Días antes de haberse desatado la pandemia, el brigadier Xavier Isaac asumía como jefe de la Fuerza Aérea Argentina (FAA). No imaginó, por entonces, que le tocaría comandar en un contexto cargado de desafíos.
“A las Fuerzas Armadas, como a todos, si bien nos sorprendió este tipo de amenaza, nos encontró preparados y entrenados para enfrentarla”, detalla el exagregado aeronáutico en Washington y exdirector general de Planes, Programas y Presupuesto de la Fuerza.
-¿Qué desafíos supuso el tener que desplegarse en apoyo de la pandemia desatada por el COVID-19?
-Si bien esta situación es muy particular, la Fuerza Aérea Argentina se prepara para estos escenarios. Incluso, en materia de catástrofes, participamos en ejercicios con otros países. La pandemia nos encontró en un momento en el que afortunadamente contábamos con aviones y material en servicio, que nos permitieron llevar adelante un gran esfuerzo. Sin temor a equivocarme, creo que cumplimos con el 100 por ciento de las misiones encomendadas.
-¿Con qué medios contaron para llevar adelante las diferentes misiones?
-Nuestros caballos de batalla fueron los Hércules C130, Fokker F28, los helicópteros Bell 412 para la observación nocturna en apoyo a las fuerzas de seguridad, entre otros. También empleamos, para el traslado de insumos en Córdoba, las aeronaves de la Escuela de Aviación.
Es destacable que, en su página oficial, la empresa Cessna mencionó cómo nuestros pequeños aviones C182, construidos por ella, participaban como auxilio en la pandemia llevando insumos a Río Tercero. Del mismo modo, nuestro Hospital Militar Reubicable está cumpliendo un rol fundamental en esta pandemia.
Además, en este contexto, nunca dejamos de llevar adelante la misión principal, que es el control del espacio aéreo, para la cual mantuvimos nuestra presencia permanente en la “Operación Fronteras”.
En síntesis, creo que, en medio año, debido a la pandemia, llevamos volado lo que podríamos haber volado en un año completo.
-En todo ese contexto, ¿cómo se trabajó en la base antártica Marambio?
-Fue el primer lugar de Argentina en el que se aplicaron, antes que en ningún otro, protocolos para evitar la llegada del COVID-19. Incluso, tuvimos que llevar adelante los relevos parciales, siguiendo todas las medidas para evitar el contagio, que podría haber sido muy problemático.
Por ejemplo, además de la cuarentena previa, nuestras tripulaciones fueron testeadas y, en algunos casos, el personal ni siquiera descendió del avión para evitar el contacto con la dotación de la base. A fines de año, está previsto el recambio de la dotación, para lo cual tendremos que ser muy cuidadosos.
Desarrollos estratégicos
-Hay dos áreas que comienzan a tener cada vez más peso en las Fuerzas Aéreas de todo el mundo: la espacial y la ciberdefensa. ¿Qué peso tendrán estos temas en su gestión?
-Respecto de la ciberdefensa, tenemos perfectamente claro lo importante que es. En nuestra orgánica, está la Dirección de Ciberdefensa creada a tal fin, con gran cantidad de tecnología incorporada en estos últimos años.
Consideramos que, como está planteado el escenario mundial actual, la seguridad de nuestras redes de información es un tema trascendente. En este contexto, estamos en permanente coordinación con la Subsecretaría de Ciberdefensa del Ministerio.
En relación con el espacio, la Fuerza Aérea Argentina tiene como objetivo relacionarse nuevamente con la actividad espacial. Es una materia pendiente que no debemos prorrogar más. Tenemos que participar del Plan Nacional de Acceso al Espacio, ya que, si bien dicho ámbito es de uso civil y pacífico, el componente militar es importante en lo relativo a la seguridad de las comunicaciones, o por ejemplo, en el mapeo particular de ciertas zonas, que permitirá efectuar el relevamiento con vista a determinadas operaciones. Lo tenemos en carpeta y no lo vamos a dejar de lado.
-Suelen cuestionar a la Fuerza por mantener en servicio aviones con cierta antigüedad. Sin embargo, en el mundo, muchas Fuerzas Armadas hacen lo mismo…
-El avión debe ser bien mantenido. Con similar cantidad de años que nuestras aeronaves, en el mundo, dichas máquinas están en un promedio de 40.000 o 50.000 mil horas voladas por avión. En nuestro caso, están en alrededor de 15.000. Este es un dato contundente.
Se cuestiona el mantener en servicio el F-28 y el hacer volar, de nuevo y eventualmente, al F-27. Sin embargo, el Hércules tiene tantos años como esos aviones y, en algunos casos, el sistema posee aun más horas de vuelo. Lo que importa es el estado general de la aeronave, su mantenimiento, y no tanto su año de fabricación. Como dije, el Hércules es un buen ejemplo.
-¿Es factible lo de los F-27?
-El tema aún se encuentra bajo un proceso de análisis. Cuando hablamos de reflotar y recuperar un avión, se busca asesoramiento, no solo de los estudios de ingeniería y logística, sino de los operadores del sistema. Estamos en permanente contacto con ellos y seguimos su evolución.
Hemos recabado información actualizada para este proyecto. La empresa Fokker está en capacidad para certificar los trabajos y enviar los repuestos necesarios. Por otra parte, hay empresas certificadas que pueden efectuar la recorrida de los motores y dejarlos a nuevo. Es un esfuerzo; lo estamos estudiando, no es imposible.
-Modernizar sería la clave.
-Hay muchas fuerzas aéreas que vuelan aviones de 50 años o más. Por ejemplo, la Fuerza Aérea de Estados Unidos lo hace con sus B-52 o T-38. Por supuesto, nuestra Fuerza necesita reequiparse, comprar equipos nuevos, pero ello no implica descartar lo que ya tenemos.
Hay que modernizar, como lo hacen también las otras fuerzas aéreas del mundo. Por ejemplo, un Hércules nuevo sale 80 millones de dólares. Yo no me ruborizo cuando busco recuperar o modernizar un avión, lo fundamental es que respete los estándares de seguridad requeridos. La idea es no perder más capacidades, como, por ejemplo, cuando se desprogramaron los Boeing 707 y nos quedamos sin transporte aéreo estratégico. Muchas veces apostamos a desprogramar para comprar algo nuevo y, por una causa u otra, nos quedamos sin nada, a mitad de camino. En este sentido, tenemos grandes proyectos por desarrollar con FADEA.
-¿Qué lugar tendría la industria nacional en esos planes?
-Reequipar es recuperar y es apostar a la industria nacional, tanto con FADEA como con INVAP. Detrás de ellos, hay gran cantidad de pymes que pueden beneficiar a todo el proceso de reequipar y actualizar, que es tan beneficioso, en muchos casos, como comprar.
Vamos a continuar con el proceso de recuperación de varios sistemas de armas, que nos permita contar con la mayor cantidad de aeronaves en servicio. No solo el mantenimiento de lo que está en línea de vuelo, sino levantar los porcentajes de disponibilidad de nuestro material. Sí considero importantísimo recuperar la capacidad de interceptación supersónica a través de la adquisición de un avión caza, multirrol, de cuarta generación. La idea es poder tener, al menos, un contrato firmado a tal fin en el corto plazo.
-¿Cómo repercute esa intención en el personal?
-Reequiparnos es fundamental, como también recuperar la capacidad de mantenimiento con nuestra gente. Eso es innegociable. Durante años, hemos tercerizado, lo que nos llevó a erogar muchísimos recursos y nos impidió volar más o tener más aviones en la línea. La gestión de los recursos es fundamental.
-Recientemente, el ministro de Defensa anunció la compra de un Boeing 737, que podría ser utilizado para el transporte de nuestros Cascos Azules, por ejemplo.
-Eso es correcto; este avión sirve como medio de transporte estratégico. Incluso, en esta pandemia, podría haber sido de gran utilidad: en la mitad del tiempo, por la mitad del gasto, podríamos haber trasladado al doble de personas.
-¿Qué otras aeronaves se sumarán?
-Tenemos también firmada una carta de intención con EE. UU. para la incorporación de 10 aviones C-12 Huron: bimotores de 12 pasajeros y con capacidad de carga.
Con estos aviones, buscamos tener mayor movilidad entre nuestras unidades con un medio económico y eficiente. Por ejemplo, hoy, para trasladar de modo urgente un repuesto, debemos recurrir indefectiblemente a medios más caros en su operación (C-130, F-28, etc.). Estamos abocados a optimizar la relación costo-beneficio de nuestras operaciones al máximo.
-¿Tienen la capacidad de llevar adelante vuelos sanitarios?
-Sí, este año acondicionamos un Learjet 35 para aeroevacuación de alta complejidad, incluso ya hemos hecho vuelos para el INCUCAI. Asimismo, agradezco al Ejército Argentino, que proveerá los terapistas que cada operación requiera. Eso también es conjuntez.
-¿Poseen desarrollos propios de drones?
-Tenemos varios proyectos propios que descartan la compra en el extranjero. La idea es apostar a lo que se pueda producir en el país. En ese sentido, la Dirección General de Investigación y Desarrollo de la Fuerza está llevando adelante, entre otros proyectos, un UAV Clase II, denominado “Vigía”, de empleo táctico, cuyas características son: 350 kg máximo de despegue, techo aproximado de 20.000 pies y una autonomía superior a ocho horas. Próximamente lo probaremos en Chamical y la idea es mostrarlo en una demostración allá por octubre. Eso nos va a servir para mejorar la cobertura de nuestro espacio en el norte. Es una herramienta eficiente y tiene grandes prestaciones para vigilancia y control, con los sensores adecuados.
Las preocupaciones del personal de la Fuerza
-¿Qué ocurre con los profesionales que migran hacia el sector privado?
-Eso es un fenómeno mundial. Les pasa a todas las fuerzas aéreas del mundo, en mayor o menor medida. A esa tendencia, nosotros le sumamos que, por la escasez de material, teníamos una falta de horizonte profesional para nuestra gente: durante años, volamos y operamos poco, lo que provocó una pérdida de sentido de pertenencia que estamos, desde hace un tiempo, tratando de revertir con gran énfasis.
Se nota mucho en los aviadores, pero también tuvimos una sangría grande con nuestros especialistas técnicos. Sin embargo, últimamente, escuché hablar con pasión sobre sus aeronaves tanto a los mecánicos como a los otros operadores de los sistemas. Considero que el Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF) va a darnos el impulso necesario, al materializar un cambio fundamental para nuestros proyectos por los recursos que aportará.
-¿Cómo fue recibido el anuncio que hizo el presidente de la Nación sobre el blanqueo salarial?
-Fue una gran noticia. Cuando los nuevos jefes de estado mayor de las FF. AA. asumimos, el presidente ya nos había manifestado su intención de ocuparse de ese tema y efectivamente cumplió con lo expresado en esa oportunidad.
-Se está discutiendo la ley para el personal militar. En ese contexto, a la hora de pensarse como instrumento, ¿qué tipo de fuerza se busca?
-La FAA tiene que aspirar, en el corto, mediano y largo plazo, a ser eficiente en el uso de nuestros recursos y recuperar todas nuestras capacidades. Tiene que tener los medios adecuados, ya sea por incorporación, modernización o recuperación, para ejercer nuestra misión principal: el control del espacio aéreo. Entendemos que eso es lo que necesita la Nación. Por supuesto, las operaciones conjuntas son una prioridad. En este aspecto, estamos muy bien encaminados. La ley de reestructuración que estamos analizando busca aggiornar y no cambiar per se. Hay muchos aspectos que son parte de las nuevas FF AA., como por ejemplo el rol de nuestras mujeres, nuestros soldados voluntarios en lugar del Servicio Militar obligatorio, etc.
Respecto a dicha ley, tenemos que lograr que ese cuerpo legal esté acomodado a los tiempos y, nosotros no podemos perder el objetivo de que tenemos que seguir sirviendo a la Patria a través de un efectivo control de la soberanía aeroespacial.
“Sentimos la pérdida de nuestro Halcón”
-¿Cómo se vivió la noticia del fallecimiento del piloto Gonzalo Britos Venturini?
-Fue un hecho lamentable. Siempre honramos a nuestros caídos, en este caso a nuestro Halcón que se nos fue temprano. El impacto en la sociedad que tuvo su pérdida nos sorprendió sobremanera.
-Justo sucedió unos días antes del 10 de agosto, aniversario de la Fuerza Aérea…
-Fue un contexto difícil. Creímos que un respetuoso silencio sería un buen homenaje. Sentimos la pérdida de nuestro joven guerrero. Aun así, seguimos con todos nuestros despliegues, operaciones y obligaciones en curso. Gonzalo Britos Venturini era un excelente piloto, gran profesional y mejor persona.
-¿Suele haber accidentes?
-Empecé mi carrera a los 18 años, y en varias ocasiones debí acompañar a familiares y amigos de mis camaradas caídos en situaciones como esta. El vuelo militar y, particularmente, el de combate es desafiante y tiene un alto grado de riesgo. Los pilotos lo asumimos y lo reducimos a su mínima expresión entrenando, estudiando y adiestrándonos con altas exigencias. Por supuesto, hay eventualidades que pueden pasar. Entrenarse para combatir en el aire exige capacidades que no son comunes en todas las profesiones, por ello son tan pocos los que llegan a volar una aeronave de combate.
-Luego del accidente, el ministro Agustín Rossi dijo que ningún avión de la Fuerza Aérea sale sin estar en condiciones óptimas…
-Nosotros volamos los aviones en perfecto estado. Si no lo están, no salen del hangar. Tenemos una Dirección de Aeronavegabilidad que exige trazabilidad en todos los componentes de una aeronave. Además, las inspecciones se hacen como manda el manual del avión: cada determinada cantidad de horas de vuelo, debe pararse y desarmarse para ser analizado. Si la aeronave está en condiciones, sale a volar.
La FAA no vuela aviones inseguros ni inservibles. ¿Que se necesitan aeronaves nuevas?, absolutamente, pero las que tenemos no están en malas condiciones. Permanentemente aspiramos a mayor presupuesto de funcionamiento, ya que de nada vale comprar sistemas nuevos si luego no se pueden volar por un costo excesivo en logística, operación y mantenimiento.
-Hay un grupo de mecánicos detrás de las aeronaves, ¿no?
-Tenemos grupos técnicos de excelencia. El mecánico tiene el orgullo de mantener su máquina. Para ellos, es un desafío ponerla en servicio en la línea de vuelo para que el piloto se suba. Para ellos, es su vida. Decir que volamos aviones mal mantenidos, para mí, es una ofensa para nuestro personal. Lo mismo se traslada a todo el personal de la institución, sea cual sea la tarea que deban llevar a cabo.
“La vida en la Fuerza Aérea es un árbol de frutos muy dulces”
-En lo personal, y teniendo en cuenta que su hermano es un héroe dentro de la Fuerza, ¿cómo lo marcó la guerra de Malvinas?
-En la época de la guerra, era cadete de tercer año en la Escuela de Aviación. Siempre porté con orgullo mi apellido y, de alguna manera, en la Fuerza, ser el hermano de uno de los máximos héroes, sobreviviente del ataque al portaviones HMS Invincible, fue un aspecto que hizo que me exigiera al máximo, por su legado y el de todos nuestros héroes malvineros.
-¿Qué le diría al joven cadete Isaac que recién ingresaba en la Fuerza?
-Una vez, estando en la Escuela de Aviación, un jefe me dijo: “La vida en la Fuerza Aérea es un árbol de raíces muy amargas y de frutos muy dulces”. Esa expresión se grabó a fuego en mí . La vida de cadete puede ser dura, el cambio del estado civil al de militar implica también grandes sacrificios, pero el recorrido posterior fue altamente gratificante. En síntesis, disfruté al máximo mi vida como oficial.
Por otra parte, la Fuerza Aérea da a sus integrantes grandes oportunidades, desde lo profesional hasta lo personal. Permite a nuestros hombres y mujeres, civiles y militares la chance de desarrollarse, conocer el mundo, compartir operaciones y experiencias con otros países y otras culturas y, en definitiva, conformar un equipo único por sus virtudes.
Como institución, nuestro personal ha desplegado en numerosas oportunidades a diversos países a realizar diferentes tareas y, como se ha visto en esta pandemia, todos y cada uno de nuestros integrantes lo ha hecho con profesionalismo y vocación. No podría estar más orgulloso de ellos. Puedo asegurar que mi recorrido en esta gloriosa Fuerza Aérea ha sido gratificante. Sin dudas, valió la pena.
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