El día 25 de octubre se realizó el Encuentro Nacional Ambiental 2018, organizado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, y el Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT), que tuvo como objetivo primordial propiciar la toma de conciencia y puesta en acción de todos los sectores –ciudadanía, organizaciones, Estado, entre otros– sobre la situación ambiental y los impactos sociales, culturales y económicos de las actividades productivas.
Al finalizar el encuentro, que contó con la participación de funcionarios nacionales y provinciales y de académicos, DEF dialogó con Fabián Ruocco, director del Centro, quien subrayó la importancia de estrechar los vínculos entre los organismos del Estado y la ciudadanía para avanzar en los objetivos del desarrollo sostenible y dio detalles de otros programas que la organización que lidera viene realizando con distintos organismos estatales, incluido uno que busca la modernización de la burocracia estatal.
-En la apertura del Encuentro, usted definió el evento como un "puente para bajar la macro a la micropolítica", ¿puede ampliar este concepto?
-Después de más de dos décadas de trabajar en el tema ambiental, en el CEDyAT nos dimos cuenta de que el cambio solo puede lograrse a través de la toma de conciencia individual. Cada persona debe evaluar los impactos que tienen en la vida cotidiana, desde el agua contaminada hasta el reciclado de basura, por dar solo un par de ejemplos. Por lo tanto, más que tratarse en los grandes foros, como en Naciones Unidas o a nivel gubernamental, es importante convocar a la sociedad civil, políticos, funcionarios de carrera, científicos, entre otros, para que trabajen en conjunto y expongan su visión sobre distintos casos. La micropolítica ambiental apunta al consumismo, estos encuentros hacen hincapié en cuestiones actitudinales: si la gente no puede dejar de consumir, al menos que lo haga responsablemente.
-¿Cómo se construye ese puente?
-En este encuentro nacional expusieron técnicos y políticos de varias provincias y por último, miembros de la sociedad civil a través de la Red Argentina de Municipios Frente al Cambio Climático (RAMCC), con quienes trabajamos. La idea es ofrecer espacios en donde generar el famoso diálogo entre sociedad y Estado. Y al hablar de diálogo no me refiero a una encuesta telefónica o a llenar un formulario, sino a una participación real, sin la cual no hay compromiso en el tema ambiental.
-Ud. habla de conciencia individual, ¿Cómo se llega al ciudadano común?
-Hay diversos canales, entre los que sobresalen las redes sociales y las asociaciones ambientales. Y, quizás lo más importante a largo plazo, son los chicos, a los que se llega a través de la educación. Desde CEDyAT, por ejemplo, logramos incorporar en la currícula diversos contenidos ecológicos y de desarrollo sustentable en las materias de Biología y Ciencias Naturales. Los más pequeños tienen una mayor conciencia y así como son educadores tecnológicos de los padres, se están transformando en educadores ambientales. Sin dudas, allí está la clave. El CEDyAT tiene un convenio con la Secretaría de Gobierno de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación por el cual trabaja con las escuelas del interior del país a través de móviles itinerantes de educación ambiental. Se trata de unos containers que van en camiones donde llevamos tecnología, multimedia y todos los elementos necesarios para autoabastecernos. En una primera etapa, se capacita a los maestros con puntaje del Ministerio de Educación y luego se realizan experiencias interactivas con los chicos.
-Después de colaborar durante 20 años con el sector público ¿cómo describiría la situación tecnológica actual del Estado?
-Diría que estamos atrasados 20 años con respecto a la nueva tecnología, la ventanilla única, la simplificación de trámites, entre otras muchas cosas con las que comenzamos a tratar de revertir esto mediante el Programa de Digitalización Documental para despapelizar el Estado. Esta tarea implica apostar a la concientización, porque reformatear un aparato estatal como el nuestro es complejo y lleva años. Hay también una cuestión biológica, ya que las personas que llevan los expedientes decodifican en analógico y les resulta muy dificultoso abandonar el formato papel. Pese a todo, vamos avanzando y, como el Estado tiene la obligación de guardar la información que genera, con el programa de Digitalización Documental del CEDyAT estamos pasando a ese formato muchos archivos, tarea que permite liberar grandes espacios físicos, ya que, aunque parezca mentira, hay edificios enteros habitados por papeles.
-¿Existe alguna estimación en cuanto al tiempo que puede llevar este proceso de digitalización?
-Es inestimable, en especial porque en la Argentina es muy difícil establecer políticas de Estado. Nosotros siempre decimos que tenemos políticas de electroshock que actúan en relación al funcionario de turno. La verdad es que digitalizar esa información tiene una compleja serie de procesos de seguridad, de back up y, por último, de depuración o destrucción de expedientes. En los últimos años se dio un paso importante con la incorporación del Sistema de Gestión Electrónico, GDE, que se está aplicando con muy buenos resultados en muchos ministerios, e implica la utilización del formato digital con múltiples beneficios. Le doy un ejemplo referido al área salud: si tuviéramos un sistema digitalizado, con el número de documento uno podría acceder a la historia clínica en cualquier hospital o sanatorio privado. Esto sería muy útil, ya que en caso de emergencia, en general, se llama al 911 y la ambulancia lo lleva a un hospital público para ser atendido o internado. Con este sistema, al cargar el DNI, sería posible saber si la persona tiene una prepaga u obra social, en cuyo caso el hospital podría emitir una factura con los gastos, y de este modo generar recursos propios. En definitiva, lo que quiero decir es que no solo se estaría promoviendo un beneficio ambiental sino también uno de orden social y económico.
Hay edificios enteros habitados por papeles
-Además del programa de despapelización que ya mencionamos, ¿Cuáles son las intervenciones más importantes que realizó el CEDyAT en el ámbito estatal?
-Hizo muchas. Una de ellas fue la instalación hace cinco años de paneles solares en la terraza de la Legislatura Porteña para producir parte de la electricidad necesaria para asegurar su funcionamiento básico. Fuimos la primera institución que instaló energía limpia en un edificio público y fue una experiencia piloto que formaba parte de un proyecto más amplio que incluía a escuelas y hospitales, en el que no pudimos avanzar mucho por cuestiones burocráticas. Otro ítem positivo fue el Plan Delta Sustentable que llevamos adelante con el BID en la provincia de Entre Ríos, del que participaron todos los municipios costeros sin importar color político y muchas agrupaciones de la sociedad civil. Después de dos años de intenso trabajo, de diálogo con la comunidad y las autoridades, logramos diseñar una estrategia del uso productivo del río, no abusivo ni contaminante. Fue una gran experiencia altamente calificada por el BID y declarada de interés para la provincia.
-El CEDyAT brinda capacitación al personal público de diversas jurisdicciones. ¿En qué consiste este programa?
-Es un programa que instrumentamos tomando como modelo la Escuela de París, donde se deben hacer cinco años de carrera de posgrado para llegar a ser funcionario público. Junto a la Secretaría de Modernización de la Nación y los dos gremios más importantes del personal del Estado –UPCN y ATE– realizamos una propuesta para capacitar a los mandos medios que son quienes permanecen en la gestión y pueden replicar lo aprendido. En este momento estamos con el FOPEAP (Fondo de Cooperación Participativa), trabajando a través de las universidades en diez provincias del noroeste y noreste del país.
-¿En qué se enfoca la formación?
-En una primera etapa, desarrollamos cuestiones básicas como, entre otros elementos, qué es una política pública, el rol del servidor público, la formación de equipos de trabajo o el sentido del trabajo que realizan. En una segunda fase, desarrollamos lo referido a innovación tecnológica y alfabetización digital.
Fuimos la primera institución que instaló energía limpia en un edificio público
-Por último y teniendo en cuenta su experiencia en el sector, ¿por qué considera que es tan complejo avanzar en los temas ambientales?
-Creo que, como dije al comienzo, la falta de conciencia determina hábitos y costumbres inadecuados. Siempre uso una similitud con el tabaco. En mi generación todos fumábamos y no había conocimiento concreto del impacto que tenía el tabaco en la salud; en la actualidad, si elijo fumar, sé que estoy eligiendo una adicción con enfermedades asociadas. Con el ambiente pasa lo mismo, la mayoría de la población de la región y del mundo debe tomar conciencia para dejar la cultura del derroche. En la Argentina –de mucho territorio y poca gente–, abusamos de los recursos naturales que nos sobran. Pero cuidado, nos sobran por ahora.
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