Hiperactivo y orgulloso del trabajo que las Fuerzas Armadas están desarrollando junto con los distintos actores del sector público y de la sociedad civil cordobesa, el general de Brigada Jorge Berredo recibió a DEF en la sede que el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) montó en el complejo Pablo Pizzurno de la capital provincial. En rigor, el corazón del COE se instaló, en tiempo récord, en el cine de este antiguo orfanato provincial.
El comandante de la Brigada IV Aerotransportada, con asiento en “la Docta”, reconoce que existía una necesidad de parte del estamento militar de reinsertarse en la sociedad cordobesa y de estrechar sus vínculos con la dirigencia local. La pandemia permitió saldar esa deuda. Hoy, en su rol de comandante de la zona de emergencia (CZE) Córdoba –en el marco de la operación “Manuel Belgrano” del Estado Mayor Conjunto (EMCO) desarrollada a instancias del Ministerio de Defensa de la Nación–, Berredo detalló cómo las FF. AA. desplegaron todo su potencial en el terreno y están volcando sus recursos para trabajar en conjunto con el Gobierno provincial en esta lucha contra un virus que no da tregua.
De lunes a lunes, sin descanso
Todo comenzó a fines de marzo, hace poco más de 100 días. Así lo recuerda el general Berredo: “Un viernes, a las 18, nos sentamos con el ministro de Salud, Diego Cardozo, y entendimos que este problema de naturaleza sanitaria es, en verdad, un triángulo de tres patas: la salud es lo primario, pero debe ser complementada con una pata de acción social y otra de seguridad. En ese triángulo, donde el vértice principal es la cuestión sanitaria, teníamos un aporte para hacer desde las FF. AA. Le explicamos al ministro que era necesario un trabajo mancomunado en un centro de emergencia. Desde entonces, y hasta el día de hoy, con cuatro meses de trabajo, todos los días fueron lunes”.
-¿Cuál es el balance de lo hecho hasta ahora?
-En estos 101 días de operación, se abordaron 101 operativos coordinados (que son operaciones interagenciales desarrolladas por el área de epidemiología provincial) con un coordinador militar en el terreno y con todas las agencias que brindan su aporte a este completo abordaje del problema. Se han realizado acciones en 51 barrios de la ciudad de Córdoba y en otras cinco localidades de la provincia. Llevamos testeadas 70.000 personas, lo que arroja una estadística de 14.216 testeos por millón de habitantes, una cifra inédita a nivel nacional.
-¿Qué aporte ha hecho el Ejército, a partir del trabajo del equipo del mayor Mariano Gómez, jefe de la Compañía de Comunicaciones Paracaidista IV?
-Desde el punto de vista de los desarrollos tecnológicos, se han diseñado tableros de comando, mapas de calor y apps para el seguimiento del tránsito proveniente de zonas con altos niveles de circulación de virus, así como también para el seguimiento de la casuística de los hospitales, de manera de poder realizar el monitoreo de las variables críticas vinculantes a la operación. Contamos actualmente con 286 productos tecnológicos, desarrollados particularmente por la Compañía de Comunicaciones, y trabajamos de forma coordinada con el centro de desarrollo de software del Ejército y con empresas privadas.
-¿Cómo se articula el trabajo del COE de la ciudad de Córdoba con los centros regionales ubicados en otras zonas de la provincia?
-Lo primero que observamos y planteamos a las autoridades es que era necesario llegar a todo el territorio de Córdoba, con la particularidad que caracteriza al Ejército de producir esa capilaridad para enfrentar esta pandemia a lo largo y ancho de la provincia. Surgió la necesidad de implementar una división geográfica, que no coincide del todo con la división política de la provincia, pero que se inserta en una estrategia de hacer una división sanitaria de la provincia en función de los hospitales destinados a la atención de COVID-19.
En función de esos hospitales, se le propuso al gobernador Schiaretti replicar en ocho de estas subdirecciones sanitarias las representaciones de los COE regionales, que a su vez tenían que adecuar los protocolos y todo lo que se desarrollaba en el COE central a las regiones, e interactuar con el director del hospital regional para COVID-19 y con los intendentes. También, y a los fines de poder dar una metodología, organización y coordinación a las partes que interactuaban en los centros, hemos destacado a algunos oficiales jefes y a algunos miembros de las FF. AA. para poder reproducir ese modelo, amalgamar las partes y atender las particularidades de cada región.
-Entonces, están todos conectados…
-Esos centros regionales están enlazados con una mesa de coordinación. Luego, surgió la particularidad de contar con un enlace con todas aquellas comunidades que forman parte del cinturón del Gran Córdoba, que no estaba contemplado en la división original. Con ellos, se articulan las políticas y se adecuan en cada una de las regiones los más de 200 protocolos que se generan acá. A su vez, las regiones los trasladan a los hospitales municipales y a las intendencias, y estas últimas, a las comunas. De esa forma, se logra concretar la capilaridad necesaria para poder actuar como un todo.
Con la camiseta bien puesta
-¿Cómo contribuye la labor del voluntariado al trabajo del COE?
-Ese fue uno de los primeros elementos que surgieron cuando apreciábamos las herramientas para poder dar respuesta sanitaria y social a la pandemia. Avizoramos la necesidad del despliegue territorial, de tener un músculo para poder responder a las demandas. Como parte esencial de ese músculo, necesitábamos un cuerpo de voluntarios, esencialmente vinculados al mundo de la salud.
-¿De qué manera pudieron llevarlo adelante?
-Fue un proceso complejo, que requirió de un llamado, para lo cual hubo que hacer publicidad, tamizar las especialidades de los voluntarios que se presentaron, hacer un proceso de incorporación y adiestrarlos desde el punto de vista de las normas de bioseguridad, escuchar su feedback al volver de los operativos en el terreno y adaptar las disposiciones legales, porque no dejaba de ser un trabajo con cierto grado de riesgo, de ahí la necesidad de contar con seguros personales para cubrirlos. Nuestros hombres han sabido llegar al alma de ese voluntario, captarlo, retenerlo, hacer que se ponga la camiseta de estas organizaciones temporales que se han constituido. Hoy, viéndolo retrospectivamente, este liderazgo de nuestros hombres ha sido uno de los grandes factores de éxito.
-¿Cómo lograron amalgamar los recursos de las distintas Fuerzas?
-En el ámbito de la Guarnición Militar de Córdoba, está constituida la Fuerza de Despliegue Rápido y sus vertientes más importantes: la Brigada IV Aerotransportada y la Agrupación de Fuerzas de Operaciones Especiales. Son organizaciones que, por la naturaleza de sus actividades, tienen en su ADN la acción militar conjunta. No fue necesario construirla, sino que fue un fluir natural. En el caso del paracaidismo, cada “aerocooperación” es en sí una operación conjunta entre la Fuerza Aérea y la Brigada Aerotransportada. Lo mismo ocurre con las operaciones de los comandos. Ese andamiaje y las relaciones interpersonales ya existían, por la experiencia previa de esa acción militar conjunta y la actuación con un fuerte componente en asuntos civiles, sobre todo en los últimos años y en el marco del Ejercicio “Vicuña en el Horizonte”, que realizamos en 2019 en el NEA, así como también en nuestra actuación en el marco de la Cumbre del G20 en 2018.
-Aquello pareciera ser el punto de partida…
-Ese fue el cimiento que permitió construir esta experiencia, que incluso está un nivel por encima de la acción militar conjunta. Me refiero a las operaciones interagenciales y al trabajo mancomunado entre el COE y el Comando Conjunto de la zona de emergencia, que funcionan como un solo Estado Mayor Conjunto interdisciplinario.
-¿Qué le deja en lo personal esta experiencia?
-Desde lo personal, siento la plenitud de haber podido contribuir a este esfuerzo. Más allá del dolor que conlleva la pandemia, podemos decir que una contracara fue darnos una oportunidad para que la comunidad y el amplio espectro que compone la dirigencia cívica del país pudieran conocernos tal cual somos y, a través de ese conocimiento y esa relación interpersonal, revalorizar al Ejército y a los integrantes de las FF. AA., y ver en nosotros a hombres con alto nivel de compromiso y de profesionalismo, que son herramientas que nos dio la formación en nuestras instituciones. Esto nos permitió desarrollar este rol y aportar una cuota de metodología y de análisis para conseguir esa sinergia que trascendió las fronteras de la provincia, e incluso de la Nación, ya que se proyectó internacionalmente y ha pasado a denominarse informalmente como “el modelo Córdoba”. Hemos sido actores esenciales del desarrollo de ese modelo, y toda esa dirigencia lo reconoce. De allí viene también una revalorización personal, que va a nutrir la seguridad personal y el bagaje de experiencia de estos jóvenes oficiales, jefes y subalternos, que hicieron posible lo que estamos narrando, para que lo capitalicen y se genere una asociación estratégica con esa dirigencia civil de la provincia.
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