La ceremonia por el centenario del Armisticio de la Primera Guerra Mundial fue el escenario que despertó, una vez más, una idea que en las últimas décadas vuelve a mencionarse una y otra vez en Europa: la necesidad de crear un ejército europeo para consolidar la integración. En esta ocasión, los desencuentros con el presidente estadounidense Donald Trump y la necesidad de dar nuevos bríos al liderazgo europeo en el mundo parecen ser los desencadenantes del resurgimiento del plan para crear un instrumento militar unificado.
"Los europeos no pueden estar protegidos sin un verdadero ejército europeo", aseveró el presidente francés Emmanuel Macron en una entrevista con la emisora Europe 1 en el marco de los eventos de conmemoración del Armisticio. "Debemos tener una Europa que se defienda por sí sola y que no dependa exclusivamente de los Estados Unidos, y que lo haga de una manera más soberana", agregó.
La iniciativa, que no es nueva, fue impulsada por Macron a lo largo de varios meses y retomó fuerzas ahora. El presidente francés sostuvo en declaraciones a la prensa local que Europa debe protegerse debidamente para hacer frente a una Rusia que "ha demostrado que puede ser amenazante", o frente a "potencias autoritarias que reemergen y se rearman en las fronteras de Europa".
Sus palabras fueron respaldadas unos días más tarde por la canciller alemana Angela Merkel. "Debemos trabajar con vistas a crear un día, un auténtico ejército europeo", dijo ante el Parlamento Europeo.
La idea fue recibida con críticas por el presidente de EE. UU., Donald Trump, quien expresó su rechazo en Twitter: "El presidente de Francia, Macron, ha sugerido que Europa construya su propio ejército para protegerse de EE. UU., China y Rusia. Muy ofensivo, pero quizás Europa debería primero pagar su justa parte de la OTAN, a la que EE. UU. subsidia enormemente".
"La idea del ejército europeo aparece ahora como parte del intento de retomar el camino de la integración europea mediante el instrumento militar", explicó Juan Battaleme, profesor en Ciencia Política, especialista en defensa, política exterior y ciberseguridad. "Asimismo, es una forma de revalidar el liderazgo por parte de Merkel, pero en especial, de Macron, siguiendo con la tradición francesa de autonomía", añadió.
Para Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano, la proximidad de las elecciones europeas previstas para marzo y los desencuentros de ambos líderes europeos con Trump explican que este tema vuelva a tomar relevancia. "La reivindicación es simbólica porque se asocia a la existencia de un ejército europeo al fin de la construcción de la UE", asegura.
De acuerdo con Battaleme, la idea de crear un ejército europeo data desde el fin de la Guerra Fría, y es una iniciativa que gira en torno al objetivo de lograr desarrollar una capacidad militar autónoma de la OTAN, algo que vuelve a cobrar relevancia, en particular, ante el creciente aislacionismo de los EE. UU. de Trump y sus críticas a la participación europea en la Organización. "Sería algo así como una defensa europea para Europa", sintetizó Battaleme.
Los analistas destacan que el objetivo no es superar a la OTAN sino complementarla. "La prioridad la sigue teniendo la OTAN", aseguró Battaleme. "La discusión tiene que ver más bien con el liderazgo europeo, con cuál va a ser de cara al siglo XXI, con una Angela Merkel que se repliega, un Brexit que le quita una de las partes al trípode europeo de sustentabilidad y una Francia que tiene a su presidente en jaque".
Para Arteaga, "el objetivo es marcar su independencia estratégica y eventualmente resolver problemas que enfrente Europa, como terrorismo, cambio climático, y eventualmente, migraciones, cuestiones de fronteras y de reequipamiento militar, independientemente de los movimientos pendulares que siga la política norteamericana".
¿Primeros pasos?
La voluntad francesa de crear estructuras de defensa comunitaria por fuera de la OTAN se materializó en noviembre pasado en coincidencia con las declaraciones de Macron con el lanzamiento de la Iniciativa Europea de Intervención (EI2) que, impulsada por París, busca conformarse como una fuerza conjunta de despliegue rápido que proyecte poderío militar europeo en el exterior.
Integrada por Bélgica, Dinamarca, Estonia, Francia, Alemania, Portugal, España, Países Bajos y Reino Unido, la EI2 es una fuerza flexible, de Estados que buscan desarrollar una cultura estratégica común para potenciar y facilitar acciones militares futuras conjuntas. El objetivo es profundizar la cooperación para la respuesta armada en casos de crisis.
La EI2 se enmarca en la PESCO (Cooperación Estructurada Permanente), la iniciativa de defensa y seguridad común europea lanzada en 2017 con el objetivo de incrementar las inversiones en defensa y profundizar la cooperación en la materia mediante compromisos vinculantes, que está ahora dando sus primeros pasos en cuanto a su implementación.
Aunque la PESCO marcó un hito importante, por las obligaciones y los compromisos que establece, aún queda un largo camino por recorrer para poder hablar de un verdadero Ejército Europeo. El Tratado de Lisboa, firmado en 2007 tras el fracaso del proyecto de la Constitución de Europa, en su artículo 42, especifica que la Política Común de Seguridad y Defensa podrá transformarse en una defensa común cuando así lo decida el Consejo Europeo, pero la decisión deberá tomarse con unanimidad, un escenario que, por el momento, parece lejano.
Como antecedente directo, Arteaga destacó uno que fracasó, cuando en 1954 la Asamblea Francesa no respaldó la creación de la Comunidad Europea de Defensa. "Sin embargo, desde entonces, se invoca cada vez que EE. UU. se distancia de sus aliados europeos o cuestiona la utilidad de la OTAN, o cuando algún gobierno europeo ha deseado una alternativa de defensa frente a la OTAN", explicó el investigador.
"Los tratados permiten la creación de un Ejército Europeo siempre y cuando todos los Estados miembros lo deseen, algo que por ahora no ocurre, aunque la unilateralidad del aliado estadounidense comienza a sembrar dudas. Mientras, prima la billetera (evitar gastos) por sobre el corazón (autonomía estratégica)", concluyó Arteaga.