¡¡¡Golgolgolgolgolgolgol!!!
Ese grito (alarido a veces) es una arteria cardíaca para los argentinos.
Sal y azúcar. Y hoy, arteria renovada por la perfección técnica: cada partido es un film, un show, un planeta en sí mismo. Y los goles, repetidos decenas de veces, el dulce de leche…
Sin embargo, como la pelota es una gran caprichosa (definición de Quique Wolff), se permite el mayor y más irritante de los caprichos: los goles–fantasma. Los que se perdieron nadie sabe por qué. Extrañas joyas irrecuperables.
Hoy, 22 de diciembre, hace exactos cuarenta años del más famoso de esos goles, por lo menos en estas pampas.
Corre el año 1976. A las nueve de la noche, miércoles, en la cancha de Racing, se enfrentan Boca y River.
Pero no es un clásico más. Es la final por el Campeonato Nacional. La única de ese tenor que, hasta hoy, los dos gigantes no han repetido.
El estadio, según algunos jugadores, "estaba tan repleto, que cuando los hinchas saltaban, parecía que la Tierra iba a partirse en dos".
Partido trabado, nervioso, hasta los 27 minutos del segundo tiempo… tiene olor a definición por penales. Pero en ese instante, Carlos "Toti" Veglio cae en el borde del área. Foul. Tiro libre de esos que estremecen. Que muchos hinchas no miran: el miedo puede más…
Y aparece el héroe. Rubén José Suñe, "El chapa", pone la pelota en el punto fatal y no pierde un segundo. Patea. Patea mientras Ubaldo Matildo Fillol, "El Pato" –un monstruo sagrado de los tres palos– todavía está acomodando la barrera.
La capichosa vuela, precisa, perfecta, milagrosa, toca palo y travesaño, y "se anida en la red", como decía Fioravanti, el mayor relator de la vieja guardia.
Fillol la mira, atónito, cuando llega a su destino de leyenda: el ángulo superior izquierdo.
Gol de Boca.
Boca campeón 1976.
Pleito terminado.
Pero recién entonces empieza el misterio. Canal 7 televisó el partido. Registró, entre otras jugadas, un gol de Boca anulado (lo hizo Juan Taverna), y una gigantesca atajada de Hugo Gatti, "El loco", que pudo consagrar campeón a River.
Pero el gol de Suñé… ¡no está!
Los rollos de la filmación se revisan cien veces, pero es inútil. El gol del triunfo, único del partido, entra en la extraña categoría de los goles–fantasma.
Las semanas siguientes son un festival de rumores y delirios.
* "La Junta Militar cortó la escena porque la mayoría de ellos es de River".
* "El camarógrafo se comió el gol" (raro: hubo más de una cámara).
* "Ese pedazo de cinta se quemó en un incendio".
* "El gol está en un video que se vende en los kioscos del Parque Rivadavia".
Testimonio de Suñé: "Un tipo me llamó por teléfono y me dijo que sabía quién tenía la escena del gol, pero no te lo cuento porque no soy botón" (¿?)
Aquí son todos honrados… pero el poncho no aparece, diría un paisano.
El misterio se eterniza. Pero nacen las polémicas. Los hinchas de River protestan: "Suñé pateó sin esperar la orden del árbitro". A traición, poco menos.
Pero no es cierto. Arturo Ithurralde, que dirigió el partido y fue el mejor juez de su época, esfuma las habladurías. Dice: "Suñé me dijo la pongo y pateo, y yo le dí luz verde, porque una reciente modificación del reglamento lo permitía".
Sabia decisión: no hay nada más fatigoso y chicanero que la ceremonia del tiro libre…
Un remanso para las hinchadas lectoras. Ese día, Boca formó con Gatti, Pernía, Sá, Mouzo, Tarantini, Ribolzi, Suñé, Veglio, Mastrángelo, Taverna y Felman. Técnico: Juan Carlos "Toto" Lorenzo.
Y River fue con Fillol, Comelles, Perfumo, Passarella, Héctor López, Juan José López, Reinaldo Merlo (único amonestado), Beltrán, González, Luque y Más. Técnico: Ángel Labruna.
Más de uno puede secar sus lágrimas. Así son los recuerdos…
Pero la fantasmagoría no castigó sólo a Suñé. No hay registro de los dos primeros goles oficiales de Diego Maradona (Argentinos Juniors contra San Lorenzo, Mar del Plata, 1976). Tampoco del lujoso gol de taquito de José Sanfilippo, "El nene", a Boca, aún con la camiseta de San Lorenzo.
En cuanto al célebre gol de palomita de Aldo Pedro Poy (Rosario Central) contra Newell´s, 1971, sólo hay una versión borrosa, pésima, y la que se llevó de este mundo el genial Roberto Fontanarrosa…
Y para la gente de la "banda sangre" (como llamaba a River uno de sus mayores fanáticos, el periodista Julio César Pasquato, "Juvenal"), hay algo que emparda el Caso Suñé.
Norberto "Beto" Alonso, en un partido de 1972 contra Independiente, convirtió en gol una jugada deslumbrante en la que Pelé falló en México 70. Recuerda: "Fue el quinto gol. Pase largo de Jorge Dominichi. Me salió Pepe Santoro, pero dejé correr la pelota. El arquero hizo la lógica: seguirme. Pero lo distraje con un movimiento, y cuando fui a buscar la pelota… ya estaba frente al arco. Sólo tuve que empujarla".
Desde entonces empezaron a llamarlo "El Pelé blanco". Pero ese gol, exactamente ese gol… ¡no está!
En cambio, sí está el tercero de Alonso en el mismo partido. Basta buscarlo en YouTube.
Moraleja. Tal vez los goles–fantasma, por orgullo, deciden vivir para siempre en otra dimensión más profunda: el recuerdo y el amor de su gente.
Como los diamantes, son eternos. Como los grandes diamantes, son escasos y muy caros.