La supervivencia ha sido, desde los orígenes de la humanidad, la principal preocupación de las personas. Esta supervivencia incluye el plano individual, de su grupo familiar y, luego, de su tribu o pueblo. Así también, hoy en día, la principal preocupación de cualquier persona siempre será velar por la seguridad propia, de sus afectos y, de acuerdo con una deseable conciencia nacional, de su patria. Todo esto, tomado en su concepción más amplia.
Por ese motivo, en el caso de la seguridad ciudadana, y teniendo una mirada extendida sobre todo nuestro país, es muy lógico que, ante el aumento de la inseguridad, esta sea la principal preocupación de los argentinos.
Normalmente, el común de las personas tiene más conciencia de las agresiones que afectan la seguridad ciudadana, que son sufridas día a día por muchos compatriotas, que de las agresiones que tengan origen o lazos con el exterior, que, en general, son menos palpables y difíciles de percibir, pero mucho más peligrosas para el país en su conjunto. Sin olvidar las eventuales agresiones armadas de otros países, muy poco probables en la actualidad, pero que nadie puede garantizar a futuro, especialmente de otras regiones, así como la negación de nuestra soberanía en las islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, y el mar circundante, o las disputas que puedan generarse en torno a la Antártida.
La sociedad no percibe la defensa como una necesidad hasta que no se materializa alguna amenaza concreta, porque cuando esto ocurre, ya es tarde para empezar a prepararse. No podemos dejarnos llevar por la falsa ilusión de que vivimos en una zona de paz y de que no existen actores externos que afectan a nuestro país de distintas formas y según sus propios intereses. La coexistencia pacífica no se logra debilitándose unilateralmente, sino a partir de la fortaleza propia y manteniendo un proporcional equilibrio militar. Solo así una Nación puede tomar decisiones autónomas.
Podemos entender que una buena parte de la sociedad se focalice en reclamar por la inseguridad vigente y no por pedir mejores Fuerzas Armadas. Sin embargo, los que tienen la obligación de prestar especial atención a estas últimas, debido a su conocimiento en materia de relaciones internacionales y por el deber de aplicar un pensamiento estratégico, son los responsables de conducir un país.
Disponer del sistema de defensa que la Nación necesita requiere de un largo proceso de planeamiento estratégico y de preparación. Aplicar una mirada cortoplacista puede tener consecuencias catastróficas; por eso, la conformación de Fuerzas Armadas eficientes y operativas no se puede improvisar, sino que requiere de muchos años de equipamiento, capacitación y adiestramiento.
En la actualidad, el mundo se encuentra inmerso en un continuo proceso de transformación, cada vez más vertiginoso e impredecible, donde los más fuertes y preparados son quienes lo conducirán, aprovechando las oportunidades que se vayan presentando o que ellos mismos generarán.
Una Argentina segura proporcionará un marco adecuado para que se desarrollen todas las demás actividades humanas: económicas, políticas, culturales, sociales, deportivas, entre muchas otras, y con el mínimo de riesgos posibles. De esta manera, prosperarán las fuerzas productivas del país y se facilitará la llegada de inversiones, lo que generará una mejor calidad de vida para sus habitantes.
Por todo lo expresado anteriormente, una de las principales preocupaciones debería ser el análisis de la situación en la que nos encontramos y la planificación de hacia dónde se deberían encaminar las políticas de seguridad y defensa, como políticas de estado. Se necesita una clara mirada hacia el futuro, consensuada con todas las fuerzas políticas del país, de modo de garantizar su continuidad, más allá del gobierno de turno. Es tiempo de pensar en algo nuevo en materia de seguridad y defensa.
Desde una prestigiosa universidad, se está trabajando en la creación de un espacio que centre su atención en el monitoreo, análisis y evaluación de los temas de seguridad y defensa, dentro de los ámbitos nacional e internacional, de modo de enriquecer las distintas visiones y posturas que predominan actualmente para que se pueda profundizar el conocimiento sobre dichos temas, junto con otros espacios similares ya existentes, respetando la libertad de pensamiento y propiciando una mirada amplia, plural y desideologizada.
Las preguntas e inquietudes son muchas, y van desde el análisis de una legislación acorde a los tiempos en los que vivimos, hasta la reestructuración y organización de las fuerzas de seguridad y las fuerzas policiales. A nivel mundial y regional, ¿qué mirada hay sobre el tema, qué labor han desarrollado los países vecinos?
Estos últimos son tan solo algunos de los interrogantes que pueden plantearse, que anhelamos que especialistas y académicos de todos los ámbitos nos ayuden a responder. Creemos que eso contribuirá a encontrar soluciones a las amenazas, los riesgos y los desafíos que nos presenta el mundo actual, tanto dentro como fuera de nuestro territorio, para hacer un uso más eficiente de los recursos con los que cuenta el Estado, con el objetivo de asegurar sus intereses vitales y, fundamentalmente, la vida, la libertad, el bienestar y los bienes de todos los argentinos.
*El autor de este texto fue jefe del Ejército Argentino entre los años 2018 y 2019.
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