Después de recibirse de Doctora en Física en el Instituto Balseiro, con 31 años, Soledad Gonzalo Cogno continuó con su posdoctorado en Noruega, de la mano de May Britt y Edvard Moser, ganadores del Premio Nobel de Medicina en 2014.
Tras completar su licenciatura en Física en el Instituto Balseiro, Soledad se abocó a las neurociencias, un área en la que empezó a trabajar durante su maestría, "sin estar muy segura", y que rápidamente se convirtió en una pasión.
En el Instituto Kavli de Trondheim, la científica argentina continúa hoy con su investigación abocada a comprender cómo funciona el denominado "GPS del cerebro", que nos permite orientarnos en el espacio.
-¿En qué se encuentra trabajando en el Instituto Kavli?
-Al igual que durante mi doctorado, mi tema principal de investigación es el llamado "GPS del cerebro". Quiero entender cómo nos orientamos en el espacio, y cómo formamos mapas internos que nos ayudan a desplazarnos y a calcular distancias. En particular, estoy trabajando en entender cómo las neuronas que constituyen el GPS se desarrollan en el sistema nervioso, y luego, ya maduras, se conectan entre ellas e interactúan en conjunto.
-¿Cómo llegó a trabajar con los Nobel de Medicina May-Britt y Edvard Moser?
-Durante la segunda mitad de mi doctorado me dediqué a analizar datos experimentales que fueron medidos por Emilio Kropff (actualmente en el Instituto Leloir), mientras realizaba su estadía posdoctoral en el laboratorio de los Moser. Cuando Emilio retornó al país, iniciamos una colaboración y, a partir de sus datos, empecé a estudiar cómo dos regiones del cerebro, el hipocampo -relacionado con la memoria- y la corteza entorrinal -relacionada con el GPS-, se comunican entre sí, y si esa comunicación depende de propiedades cinemáticas del animal, como la velocidad a la que corre, por ejemplo. En paralelo, próxima a terminar mi doctorado, me seleccionaron para asistir a una "escuela" de una semana de duración que se iba a realizar en el Instituto Kavli, lo que representaba una oportunidad única. En ese contexto, surgió la posibilidad de presentar mi trabajo de doctorado aquí en Noruega.
-Brevemente, ¿cómo desarrolló su carrera? ¿Cuál fue el camino que la llevó a estar a donde está hoy?
-Empecé a estudiar la Licenciatura en Física en la UBA. En esa institución cursé el CBC y los primeros dos años de carrera. Mi formación siguió en el Instituto Balseiro. Allí culminé la licenciatura, hice la maestría y luego
me doctoré. El camino que me trajo hasta acá estuvo lleno de imprevistos y de investigadores con quienes tuve la suerte de trabajar y de aprender mucho. En el podio de esta lista están Inés Samengo, que fue mi directora de doctorado, y actualmente, es una colaboradora y amiga. Y Emilio Kropff, que también es mi colaborador, y a quien considero un mentor
en muchos aspectos. La última parte de mi tesis de doctorado estuvo enfocada en entender cómo codifican información las neuronas de la corteza entorrinal, y cómo se comunica la corteza entorrinal con el hipocampo. Mi trabajo actual sigue enfocado en estas dos regiones del cerebro: hipocampo y corteza entorrinal, pero las preguntas que estoy tratando de responder ahora son un poco distintas. De todas formas, tanto lo que hice en el pasado como lo que hago ahora apunta a entender cómo funciona el GPS del cerebro
-¿Qué la inspiró a dedicarse a la neurociencia?
-Durante mis años como estudiante de Física, la neurociencia nunca me llamó demasiado la atención. Si bien no creo que haya alguien a quien no le interese entender cómo funciona el cerebro, en ese momento
me interesaban más otros temas. Pero cuando se acercó el momento de comenzar mi maestría, tuve que elegir un tema de investigación, y la neurociencia de repente se volvió una posibilidad real. Me parecía que podía ser feliz trabajando en este tema. Así que empecé mi maestría sin estar muy segura de si la neurociencia era lo mío, y hoy no me imagino haciendo otra cosa. Mi interés no paró de crecer desde ese momento. Todos los trabajos tienen sus pormenores, pero yo soy una apasionada del mío.
-¿Piensa en volver a la Argentina?
-Volver a Argentina está siempre dentro de mis proyectos. Tengo un contrato por tres años más en Trondheim y luego veré dónde puedo empezar mi propio laboratorio. Mientras tanto, espero que las condiciones para hacer ciencia en Argentina se vuelvan más favorables.
-¿Cómo se ve de acá a 10 años?
-Me veo teniendo mi propio laboratorio, al que imagino lleno de estudiantes inquietos, creativos y apasionados por estudiar el cerebro. Me veo luchando por expandir las fronteras del conocimiento y tratando de responder preguntas fundamentales acerca de cómo operan los circuitos neuronales. Me veo disfrutando de esta profesión tanto o más de lo que la disfruto hoy.
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* Adelanto de la próxima DEF Revista, la versión original de esta nota se publicará en la revista DEF N.° 121