¿Cómo viven las familias argentinas en la Antártida?

Myrian Gómez es sargento del Ejército Argentino, casada con el sargento primero Claudio Hermida, con quien tiene tres hijas. Están destinados en la Antártida, en la Base Esperanza, la única que alberga familias. Por Francisco Reyes.

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Los Gómez-Hermida son una de las familias que, en el marco de la Campaña Antártica del Comando Conjunto Antártico, fueron seleccionados para pasar 365 días en el punto más austral de nuestro país. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
Los Gómez-Hermida son una de las familias que, en el marco de la Campaña Antártica del Comando Conjunto Antártico, fueron seleccionados para pasar 365 días en el punto más austral de nuestro país. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

"A los chicos no les importa si hay viento, si hace frío, si cae nieve o si la sensación térmica es de -34°C, ellos quieren salir a jugar, vuelven del colegio, van a sus casas, se cambian los guantes mojados y salen de nuevo", relata Myrian Gómez, sargento del Ejército Argentino que desde febrero vive con su marido, el sargento primero Claudio Hermida, y sus hijas en la Base Esperanza, la única que alberga familias que viven de forma permanente un año en la Antártida.

Las hijas de Myrian y Claudio entran al colegio a las 8 de la mañana, cuando aún es de noche, y salen a las 17, también de noche. Morena, de nueve años, está en cuarto grado y este año prometió la bandera en la Antártida; Liz, de seis años, empezó primer grado y Constanza, de cuatro, va al jardín de infantes. La Escuela N.º 38 "Presidente Raúl Ricardo Alfonsín" ofrece una escolaridad de jornada completa para los ocho niños que cursan el nivel primario con actividades como guitarra, ajedrez y gimnasia en las tardes. Por otra parte, recibe a cinco adolescentes del nivel secundario, que estudian con tutorías a través del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (SEADEA). Sin embargo, las actividades escolares se suspenden por motivos climáticos, en particular cuando el viento es muy fuerte y supera los 35 o 40 nudos.

Estos 13 chicos viven la inolvidable experiencia de vivir en la única base argentina en la Antártida que recibe a las familias de los militares allí apostados. La escuela ocupa también un lugar central en la vida social de los habitantes de la base. Allí, por ejemplo, los niños celebran sus cumpleaños con el resto de los 55 integrantes de la dotación.

En la escuela de Base Esperanza estudian ocho chicos en Primaria y cinco en Secundaria. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
En la escuela de Base Esperanza estudian ocho chicos en Primaria y cinco en Secundaria. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

Myrian se desempeña como auxiliar de base y su puesto de trabajo es en la FM 97.6 Radio Nacional LRA 36 Arcángel San Gabriel, la emisora más austral del mundo. Al igual que los otros cuatro integrantes del equipo de la radio, realizó el curso de locución y producción radial integral en el ISER, en Buenos Aires, gracias al Comando Conjunto Antártico. Los lunes, miércoles y viernes, emiten el programa Esperanza Antártica.

Los martes y jueves, Myrian y su equipo producen los programas diarios y el que se emite los sábados de 16.30 a 17 por internet y AM 870 Radio Nacional. Como dato curioso, reciben muchas cartas y mails de oyentes, radioaficionados y marinos que se comunican con la radio desde los barcos que transitan por las aguas del Océano Antártico.

La base se caracteriza por sus fuertes vientos, que en ocasiones sobrepasan los 200 km/h y bajan considerablemente la sensación térmica. La temperatura media anual es de -20ºC. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
La base se caracteriza por sus fuertes vientos, que en ocasiones sobrepasan los 200 km/h y bajan considerablemente la sensación térmica. La temperatura media anual es de -20ºC. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

Claudio, por su parte, es uno de los integrantes de la patrulla que lleva a cabo el Ejercicio Combinado Paracach, actividad operacional organizada por las Fuerzas Armadas argentinas, en conjunto con las de Chile, por lo que se encuentra, temporariamente, en la Base Militar Chilena O'Higgins. Además, cuando los chicos de la base tienen vacaciones de invierno, él les da clases de esquí de fondo, junto con el sargento ayudante Carlos Ríos.

Habitualmente, en la Base Esperanza, emplazada en Punta Foca, Bahía Esperanza, península Trinidad, los militares realizan tareas de apoyo logístico a las actividades científicas. Además, participan de una Patrulla SAR (Búsqueda Salvamento y Rescate), alistada para ser empleada ante una emergencia en el norte de la Península Antártica. Por último, dan apoyo internacional a Uruguay, con ayuda logística, y a Brasil, país al que brindan información meteorológica obtenida a través de estaciones portátiles.

Para poder llevar adelante estas tareas, la base cuenta con distintos talleres mecánicos, instalaciones logísticas, carpintería, puerto, helipuerto, pista de aterrizaje y estaciones meteorológicas, sismológicas, junto con laboratorios equipados para la investigación científica. Esperanza, además, está equipada con complejos sistemas de comunicación para casos de emergencia. Este año, a partir de febrero, incorporaron telefonía celular 4G, que se suma a la televisión e internet satelital, tecnología que ya estaba disponible.

El viaje a la Antártida
Los militares destinados en la Base Esperanza  tienen como misión primordial brindar apoyo logístico a la ciencia y a las investigaciones de biólogos, sismólogos y meteorólogos que trabajan en esta estación científica.

Los Gómez-Hermida son una de las familias que, en el marco de la Campaña Antártica del Comando Conjunto Antártico, fueron seleccionados para pasar 365 días en el punto más austral de nuestro país, sorteando viento, nieve y temperaturas extremas que alcanzan los 30 grados bajo cero.

Antes de partir hacia el continente blanco, Myrian (a la derecha) posa para la foto junto a sus hijas y otras integrantes de la dotación, en el Comando Conjunto Antártico. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
Antes de partir hacia el continente blanco, Myrian (a la derecha) posa para la foto junto a sus hijas y otras integrantes de la dotación, en el Comando Conjunto Antártico. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

Claudio, como subinstructor de la escuela de capacitación del Comando Conjunto Antártico, quedó preseleccionado en 2016 para invernar con su familia en la Base por un año, en el período 2018-2019. La vida de los cinco cambió de un día para otro, y cuando se quisieron dar cuenta, les estaban haciendo todo tipo de estudios médicos, requerimiento indispensable para todas las familias que vivirán un año en el sexto continente.

"Cuando Claudio me dijo que veníamos me puse recontenta, a las chicas le contamos al poco tiempo, pero lo que me costó más fue decirles a los abuelos. Nuestras hijas no tomaron mucha conciencia hasta que llegamos acá, la verdad", detalló Myrian.

Salieron de Buenos Aires rumbo al "Desierto Blanco" el 19 de febrero pasado desde el Palomar. "Hacía mucho calor, era la primera vez que me subía a 'la chancha' (el Hércules TC-64), y mis hijas volaban por primera vez en su vida, directamente. La ansiedad y el nerviosismo estaban a flor de piel", recuerda Myrian en diálogo con DEF.

El inicio del viaje hacia la Antártida, a bordo del Hércules TC-64. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
El inicio del viaje hacia la Antártida, a bordo del Hércules TC-64. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

Tras un largo y emotivo viaje, llegaron a Río Gallegos, donde pasaron la noche en la gamella de la Fuerza Aérea. Allí, tuvieron que abrigarse para enfrentar el primer gran desafío, el frío, mediante primera piel, pantalón de gimnasia, camiseta térmica, buzo, campera de pluma, antiparras, guantes y buff. A las 5 de la mañana del día siguiente, junto con un grupo integrado por los militares y sus familias, viajaron finalmente a la Antártida.

Solo llevaban sus elementos personales más indispensables, ya que para ir a la base no está permitido llevar valijas. El resto de sus cosas viajaron empacadas en tachos a bordo del Rompehielos Almirante Irizar, incluida la ropa para todo el año, los regalos de cumpleaños, juguetes y hasta un cargamento de golosinas para calmar antojos a lo largo de todo el año por venir. El preciado cargamento salió de Buenos Aires en diciembre y llegó a manos de la familia Gómez-Hermida recién a principios de marzo.

Fueron, en total, 24 horas de viaje hasta su nuevo hogar. "Cuando pisé Marambio, empecé a tomar conciencia de que realmente estaba en la Antártida. A la media hora de llegar, nos subieron a un helicóptero que nos trajo a la Base Esperanza, y cuando desde el helicóptero empecé a ver las casitas naranjas de techo negro, dije: '¡No es un sueño… estamos acá!'", cuenta Myrian, emocionada.

La rutina bajo cero
Los militares todos los días tienen formación, donde bien temprano se les dan las órdenes centralizadas y cada uno va a su puesto de trabajo. Entre las tareas cotidianas que tienen que hacer simplemente para poder vivir en un ambiente tan inhóspito, una de las más importantes es abastecerse de agua.

Base Esperanza es la única base argentina que alberga familias. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
Base Esperanza es la única base argentina que alberga familias. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

Todos los días martes y jueves, los integrantes de la base recolectan agua de la laguna que se forma de los deshielos del Glaciar Buenos Aires, ubicado al sur de la Bahía Esperanza. Al respecto Myrian aclaró: "El agua que consumimos y con la que lavamos la ropa es pura, bien pura. Llenamos los tanques de agua que hay en las casas y allí llamamos a la usina, avisamos así tienen el detalle y control de cuál casa falta".

Cuando desde el helicóptero empecé a ver las casitas naranjas de techo negro, dije: ‘¡No es un sueño… estamos acá!’

Cuando todos los tanques están llenos, toca hacer "el venteo", un proceso que consiste en quitar el agua de los caños, para que cuando las temperaturas son extremas y el agua se congela, las tuberías no se rompan.

Con respecto al tratamiento de la cloaca, funciona en la base una planta de tratamiento que procesa los efluentes. El manejo de la basura, en tanto, sigue estrictamente la ley nacional, ya que los habitantes de la base clasifican la basura orgánica, los plásticos, cartón, las latas, los trapos contaminados con combustible y los colocan en tachos rotulados, que son almacenados hasta el momento en que la dotación regrese al continente.

En la Antártida también se divierten. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
En la Antártida también se divierten. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

Pero no todo es trabajo, en la base también hay lugar para el ocio y para celebrar. En los tiempos libres, pueden utilizar las facilidades que les brinda la sede Antártida de una conocida cadena de gimnasios. Si quieren escribir una carta a sus familiares o amigos en el continente, cuentan con servicio de correo postal y con un registro civil habilitado para todo tipo de trámites. También hay un cementerio, en donde este año se depositaron los restos del general de brigada Jorge Edgar Leal, militar que fue pionero en las exploraciones antárticas.

También hay con una casa principal y común para todos, ubicada en el fortín Sargento Cabral (barrio militar), donde están las residencias y oficinas de los militares. Allí, los últimos sábados del mes se festejan todos los cumpleaños y se juntan a comer asados. Se celebran todo tipo de ocasiones especiales y se organizan peñas folclóricas. "No puedo dejar de destacar que los cocineros hacen unas comidas súper ricas, de ahí mis tres kilos de más", comentó con humor Myrian. A su vez, los domingos, las familias pueden ir a misa, en la capilla de la base, donde los chicos tienen catequesis.

Los 55 integrantes de la dotación de Base Esperanza conforman una gran familia en el continente blanco. Foto: Gentileza Myrian Gómez.
Los 55 integrantes de la dotación de Base Esperanza conforman una gran familia en el continente blanco. Foto: Gentileza Myrian Gómez.

Cada sábado, en el fortín se hace "la noche de las pizzas", una tradición común a todas las bases militares argentinas de la Antártida, un ritual "que se cumple a rajatabla", según aseguró Myrian.

"Nos llevamos muy bien, la dotación es un grupo de personas muy amables, educadas, predispuestas, y colaboradoras", contó Myrian, y agregó: "Para nuestros cumpleaños hacemos un té solo de mujeres, cuando el día nos permite salimos a caminar por la zona permitida, nos vamos a jugar solo nosotras al glaciar con los trineos, decoramos la casa principal para los cumples, las peñas, entre otras actividades recreativas".

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