Es un amante de los fierros. Desde chico probó el sabor del deporte motor y no lo pudo dejar. A pesar del accidente que vivió en el 2006, cuando cayó de su moto y sufrió una lesión medular nivel torácico, Juan Nimo no se resignó. Para él fue un desafío que lo fortaleció para seguir peleando en los circuitos del mundo.
Sus inicios estuvieron marcados por sus padres. Sobre todo por su mamá. "Un día mí vieja, que es una fanática, decidió subirme a una motito y desde ahí no paré. Ella es una de las pioneras en traer las motos de competición al país, en la década del 50 se metió en el negocio de la velocidad y yo lo adopté enseguida", recuerda Juan María Nimo.
Hace 10 años el destino le dio un revés. "Fue un accidente que me obligó a cambiar la carrera. Fue una caída rara, no tan espectacular como otras que había tenido, pero me dejó una lesión medular que me llevó a la discapacidad. Me acuerdo que fue el día de la madre", detalla el piloto como burlándose del trágico momento.
La historia de superación es lo más llamativo en la vida de Nimo. "Cambió mi vida, se me rompió el cable que maneja todas las funciones del cuerpo. No tengo movilidad ni sensibilidad del torax para abajo", explica con naturalidad el deportista que sueña con llegar al Turismo Carretera.
"La parte más crítica fue cuando estuve internado con un respirador en Chile. Después me pudieron trasladar a la Argentina y empecé con la rehabilitación. Nunca me negué al deporte motor y por eso me planteé dedicarme al automovilismo", agrega desde su casa con un tono que permite imaginar la emoción que le produce dicho recuerdo.
A pesar de haber asumido su realidad, el de Neuquén es consciente de las dificultades que tiene a la hora de competir. "Fue cuestión de adaptar el vehículo a mis condiciones. Eso me llevó un tiempo, porque recién me dieron la licencia profesional hace seis meses", cuenta Juanma y agrega: "Como hay muy pocos casos en el mundo, y en la Argentina no se pueden adaptar los modelos de Estados Unidos y Europa, no pudimos copiar ese desarrollo. Estamos evolucionando permanentemente para ver qué es lo más cómodo".
En este sentido, el piloto explica cómo fue modificando su auto para poder dar pelea en las carreras: "Empecé con un vehículo que estaba listo para salir a la calle, pero hoy tengo todos los mecanismos bien cerca del volante. Con el sistema de antes manejaba y había lugares en los que tenía que hacer maniobras que me resultaban imposibles. Ahora tengo 2 aceleradores, 3 embriagues, un freno y 2 volantes para que me resulte más accesible".
Finalmente, Nimo reconoce que en algún momento se le cruzó la idea de disputar un Dakar, aunque el desafío que protagonizó en 2013, cuando unió su provincia con el Obelisco en silla de ruedas tuvo un significado similar. "Fue mi Dakar económico", dice el neuquino y aclara: "Fueron 1202 kilómetros que marcaron un récord. Me entrené durante 70 días para poder promocionar mi actividad y hacer un pasamanos benéfico. Mucha gente se acercó para donar elementos ortopédicos, alimentos no perecederos y pañales que yo iba trasladando de un lugar a otro. Fue una experiencia que me sirvió para romper las barreras, porque a veces se cree que la discapacidad es sinónimo de inutilidad, y para mí es todo lo contrario".