Con 53 años, el coronel Gonzalo Rodríguez Espada comanda el Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín”. En diálogo con DEF, describió los trabajos que realizan ante la crisis sanitaria provocada por la pandemia en apoyo de los sectores más afectados, relató los desafíos que surgen al estar destinado en la unidad militar creada por el Libertador y, finalmente, se refirió a la mística que rodea a los granaderos.
-¿Cuáles son las misiones de este Regimiento y qué se siente vestir el uniforme de los granaderos?
-Esta unidad tiene dos misiones fundamentales: la seguridad presidencial y el ceremonial de Estado. Esta última actividad es más recordada porque es el momento en el que utilizamos nuestros uniformes históricos.
Todo ciudadano, desde el jardín de infantes, se identifica con el granadero, porque es algo que está instalado en la identidad cultural de los argentinos; seguramente, fue el primer disfraz de muchos en los actos patrios escolares. Cuando hablamos de ceremonial de Estado y nos ponemos el uniforme histórico de la Independencia, traemos el recuerdo de ese pasado de gloria al presente, acción que se relaciona con la formación de ideales: esto es lo que sucedió, esto es lo que ocurre y esto quiero para el futuro. La imagen del granadero con su uniforme histórico rememora la gran proeza que fue el Cruce de los Andes y la Campaña Libertadora, las mayores empresas colectivas de nuestra historia. A través de esos episodios históricos, los argentinos pueden proyectar sus ideales hacia el futuro.
-Hoy les toca ser parte de los apoyos ante la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, ¿qué tareas llevan adelante?
-Desde el inicio de esta emergencia, las Fuerzas Armadas, con la conducción del Ministerio de Defensa y del Estado Mayor Conjunto, están ejecutando una operación de apoyo a la comunidad denominada “Operación General Manuel Belgrano”. El Ejército Argentino desplegó desde un principio todo su personal y los medios disponibles para mitigar los efectos de la pandemia. Las tareas realizadas fueron y son múltiples: desde el transporte de cargas, la colaboración con la planificación y gestión de la emergencia en los diferentes Centros de Operaciones de Emergencia de las distintas provincias y municipios, hasta, por ejemplo, el posicionamiento del Hospital Militar Central como un referente en la investigación científica, primero con el tratamiento con plasma para pacientes con COVID-19 y, recientemente, como centro para las pruebas de una potencial vacuna.
El Regimiento de Granaderos no es ajeno a este esfuerzo nacional. Además de mantener su misión principal de seguridad presidencial, colabora con sus medios en la Operación “Belgrano”. Además, al estar en la Ciudad de Buenos Aires, formamos parte del conformado Comando Conjunto de la Zona de Emergencia Metropolitana, que posee jurisdicción en todo el AMBA. En ese contexto, realizamos múltiples tareas de apoyo a la comunidad, que se centran, básicamente, en brindar apoyo con alimentos a nuestros compatriotas más golpeados por esta crisis. Los granaderos ya estuvimos en la localidad de Quilmes y ahora apoyamos a La Matanza, cocinando alimentos y llevando comida caliente a los lugares más necesitados.
-Actualmente, ¿qué medios y personal están desplegando?
-El Regimiento opera dos puestos de cocina y reparto de alimentos de los siete que hay en el lugar. Desde el inicio de la operación, se han cocinado y repartido más de 4 millones de raciones en total. También estamos en el barrio porteño de Barracas, donde colaboramos con el armado de bolsones con alimentos secos para la gente que necesita esta ayuda en la ciudad de Buenos Aires. Es un trabajo diario y otro gran aporte que nos enorgullece brindar.
-¿Cómo se siente la creciente visibilidad que adquirió la Fuerza ante estos apoyos?
-Estamos convencidos de que las personas valoran sinceramente nuestro trabajo: lo vemos en sus caras, lo apreciamos en las conversaciones que entablamos en los lugares donde estamos desplegados, y esto provoca que se sientan orgullosos de sus Fuerzas Armadas. Es un orgullo para nosotros poder hacer una tarea tan noble como la de contribuir con el bienestar de los argentinos.
Esta emergencia solo visibilizó la función de apoyo a la comunidad que realiza el Ejército, pero es una tarea que este brinda en forma continua. Por ejemplo, los residentes de las localidades que han sufrido emergencias, como inundaciones, incendios y otras catástrofes, saben que estamos ahí cuando lo necesitan. En resumen, valoramos que todos puedan ver a su Ejército trabajando en este tipo de circunstancias, cuando más se lo necesita, con el profesionalismo y la entrega de siempre. Esta noble tarea que realizan los hombres y mujeres de la Fuerza está cargada de sacrificios, privaciones y riesgos, pero complementada con un gran patriotismo.
El desafío de comandar el regimiento de San Martín
-¿Cómo vive el ser jefe de esta unidad?
-Es como un sueño cumplido. Los militares nos preparamos desde que ingresamos al Colegio Militar para conducir y mandar organizaciones. Cuando uno puede experimentar eso en una unidad con historia y prestigio –heredada nada menos que del general San Martín–, el primer sentimiento es de orgullo y alegría, y, a su vez, de inmensa responsabilidad.
También es una carga pesada, porque uno sabe que la imagen está en exposición permanente y es muy importante para todos, tanto para la Fuerza como para los argentinos. Yo lo vivo con responsabilidad, alegría y honor. Desde chico, me atrajo la carrera militar, definida por una gran vocación de servicio y caracterizada por la acción. Es importante para mí poner esa vocación al servicio de mi país y de sus ciudadanos.
-El Regimiento es de caballería. ¿Cómo es el trabajo y la relación con el animal?
-Cuando San Martín crea el Regimiento, si bien él se había instruido como oficial de infantería en España, lo hace como una unidad de caballería. Hoy, los granaderos mantienen las tradiciones y la mística del arma, que es tan buena e importante como las demás armas del Ejército.
La relación con el caballo es fundamental en la vida del granadero; el caballo es un amigo, un compañero de trabajo, pero, fundamentalmente, un maestro permanente. El granadero, cuando ingresa, aprende a cuidarlo, a limpiarlo y a alimentarlo para, por fin, aprender a montarlo. Todo esto lo hace para poder desarrollar su actividad específica en las ceremonias con su uniforme histórico de la Independencia. Además, el cuidado es permanente. No es como el vehículo o el armamento, que, tras haber sido utilizado, es guardado y uno puede vivir tranquilo el fin de semana, porque ese sábado y domingo el animal tiene que comer y tomar agua.
En todo este proceso, los resultados y las mejoras son proporcionales a los esfuerzos puestos en estas tareas. Y ellas constituyen, asimismo, enseñanzas que les quedan para toda la vida, independientemente de que sigan siendo militares o no.
-En lo personal, ¿qué es lo que más lo inspira de la figura de San Martín?
-San Martín logró crear una unidad militar de élite con ciudadanos comunes traídos de todas las provincias, que eran, por entonces, el embrión de nuestra Nación. Tuvo la capacidad de instruir a esas personas, transmitiendo sus valores de honor y de responsabilidad, haciéndoles sentir que todas tenían el mismo valor y que eran importantes para una causa superior. Esto fue de la mano de su permanente ejemplo personal de humildad y honradez.
San Martín logró que las personas se identificaran con él y con sus ideas. El Regimiento que él creó fue, luego, la base del Ejército de los Andes, elemento que realizó una campaña imaginada por un inigualable genio militar: el Cruce de los Andes y la Campaña Libertadora. En la actualidad, constituye un ejemplo que nos sirve para comprender que las grandes obras se piensan, se organizan, se pelean y se ganan.
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