El miedo no es nuevo pero parece más real que nunca. ¿Los robots dejarán a los hombres sin trabajo o se convertirán en sus aliados? ¿Quiénes serán los más afectados? ¿Cómo prepararse mejor para el mercado laboral del futuro? Nadie tiene aún las respuestas definitivas a estas preguntas, pero lo que sí se sabe es que en cuestión de pocas décadas asistiremos a una transformación profunda de la producción de bienes y servicios que impactará de lleno en los trabajadores y en las economías de todo el planeta.
"En el pasado, las revoluciones industriales fueron diferentes, porque siempre permitían hacer el trabajo de la persona de manera más eficiente, la volvían más productiva, generaban más empleo, creaban nuevos servicios. Si bien algunos perdían el trabajo, lo que se creaba era tanto que el impacto neto era positivo", explicó a DEF Patricio O'Gorman, investigador especialista en estrategias digitales y coautor de Diginomics.
"Lo que se está viendo ahora es que esta nueva revolución es distinta, por el tipo de reemplazo que se está dando. El trabajo se está reemplazando por máquinas, robots o algoritmos, que hacen algo más eficientemente y no crean nada nuevo, simplemente reemplazan la unidad básica de trabajo".
Si bien no hay acuerdo con respecto a cifras precisas, los expertos coinciden en vaticinar que no falta mucho para que la automatización de los trabajos sea la norma en todas las áreas. Según un informe de la consultora Accenture, el 37 % del total de empleo privado de Argentina podría ser automatizado casi por completo en los próximos 15 años. La transformación, según la compañía, "involucrará por igual a todas las empresas, sin distinción de tamaño y a trabajadores de todas las edades".
Ese porcentaje se eleva al 50 % a nivel mundial, de acuerdo con la firma McKinsey & Company. "Estimamos que alrededor de la mitad de las actividades por las que actualmente se les paga a los trabajadores en el mundo podrían ser automatizadas al adaptar tecnología ya existente", sostiene un informe publicado en enero de 2017.
Sin embargo, más allá de la contundencia de estos guarismos, no se trata de un fenómeno lineal. En McKinsey & Company trabajan con un marco temporal fijado en el año 2055, pero destacan que este proceso podría atrasarse o adelantarse hasta 20 años, dependiendo de varios factores, entre los que se incluyen la factibilidad técnica, el costo tanto del software como del hardware necesarios y la relación con el precio de la mano de obra humana.
Los rubros más afectados serán aquellos en los que los trabajadores realizan tareas simples y repetitivas. "Los trabajadores que hacen actividades que incluyen trabajo físico predecible, así como procesamiento y recolección de datos, son los que tienen mayor probabilidad de ver sus tareas automatizadas mediante la adaptación de tecnologías que ya existen", explicó a DEF en diálogo telefónico Michael Chui, socio de McKinsey Global Institute y miembro del equipo que redactó el informe.
"Así como la primera ola de automatización robótica afectó a las grandes plantas de producción de automóviles, la automatización digital apunta a los empleos administrativos simples, que no requieren criterios sofisticados de decisión", aseguró por su parte O'Gorman. "En general, las profesiones muy atadas a la información y a su procesamiento tenderán a sufrir más a medida que la inteligencia artificial siga mejorando".
Los telemarketers, los cajeros y los choferes de vehículos figuran entre los que más riesgo tienen de ser reemplazados en su trabajo por una máquina.
"En general, cualquier empleo simple en el que no se realicen tareas heterogéneas, está en riesgo", detalló O'Gorman. Por el contrario, quienes llevan adelante tareas de management, de interacción social, o que requieran aplicar cierto grado de expertise en procesos de toma de decisiones, enfrentarán un riesgo mucho menor de ver sus trabajos automatizados. En este grupo se encuentran los terapeutas, nutricionistas, enfermeros, entre otros.
"Ya estamos viviendo esta transformación sin darnos cuenta", aseguró O'Gorman y citó como ejemplo la manera en que ahora se sacan los pasajes y alojamientos en vacaciones, todo sin recurrir a empleados de una agencia de viaje, sin intermediario, mediante sitios web, con algoritmos. Sin embargo, el especialista aclaró que "el reemplazo no va a ser persona por robot sino persona por un soporte híbrido, en varias industrias".
¿Menos trabajos o nuevos trabajos?
Pero incluso los más optimistas admiten que la automatización tendrá un impacto negativo en los niveles de empleo. Un informe de McKinsey Global Institute de enero de 2016 prevé una pérdida neta de 5,1 millones de puestos de trabajo a nivel global entre 2015 y 2020, mientras que la ganancia neta para el mismo período se estima en 2 millones. La mayores pérdidas se concentrarán en los sectores administrativos, de acuerdo con las estimaciones.
Para Chui, sin embargo, si bien la amenaza del desempleo es real, las máquinas serán las encargadas de mantener los niveles de producción en un mundo que cada vez tendrá menos trabajadores. "Muchos se preocupan de que con la automatización se producirá desempleo masivo. Nuestro punto de vista es que lo que se requiere es en realidad un plan para un reordenamiento masivo de trabajadores", señaló.
"En los últimos años, el crecimiento económico ha dependido del aumento en la fuerza laboral, es decir, había más trabajadores, más mujeres, personas que vivían más años, etc. Sin embargo, en los próximos 50 años, todo eso va a terminarse simplemente debido al envejecimiento de las poblaciones. No tendremos más la cantidad de trabajadores necesaria para mantener el crecimiento del PBI per cápita. Necesitamos que todos trabajen, tanto las máquinas como las personas, para lograr el crecimiento económico que requerimos".
En un intento de zanjar el debate entre quienes auguran una pérdida neta de puestos de trabajos y quienes, por el contrario, relativizan este pronóstico, James Bessen, profesor de la Boston University School of Law, diseñó un modelo económico de la demanda laboral que toma como variable independiente el uso de computadoras por trabajadores en cada trabajo e industria, y como variable dependiente, al crecimiento relativo del empleo.
"La idea de que la automatización lleva necesariamente a una pérdida masiva de puestos de trabajo ignora la respuesta económica dinámica a la automatización, que incluye tanto cambios en la demanda como la sustitución entre trabajos", explicó Bessen en un artículo para el Foro Económico Mundial.
Su investigación revela que los trabajos con mayor uso de computadoras tienden a crecer más rápido (1,7 % al año), y que lo que sucede en realidad es un fuerte efecto de sustitución, por el cual no se trata de máquinas que reemplazan a humanos, sino de humanos que usan máquinas para reemplazar a otros humanos, tal como hicieron los diseñadores gráficos con las computadoras que desplazaron a los maquetadores en su momento.
Pero más allá de los debates sobre las cifras de la pérdida de puestos de trabajo, la necesidad de que los trabajadores se reconviertan, de que se adapten a los cambios, es innegable. Este proceso trae aparejado inevitablemente el temor a un aumento de las desigualdades entre trabajadores ricos, muy bien preparados, y aquellos sin capacitación acorde a este nuevo escenario.
"La evidencia sugiere que mientras las computadoras no causan pérdidas de puestos de trabajo, los trabajadores de menores salarios están perdiendo sus trabajos", asegura Bessen. "Estos trabajadores necesitan nuevas habilidades para poder hacer la transición hacia trabajos nuevos y mejores pagos".
En un escenario de hombres trabajando junto con máquinas, los expertos coinciden en que habrá trabajadores que serán desplazados, sus tareas serán automatizadas, para mayor eficiencia. El problema que se deriva de esta situación es qué hacer con estas personas, en qué emplearlas y cómo.
"La gente va a tener que trabajar junto con las máquinas para producir el crecimiento en el PBI per capita al cual los países del mundo aspiran", afirman los investigadores de McKinsey Institute en su informe. "La implementación efectiva de la automatización requiere la transformación de los procesos al interior de las empresas, cambiar lo que la gente hace, inclusive aquellos que no se ven reemplazados directamente por la automatización. Los procesos de trabajo van a cambiar, nuevos roles van a surgir, como el de entrenador de robots".
"La gente deberá estudiar y aprender robótica, ciencias de la computación, ingeniería, todos esos campos que producen, desarrollan y despliegan estas tecnologías", respondió Chui a la consulta sobre cómo se reacomodarán los trabajadores en este escenario. "Representarán un pequeño porcentaje de la población, pero es un porcentaje importante", agregó. Para el resto de los trabajadores, Chui recomienda prestar atención a estas tendencias y desarrollarse profesionalmente en función de ellas.
O'Gorman es menos optimista: "Si suponemos que la demanda en un sector dado no subirá, como para que sean necesarios estos trabajadores reemplazados por máquinas, el gran debate que viene es qué hacer con ellos, con los que se quedan afuera".
El especialista advirtió sobre la necesidad de empezar a pensar qué medidas tomar en materia de seguridad social, por ejemplo, cuando los países ya no requieran más gente para mantener sus niveles de productividad. "Nos tenemos que preparar para un mundo con desempleo masivo y estructural, no ocasional. Va a haber desempleo masivo por estas cuestiones de reemplazo", aseveró.