“El ambiente puede determinar enfermedades incluso intraútero”

Médica pediatra, especialista en Salud y Ambiente, Lilian Corra es una pionera en el estudio del vínculo entre la salud y el medioambiente, y un referente internacional en una problemática que, aunque indiscutida, sigue buscando instalarse en la agenda política. Por Susana Rigoz.

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Lilian Corra recibió el Reconocimiento Taeda 2018. Foto: Fernando Calzada.
Lilian Corra recibió el Reconocimiento Taeda 2018. Foto: Fernando Calzada.

Lilian Corra, después de participar en diversas organizaciones de expertos y recibir numerosas distinciones internacionales, en la actualidad se desempeña como presidente de la International Society of Doctors for the Environment (ISDE), que sustenta Estatus Consultivo con la Organización Mundial de la Salud, y con ECOSOC de Naciones Unidas y colabora activamente con la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente (AAMMA), organización que fundó en 1992.

El largo camino recorrido desde su época de estudiante la fue llevando hacia el lugar que ocupa en la actualidad. Si bien considera que su padre, también médico neonatólogo, fue una gran influencia en su carrera, en retrospectiva, comprende que hubo diversas experiencias que le dieron esa particular mirada que reúne la medicina, la inquietud social y el medioambiente, algo inédito en la década del 70, cuando dio sus primeros pasos en el entonces Policlínico de Lanús.

Fue justamente allí donde conoció a Goldemberg, un reconocido psiquiatra que inculcó en los estudiantes el concepto de la transversalidad de la medicina. En ese contexto, implementó un programa denominado "hospital a la comunidad", que consistía en salir una vez a la semana a tomar contacto directo con la gente. Fue entonces cuando Corra conoció de cerca la realidad de quienes viven en medio del barro, sin agua ni cloacas, realidad que influenció en su mirada social y en su concepción de la medicina.

La carga ambiental a la que los seres humanos están expuestos afecta directamente su salud. Foto: Archivo DEF.
La carga ambiental a la que los seres humanos están expuestos afecta directamente su salud. Foto: Archivo DEF.

Por otra parte, gracias a una invitación a realizar avistaje de pájaros, quedó deslumbrada con la naturaleza. A partir de entonces trabajó en la Asociación Ornitológica del Plata, hoy Fundación Aves Argentinas, participó de la Fundación Vida Silvestre y creó junto a Jorge Capatto la Fundación Proteger en Santa Fe. De a poco y a través de los años, se fue relacionando con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente con el que trabaja hasta la actualidad y participó en la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro en 1992.

"Desde ese momento fue normal para mí incluir los temas de salud en todos los ámbitos. De a poco me fui alejando de la pediatría para concentrarme en la formación de grupos de médicos por el medioambiente con el objetivo de formar una red global", afirma esta pionera que continuó involucrando profesionales en esta temática hasta entonces desconocida.

"En pleno siglo XXI continúa siendo difícil que los gobiernos tengan una mirada global de los problemas, es una especie de endogamia que los lleva al fracaso, porque les impide salir de la burbuja en la que están inmersos y no logran ver la realidad. Y es allí afuera donde muchos de nosotros, con diversas capacidades, esperamos ser convocados, convencidos de que, si pudiéramos interactuar, todo sería más eficiente", asegura Corra.

Corra, en diálogo con DEF. Foto: Fernando Calzada.
Corra, en diálogo con DEF. Foto: Fernando Calzada.

-¿Cuáles son los principales problemas ambientales de nuestro país?
– Uno de ellos es el de la contaminación con arsénico del agua y la de las grandes aglomeraciones como Dock Sud. Un problema realmente grave presente en todas las grandes ciudades del país es la falta de información y el monitoreo de la calidad del aire, a lo que se suma que los pocos datos obtenidos no son accesibles ni confiables. Para medir la gravedad de este vacío de información basta decir que la contaminación atmosférica es la principal responsable del EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) y de las enfermedades cardiovasculares, consideradas la primera causa de muerte a nivel global.
Otro es el tema de los plaguicidas, sobre el cual todavía nos debemos un debate. Necesitamos un diagnóstico real, basado en números, que permita decidir qué camino hay que tomar. Aunque parezca mentira, hay empresas privadas que trabajan con plaguicidas y enseñan en escuelas técnicas sobre su uso y toxicidad. Es como si una marca de gaseosa fuera a hablar de alimentación a una escuela primaria. La percepción de que algo está fuera de control está presente en la gente, y la evidencia de que no hay intención de abordar el tema es muy preocupante.
También necesitamos realizar un relevamiento de los sitios contaminados y una evaluación acerca de los tipos de contaminantes y de la cantidad de personas expuestas. Este tema, postergado porque se cree complejo y de caro abordaje, no es de tan difícil y permitiría alejar del peligro a una gran cantidad de población.
Por último, pero también importante, el tema de la calidad de los alimentos que consumimos y de las nano partículas que Argentina produce desde hace mas de dos décadas en tres áreas ‒farmacéuticas, textil y alimentos, entre los que se incluyen plaguicidas‒, que aparentemente es un sector fantasma sobre el que no hay siquiera un código de conducta y menos aún una legislación.

Las políticas de saneamiento de residuos cloacales son clave para prevenir las enfermedades producidas por factores ambientales. Foto: Fernando Calzada.
Las políticas de saneamiento de residuos cloacales son clave para prevenir las enfermedades producidas por factores ambientales. Foto: Fernando Calzada.

-¿Cuál es el primer paso hacia una política de prevención?
-Lo primordial es la confección de mapas completos que nos permitan saber dónde estamos, cuáles son los problemas que tenemos y de qué nos enfermamos, por mencionar solo algunos. La falta metódica de recolección de una información armonizada y comparable condiciona la pertinencia de cualquier decisión que pueda tomarse a lo que debemos sumar la ausencia de indicadores que permitan evaluar si estas fueron exitosas a mediano y largo plazo. La discusión del aborto o la Ley de fertilidad asistida son ejemplos claros de esta metodología. ¿Cuántas veces vimos números que indiquen cuál es la gravedad de estos problemas? ¿Existen evaluaciones reales? ¿Sabemos cuántas mujeres se realizan abortos o cuántas parejas en edad reproductiva tienen problemas de fertilidad? En este último caso, por ejemplo, si son realmente numerosas las parejas que padecen el problema, más que asistir a la fertilización deberíamos empezar a analizar el motivo por el cual está pasando esto.

-¿Esta falta sistemática de información de calidad es un problema de Argentina?
-No. En 2016 la revista británica The Lancet destacaba que, aunque la herramienta más poderosa para la administración de salud pública es la información, en el mundo solo el 20 % de las muertes se reportan. Esto es grave porque impacta en las directrices globales de la OMS, que en su Asamblea anual analiza con los ministros de los países miembros los temas más acuciantes, confecciona una lista de las enfermedades principales y determina políticas de investigación y trabajo de acuerdo con la región y el país. Carecer de un buen sistema de reporte debido a la falta de información provincial y de sistemas centralizados implica administrar de manera falaz la salud pública. La ausencia de herramientas idóneas impide saber qué tipo de decisiones se deben tomar, cómo hacer una inversión racional de recursos financieros y profesionales, analizar costo-beneficio y medir las consecuencias. ¿Cuántos médicos necesito? ¿Cuántos pediatras? ¿Dónde tengo que construir un hospital? ¿Dónde se necesita una salita? ¿Cuántas vacunas hay que comprar? ¿Qué acciones de prevención debo llevar adelante?

Carecer de un buen sistema de reporte debido a la falta de información provincial y de sistemas centralizados implica administrar de manera falaz la salud pública

-En 2008 se realizó un perfil de la salud medioambiental de la niñez en la Argentina –denominado Perfil SANA‒ uno de cuyos objetivos fue armar un mapa que permitiera comparar a través del tiempo la situación de los niños y crear una herramienta para identificar situaciones de riesgo. ¿Se pudieron realizar estudios comparativos posteriores?
-Ese estudio lo llevamos adelante junto con la OMS utilizando un modelo novedoso ‒cuya sigla fue MEME, Múltiples exposiciones, múltiples efectos‒ que abordaba la situación de salud y ambiente con el objetivo de tener un diagnóstico rápido que ayudara a la toma de decisiones. En ese entonces se empezó a comprender con claridad que, más allá de tener una causa principal, las enfermedades son multifactoriales. Por un lado, se encuentra la carga genética (que no significa que necesariamente una persona va a expresar una determinada enfermedad) y por otro, las modificaciones que puede sufrir un organismo a raíz de la interacción con el ambiente. Esto se denomina "epigenética". Los factores ambientales pueden determinar que algunas enfermedades se generen muy temprano, incluso intraútero, y que se expresen mucho más tarde. Nosotros, siguiendo el modelo MEME, hicimos ese proyecto piloto –SANA‒ que fue un ejemplo de lo que podría lograrse utilizando distintos indicadores –ambiente, contexto, entre otros‒ en un análisis completo que no fue replicado.

-Hablando de políticas de prevención, cómo no preguntarse si es posible su implementación en un contexto tan alto de pobreza.
-Sí bien es difícil, es posible. Lo primero que necesitan quienes viven en la pobreza son condiciones ambientales que los ayuden a sobrevivir: básicamente cloacas y agua potable, porque ser pobre no implica vivir en un entorno inaceptable. El problema no es solo cuánto gana una familia, sino si ese ingreso le rinde, porque para poder trabajar es indispensable estar sano y el Estado tiene la obligación de garantizar determinados derechos. Pero el impacto del ambiente no se relaciona solo con la pobreza. Por ejemplo, en este momento como mencioné antes, la Argentina tiene un grave problema por la presencia de arsénico en el agua que aparece cada vez en más lugares e incluso algunos estudios indican que se encuentra en todo el territorio nacional. A eso debemos sumarle que el límite tolerable permitido en el agua para beber es cinco veces superior al establecido por la OMS. Nos encontramos ante un grave problema sanitario que afecta a la población toda. Otro caso emblemático es la situación del Matanza –Riachuelo que, según la proyección del último censo realizado en 2010, afecta entre 6 y 8 millones de personas, o sea que un 18 % de los habitantes de la Argentina está inmerso en esta grave contaminación.

Corra y su familia, en la entrega de los Reconocimientos Taeda 2018. Foto: Fernando Calzada.
Corra y su familia, en la entrega de los Reconocimientos Taeda 2018. Foto: Fernando Calzada.

-El creciente conocimiento acerca del impacto de la degradación ambiental en la salud, ¿es tenido en cuenta en los ámbitos educativos?
-Hace muchos años que comprendí que sin educación es imposible revertir los problemas y desde entonces trabajo en el área. Creo que avanzamos bastante. En 2012 se inició la carrera de Médico Especialista en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, UBA, orientada a crear capacidades para identificar las alertas tempranas que permitan actuar en prevención, y también incorporamos una Maestría en Comunicación sobre la misma temática que cuenta con la participación de nueve facultades y varios institutos de formación. La Universidad Favaloro me invitó a participar en la formación de los médicos de carrera, hecho muy importante porque incorporó la temática ambiental en los primeros años de formación, y también junto a la Universidad Austral estamos haciendo educación a distancia. Algo novedoso es que vamos a realizar un seminario sobre casos judicializados del que participaran abogados ambientalistas, expertos en salud y en minería, entre otras disciplinas que permiten hacer un abordaje integral. Es fundamental la participación de las universidades que tienen a gran responsabilidad de formar a los profesionales del siglo XXI para que puedan afrontar los problemas que tendremos dentro de 20 años.

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*Esta nota es un adelanto de la que será publicada en la revista DEF N. 121

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