El poder en las sombras: Los mentores de la nueva derecha

La nueva agenda política de los gobiernos de EE. UU. y América Latina cuenta con el respaldo de un grupo de intelectuales formados en territorio estadounidense, cuyas ideas han sido asumidas por los líderes que encarnan el viraje político en la Región. Por Mariano Roca.

Guardar

La influencia del mediático Steve Bannon, exasesor estrella de Donald Trump y arquitecto de la exitosa campaña que lo llevó a la Casa Blanca en 2016, ha impulsado una nueva agenda política y social, replicada en nuestra región por líderes que no ocultan su ideario conservador. Sin embargo, a pesar de coincidir en las consignas de "mano dura" contra la delincuencia, restricciones a la inmigración y un inocultable retroceso en materia de derechos sociales, los caminos de los gobiernos de la nueva derecha continental divergen en cuestiones económicas y comerciales.

Luego de años de predicar en el desierto como director del polémico portal de noticias Breitbart News, Bannon logró saltar a las primeras planas cuando se hizo cargo de la estrategia de campaña de Trump. Fue el inspirador de muchos de sus lemas de campaña, como "America First" ("EE. UU. primero") y "Make America Great Again" ("Hágamos a los EE.UU. grandes de nuevo"). Impulsor de la "tolerancia cero" con la inmigración ilegal, crítico de la globalización y firme defensor de la "guerra económica" con China, debió dejar su cargo de estratega jefe de la Casa Blanca en agosto de 2017. Sin embargo, siguió defendiendo los ideales de la denominada "alt-right" ("derecha alternativa") y eligió Europa como su nuevo campo de batalla.

Mientras tanto, al sur del río Bravo comenzaron a surgir nuevos liderazgos que asumieron sin complejos el giro conservador en materia social y la agenda de "mano dura" en seguridad. Uno de los que más fielmente ha interpretado ese libreto es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien no ha dudado en reivindicar la herencia de la dictadura brasileña, plantearse como un dique de contención frente al comunismo y cuestionar lo que denomina "ideología de género". Detrás del mandatario brasileño asoma la figura del filósofo autodidacta Olavo de Carvalho, que aunque niega ser "el mentor de Bolsonaro" y afirma que solo habló con él tres veces antes de que aquél llegara al poder, es una mente inspiradora de muchos de sus pensamientos.

Olavo de Carvalho junto a Steve Bannon. Foto: Archivo DEF.
Olavo de Carvalho junto a Steve Bannon. Foto: Archivo DEF.

Radicado desde 2005 en EE. UU., Olavo de Carvalho ha sido un duro cuestionador del monopolio de la izquierda en el sistema educativo brasileño y de la orientación política de los grandes medios de comunicación de su país. Al igual que Bannon, arremete con el orden mundial vigente: "El globalismo liberal es un proyecto que busca implantar en todo el mundo un modelo de sociedad abierta, destruyendo necesariamente en el camino las soberanías nacionales y todo principio metafísico o moral que se pretenda superior a la racionalidad individual".

Uno de sus discípulos es el actual canciller brasileño Ernesto Araújo, quien, en un reciente artículo publicado por la revista estadounidense The New Criterion, no dudó en atribuir a la "divina providencia" la "conjunción de las ideas de Olavo con la determinación y el patriotismo de Bolsonaro".

La sintonía entre Bannon y Olavo hizo que el pasado 18 de enero el estadounidense invitara a su colega brasileño a cenar en su casa de Washington. Según filtró el diario brasileño O Estado de Sao Paulo, al margen de las coincidencias entre ambos, la mayor curiosidad de Bannon habría sido por el perfil del "tipo de Chicago", en referencia al nuevo ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes y su formación neoliberal. Acto seguido, siempre de acuerdo a la versión periodística, el exestratega de Trump habría afirmado: "El mercado financiero ama al capitán Bolsonaro, pero ama más a la Escuela de Chicago".

Amante del modelo chileno de apertura económica y privatizaciones, Guedes podría convertirse, desde esa óptica, en la piedra en el zapato para la agenda de Bolsonaro. El mandatario, sin embargo, no ve contradicciones entre el programa económico de su ministro y su propio discurso ultranacionalista. De hecho, ambos acaban de concurrir juntos al Foro Económico Mundial de Davos.

La receta chilena

Justamente en Chile, donde Sebastián Piñera volvió el año pasado al Palacio de la Moneda –que ya había ocupado entre 2010 y 2014–, una figura clave es la de Cristián Larroulet, jefe de su equipo de asesores y cerebro de su programa de gobierno. En su libro Chile camino al desarrollo: avanzando en tiempos difíciles, publicado en 2012, este ingeniero comercial y magíster en Economía –que cursó su posgrado en la Universidad de Chicago– defiende a capa y espada "el modelo" seguido en los últimos 30 años tanto por la Concertación –coalición de centro-izquierda que gobernó durante más de 20 años– como por Chile Vamos –la alianza de centro-derecha que llevó a Piñera al poder–.

Lo define como "un sistema económico en el que el motor principal del desarrollo es la iniciativa privada" y que "por lo mismo, estimula el emprendimiento, la competencia, la inversión, el ahorro y la innovación, mediante un importante grado de libertad económica, una carga tributaria y unas regulaciones moderadas, la apertura al comercio internacional y una política fiscal y monetaria responsable".

Cristián Larroulet. Foto: Archivo DEF.
Cristián Larroulet. Foto: Archivo DEF.

El componente social de la receta chilena apunta, siempre según el asesor estrella de Piñera, a la provisión de servicios públicos a los más necesitados "generalmente a través de entes tanto estatales como particulares, de modo que los beneficiarios puedan escoger libremente entre distintas opciones en competencia".

En su obra, Larroulet descarta que tanto "el socialismo" como "el modelo de bienestar europeo continental" sean alternativas viables al modelo elegido por Chile. "Por lo tanto –afirma–, no hay un modelo alternativo mejor para Chile". De lo que se trata, a su juicio, es de ajustar "algunos aspectos de su funcionamiento". Insiste en profundizar el programa de un "gobierno de centroderecha moderna", basado en "la confianza en las personas, la que conduce, a su vez, a la valoración de la libertad y la responsabilidad personal como dos caras de una moneda".

Publicado cuando Piñera atravesaba el ecuador de su primer gobierno (2010-2014), Larroulet arremete, al final de su libro, contra "la intolerancia que han exhibido ciertos sectores de la izquierda, a los que parece resultarles aún inaceptable que gobierno nuestro sector y que se muestran dispuestos a doblar la mano a la voz de las urnas mediante la agitación social o la crítica sin límites".

El caso colombiano

El último pasajero de este club de la nueva derecha continental es el colombiano Iván Duque, un abogado que realizó buena parte de su carrera en el exterior –trabajó trece años en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)– antes de regresar a su país para competir por una banca de senador, que ganó en 2014. Uno de los personajes clave en la llegada de Duque a la Presidencia de la República es Luis Guillermo Echeverri, más conocido como Luigi, un abogado que cuenta con una Maestría en Economía Agrícola de la Universidad de Cornell.

En noviembre pasado, en el fragor de la campaña electoral, publicó una durísima columna en la que cuestionaba, sin media tintas, al mandatario saliente Juan Manuel Santos, arquitecto del proceso de paz con las FARC: "La seguridad democrática, como la política de Estado respaldada por más del 80 % de los colombianos, fue destruida por Santos, al desconocer sus cinco elementos; conceptos que nunca quiso ni logró comprender, pues su objetivo no era otro que comprar con nuestros impuestos y a cualquier precio un acceso a la galería histórica de la efímera fama". Añadía: "Santos cambió la seguridad física para todos; la transparencia en el manejo del Estado; la cohesión social; las libertades y garantías sociales, y la independencia de poderes; por una retórica de falsa paz, manejada con una grasera mediática de miles de millones de pesos".

Luis Guillermo Echeverri junto a Iván Duque en plena pantalla. Foto: Archivo DEF.
Luis Guillermo Echeverri junto a Iván Duque en plena pantalla. Foto: Archivo DEF.

En la misma tónica que Bannon, Olavo de Carvalho y Larroulet, Luigi Echeverri no ahorra críticas al "populismo totalitario que destruyó a Venezuela y a Cuba".

Sin ningún cargo oficial actualmente, el exgerente de la campaña presidencial de Iván Duque se deshace en elogios hacia su jefe político: "Duerme poco, lee mucho, lee rápido, absorbe todo lo que lee, él mismo hace las cuentas, él mismo hace los números, él mismo se prepara las presentaciones, él mismo se prepara los discursos. Es un hombre muy exigente consigo mismo desde el punto de vista académico e intelectual".

Lejos del tinte ideológico que ha primado en Brasil o en Chile, Echeverri apunta a un discurso de transparencia y honestidad, y busca recrear la confianza de las nuevas generaciones en la política: "La estrategia está sembrada en que el futuro es de todos. Es un lugar donde nos podemos encontrar. Iván Duque propone unir a la gente buena de Colombia y representarla, sin tener que apelar a odios de clases ni a dialécticas complejas que pueden terminar siendo la herramienta política con que siempre se engaña a los pueblos. Aportará mucho para que en Colombia salgan nuevos jóvenes que vuelvan a creer en una política limpia y clara. Realmente representa esa lucha contra la corrupción".

Con distintos matices en sus discursos pero un interés común en defender a sus países del avance del comunismo y el populismo, tanto Olavo como Larroulet y Echeverri encarnan el pensamiento de la nueva derecha latinoamericana. Desde el norte, Bannon les guiña el ojo y parece dispuesto a saltar al carro de cualquier proyecto que permita reforzar el giro que la llegada de Trump ha impuesto a la dinámica política de la Región.

LEA MÁS:
Brasil frente al enigma Bolsonaro

Guardar