De regreso en el Ministerio de Defensa, Agustín Rossi, repasó cuáles serán sus principales objetivos al frente de esta cartera, subrayó la importancia de las mejoras salariales para evitar la fuga del personal y reflexionó sobre las medidas adoptadas por la gestión anterior.
-¿Qué desafíos supone volver a asumir la cartera de Defensa?
-Es un orgullo y un honor que el presidente haya pensando en mí nuevamente para encabezar el Ministerio. Entiendo que estamos en una etapa distinta, que es una buena oportunidad para definir una política de Estado en materia de defensa con ejes determinados: el control del espacio aéreo, la presencia de la Armada en el litoral marítimo, el fortalecimiento de las capacidades logísticas y de planeamiento del Ejército Argentino, la presencia de las Fuerzas en aquellos lugares menos poblados, el aumento y planificación de la presencia argentina en la Antártida, y los nuevos desafíos, como la ciberdefensa. También ponemos nuestra mirada sobre las misiones de paz de Naciones Unidas, el fortalecimiento de la industria para la defensa, la mayor jerarquización de la Universidad de la Defensa como centro de estudios formativo básico de las Fuerzas Armadas.
-¿Están revisando las políticas tomadas por las gestiones anteriores?
-Yo vengo con una mirada hacia adelante. Sí he adoptado decisiones vinculadas a medidas que se tomaron en la última etapa del ministro Oscar Aguad, como la de suprimir resoluciones que modificaban la estructura de las Fuerzas. Hemos retrotraído esas iniciativas porque parece poco lógico que un ministro que se está yendo tome una resolución que modifique la estructura de las Fuerzas con la que va a trabajar un nuevo funcionario en los próximos cuatro años.
-¿Cuál es ese objetivo “hacia adelante”?
-Lograr unas FF. AA. integradas a un proyecto de Nación y lograr mejoras en el equipamiento que, a su vez, van a fortalecer la industria para la defensa; una industria que es estratégica en el marco del desarrollo de un país industrial.
-En ese sentido, recuerdo que la anterior gestión cerró la Fábrica Militar de Azul (Famazul).
-Ciertamente. Uno de los objetivos es volver a reabrir y potenciar las Fábricas Militares que teníamos funcionando: la de Río Tercero, la de Fray Luis Beltrán, la de Villa María y la de Jáchal. Esta última, había sido abierta durante nuestra gestión. Además, tenemos a la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea) y al astillero Tandanor. Las fábricas militares son generadoras de puestos de trabajo, de cadenas de proveedores locales, sustituyen importaciones y están ubicadas y distribuidas federalmente.
-¿De qué se trata y cómo se aplicaría el Fondo Nacional de la Defensa (Fondef)?
-El Fondef es el fondo de equipamiento para la defensa. Es un fondo específico de financiamiento para esta cartera. La realidad es que nosotros necesitamos tener un horizonte de 10, 15 o 20 años para que la defensa y su instrumento militar, que son las FF. AA., puedan tener los fondos necesarios para contar con un equipamiento acorde y que les permita cumplir con los objetivos específicos que están dentro de la Constitución Nacional y con las políticas que defina el comandante en jefe de las FF. AA., que es el presidente de la Nación. El Fondef no está pensado en los generales o almirantes, sino más bien en los subtenientes o guardiamarinas, por ejemplo. El Fondef busca darles un horizonte de expectativas y motivación al conjunto de las Fuerzas.
-¿De dónde vendrá ese equipamiento?
-Prioritariamente, hay que aplicar o sostener el desarrollo del equipamiento desde la industria nacional para la defensa. La idea es que se produzca lo necesario para las Fuerzas y que, en esa producción, adquiramos nuevas capacidades, sustituyamos importaciones, y generemos puestos de trabajo para la Argentina. Está previsto que el Fondo esté atado a un porcentaje de los ingresos totales de la administración pública nacional. El primer año será del 0,35%. Para este año, si se llegara a aprobar, eso se traduciría en entre 18.000 y 20.000 millones de pesos.
Lograr unas FF. AA. integradas a un proyecto de Nación y lograr mejoras en el equipamiento que, a su vez, van a fortalecer la industria para la defensa; una industria que es estratégica en el marco del desarrollo de un país industrial.
-¿Qué nos puede decir sobre el documento del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCO) que hablaba de centralizar unidades militares?
-La conjuntez se reivindica. Lo que no comparto es lo de unificar unidades militares solo por una cuestión de política de ajuste fiscal. Hay que tomar decisiones que tengan que ver con la defensa y no con caerle simpático al ministro de Economía. Porque cada vez que cerramos una unidad militar, después nos cuesta muchísimo volver a abrirla.
Adquisiciones para las Fuerzas
-¿Qué desarrollo tecnológico relativo a la defensa considera necesario para el país?
-Cada una de las Fuerzas tienen objetivos propios. Me parece que en el caso de la Armada y del Estado Mayor Conjunto, es necesario construir o comprar un buque polar que nos permita completar la operación que hace el ARA Irizar en la Antártida y, así, tener una mayor capacidad de almacenamiento. Además, tenemos que poder traer la basura que se produce para su deposición final en el continente. Por otro lado, es necesario pensar que para no perder la capacidad de tener una Armada que navegue con submarinos hay que contar con ellos. Tenemos que evaluar qué se hace en esa materia.
-¿Qué hay de la Fuerza Aérea y del Ejército?
-En la Fuerza Aérea hay que fortalecer el proyecto Pampa. Hay que ver si podemos artillar el avión. Quizá también haya que buscar una alternativa de transporte mediano, de transporte dual de pasajeros y de carga más chico que el Hércules, para solo utilizar este último cuando se requiera un traslado de su carga completa. Si no, la utilización del Hércules es deficitaria. En el Ejército, hay que seguir mejorando las capacidades logísticas y de transporte. Tenemos el proyecto de revitalizar la planta de blindados que tenemos en Boulogne. Debemos evaluar la alternativa de los blindados a rueda, no con orugas.
El Fondef no está pensado en los generales o almirantes, sino más bien en los subtenientes o guardiamarinas, por ejemplo. El Fondef busca darles un horizonte de expectativas y motivación al conjunto de las Fuerzas.
-¿Cuál es su visión sobre lo ocurrido con el ARA San Juan?
-La reparación estuvo bien hecha y eso ya no lo discute nadie. El informe técnico del Ministerio y de la Comisión Bicameral en el Congreso dice eso. En 2014 nosotros entregamos el ARA San Juan a la Armada Argentina. Ellos realizaron en el buque cuestiones propias de la Fuerza. Luego, se hicieron las pruebas de agua y de inmersión, por ejemplo. La recepción definitiva fue en febrero de 2016, cuando el actual senador Julio Martínez era ministro de Defensa. De 2016 a 2017 se hicieron múltiples inmersiones y nunca pasó nada. ¿Qué es lo que ocurrió? La justicia está trabajando. Cuando asumí me comuniqué con la jueza Yañez y puse el Ministerio a su disposición. Entiendo que en los próximos meses se elevará la causa a juicio oral con los procesamientos que la magistrada indique. Al mismo tiempo, estuve reunido con quien lleva adelante la instrucción dentro del Estado Mayor Conjunto para evaluar las responsabilidades militares y después pasar al Consejo de Guerra, que se hará en el marco del Ministerio.
Antártida, Malvinas y la integración regional
-¿Cuál será la mirada sobre Malvinas?
-Malvinas va a ser parte de una política internacional contundente por parte de la Argentina. Esto se puede observar en la Secretaría de Asuntos Estratégicos para Malvinas: la creó Cristina, la suprimió Macri y, después de cuatro años, la vuelve a recrear Alberto Fernández. La realidad es que el único camino que tenemos para recuperar las islas es la intensificación de nuestro activismo diplomático. Nosotros tenemos que plantearlo como causa regional, independientemente de los vaivenes de los distintos países. Es una cuestión geopolítica importante para Gran Bretaña por dos factores: es un lugar de cercanía en el único canal natural de encuentro entre dos océanos y por su proyección hacia la Antártida.
-¿En qué estado se encuentra la integración militar regional?
-Lo peor que le pasó a la integración regional fue la fragilidad de la Unasur. Dentro de esa organización teníamos el Consejo de Defensa Sudamericano, uno de los diez consejos que funcionaba periódicamente. Allí nos encontrábamos todos los ministros de Defensa de los países, era un ámbito muy fructífero. Hoy, habría que reemplazarlo por relaciones bilaterales, independientemente de los posicionamientos ideológicos de los gobiernos. Yo voy a tratar de alimentar esos lazos. Vamos a tratar de fortalecer la relación con todos los países de la región, sabiendo que hoy tiene mayor presencia la CELAC que la Unasur.
-En relación a potencias extraregionales, sobre todo China y Rusia, ¿qué vínculo militar tiene Argentina?
-La Constitución Nacional define claramente que la política de defensa es subsidiaria a la política exterior. Entiendo, por lo que ha dicho el presidente, que vamos a tener una política exterior independiente y multilateral, y que nos vamos a relacionar con todos los países del mundo, también con Estados Unidos, que sigue siendo el principal proveedor de Fuerzas Armadas argentinas.
Lo peor que le pasó a la integración regional fue la fragilidad de la Unasur.
El involucramiento en seguridad
-¿Es posible pensar a nuestras Fuerzas Armadas en áreas como seguridad interior?
-Hoy, lo que se manifiesta en la Región es un mayor involucramiento de las Fuerzas Armadas en actitudes políticas, pero, de la misma manera que sucedió hace unos años, tampoco va a suceder hoy. Creo que tenemos Fuerzas Armadas fuertemente comprometidas con la democracia y, por sobre todas las cosas, tenemos Fuerzas que saben lo que tienen y no tienen que hacer. Eso es un elemento a favor y es un logro del conjunto de la democracia argentina. Yo creo que esa política de involucramiento ha fracasado en toda América Latina, no ha terminado con el narcotráfico y sí ha generado mayores niveles de corrupción hacia el interior de las Fuerzas.
-Entonces considera que las Fuerzas Armadas no deben estar involucradas en operaciones contra el narcotráfico.
-Absolutamente, no. Las Fuerzas tienen que tener una política de defensa clara. Nosotros creemos que una política de defensa hace a la autoestima de los pueblos, porque entonces hay una agencia del Estado que te está defendiendo. ¿Qué defiende? Tu espacio aéreo, tus mares y tu territorio, además, aporta al desarrollo científico y al desarrollo tecnológico. Eso es lo que buscamos.
Las preocupaciones del personal militar
-¿Cómo es la situación salarial del personal militar? ¿Habrá mejoras?
-Durante muchísimo tiempo las Fuerzas Armadas tuvieron el mismo ingreso que las de Seguridad. Hoy, hay una diferencia. Por ejemplo, en un mismo nivel de jerarquía, el policía tiene mayor ingreso que el personal militar. En consecuencia, cuando el personal llega a determinado nivel, se va y termina ocupando un puesto en una Fuerza de Seguridad, cuando fueron las FF. AA. las que invirtieron recursos para formar a ese recurso humano. Tenemos que buscar un equilibrio para que no sucedan estas cosas. Lo mismo ocurre con los pilotos de la Fuerza Aérea: se forman y terminan yéndose a trabajar a una línea privada. Por ejemplo, algo que sintió mucho la Fuerza Aérea, fue que la primera mujer que volaba Hércules hoy se encuentre piloteando aviones de una línea low cost. Nosotros tenemos que tratar de mejorar.
Creemos que una política de defensa hace a la autoestima de los pueblos, porque entonces hay una agencia del Estado que te está defendiendo. ¿Qué defiende? Tu espacio aéreo, tus mares y tu territorio, además, aporta al desarrollo científico y al desarrollo tecnológico.
-¿Qué ocurrirá con los suplementos no remunerativos que integran los sueldos militares?
-Eso hay que trabajarlo paulatinamente, porque es beneficioso para dos organizaciones: la obra social –el IOSFA–, y para el Instituto de Ayuda Financiera –IAF–, que paga los retiros al personal militar. Para las jubilaciones, el personal aporta al IAF casi un 50%, el resto lo aporta el Tesoro. Si nosotros vamos pasando, se mejora lo que percibe el retirado, pero también mejoran los ingresos de estas dos Instituciones.
-¿Cómo trabaja con los militares?
-La verdad es que mi trato con ellos es muy amable y cordial, ya me conocen. Siempre aconsejo a los funcionarios que me acompañan que hagan el esfuerzo de entender la lógica militar. Esta lógica singular tiene que ver con cuestiones que hacen a su propia idiosincrasia y que, para comprenderla, a mi siempre me ayudó el discurso que dio Perón el 17 de octubre de 1945. Cuando sale al balcón, sus primeras palabras son de agradecimiento y, luego, dice algo así como que acababa de presentarle su solicitud de retiro al general Farrel, que era el presidente y comandante en jefe de las FF. AA., y que con eso se privaba del “más alto honor que puede tener un soldado argentino que es ser general de la Nación”. Entonces, para tener una dimensión, Perón estaba entrando en la historia y, a su vez, se estaba lamentando porque no iba a ser general. Ellos están orgullosos de ser militares, de ser lo que son. Se necesita mucho diálogo y respeto y, entender también, que nosotros no somos militares, porque si uno termina asimilando todas las conductas, se termina equivocando.
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