De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), las vacunación es — luego de la introducción del agua potable—la contribución más importantes a la hora de prevenir enfermedades. Como explica el jefe de la División Infectología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, doctor Daniel Ricardo Stecher, “la vacuna es un mecanismo por el cual a las personas se les administra un preparado similar a lo que sería un agente agente etiológico (un virus o una bacteria) que produce una enfermedad pero que, en vez de producir la enfermedad, estimula la defensa del organismo. De esa manera, lo que se logra es que el paciente quede inmune para esa enfermedad”.
Si la mayoría de las personas de una comunidad están inmunizadas, se puede afirmar que están protegidas. Por este mismo motivo se puede sostener que, en el caso de que una enfermedad aparezca en esa comunidad, la misma no podría diseminarse porque no encontraría a personas sin defensas. Este efecto de protección indirecta se lo denomina “efecto rebaño” o “vacunación colectiva”; por eso, Stecher explica que la vacuna es una intervención social: “Probablemente, si yo no quiero tomar un medicamento, me enferme y me muera, pero ese va a ser mi problema. En cambio, si yo no me quiero vacunar, contribuyo a que el virus siga circulando y afectando al resto de la población. Es importante entender que las vacunas no son solo para la protección personal sino para beneficio de la comunidad”
De acuerdo al Ministerio de Salud, un hito en la salud pública mundial fue la erradicación de la viruela en 1980. Actualmente, se trabaja para erradicar la poliomielitis; en nuestro país, y gracias a las vacunas, el último caso de poliomielitis fue en 1984, el de difteria en el 2006, el último de caso de tétanos neonatal se registró en 2007, y se logró reducir en más del 96% los casos de trasplante hepáticos infantil por el virus de la hepatitis A. En todos los casos mencionados anteriormente, las políticas de Estado fueron clave para poder alcanzar estos logros.
Hay que entender que las vacunas no son solo para la protección personal sino para beneficio de la comunidad.
En Argentina, todas las vacunas contempladas en el Calendario Nacional están disponibles de forma gratuita en los vacunatorios, centros de salud y hospitales públicos del país. Pero, ¿sabemos que contamos con uno de los mejores calendarios de vacunación de la Región?, Sobre esto, la reaparición de viejas enfermedades, la cobertura nacional, y varias cosas más, el doctor Stecher conversó con DEF.
-¿Las vacunas eliminan enfermedades?
-Hablamos de “control” cuando se limita el número de casos y de “eliminación” cuando no hay casos. Pero persiste la existencia del agente productor de la enfermedad y de erradicación, cuando no hay casos y se erradicó al agente etiológico. El ejemplo de esto último concepto es la viruela, que pudo erradicarse con una campaña mundial de vacunación porque el único reservorio es el ser humano. En el caso de la poliomielitis, si bien la OMS anunció recientemente la erradicación de dos de los tres virus productores de esta enfermedad (los poliovirus 2 y 3), es necesario continuar con la vacunación dado que persiste la circulación de otros virus de polio. La mayoría de las enfermedades tienen reservorios que hacen que no se puedan eliminar o erradicar, por ejemplo, la gripe, cuyo reservorio son las aves. En esos casos, lo que se hace es controlarlas a través de la cobertura de vacunación..
-¿Por qué volvió el sarampión?
-El sarampión es una enfermedad que no se puede erradicar, entonces se intenta controlar y eliminar la circulación viral. De hecho, Argentina, a merced de una tarea de vacunación, vigilancia, y notificación de casos sospechosos, cuenta con la certificación de eliminación y erradicación del sarampión y rubéola congénita otorgada por la Organización Panamericana de la Salud.
El sarampión es una enfermedad que no se puede erradicar, entonces se intenta controlarlo y eliminar la circulación viral. Argentina cuenta con la certificación de eliminación y erradicación del sarampión y rubéola congénita otorgada por la OPS.
-¿Y qué pasó entonces?
-En este momento, lo que ocurre es que hay varios países del mundo en los que la vacunación no alcanza los niveles necesarios para controlar al sarampión, incluso países europeos como Alemania, Francia e Italia. Esto genera es que el virus circule rápidamente (por ejemplo, a través del turismo), y regrese en países en donde ya no estaba. Si estos países tienen las coberturas por debajo de lo óptimo, el virus se reintroduce y comienzan a verse caso de enfermedad. Venezuela, por ejemplo, tuvo una crisis sociopolítica, y sanitaria. Allí, se registró una importante cantidad de casos de sarampión y por la emigración, comenzó a circular por el resto del continente y generó un gran impacto en Brasil, que ha perdido la certificación porque el virus circula desde hace más de un año.
-¿En qué situación estamos?
-Argentina, a pesar de los casos que tenemos, todavía mantiene la certificación. Además, no es lo mismo nuestro país con 80 casos que San Pablo, Brasil, con 7 mil. Son situaciones distintas. Hablando de coberturas, queda mucho por mejorar. La gente tiene que entender que, el hecho de que no vea una enfermedad, no quiere decir que ésta no esté y que pueden dejar de vacunarse. El pensamiento habitual es si no está la enfermedad ¿para qué me voy a vacunar? La respuesta es que, si no se vacunan y bajan las coberturas, la enfermedad vuelve.
-¿Qué rol tienen los movimientos antivacunas?
-En lugares como Estados Unidos y Europa tienen una fuerte presencia e impactan negativamente sobre la vacunación. En nuestro país existen, pero con menor importancia.
-Hay un grupo etario al que apuntan la mayoría de las vacunas: ancianos y niños, ¿qué ocurre con los que quedan afuera, por ejemplo, los jóvenes?
-La vacunación fue pensada para niños (allá por la década del ´50) y, posteriormente, se incorporaron los adolescentes y los adultos. Esto se realizaba así por dos motivos: primero, porque este último grupo tienen enfermedades que merecen vacunas; y, segundo, porque garantizo que si vacuno a un adulto, evito que se infecte y contagie a los más chicos (siempre teniendo en cuenta que estos niños se podrían infectar pero que, por ser demasiado pequeños, aún no se encuentran en edad de recibir algunas vacunas). En Argentina, nuestro calendario incluye vacunas para todas las edades, desde recién nacidos hasta adultos mayores. Quizás, el problema radica en la difusión y en el desconocimiento, tanto de las personas como de los profesionales. Tenemos que insistir en educar al médico y a la población para mejorar las coberturas de vacunación de los adultos.
Tenemos que insistir en educar al médico y a la población para mejorar las coberturas de vacunación de los adultos.
-¿Cómo calificarías al calendario de vacunación argentino?
-Me animaría a decir que es uno de los más completos de la Región y del mundo. El calendario es obligatorio y gratuito, de manera que toda la población puede acceder a la vacunación. Así, es como el estado garantiza la salud de la población.
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