“El mundo está cambiando”, afirmó, sin vueltas, el analista y consultor Marcelo Elizondo durante el encuentro virtual titulado “Economía, negocios y desarrollo sostenible. Claves para la prosperidad y la inclusión social”, organizado por la Universidad del CEMA y por la Fundación Criteria. Durante el evento, Elizondo además se refirió a la incidencia que tendrán algunos cambios actuales en un futuro cercano.
El especialista detalló que, más allá de los intereses económicos, también comenzarán a tener peso normas cualitativas que afectan la capacidad de integración y de generación de bloques entre los países. En ese sentido, mencionó que una de las oficinas independientes de la Unión Europea –que se encarga de controlar el respeto a determinadas normas— advirtió que el Mercosur podría estar violando algunas de naturaleza ambiental, lo que, quizá, detendría el avance de ciertos acuerdos.
De hecho, el consultor en negocios internacionales explicó que el acuerdo entre Estados Unidos, Canadá y México debió incorporar normas no comerciales con el objetivo de asegurar estándares de producción similares. “En el mundo, hay un cambio de mayor relevancia en los procesos de integración de cuestiones no económicas”, sintetizó.
Para Elizondo, en el presente, las alianzas entre países tienen que ver con misiones comunes sobre el modo de organizar la política, la sociedad y la economía. En el contexto de las relaciones internacionales, empiezan a aparecer temas vinculados con la geopolítica, tanto a favor como en contra. Por ejemplo, hace pocos meses, Australia –que tiene a China como uno de sus principales socios comerciales— pidió ante la Organización Mundial de la Salud una investigación por el inicio de la pandemia en el gigante asiático.
NUEVOS ESCENARIOS
“Hay tres condiciones críticas para que las empresas tengan éxito en el mundo de hoy”, confesó Elizondo y sostuvo que la primera de ellas es la innovación. Según él, las firmas deben poder desarrollar cualidades suficientes para enfrentarse a la economía intangible: “Es un mundo de disrupción permanente. En el siglo XXI, las empresas ya no pueden enamorarse de sus productos, porque el ciclo de vida se ha acortado muchísimo. Es mejor tener firmas preparadas que productos exitosos”, indicó.
“La segunda cualidad es la reputación. Ese intangible por el cual son preferidos en el mercado, aun cuando las prestaciones objetivas no son muy distintas de las de la competencia”, explicó. Para el consultor, esta característica que deben reunir las firmas privadas está estrechamente vinculada a la sostenibilidad porque, en el mundo hacia el que nos dirigimos, los consumidores, reguladores y los clientes exigirán cada vez mayores estándares y comportamientos virtuosos por parte de las empresas. “Vamos a un escenario en el que hay mayores exigencias vinculadas con lo ambiental, con lo sanitario, con los derechos de los trabajadores y con normas en las cadenas de producción”.
En ese sentido, el experto manifestó que, en la actualidad, las firmas comienzan a adoptar características humanas: son más sensibles a ciertas temáticas e, incluso, toman partido por determinados ideales ajenos al marketing. Finalmente, entre las características que deben adoptar las empresas, se encuentra una firme arquitectura de vínculos: “No pueden cumplir con estas crecientes exigencias si, además, no tienen aliados. Hay que crear redes”.
VALORES Y EDUCACIÓN
“Entre otras disrupciones, las disciplinas temáticas están quedando muy viejas. Los límites entre ellas se van diluyendo. Un gran profesor dice que, solo para la comodidad de la ciencia, la realidad está dividida en disciplinas. Eso era más fácil hace unos años, hoy es cada vez más complejo”, planteó Marcelo Elizondo, quien además resaltó que la idea de sostenibilidad se vincula con las condiciones ambientales y que, en ese contexto, el ser humano es uno de los recursos más importantes.
Por ello, el consultor sugiere pensar en sostenibilidad en términos de cambio social y de cómo revalorizamos el rol de la persona, y la única manera de hacerlo es permitirle ejercer sus capacidades en procesos de generación de valor. “En ese marco, la educación es un elemento crítico, porque es la provisión de información para la acción”, detalló.
VELOCIDADES
“La distancia entre los eventos disruptivos es cada vez menor”, advirtió Elizondo, quien también planteó la idea de que es muy difícil predecir en estos tiempos. “Disruptio, en latín, es romper el rumbo. Yo creo que vamos a un mundo cada vez menos homogéneo, de líderes tecnológicos, en el que Estados Unidos y China llevan la delantera. Y, pese a que parten del mismo soporte de condición de país desarrollado, Europa viene muy atrás si tenemos en cuenta la cantidad de patentes que se solicitan por año. Por año, Corea del Sur patenta más que toda Europa. Creo que tenemos distintas velocidades”, agregó.
Para el experto, la primera velocidad está vinculada a la generación de conocimientos, entendida como la creación de novedades incorporada en bienes y servicios. Otra velocidad está ligada a la adaptación al escenario de cambio. Finalmente, se incorpora un tercer elemento que se relaciona con el modo en el que se enfrenta el problema. “Ahí donde haya dificultades sociales y ambientales, probablemente haya menos capacidad de enfrentar otros desafíos. Esto me lleva a un tema polémico, yo creo que hay algo que atraviesa una profunda crisis en el mundo: el Estado como ordenador de los fenómenos sociales. El Estado no puede impedir que un virus pase a través de la frontera”, alertó, al tiempo que detalló que otro gran desafío de estos tiempos tiene que ver con cómo se generarán espacios públicos que superen la debilidad creciente del Estado.
“El mundo al que vamos es múltiple y complejo. Hay muchos factores autónomos vinculados. Además, es complejo porque actúan entre sí generando una maraña de condiciones. Aparece el tema ambiental, el social, el ecológico, y la geopolítica”, advirtió Elizondo, quien también agregó que se trata de un escenario en el que conviven la disputa y los consensos. A modo de ejemplo, el analista retomó la relación entre EE. UU. y China, países que, si bien tienen un conflicto por el liderazgo tecnológico que se manifiesta por ver cuál de ellos tiene el poder de generar estándares, son, a su vez, socios comerciales. “Una cosa no desplaza a la otra. Disputa creciente, pero integración comercial. Lo geopolítico va a convivir con la globalidad económica”, argumentó, durante el evento de la UCEMA y Criteria.
Durante el encuentro, Elizondo dejó en claro que observa que el mundo va hacia espacios de confluencia, dentro de los cuales hay alianzas regulatorias. “Los que están de acuerdo van a estar adentro. Los que no, afuera. Tenemos estándares comunes que pueden ser interpretados como un conjunto de pautas que todos acordamos respetar. Esto sirve para lo ambiental, pero para otras cuestiones también, como, por ejemplo, el respeto a la propiedad intelectual”, reflexionó.
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