Con tan solo 26 años, la ingeniera mecatrónica Mónica Abarca es la CEO de qAIRa, una startup tecnológica que desarrolla drones y sensores para el monitoreo de la calidad del aire –miden gases como monóxido de carbono, dióxido de azufre, y polvo–, que en los últimos meses ha ampliado el abanico de posibilidades para incluir servicios de relevamiento de otros parámetros medioambientales.
La startup, fundada por Abarca en 2015, luego de su paso por la célebre Singularity University en Silicon Valley, tiene, entre sus principales clientes, a empresas mineras y a municipalidades, a quienes les ofrece diversos servicios tecnológicos a medida para ayudarlas a cumplir con las normas en materia ambiental. El objetivo, asegura, es que la población tenga acceso a la información ambiental.
-¿Qué es qAIRa?
-Es una startup que empezó hace poco más de tres años como un proyecto de investigación, con una tesis para realizar un dron que monitoreara la calidad del aire y hemos ido evolucionando. Hemos encontrado en el sector minero un nicho importante en el cual hemos desarrollado diversas soluciones relacionadas a los drones, al monitoreo ambiental, a temas relacionados con seguridad también. El abanico se amplió, de solamente calidad del aire pasamos a temas más abarcativos, en general siempre vinculados con el medioambiente.
-¿Por qué el enfoque en el sector minero?
-En Perú y en Sudamérica en general la industria minera es una de las más fuertes. Por un lado, las mineras buscan mejorar sus procesos, es decir, hacerlos más eficientes mediante la automatización. Y luego por el lado ambiental, tienen que cumplir con los estándares, con las leyes para evitar multas y posibles problemas sociales. Entonces, por ambos motivos, encontramos un nicho ahí.
-¿Qué aporta qAIRa a las empresas de este sector?
-Lo principal son los drones, pero tenemos otros desarrollos ligados a la calidad del aire, unos módulos pequeños que están equipados con diversos sensores y que se colocan en postes para medir parámetros relacionados con la calidad de aire. Eso lo trabajamos con entidades gubernamentales, como municipalidades, principalmente, para hacer mediciones en zonas urbanas.
-¿Cómo se usa un dron para medir estos parámetros?
-El dron es una herramienta que permite cargar diferentes tipos de artefactos útiles. Uno puede ser una cámara, otro puede ser un sensor específico. Usamos unos sensores que miden la calidad del aire –sensores de gases, de polvo–, que justamente hacen estas mediciones y mandan la información en tiempo real a una plataforma. Tenemos otro producto, el hangar (móvil), que complementa al dron. Este le permite recargar la batería, lo protege del clima y lo automatiza por completo. De esta manera, tanto el hangar como el dron quedan en el campo sin necesidad de que haya alguien cerca para volarlo.
-Puntualmente, ¿qué servicios ofrece qAIRa?
-Ofrecemos un contrato anual, un servicio que llamamos "paquete tecnológico". Se brinda el dron, el hangar, el software de procesamiento más el mantenimiento de los equipos. Son soluciones a medida, o sea, específicas según los requerimientos de cada cliente.
-¿Por qué hablan de "democratizar la calidad de aire"?
-Buscamos poder abrir la información ambiental, brindarla a la población. No tanto con los drones, en realidad, porque en zonas urbanas es más difícil, sí más con los módulos de calidad del aire, que ofrecemos a municipalidades. Estamos trabajando en Perú con la municipalidad de Surco, uno de los distritos más grandes de la ciudad, y estamos buscando llegar a Miraflores y a San Isidro.
Buscamos poder abrir la información ambiental, brindarla a la población
-¿Cómo nació qAIRa?
-Lo primero fue conseguir el equipo: mis tres socios (Francisco Cuéllar, Carlos Saito y Javier Calvo-Pérez), que apostaron por la idea y tenían los conocimientos técnicos para sacar la empresa adelante. El siguiente paso fue armar el primer prototipo, que aunque no nos salió tan bien como queríamos, sirvió para validar la idea, para mostrarla, conseguir los primeros interesados y entrar al sector minero. Luego vino la etapa de conseguir financiamiento. Encontramos a un inversionista ángel –que es uno de nuestros socios también–, quien apostó desde el inicio por nosotros. Tenemos además un fuerte vínculo con la Pontificia Universidad Católica del Perú, eso nos ayudó mucho a obtener fondos del gobierno.
-¿Cómo está conformada la empresa hoy?
-Somos ocho personas. Contratamos a un equipo que tuviera fuertes conocimientos técnicos pero también comerciales. Fue muy importante encontrar un equilibrio entre estos dos aspectos para sacar adelante a la empresa.
MUJERES Y TECNOLOGÍA
-Sos ingeniera mecatrónica, una disciplina en las que tradicionalmente hubo siempre pocas mujeres… ¿Qué te impulsó a seguir esta carrera?
-Yo siempre supe que quería estudiar Ingeniería, siempre me incliné por una carrera técnica. En el colegio, hice un taller de robótica y me gustó mucho, era buena. Cuando me informé sobre la carrera y su futuro, decidí estudiarla, y fue la mejor decisión que tomé.
-¿Por qué crees que hay pocas mujeres en estos campos?
-De mi promoción, éramos un 20 % mujeres. Yo creo que todavía hay cierto temor, incluso en el ámbito familiar, de que las mujeres estudien ingenierías, en particular las más duras, como la mecánica o mecatrónica. Es un chip que debe ir cambiando. Desde el colegio se debe inculcar a las
niñas y a los niños que pueden escoger la carrera que quieran. Eso se logra dándoles visibilidad a mujeres que hayan tenido éxito y que estén logrando cosa interesantes.
-¿Qué tienen las mujeres para aportar en estos ámbitos?
-En general, la diversidad aporta muchísimo a una empresa. No pasa solamente por tener mujeres, sino también personas de diferentes culturas o regiones del país. Es algo que ayuda a tener una visión más grande, es algo positivo. Hay que apostar siempre a la diversidad.
-¿Pasaste también por la Singularity University?
-Sí, yo estaba trabajando en minería y renuncié para ir. La experiencia fue muy buena. Es un contacto con el lugar donde se hace la tecnología de punta, donde están las empresas tecnológicas más grandes del mundo. El estar ahí no solo con ingenieras y científicas, sino con otros emprendedores, con administradores, financistas, diseñadores y artistas de todo tipo, el apostar por la diversidad, nos ayudó a aprender un poco de todo y a poder aplicarlo a la hora de resolver una problemática específica.
-¿Cómo ves el escenario actual de las startups tecnológicas en Perú y en América Latina en general?
-En Perú se está dando bien el apoyo gubernamental, con fondos concursables para que se formen las startups, con el financiamiento a la investigación y demás, aunque no es suficiente, debe seguir creciendo. Lo que falta es el apoyo de las empresas. Es difícil, para una empresa grande, confiar en la tecnología desarrollada a nivel nacional, confiar en una empresa pequeña, pero en ese salto de confianza está la clave para el crecimiento de las startups.
-¿Cuáles son los planes para qAIRa en 2019?
-Estamos por abrir una ronda de inversión. Eso es algo que acá en Perú es difícil de lograr, inversiones con fondos de venture capital, que no tenemos localmente, hay que buscar mucho. También queremos seguir ampliando la cuota de mercado en minería y con municipalidades. Nuestro objetivo es poder tener más información de la calidad del aire y del medioambiente y seguir expandiéndonos.
UN CONCURSO PARA POTENCIAR EL TALENTO DE LA REGIÓN
qAIRa, representada por su CEO y fundadora, Mónica Abarca, resultó ganadora en "Launch" (Plan de Negocios), la categoría principal del concurso 100K LATAM, coorganizado con el apoyo del MIT Sloan Latin America Office, coorganizada por Fundación Criteria y el Instituto Tecnológico de Buenos Aires.
En la gran final del certamen, que busca incentivar startups que generen impacto en la Región y promuevan el desarrollo económico, social y/o ambiental, qAIRa fue una de las 15 startups finalistas, elegidas entre los 831 proyectos participantes, que involucraron a más de 1700 emprendedores de 18 países, que fueron evaluados por un jurado de especialistas referentes de la industria, académicos y emprendedores.
La startup liderada por Abarca se hizo con un premio de 55.000 dólares, lo que le permitió comenzar a ampliar el equipo de trabajo para focalizarse en el desarrollo comercial del emprendimiento.
"La competencia fue muy buena. Conocer a los otros emprendedores, otras ideas, el feedback que nos dieron los mentores", expresó la joven emprendedora en diálogo con DEF. "Nos ayudó a armar, a reordenar nuestro plan de negocios, a potenciarlo. Nos permitió tener una nueva visión de lo que hacemos", añadió.
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*La versión original de esta nota se publicará en la Revista DEF N.125