“Yo, Joseph Robinette Biden Jr., juro solemnemente que desempeñaré fielmente el cargo de presidente de los Estados Unidos y pondré todo mi empeño en preservar, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos”. Esas serán las palabras que el nuevo mandatario deberá pronunciar el próximo miércoles, a las puertas del Capitolio en Washington, tal como establece la primera sección del Artículo II de la Carta Magna, aprobada en 1787 y que entró en vigor en 1789, 13 años después de la declaración de independencia de ese país. Aunque no hay un artículo específico de la Constitución que así lo indique, la costumbre establece que, antes del primer mandatario, el que toma posesión del cargo es su vicepresidente. Y el 21 de enero de 2021, por primera vez en la historia, será una dama: Kamala Harris.
Nada queda librado al azar en materia de transmisión de mando en EE. UU. La fecha del 20 de enero fue instaurada por la XX enmienda constitucional, aprobada el 2 de marzo de 1932 y ratificada el 23 de enero de 1933. Anteriormente, el día de la asunción era el 4 de marzo, porque se contemplaba el tiempo de traslado del mandatario electo hasta la capital, una vez confirmada la elección por parte de las dos Cámaras del Congreso. El primer jefe de Estado en jurar en la fecha estipulada por esta enmienda constitucional fue Franklin Delano Roosevelt, al iniciar su segundo mandato el 20 de enero de 1937. En tres ocasiones, debido a que la fecha caía originalmente un domingo, la ceremonia debió trasladarse día siguiente, el lunes 21 de enero: fueron las juras de Dwight Eisenhower, en 1957; Ronald Reagan, en 1985; y Barack Obama, en 2013.
Hubo, desde 1933, tres casos históricos en los que las circunstancias obligaron a una jura fuera de la fecha establecida y sin mayor preocupación por el protocolo. Fue durante las tomas de posesión de los presidentes Harry Truman, Lyndon Johnson y Gerald Ford, quienes, tal como establece la sección primera de la XXV enmienda –aprobada en 1967–, se convirtieron automáticamente en presidentes por “remoción, muerte o renuncia” del mandatario en funciones. Los dos primeros casos lo hicieron debido al fallecimiento de los respectivos presidentes en funciones –Franklin Delano Roosevelt, el 12 de abril de 1945, y John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963– y, en el tercer caso, Ford asumió el 9 de agosto de 1974, tras la renuncia de Richard Nixon en medio del escándalo del Watergate. Estos son los únicos antecedentes históricos, desde que entró en vigor la XX enmienda constitucional, en los que la jura tuvo lugar en una fecha distinta del 20 de enero. La necesidad de ocupar rápido la vacancia presidencial obligó, en esas tres circunstancias, a actuar con celeridad y sin tanto apego al ceremonial. En el caso de Johnson, el hasta entonces vicepresidente juró a bordo del Air Force One, en el aeropuerto de Dallas, horas después del atentado que costó la vida a Kennedy, y, a su lado, se ubicó la viuda del mandatario asesinado, Jacqueline Bouvier, como un gesto de continuidad.
Tras el asesinato de John Fitzgerald Kennedy en Dallas, el vicepresidente Lyndon Johnson prestó juramento a bordo del Air Force One, el 22 de noviembre de 1963.
Fuera de la normativa constitucional, rigen ciertos usos y costumbres que se han ido transmitiendo y se han convertido en una tradición que se repite cada cuatro años. Sin ser un requisito legal, el protocolo ha establecido que el presidente de la Corte Suprema de Justicia sea quien tome el juramento al presidente entrante. En el caso de Biden, esa responsabilidad recaerá sobre el juez John Glover Roberts Jr., quien ya cumplió la misma función durante las tomas de posesión de Barack Obama, en 2009 y 2013, y de Donald Trump, en 2017. El debut de Roberts en estos menesteres fue un tanto accidentado, ya que invirtió el orden de las palabras del juramento, que debía repetir Obama, y generó cierto nerviosismo en el público asistente. Al día siguiente, el 21 de enero de 2009, en una ceremonia privada en la Casa Blanca, los dos protagonistas repitieron la jura para evitar cualquier tipo de suspicacia.
Una costumbre, que se romperá por primera vez en 152 años, es la presencia del mandatario saliente: Donald Trump, envuelto en la polémica luego de los acontecimientos del pasado 6 de enero, hizo pública su decisión el viernes 8. El último antecedente histórico data de 1869, cuando el demócrata Andrew Johnson se negó a participar del juramento del republicano Ulyses Grant, el recordado general que condujo el ejército de la Unión durante el último tramo de la guerra de Secesión (1864-1865). El enfrentamiento entre ambos llevó a que Grant apoyara un fallido proceso de juicio político –el primero en la historia– contra Jackson, quien resultó finalmente absuelto por el margen de un solo voto, al no alcanzar el Senado los dos tercios requeridos por la Constitución.
Otra de las costumbres es el juramento sobre una Biblia, que habitualmente tiene en sus manos la futura Primera Dama. En el caso de Joe Biden, será su esposa Jill, con la particularidad de que se trata del segundo presidente católico de la historia de EE. UU., luego de John Fitzgerald Kennedy. El uso de la Biblia también ha tenido sus particularidades en las últimas ceremonias: la histórica Biblia sobre la que juró Abraham Lincoln en 1861, conservada en la Biblioteca del Congreso, fue utilizada por Barack Obama en 2009 y 2013, y por Donald Trump en 2017. Obama incluyó también, en su segunda ceremonia de toma de posesión, un ejemplar de la Biblia del reverendo Martin Luther King, abanderado de los derechos de los afroamericanos. En el caso de Joe Biden, durante sus dos juras como vicepresidente y, anteriormente, cuando le tocó hacerlo como senador, utilizó a un ejemplar de la sagrada escritura que su familia conserva desde 1893.
Más allá de todo el protocolo y la pompa de la ceremonia, la mayor preocupación de las autoridades será la seguridad del acto del próximo miércoles. Los accesos al Capitolio y a la Casa Blanca, en Washington, estarán blindados por las fuerzas de seguridad para evitar que se repitan los sucesos del pasado 6 de enero.
*Esta nota fue producida y escrita por un miembro del equipo de redacción de DEF.
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