Desde hace cuatro años, la doctora Denise Crespo trabaja en el Sanatorio Colegiales, ubicado en el barrio homónimo de la ciudad de Buenos Aires. Lucha contra el COVID-19 desde el comienzo de la pandemia, incluso desde antes de que se tuviera real conocimiento de los alcances de este virus. Precisamente, esta falta de conocimiento inicial la llevó a contraer coronavirus y a contagiar a su pareja.
-¿Cómo fueron los primeros tiempos de la pandemia?
-Como la clínica de la enfermedad varía mucho –no se trata solo de pacientes con fiebre y dificultad respiratoria que hoy sabemos identificar–, al principio, muchos casos pasaban desapercibidos y no eran testeados por desconocimiento. Esta realidad llevó a replicar los contagios, hasta que la experiencia nos permitió manejarnos mejor. En todos lados, pasó lo mismo, ya que lo que antes era un cuadro común se transformó en una alarma para tomar determinadas medidas.
-¿Fueron muchos los contagios en el Sanatorio?
-Sí. Calculo que más del 80 por ciento del personal –médicos, enfermeros, mucamos, personal administrativo– tuvo COVID-19. Es una estimación porque, con seguridad, hubo también asintomáticos que no se registraron hasta que comenzaron los testeos.
-¿Qué cambió en la forma de trabajar?
-Creo que lo más importante es que empezamos a atender con temor. Cuando llega un paciente, no sabemos si es positivo y, más allá del motivo por el cual haya venido, siempre existe la sospecha de que pueda tener COVID-19. También cambió nuestra forma de vestir y, la verdad, los equipos de protección personal son muy molestos a la hora de trabajar. Si a la gente le incomoda el barbijo para andar por la calle, imaginate cómo nos sentiremos nosotros, que andamos subiendo escaleras y moviéndonos de un lado a otro constantemente. También son complicadas las marcas en la piel que producen los equipos de protección, las irritaciones y el alcohol en gel para el lavado de manos, que produce dermatitis. En otro orden, aumentó muchísimo el trabajo, no solo por la cantidad de pacientes, sino por los turnos extras que debemos hacer para cubrir a los compañeros que se enferman.
-En un comienzo, se escuchaban muchas quejas respecto de la falta de insumos. ¿Cuentan en la actualidad con el material necesario?
-Durante las primeras semanas de la pandemia, no teníamos equipos suficientes, pero ahora nos proveen de todo. Usamos tapabocas, máscara facial, camisolines hemorepelentes y otros comunes.
-¿Alcanza con el traje y las precauciones?
-No. Yo, al igual que muchos compañeros, pese a haber tomado todos los cuidados, me contagié. El riesgo está siempre para todos. En un comienzo, los familiares podían ver a los pacientes internados por otras causas, pero ahora se prohibió porque no se sabe si son asintomáticos y nadie puede ir al sanatorio. Esto lleva a que haya muchos casos de pacientes que van a la guardia y ellos mismos o sus familias no quieran quedar internados porque saben que no podrán visitarlos. No es un tema menor, ya que la parte psicológica de los pacientes es clave en la recuperación. Por eso, es mejor si pueden quedarse en su casa. Los pacientes jóvenes entienden la situación, pero los mayores empiezan a sentirse confundidos, no saben dónde están, por qué no ven a la familia, todos se quejan de que se sienten muy solos. La sensación es de abandono.
-¿Alguna vez tuviste miedo?
-Sí, da miedo no saber qué puede pasar y ser consciente de nuestro propio desconocimiento. Otro momento difícil fue cuando me enfermé, porque, aunque sabía que estadísticamente, por mi edad y mi salud general, no debería pasarme nada grave, fue inevitable sentir temor.
EN CARNE PROPIA
-¿Tenés idea de cómo te contagiaste de COVID-19?
-Sospecho que de una paciente a quien el hisopado le dio negativo en una primera instancia. Con diagnóstico de neumonía, yo la atendía sin la protección adecuada y recién en un segundo hisopado, realizado a raíz de que no mejoraba, dio positivo.
-¿Qué síntomas tuviste?
-Después de una noche de guardia, me sentí muy cansada. Al llegar a casa, me tomé la temperatura, me hisopé y ya al día siguiente no fui a trabajar porque sospechaba que era positivo. No me equivoqué. A los dos días, mi pareja empezó con los mismos síntomas: mucha fiebre, dolor de cuerpo, de cabeza, tos y alguna dificultad para respirar que quedó un poco residual. Nada grave. En poco tiempo, fue como un resfrío muy fuerte.
-¿Te cambió la percepción de la enfermedad después de haberla sufrido?
-Sí. Porque, si fue una experiencia muy fea para mí que soy joven, no puedo dejar de pensar en cómo será para un adulto mayor que suma otras dificultades. Cuando veo a la gente en la calle, pienso que no tiene idea de a qué se está exponiendo y que sigue pensando que se trata de una gripe que mata a la gente vieja. Se equivocan. Yo he visto casos de jóvenes, de niños. Me preocupa la falta de distanciamiento social y la exposición a riesgos innecesaria.
-¿Qué ocurre con el tema de la inmunidad?
-No se sabe demasiado. Si se generan anticuerpos, duran entre dos y tres meses, pero no está comprobado con certeza, por lo cual me sigo cuidando. Y aunque estoy más tranquila, sé que hay casos de reactivación del virus. Hoy sabemos que queda en el organismo y puede reactivarse ante una baja de las defensas. No se trata de una reinfección, sino de una reactivación. Incluso hemos visto casos en los que llega a ser peor que el primer contagio. Es un comportamiento habitual de los virus y esto no es diferente. Tengo compañeros que se curaron y posteriormente hicieron neumonías graves. En la actualidad, está todo en estudio.
-En este momento, solo se habla del coronavirus. La pregunta es: ¿no hay gente que muere por otras causas?
-Sí, claro. Hay gente que entra por otros cuadros y, al ser hisopada por protocolo, da positivo. A veces, es a la inversa: alguien ingresa con un cuadro de neumonía que de inmediato es asociado al virus y resulta que, hechos los estudios, se comprueba que no lo tiene. Algo que quiero aclarar, porque hay muchos rumores al respecto, es que resulta imposible que se inventen las causas de muerte, porque los registros son rigurosos.
-¿Qué ocurre cuando muere un paciente?
-Hay un procedimiento específico: el familiar tiene tres horas para ir a reconocer el cuerpo y no puede permanecer más de dos o tres minutos. No se lo puede tocar y se aísla todo porque el virus permanece en la superficie. No se permite entrar después de esas tres horas, porque es muy peligroso para quienes tienen que manipular el cuerpo. Esta es la razón por la cual debe ser sacado del sanatorio y llevado al crematorio. No se trata de algo caprichoso y no hay excepciones.
-¿Hubo algún caso en particular que te haya impactado?
-Un caso no, pero sí el hecho de ver morir a personas que, habiendo llegado en buen estado al sanatorio, contrajeron la enfermedad contagiadas por un familiar negligente. También el hecho de ver a compañeros que se enferman y terminan en terapia. Es muy triste.
-¿Qué opinión te merece la vacuna?
-Le tengo fe, como a todas las vacunas, y tengo la esperanza de que salga pronto porque va a ayudar a bajar el nivel de mortalidad, en especial de la gente mayor.
*Esta nota fue producida y escrita por un miembro del equipo de redacción de DEF
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