellos privado para el presidente. El máximo dirigente tendría un estacionamiento exclusivo por el que podría acceder al cuarto piso, un espacio personal que únicamente cobijaría su oficina y la de sus secretarios.
No es el único lujo del edificio, con capacidad para 300 vehículos de empleados y visitantes. Administración, consultorios médicos, archivos, árbitros, la imprenta, un restaurante, el sector de marketing, una tienda de venta de indumentaria de AFA. Todos tendrían su sitio. Aunque lo destacado sería el mini cine preparado para conferencias con butacas para 200 invitados. "Tenía un concepto innovador, pensando tener un contacto con la naturaleza como la que tiene el predio, con esa vista estupenda", aseguraron sobre la edificación que tiene a un lado la Autopista Richieri y del otro grandes extensiones de terrenos con abundante naturaleza.
"Desde que murió Grondona nadie se interesó en seguirlo. Desistieron del proyecto", le informaron a este medio desde la empresa Constructora Deportiva, a cargo de la obra que diseñó los planos a inicios del 2013 por pedido expreso de Don Julio. Entre ramas intrépidas que empiezan a copar la estructura, pájaros que lo convirtieron en su vivienda y los problemas del descuido, las estructuras guardan en sus entrañas los vidrios que faltan ser colocados en el exterior y todos los aires acondicionados que iban en los diferentes ambientes.
Uno de los problemas que se había planteado era el del traslado de los cientos de empleados que al día de hoy trabajan en la calle Viamonte. Un servicio de combis los pasaría a buscar por el actual lugar de trabajo para unir los 30 kilómetros que los separaban de su futuro sitio laboral. A Grondona no se le había escapado ningún detalle.
La actual sede de operaciones de la AFA, en Viamonte 1366, no quedaría en el olvido. A priori, la idea que rondaba en la cabeza de Grondona era la de transformarla en un museo del fútbol argentino, con muestras de todos los clubes. Aunque nadie sabía contestar a ciencia cierta de qué manera se utilizarían los ocho pisos entre los que actualmente se dividen las distintas áreas.
Detenido en el tiempo, combatiendo contra la erosión de la desatención, el solemne edificio de Ezeiza espera que la gestión que asumió hace unos pocos días lo despierte de su olvido. "En un año y medio creo que se podría finalizar el edificio por completo", aseguraron desde la empresa a cargo de la obra, hoy abandonada.
UN ESTADIO PARA COMPETIRLE AL MONUMENTAL
La otra pieza del rompecabezas era la más osada, pero la desaparición física de Grondona impidió que, al menos, sea debatida en Comité Ejecutivo para su aprobación: un estadio de fútbol para 40 mil espectadores y con 7.500 lugares de estacionamiento. Allí sólo jugaría la selección argentina y sería el nuevo polo de atracción en Buenos Aires para espectáculos musicales.
Había dos terrenos que sonaban ideales para llevarlo a cabo. Uno era el que actualmente cobija el Estadio Nacional de Béisbol, en la parte trasera del centro de entrenamiento de la Selección. El otro espacio tentador era el que en el pasado albergó el famoso Zoológico Mundo Animal de Cuttini y actualmente es una pista de Mountain Bike, que tiene su entrada a 800 metros de la principal del predio.
La justificación que lanzaba Don Julio para convencer a los suyos sobre los beneficios de esto constaba de varias caras. En primera instancia, les darían una comodidad incomparable a esas estrellas de la Selección que juntan millas en sus pasaportes. En un radio de 6 kilómetros aglutinarían el arribo al país por intermedio del aeropuerto de Ezeiza, la concentración, el campo de entrenamiento y el estadio para hacer de local.
Pero además atraerían con facilidad a las bandas musicales más importantes del mundo que elegirían este lugar por una lista de beneficios: a media hora de la ciudad, un sitio de fácil acceso y una zona despoblada, siendo esto una ventaja ante las complicaciones que siempre representan los vecinos de los estadios más convocantes de la Ciudad de Buenos Aires por los ruidos molestos y las fastidiosas presencias de los miles de espectadores. El recinto tendría autonomía financiera propia.
El último ítem que había pergeñado Don Julio para coronar este esquema era el de realzar la imagen de Ezeiza. La ciudad de más de 150 mil habitantes tomaría notoriedad internacional por albergar la aldea absoluta de Lionel Messi y compañía, al mismo tiempo que el marketing de la situación abriría nuevas alternativas de inversión en diversos rubros.
Eso le permitiría tener un florete de esgrima irrebatible a la hora de negociar la cesión definitiva del predio, que actualmente pertenece al Estado y fue prestado a la AFA hasta 2030.
Todos los consultados recuerdan esa idea de la que alardeaba Grondona, aunque aclaran que ni siquiera llegó a ser debatida en el Comité porque era parte de una segunda página del proceso. Su inesperada muerte llegó como un baldazo de agua fría que paralizó todo. Sus sueños todavía permanecen ahí, en forma de una mole de cemento que espera saber qué será de su futuro.
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