“Cómo ha cambiado todo, sin cambiar en el fondo”, escribía Franz Kafka. Desde la revolución industrial, el proceso migratorio corre en un solo sentido en todo el mundo: del campo a la ciudad, del verde vegetación al gris cemento. A pesar de las desventajas y problemas que ocasionan las grandes ciudades, el modelo económico de producción nos sigue obligando a vivir en las urbes o en sus alrededores. Vale decir, sin embargo, que las ciudades del siglo XXI no son iguales que las ciudades industriales sobre las que escribió Dickens. ¿Las problemáticas de las ciudades de hoy son las mismas de siempre? Para Mercedes Di Virgilio, socióloga e investigadora de la Universidad de Buenos Aires especialista en urbanización, son “las mismas etiquetas pero con diferente contenido”, y los principales problemas son de distribución ―“vivimos en ciudades muy desiguales”―. La materia es especialmente relevante si consideramos que, según el Banco Mundial, 9 de cada 10 argentinos vive en ciudades.
-¿A qué considera que se debe esta distribución, mucho más acentuada que en otras partes del mundo?
Argentina tuvo un proceso de urbanización más rápido que el resto de los países de América Latina. Fue un proceso que se dio en forma bastante acelerada desde fines del siglo xix, en parte tributario de la ola de inmigración que vivió el país desde 1880 hasta 1930, que nutrió fuertemente las ciudades. Ese es el factor más importante que explica el alto índice de urbanización de la Argentina.
Argentina tuvo un proceso de urbanización más rápido que el resto de los países de América Latina. Fue un proceso que se dio en forma bastante acelerada desde fines del siglo xix, en parte tributario de la ola de inmigración que vivió el país desde 1880 hasta 1930.
-¿Por qué el principal movimiento migratorio histórico es de los espacios rurales a la ciudad?
La explicación no está en los fenómenos urbanos sino en los económicos. Hay un cambio en el modelo de desarrollo, o en los modelos de desarrollo, que permite entender esos modelos de migración. El primer cambio se produjo durante las décadas del modelo de sustitución de importaciones. Eso marcó fuertemente el proceso de migración del campo a la ciudad, y, en la actualidad, lo que permite entender por qué la gente elige vivir en ciudades es el hecho de que la actividad agropecuaria y agroindustrial cambió por completo; ya no es una actividad de mano de obra intensiva que requiere gente viviendo en el campo, sino que se modificó y eso hizo que variara la pauta residencia
-¿La gente que migra elige con libertad mudarse a las ciudades? ¿Hay algo más por fuera de lo económico?
Ningún movimiento residencial obedece a una elección pura. No es que la gente vive donde elige, vive donde puede. Ese “vive donde puede” responde, en parte, a las dinámicas del mercado del trabajo y, en parte, a las dinámicas del mercado inmobiliario. Y, en la parte que resta, a una decisión personal o familiar.
“No es que la gente vive donde quiere; vive donde puede. Ese “vive donde puede” responde en parte a las dinámicas del mercado del trabajo, y en parte a las dinámicas del mercado inmobiliario”.
-¿Cuáles son los principales problemas de las grandes urbes latinoamericanas?
Hay patrones que se repiten. Uno de los fenómenos al que más atención hay que prestarle es el de la extensión, el crecimiento de las regiones metropolitanas. Muchas veces, ese crecimiento se da a expensas de la provisión de servicios, llámense agua, cloacas, recolección de residuos, etc. Son crecimientos con bajas densidades. La bibliografía plantea que la densidad tiene efectos positivos: hace a una ciudad más sustentable, menos costosa. Obviamente, hay óptimos de densificación, porque se corre el riesgo de que las ciudades se densifiquen por demás y ahí se producen otros problemas, pero las regiones metropolitanas de Latinoamérica, y en particular de Argentina, no tienen este problema, sino que son regiones metropolitanas que crecen con densidades muy bajas. El problema es el de la extensión de esa mancha urbana.
-¿El sistema hídrico es un problema?
Sí. En la región metropolitana de Buenos Aires es importante el saneamiento de las cuencas que atraviesan la región y el tema de las inundaciones. El tema hídrico es muy problemático, porque afecta a las poblaciones de distintas maneras, con inundaciones, contaminación de las cuencas, calidad del agua a la que se accede. En las áreas de la región metropolitana en las que no hay conexión a una red, la calidad del agua a la que se accede es muy baja, es agua de mala calidad. Eso también genera un problema muy serio, porque la napa a la que se accede para sacar agua está contaminada. Otro problema es la movilidad: el tiempo que uno tarda en los traslados cotidianos, ya sea para ir a estudiar, para ir a trabajar, para atender a necesidades reproductivas, hacer compras. Hay que evaluar la cantidad de horas de viaje y cuánto representan de las horas dedicadas al trabajo. Esto no tiene que ver solamente con una cuestión de clase: los sectores populares viajan muchas horas, pero la gente que vive en un country en Pilar también. Podemos coincidir en que la calidad del viaje es distinta –una cosa es viajar apiñado en el tren y otra cosa es viajar en tu auto–, pero de todas maneras los tiempos de viaje en la región metropolitana de Buenos Aires son muy extensos, a veces de dos horas o más. El acceso a la vivienda es un problema muy serio. La especulación inmobiliaria, sobre todo en las áreas centrales de la región metropolitana de Buenos Aires, también es preocupante, porque las tierras que originalmente estaban “destinadas” a los sectores de menores ingresos, que eran las tierras más periféricas de la región, ahora están disputadas por desarrolladores privados.
Uno de los fenómenos al que más atención hay que prestarle es el de la extensión, el crecimiento de las regiones metropolitanas. Muchas veces ese crecimiento se da a expensas de la provisión de servicios, llámese agua, cloacas, recolección de residuos, etc.
-¿Esto tiene que ver con el fenómeno de la gentrificación?
El fenómeno de la gentrificación no se asocia con los barrios cerrados, sino con los cambios de población en áreas centrales. Pero sí, en las ciudades se dan concomitantemente estos procesos, el de gentrificación y el de suburbanización. En ambos, se producen competencias entre los sectores de mejores ingresos o mejor posicionados para el acceso a la vivienda y los sectores peor posicionados.
-La Ciudad de Buenos Aires lleva años sin sufrir aumento de la población. ¿A qué se debe?
Así es, la Ciudad de Buenos Aires no sufrió cambios en su población desde el año 1947. Lo que vivió la ciudad es una revolución a nivel de las estructuras de sus hogares. Cuando se analizan los requerimientos de vivienda, no hay que mirar a la población, hay que mirar los hogares. La ciudad multiplicó la cantidad de hogares, y la estructura de esos hogares se modificó, pero no así la población. En la Ciudad de Buenos Aires, dos grandes cuestiones son la presencia de hogares que presionan sobre el parque habitacional construido y un importante stock de viviendas desocupadas. Además, en los últimos años se modificó la composición: se redujo la cantidad de hogares en viviendas precarias irrecuperables en favor de aquellos que residen en viviendas precarias recuperables.
-¿Los problemas de las ciudades contemporáneas son los mismos que los de las grandes ciudades industriales del siglo XIX?
Algunos tienen las mismas etiquetas, pero con diferente contenido. El problema no es el mismo, aun cuando tenga que ver con el saneamiento o el hacinamiento. Por ejemplo, si bien hay enfermedades causadas por problemas vinculados a la falta de saneamiento o el hacinamiento, ya no existen pandemias como la peste bubónica o la fiebre amarilla. Muchas enfermedades infecciosas se erradicaron gracias al saneamiento. En la actualidad los problemas son de distribución, vivimos en ciudades muy desiguales. Los recursos están, pero desigualmente distribuidos…
-¿Qué es una ciudad inteligente?
No hay una única definición, pero la conectividad y la automatización de determinados procesos son elementos clave. Ahora bien, en las ciudades de América Latina es muy difícil pensar en la noción de ciudad inteligente. ¿Quiénes son los que acceden a la ciudad inteligente? La conectividad no es universal, eso plantea un primer interrogante. Luego, los niveles de instrucción que se requieren para apropiarse de los beneficios de la ciudad inteligente. ¿Una ciudad como el área metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, con un 40 por ciento de pobres, puede pensarse como una ciudad inteligente? O, siendo más benévolos, incluso la ciudad de Buenos Aires, con 15 por ciento. Esos son algunos de los problemas.
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