Porque nunca es tarde: de cartonera a estudiante de primaria

Se estima que más de 50.000 personas hacen recolección de residuos reciclables en la vía pública en Argentina. Laura Machado es una de ellas. Por Nadia Nasanovsky.

Guardar

Laura Machado recibe a DEF en la biblioteca de la Escuela de Comercio N.º 26 "Enrique De Vedia", donde deja los cuadernos por un rato para conversar sobre su vida como cartonera y sobre su presente, a sus 48 años, como estudiante que se prepara para rendir y obtener su título de primaria. "Si el año que viene volvés, vas a encontrarte con la novedad de que ya estoy en el secundario", dice, sonriente, a la cronista.

Afuera, a unos pasos, están reunidos sus compañeros, los cartoneros, que de a poco van ocupando toda la vereda con los bolsones de residuos reciclables llenos, a la espera de los camiones que cargarán el material para avanzar con la segunda etapa del proceso de reciclaje.

Después de más de una década de cartonear, Laura ya no trabaja tanto como antes, ahora sus energías están centradas en poder, finalmente, terminar sus estudios. Feliz de la oportunidad que le brinda la escuela, no reniega en absoluto de su trabajo de cartonera, que en otros tiempos la llevaba a recorrer, unas 4 horas diarias, las calles de Buenos Aires para después seguir, en su casa, en Villa Caraza, con la selección manual del material.

Laura, en la biblioteca de la Escuela de Comercio N.º 26 Enrique De Vedia. Foto: Fernando Calzada/DEF.
Laura, en la biblioteca de la Escuela de Comercio N.º 26 Enrique De Vedia. Foto: Fernando Calzada/DEF.

-¿Cuándo empezaste a trabajar como cartonera?
-Hace mucho. Trabajaba con mi esposo, pero después tuve una nena y dejé. Cuando la nena cumplió 3 volví, retomé el trabajo. Tengo otra hija, grande, de 21, que este año ya se recibe (del secundario), y que está trabajando en Av. Pueyrredón, en las campanas verdes. Ella deja el reciclado allí, viene la gente del gobierno y se lo lleva. Esa era la zona en la que yo estaba antes, Pueyrredón y Las Heras, junto con mi esposo. Cuando me embaracé, como ella ya era grande, tenía 16 años, se la dejé.

-¿Y ahora qué hacés?
-Volví a trabajar acá (Av. Salguero y Las Heras) y me dieron ahora la oportunidad de estudiar (en la Escuela de Comercio N.º26). Si el año que viene volvés, vas a encontrarte con la novedad de que ya estoy en el secundario.

-¿Cómo es tu rutina?
-Ahora hago menos fuerza, me dejan que estudie acá, en la escuela, a partir de las 8 de la noche. El frío es muy duro… En el verano, se puede, pero en invierno, duele la espalda. Antes, eran tres o cuatro horas que estaba en la calle, de las 7 de la tarde hasta las 10 de la noche, más o menos. Yo recorría toda la zona del Hospital Alemán.

-¿Y cómo sigue después el proceso de la recolección?
-En una esquina, pasan los camiones y se lo llevan al barrio; ahí cada uno baja su carro. Ahora mi trabajo termina acá, en la esquina, porque yo este año estudio. Pero antes, sí, me llevaba los cartones a mi casa, los dejaba ahí. Pero ahora está todo medio problemático porque te roban los bolsones si los dejás en la calle, y en tu casa te ocupan mucho lugar. Yo me tuve que separar del papá de los chicos, y él ahora me pasa la manutención de ellos y ya, con eso, me alcanza, no me hace falta más.

En la esquina de Salguero y Juncal, en CABA, los recicladores esperan a los camiones que trasladan todo el material. Foto: Fernando Calzada/DEF.
En la esquina de Salguero y Juncal, en CABA, los recicladores esperan a los camiones que trasladan todo el material. Foto: Fernando Calzada/DEF.

-¿Cómo es la relación con los vecinos en la zona que vos recorrés?
-Siempre hay buena onda, la gente en Capital es más unida que en Caraza. La gente viene y te conversa, te impulsa a estudiar. Veo a la gente más sencilla acá que en Caraza.

¿Por qué, cómo es en Caraza?
-La gente no conversa mucho. En cambio, acá, en Capital, te hacés más amigos. Con la gente del kiosko de la esquina, por ejemplo…

-¿En tanto tiempo de recorrer la calle, viviste alguna historia loca, alguna anécdota para compartir?
-Sí. Me reencontré con mi hermano, que es sargento de la Policía Federal. A él lo crió mi tío, y nos dejamos de ver. Un día, iba caminando por la calle, y justo lo vi. Hacía tres años que no lo veía. Me acerqué y me abrazó. Fue muy lindo. Al verlo, al ver que había podido estudiar, recibirse, convertirse en sargento, yo decía: "¿Por qué yo no pude terminar (de estudiar)?".

-¿Y por qué no pudiste seguir estudiando?
-Mi mente no estuvo buena en ese momento, porque a mí me afectó mucho la separación de mi mamá y mi papá. Yo era la hermana mayor, y me tuve que quedar a cuidar a mis hermanitos.

-¿Cuántos hermanos son?
-Muchos, como siete. Pero a este que es policía lo crió mi tío, por eso pudo terminar los estudios. ¡Lo que es el estudio, no!, ¡una gran cosa! Él ya es sargento y ahora sigue estudiando, para luchar contra la drogadicción y todo eso.

Laura divide su tiempo entre ser cartonera y su nueva vida como estudiante. Foto: Fernando Calzada/DEF.
Laura divide su tiempo entre ser cartonera y su nueva vida como estudiante. Foto: Fernando Calzada/DEF.

-¿Antes de ser cartonera, trabajabas de otra cosa?
-No, fue lo primero. El papá de mis chicos era muy trabajador. Él vendía verduras con una camioneta, pero lo asaltaron muchas veces, entonces decidió mejor ir a juntar cartón, y yo empecé con él.

-¿Qué edad tenías?
-Era grande ya, a los 30 y pico.

-¿Cambió mucho tu trabajo, con lo que ahora se ve en la calle, desde esos primeros tiempos?
-Es todo más peligroso ahora, porque hay mucha más gente cartonera porque no hay laburo, y a veces te pelean por la cuadra o porque agarrás un cartón… Mucha más gente se ve en este último tiempo. La pobreza los empuja a cartonear.

-¿Qué es lo más difícil de tu trabajo?
-Ver que los chicos se drogan. Ahora no hay mucho respeto en la calle.

-¿Cómo hacés para sobrellevar lo difícil?
-Pienso que, si estás bien, sirve mucho. Es como dice Mirtha: "Si estás mal, te maltratan". Dios siempre te ayuda, uno nunca en la vida se tiene que poner mal, porque, si vos pensás lo malo, eso te pasa; entonces, hay que pensar siempre en lo bueno.

-¿Y qué es lo más lindo?
-Salir a caminar en la calle, porque hace muy bien a la mente. Es algo lindo.

-¿Hay compañerismo entre los cartoneros?
-Sí, un poco, sí. A medida que se va tomando confianza.

-¿Cuáles son tus planes para el futuro?
-A mí me gustaría ser médica de piel.

*La versión original de esta nota fue publicada en la revista DEF N. 124

LEA MÁS:
El desafío de vivir con Asperger e integrarse a la sociedad

Guardar