El proyecto que busca revertir la migración de los pueblos a la ciudad

La fundación suiza ES VICIS propulsó una prueba piloto para que 20 familias de grandes ciudades se mudaran a Colonia Belgrano, un pueblo de Santa Fe y pudieran generar crecimiento, tanto personal como comunitario. Qué se buscaba, cuáles fueron los resultados y cómo se generó la integración

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¿Por qué la migración siempre se produce de los pueblos a la ciudad? ¿Eso significa que no hay habitantes de las grandes ciudades que quieran mudarse a los pueblos? Las preguntas son aún más pertinentes si consideramos que, en Argentina, el 92 por ciento de la población vive en ciudades.

La fundación suiza ES VICIS lleva unos años considerando estas problemáticas y buscando una manera de revertir la tendencia. El primer proyecto se llamó “Bienvenido a mi pueblo” y consistió en gestionar y acompañar la mudanza de 20 familias de Rosario y Santa Fe que se fueron a vivir a Colonia Belgrano, un pequeño pueblo de Santa Fe. El movimiento no fue improvisado: se postularon muchísimas familias, hubo un proceso de selección y de trabajo de integración con la comunidad local. El objetivo de fondo era aportar valor al pueblo, que necesitaba gente, e integrar familias emprendedoras que, a su vez, pudieran mejorar su modo de vida. Cintia Jaime, integrante de ES VICIS, es argentina y vive en un pequeño pueblo de Suiza desde hace años. Vive con su hijo de 11 años y Daniel, su marido, con quien lleva adelante la fundación, entre otros proyectos. En el bar de un hotel de Recoleta, Cintia explica que parte de la tarea que realiza la fundación es de visibilización, ya que “hay narrativas instaladas en relación con el éxodo rural y la vida en los grandes centros urbanos”.

Cintia Jaime es argentina, vive
Cintia Jaime es argentina, vive en Suiza y pertenece a la fundación ES VICIS. Foto: Gentileza ES VICIS.

-¿Cuáles son las narrativas instaladas?

La narrativa instalada es que los pueblos no pueden crecer y que la migración es irreversible. Las Naciones Unidas, las organizaciones internacionales y toda la proyección, tanto del Banco Mundial como de las organizaciones intermedias, sigue la idea de que hay que invertir 30 trillones de dólares para responder a esta tendencia migratoria irreversible hacia las ciudades. Claramente, esta política lo único que hace es acelerar el proceso migratorio, porque no se responde a la causa donde se está generando el problema y el foco solo está puesto en las ciudades. Por otro lado, se cree que la tendencia migratoria significa que las familias desean irse a las ciudades. Pero con este programa logramos demostrar rápidamente el amplio interés que hay por salir de las ciudades: recibimos en cuatro semanas 20.000 inscripciones; hoy en día, quitamos los teléfonos de nuestra web porque recibíamos aluviones de llamados. Esto es lo que realmente sucede: las voces no se oyen, la gente tiene un descontento en las ciudades y quiere volver a un lugar donde haya oportunidades.

Se cree que la tendencia migratoria significa que las familias desean irse a las ciudades. Pero con este programa logramos demostrar rápidamente el amplio interés que hay en las ciudades por salir de ellas: recibimos en cuatro semanas veinte mil inscripciones

-¿Por qué la gente migra a la ciudad?

Te doy un ejemplo. Si yo estuviera perdiendo un empleo en un pueblo, la peluquería no me funcionara y supiera que en otro pueblo necesitan una y me encontrara con la opción de ir otro pueblo o a la ciudad, ahí habría un equilibrio. Pero si solamente se visibiliza el destino urbano, no hay opción posible. Esto es lo que viene a traer nuestra fundación. Primero, a demostrar que esta narrativa no es real. Queríamos ver si una familia podía vivir en un pueblo sin depender del agro. Para ello, construimos una asociación de emprendedores para poder canalizar todas las cuestiones de crecimiento del emprendimiento.

-¿Qué desafíos enfrentaron los migrantes con relación al emprendimiento que iban a desarrollar?

Los desafíos del crecimiento son siempre iguales: el acceso al crédito, la visibilización del producto, la mejora de la atención; todo eso tiene que ver con una estructuración que les damos. La persona que se postulaba al programa te decía “Yo reparo máquinas”; no tenía nombre de empresa, registro de clientes, identidad en redes sociales, ni una tabla de Excel con cifras básicas. Todo eso se transformó en sí. En cuatro meses, manejaban un Excel, sabían dónde estaba la competencia, tenían una carta de presentación, habían abierto una cuenta de Facebook y, además, la pareja recibía capacitación. Porque, aunque la pareja del emprendedor no se encargase del negocio, había que entender que en el pueblo había que sobrevivir y existían otras oportunidades. Te cuento un caso: Vicky era ama de casa; en Rosario, se ocupaba de cuidar a sus hijos chicos, vivían en una zona complicada y no podía hacer otra cosa que llevarlos a la escuela y traerlos. Se mudó a Colonia Belgrano, se murió el remisero del pueblo y dijo “Voy a ser remisera”. Sacó el crédito, se compró el autito y ahora es la remisera del pueblo. Después, montó un consultorio de reflexología con otra mujer y puso su casa en Airbnb. Tiene tres emprendimientos, y esta persona solamente tuvo 18 meses de capacitación, cuatro muy intensivos y seis de acompañamiento. En el pueblo, están pendientes de las oportunidades.

Colonia Belgrano es un pequeño pueblo de Santa Fe que decidió abrirle las puertas al programa y recibir afluencia de las ciudades. Cuenta con unos 1300 habitantes y desde hace años tenía necesidad de recibir gente. Era una oportunidad para desarrollar oficios, servicios y emprendimientos, pero la oportunidad no se conocía. Cuando ES VICIS se contactó con el municipio a través de la embajada de Suiza, hubo una alegría generalizada, pero también, como es natural, algunas resistencias: existía el temor de que los nuevos trajeran la velocidad y el espíritu competitivo de las ciudades. Fueron cuestiones que se discutieron en distintas asociaciones civiles, entre vecinos y con el intendente, hasta que, una vez dado el sí, se organizó una gran fiesta para conocer a los postulantes. Según qué afinidades se produjeran en el encuentro, se establecerían los pasos a seguir. La fiesta incluyó un campamento y convocó a todo Colonia Belgrano. Al poco tiempo, se decidió quiénes se mudarían. Los nuevos migrantes alquilaron casas en el pueblo mientras se construían las casas definitivas, otorgadas con créditos del Gobierno de Santa Fe y con mano de obra de fuera del pueblo.

Cuando Es Vicis se contactó con el municipio a través de la embajada de Suiza, hubo una alegría generalizada, pero también, como es natural, algunas resistencias: existía el temor de que los nuevos trajeran la velocidad y el espíritu competitivo de las ciudades.

-¿Cómo se produjo la integración de las familias en la comunidad?

La identidad, como la lengua, vive y va cambiando: estas nuevas familias se integran, la modifican, pero también la conservan, la reproducen. Ahora, si vos me decís que llegan los colonos, y se encuentran el ruso con el norteamericano y con el alemán, no se terminan de entender. Para digerir todo eso, necesitás tres o cuatro generaciones. En su discurso, el presidente comunal de Colonia Belgrano dijo: “Hacemos lo que podemos para darles la bienvenida; como les dije a todos, cada vez que alguien llegó al pueblo, fui a su casa a comer un asado y, si no, todavía me lo debe”. Esto es parte de la bienvenida. Nosotros conformamos la comisión de apoyo, que es la primera de recepción. Cuando una familia venía, le decíamos dónde tenía casas para alquilar, por dónde eran los paseos, etc. En el proceso, les preguntamos a los locales: “¿Qué familias les parecen?”, porque había como 80 al principio y teníamos que elegir 20 que fuesen compatibles con el pueblo y que pudieran impulsarlo. En el discurso final, los seleccionados se comprometieron a cuidar los valores del pueblo. Es el respeto al lugar que te abre los brazos, no es como en la ciudad, en la que uno no sabe qué hace el de al lado.

Parte del programa consiste en
Parte del programa consiste en que la comunidad local reciba a los migrantes. Foto: Gentileza ES VICIS.

-¿Qué se gana al irse a vivir a un pueblo?

Nosotros venimos de tribus. De eso, en 200 años pasamos a una célula familiar y perdimos nuestra referencia de comunidad. Esto generó ciudades y está bien, pero a su vez el individuo perdió calidad de vida. Está bien: tenés un auto fantástico, buena conexión a internet, pero hubo procesos de individualización que, en apariencia, son irreversibles. Quieras o no, el ser humano necesita esa sociedad. Lo que te devuelve el pueblo es el sentido de pertenecer a una comunidad que te contiene, una identidad de pueblo, un club, etc. Son pequeñas tribus.

Lo que te devuelve el pueblo es el sentido de pertenecer a una comunidad que te contiene, una identidad de pueblo, un club, etc. Son pequeñas tribus.

-¿Cómo se dinamiza el pueblo con la llegada de los nuevos habitantes?

De las 20 familias que llegaron, hay 27 personas dentro de la comunidad que trabajan para nuestras familias, porque algunos de los emprendimientos implican tener empleados, pagar impuestos. Esto es un progreso, una rueda de movimiento que nosotros buscábamos. No traíamos empleados, sino emprendedores que pudieran motorizar el pueblo y, a la vez, mejorar ellos su nivel de vida. Trabajamos dentro de la comunidad, de modo que creciera el pueblo con pymes, empresas familiares. Esa diversidad los iba a potenciar más que si fuese una empresa grande.

Luego de tres años en
Luego de tres años en Colonia Belgrano, las veinte familias cumplieron el sueño de la casa propia. Foto: Gentileza ES VICIS.

-¿Por qué eligieron Colonia Belgrano? ¿Consideraron otros pueblos?

Sí, hubo una terna y quedó Colonia Belgrano porque tenía muchas asociaciones civiles, y esto daba el termómetro de cómo resuelven sus problemas: se asocian para solucionarlos. Después, nos dimos cuenta de que muchas asociaciones eran muy antiguas y, en algunos casos, monopolios. Por ejemplo, la cooperativa telefónica no dejaba entrar la fibra óptica. Finalmente, dimos la batalla: había una empresa que quería entrar y nosotros queríamos tener wifi. Ese es el desarrollo. Los habitantes nos decían: “Y bueno, si ustedes lo pueden lograr…”. Hoy el pueblo tiene fibra óptica. En tres años, se logró; el cambio viene rápido.

-Entonces hubo cierta resistencia en el pueblo…

Estas comunidades tienden a cerrarse, pero también se entiende que este proceso, que es natural, no se señala con el dedo, sino que uno entiende que sucede y que hay que trabajarlo. Es parte del plan, lograr que esto se destrabe y traer emprendedores que dinamicen y se integren. Por supuesto, hay resistencias que se pueden trabajar y otras que no. Si vemos que en el pueblo nos dicen que no les gustan las personas de determinado color de piel, ya es otra cosa. Desde ese lugar, se genera otra cosa. Dentro del marco de la cultura, no es que uno lleva 1000 habitantes, eso sería un desequilibrio. Pero un 10 por ciento genera un crecimiento sostenible. De una sola emprendedora, vinieron otras siete familias.

Nuestra función como fundación, que ya tiene probado que hay pueblos que pueden recibir familias y que hay familias interesadas en irse, es dar visibilidad a nivel mundial.

-¿Tienen pensado algún otro proyecto?

Nuestra función como fundación, que ya tiene probado que hay pueblos que pueden recibir familias y que hay familias interesadas en irse, es dar visibilidad a este proceso a nivel mundial. Generamos una plataforma donde vamos, por un lado, a dar capacitaciones a gobiernos y a mostrar el manual de procedimientos, que serían los procesos, la importancia de la recepción, que los vecinos abran la puerta, que haya coachs de integración, procedimientos de intervención. Y, por otro lado, especialistas en desarrollo económico que hacen un mapeo y te dicen: mi plan de negocios es este. Dentro de eso, lo que vamos a hacer en la plataforma, creada por la Universidad de Utrecht (Países Bajos), es dar visibilidad. ¿Qué va a tener la plataforma? Un gobierno la toma y puede visibilizar el deseo y las oportunidades que brinda el pueblo. Al mismo tiempo, el que se anota tiene un perfil. Se puede poner, por ejemplo, que en determinada región se buscan 40 peluqueros en 160 pueblos. También se puede ver: “¿Ese pueblo recibió el programa?”. No, quiere recibirlo pero no tienen la comisión de apoyo, por ejemplo; entonces, el aspirante sabe en qué nivel del proceso está el pueblo.

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