La integración latinoamericana, ¿en terapia intensiva?

Por factores internos, pero también externos, los procesos de integración de los países de la región atraviesan una fuerte crisis, en algunos casos casi terminal; el analista internacional Federico Merke, en diálogo con DEF, señaló que existen “signos de agotamiento” en los distintos bloques regionales. Por Nadia Nasanovsky.

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El edificio de la sede
El edificio de la sede de UNASUR en Ecuador.

En 2014, en Quito, se inauguró con el nombre del expresidente argentino Néstor Kirchner la sede de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en la cual se invirtieron cuarenta y cinco millones de dólares. Hoy, ese mismo edificio se convertirá en la Universidad de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas del Ecuador, según anunció el presidente Lenín Moreno. "La falta de consenso entre los países que componen la Unasur ha provocado que la mitad de ellos la abandonen y que las oficinas sean reubicadas a otro edificio", explicó el mandatario.

Aunque sin llegar al abandono que atraviesa esta Unión de Naciones, la salud del resto de las organizaciones de integración regional de América Latina, que hasta hace pocos años parecía inquebrantable, también se ve hoy debilitada por factores intrínsecos, como los ideológicos, pero también externos, como el contexto internacional de creciente proteccionismo.

En diálogo con DEF, Federico Merke, director de la licenciatura en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés, brindó un diagnóstico pesimista, sin señales positivas en el corto plazo.

Federico Merke, en el campus
Federico Merke, en el campus de la Universidad de San Andrés. Foto: Fernando Calzada.

-En el escenario actual, ¿Cuáles son las organizaciones de integración regional que parecen estar en retirada en América Latina? ¿Hay, por el contrario, alguna que se haya visto fortalecida?
-En general, no veo que nada vinculado con la integración regional se esté fortaleciendo, al contrario, veo signos de agotamiento. Lo que se podría destacar, en todo caso, es la Alianza del Pacífico por el impulso que ha cobrado, pero en realidad tiene poco de integración y más de proyección hacia afuera.

-A pesar de ello, ¿es la Alianza del Pacífico la gran ganadora de esta nueva década?
-La Alianza del Pacífico ha obtenido un capital político internacional bastante más alto que sus logros. Se presenta como un esquema moderno de integración, pero a mi modo de ver, se trató de poner un sello a países cuyos modelos domésticos e internacionales ya estaban diseñados de antemano. En otras palabras, creo que es un juego más de coordinación, que de cooperación, porque cooperar implica alterar tus conductas para arribar a equilibrios, y no veo que estos países hayan alterado algo para tener que construir la Alianza. Las exportaciones de estos países se dirigen principalmente a Estados Unidos, China y Europa; es muy poco lo que comercian entre ellos. Eso no le quita mérito, pero sí creo que la Alianza está sobrevaluada.

-¿Se puede pensar en una integración de los dos bloques, el Mercosur y la Alianza del Pacífico?
-Días atrás la Alianza y el Mercosur acordaron incrementar el comercio entre ambos bloques, pero lo veo más como una actitud defensiva frente al proteccionismo en ascenso a nivel global, que como una postura ofensiva. En verdad, los incentivos económicos para promover grandes acuerdos de integración son relativamente bajos. La Argentina exporta a Egipto tres veces más de lo que exporta a Colombia, y su comercio con Perú es similar al que tiene con un país muy distante como Corea del Sur. No alcanza la sintonía ideológica si no hay actores de la sociedad y del mercado empujando hacia la integración.

Los presidentes de los países
Los presidentes de los países miembros de la Alianza del Pacífico junto a Luis Alberto Moreno, presidente del BID, en la XIII Cumbre del bloque en Puerto Vallarta, México. Foto: AFP.

-¿Si hubiera un ranking de organizaciones más debilitadas y más fortalecidas, en qué posición ubicaría al Mercosur?
-Comparado con otras organizaciones, el Mercosur sigue siendo relevante, pero se encuentra atrapado en los límites de su propio diseño. El arancel externo común ha sido una enorme restricción para acordar con otros bloques, y estamos quedando afuera de los grandes movimientos comerciales que están teniendo lugar en Asia, principalmente. En los últimos años, el Mercosur expandió sus agencias y espacios de cooperación en distintos temas. Esto puede verse como un avance, pero yo lo veo como el síntoma de una ausencia de rumbo que facilitó que distintos actores empujaran sus propias agendas sin una clara dirección de hacia dónde se quería llevar al bloque. Si a esto le sumamos que la negociación con la Unión Europea se sigue dilatando, no veo señales positivas en el corto plazo. Quizás esto nos lleve a pensar no, si queremos o no Mercosur, sino qué tipo de Mercosur queremos.

-¿Estamos asistiendo al ocaso de la UNASUR?
-Estimo que sí. En América Latina casi nada se extingue por completo. Los proyectos regionales perduran como capas geológicas que van sedimentando. Pero la UNASUR tuvo su origen muy particular porque nunca tuvo que ver con el comercio, sino más bien con la formación de un bloque político que buscaba resolver los problemas de la región sin tener que utilizar otras instituciones como la OEA. De esta forma, siempre estuvo muy supeditada a las orientaciones diplomáticas e ideológicas de sus miembros. Esto significa que un regreso de coaliciones más nacionalistas podría buscar resucitarla, pero ese escenario es aún bastante lejano.

En América Latina casi nada se extingue por completo. Los proyectos regionales perduran como capas geológicas que van sedimentando

-¿Se prevé algún cambio de relevancia a partir de la asunción de López Obrador en México?
-México tiene una restricción enorme para proyectarse hacia América Latina porque su diplomacia, su seguridad y su economía están muy atadas a las dinámicas que tienen lugar en Estados Unidos y en América Central. Esto le quita recursos para pensar más allá del sur de Panamá. Y acá no importa mucho la orientación ideológica, esto es estructural. A esto, hay que sumarle que López Obrador llega con una agenda, que es fundamentalmente doméstica, y que tiene que ver con la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la seguridad. He leído varios de sus discursos y no veo una mirada de mundo ni de región, es una mirada de los problemas mexicanos y de cómo lidiar con Estados Unidos.

No alcanza la sintonía ideológica si no hay actores de la sociedad y del mercado empujando hacia la integración.

-Dado este panorama regional, sumado a la guerra comercial a la que EE. UU. y China están arrastrando al mundo, en su opinión, ¿qué debería hacer la Argentina? ¿Seguir apostando por el Mercosur? ¿Enfocarse en acuerdos bilaterales?
-El Mercosur representa más o menos el 20 % de nuestro comercio y por eso es y seguirá siendo clave para la Argentina. Para Brasil, el porcentaje es menor. Pero el Mercosur son tres cosas: paz, democracia y comercio, de modo que si el Mercosur no existiera habría que inventarlo. Quizás no del modo en que hoy existe, pero sí algo similar. El problema es que la Argentina no puede quedarse solo con el Mercosur. Su futuro está en Asia, y no solo en China, sino en la India, Tailandia o Vietnam, y en el norte y sur de África principalmente. La argentina exporta a Vietnam el doble de lo que le exportamos a Uruguay, y nuestro comercio con Indonesia es similar al que tenemos con Paraguay. Y lo que estimo es que las posibilidades de incrementar nuestro comercio son más altas en Asia y en África que en la región, que ya está bastante madura en cuanto a nuestra densidad comercial. El desafío es que para sumar volumen en Asia hace falta sumar volumen internamente a través de empresas exportadoras que agreguen valor a lo que hacen y se apoyen en la inversión estatal que hace falta para mejorar la infraestructura y disminuir los costos de transporte. Estar lejos de los puntos calientes geopolíticos es una bendición, pero estar lejos de los centros de gravedad económicos es un desafío que solo podemos enfrentar cooperando con nuestros vecinos.

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