Para entender la importancia que reviste el Hospital Militar Reubicable (HMR) de la Fuerza Aérea, es imprescindible conocer su trayectoria. “Estuvo en Comodoro Rivadavia, durante el conflicto de Malvinas. Luego, en Mozambique. Más tarde, lo hizo en Kosovo. También atendió durante el terremoto que afectó a Chile en 2010 y se instaló en Haití desde 2004 hasta 2017”, indica su directora actual, la vicecomodoro Daniela Ibarra. Un dato: ella fue médica de este hospital en Haití y, allí le tocó atender a la población afectada por el huracán que azotó a la isla en 2016.
Hoy, a ella, le toca vivir un nuevo desafío: ser la responsable de este hospital durante una pandemia. ¿Cómo lo vive? “Siento una gran responsabilidad, no solo por los pacientes, sino también por el personal que tengo a cargo. Desde que se activó nuestro hospital reubicable, ya han sido internados 110 pacientes COVID-19 positivo”, relata. Las cifras cambian día a día, pero el protocolo es el mismo para todos: cuando los pacientes ingresan, se les realiza el triage en el Hospital Aeronáutico Central. Aquellos que presentan síntomas de leves a moderados y con compromiso respiratorio sin complicaciones, son trasladados al reubicable para completar el aislamiento.
Caballo de batalla
EL HMR está integrado por 12 módulos que se conectan entre sí y que pueden ser desplegados en cualquier tipo de superficie. Dentro de ellos, hay 24 camas de internación, dos camas de terapia intensiva, área de triage, office de enfermería, sala de médicos, área de descanso y baños.
En este momento, detalla su directora, el plantel de profesionales está integrado por 15 enfermeros, 20 médicos especialistas en clínica médica, y cuenta con el apoyo de las especialidades del Hospital Aeronáutico Central y de otras unidades de la Fuerza.
“La actividad es las 24 horas, los siete días de la semana: se inicia al tomar la guardia a las ocho de la mañana, con los médicos y enfermeros. En esta oportunidad, se realiza el pase con las novedades surgidas, y los pacientes son examinados por turno. Además, los médicos se ocupan de la confección de las altas, las epicrisis, el control de las planillas SISA (planillas del Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino) y la coordinación de traslados, ya que este es el punto de salida de los pacientes positivos para COVID-19 una vez que cumplen con el aislamiento”, explica la vicecomodoro, en referencia a las jornadas que vive en estos tiempos.
En ese contexto, Ibarra resalta el rol que cumplen los enfermeros y el trabajo que realizan, desde su encargado, el suboficial principal Adrián Ortiz hacia abajo. “Ellos son los que están en la primera línea y expuestos la mayor cantidad de tiempo, porque no solo llevan adelante tareas asistenciales, sino que realizan las logísticas y administrativas”, comenta.
Sin bajar la guardia
“La preocupación por el contagio existe, aunque, a esta altura, el nivel de incertidumbre y de temor fue disminuyendo a medida que fuimos sumando conocimiento y experiencia”. Sin embargo, aclara que sigue instando en forma permanente al personal “a no bajar la guardia”, en lo referido a los controles y al cumplimiento de los protocolos. La doctora agrega que los profesionales que atienden en el HMR logran cumplir sus funciones con responsabilidad y dedicación, aun cuando se perciben en ellos sentimientos de angustia y miedo por los peligros “lógicos y razonables que supone el desarrollo de sus funciones”. Incluso, detalla que algunos de ellos han debido alejarse de sus seres queridos para no exponerlos al virus.
Haití, una experiencia fortalecedora para sobrellevar la pandemia
Antes de dirigir el hospital, Ibarra participó de la misión de paz en Haití. Allí, durante seis meses y como profesional de la sanidad militar, pudo realizar traslados aéreos y atendió patologías vinculadas a enfermedades infectológicas, como dengue, malaria, cólera y tuberculosis. “Profesionalmente, viví una experiencia inolvidable y única. Recuerdo que también concurríamos a los orfanatos para poder asistir a los niños que habían perdido a sus padres durante el huracán. Guardo en mi memoria, muy especialmente y con cierta nostalgia, el día en el que me tocó atender el parto de una mujer haitiana, cuya niña lleva mi nombre: Daniela Bocagge”, confiesa, emocionada.
Al haber sido destinada en el HMR, la vicecomodoro conoce su funcionamiento y está familiarizada con sus características: “Después de tantas vivencias, tanto profesionales como personales, siento que esa experiencia me fortaleció para poder afrontar la nueva misión que nos toca llevar adelante durante la pandemia provocada por el COVID-19. Además, siento una gran responsabilidad, porque este hospital tiene una significativa historia, en lo que refiere a apoyo sanitario en los distintos despliegues, dentro de la Fuerza Aérea”.
Médica militar
La vocación de servicio que experimentan los médicos, en Ibarra, se mezcla con la militar. Ella se describe como una apasionada por su especialidad: la gastroenterología y la endoscopía. Sin embargo, como profesional de la sanidad castrense, pudo realizar traslados aéreos, participó de misiones de ayuda humanitaria y se desplegó en zonas inhóspitas, como la Antártida.
“Después de 23 años de servicio, y de haber pasado por varios destinos y misiones, siento que la Fuerza Aérea me permitió evolucionar como persona, como profesional y militar. La honro cumpliendo mis funciones con total entrega. Me siento orgullosa de pertenecer”, finaliza durante uno de sus breves descansos antes de continuar atendiendo en una de las tantas jornadas agotadoras que le toca vivir en tiempos de pandemia.
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