Un soldado de la ONU no es un soldado normal. O, mejor dicho, no es solo un soldado normal: no está preparado para matar, sino para disuadir. Negociación, contemplación de derechos humanos, derechos civiles y trabajo interagencial con ONG son algunas de las características que portan las tropas, también llamadas Cascos Azules, reclutadas por Naciones Unidas para mantener la paz en el mundo. Todo empezó en 1945, con la creación de Naciones Unidas en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. En ese entonces, el fin se veía inevitable: era necesario que las naciones se unieran y aportaran recursos para mantener la paz global.
Al día de hoy, tras la Guerra Fría y frente a conflictos más difíciles de abordar, la realidad cambió. Las misiones de paz continúan en actividad con más de 100 mil efectivos en todo el mundo, pero evolucionaron: no solo cambió la logística y el modo en que se despliegan las tropas en el terreno, también se resignificaron conceptos fundamentales como “mantenimiento de la paz”, “protección”, y surgieron otros como “responsabilidad de proteger”.
Gabriel Guerrero, general de brigada (R), pasó once años en misiones de paz. La última de ellas fue la misión en Haití, donde fue designado Segundo Comandante. En diálogo con DEF, reflexionó sobre las misiones de paz hoy, los desafíos a los que se enfrentan en el mundo actual y la situación de los Cascos Azules en Argentina.
-¿Cómo observa hoy la situación de las misiones de paz?
-La primera misión es en 1948, y a partir de ahí empiezan las misiones tradicionales: había una paz que mantener, una zona de separación, los cascos azules estaban bien identificados, y demás. Con el fin de la Guerra Fría, empieza en el mundo a explotar una serie de conflictos casi por simpatía, uno después de otro, principalmente África y Europa, y las Naciones Unidas empiezan a abrir misiones y solucionar problemas en el mundo. Ahí se ve sobrepasada y se producen tres misiones, Somalia, Bosnia y Ruanda, en las que mueren miles de personas porque Naciones Unidas, rebasada en su capacidad, llega tarde. El caso más resonante es Ruanda, donde no se puede contener la matanza de casi un millón de personas a machete. A partir de ahí, Naciones Unidas dice: “Esto, así como está, no va más”, y se empiezan a gestar grandes reformas en la ONU. Hoy hablamos de operaciones de paz de tercera generación. Las Naciones Unidas se ha corrido como organismo multilateral único y pasó a ser un organismo multilateral central, y el resto de los organismos multilaterales con mandato del Consejo de Seguridad –o sin mandato del Consejo de Seguridad pero reconocido por la entidad–, establecen misiones de paz en todo el planeta.
Hoy hablamos de operaciones de paz de tercera generación. Las Naciones Unidas se ha corrido como organismo multilateral único y pasó a ser un organismo multilateral central.
-¿Qué cambios observó entre la primera misión en Mozambique y la última en Haití?
-Hay tres cambios fundamentales. El primero es que ya no hace falta que haya explícitamente un acuerdo de paz para que haya una misión de paz. Lo que hay es un concepto distinto del uso de la fuerza: si hay una violación flagrante de derechos humanos, derechos civiles o lo que fuere en algún país, se justifica el derecho a intervenir para establecer la paz y después reconstruir la nación si es necesario. Antes, para que se estableciera una misión tenía que haber una paz que mantener. Ahora no necesariamente es así, puede ser que el Estado esté en el medio de un conflicto y haya una intervención para lograr la paz. El segundo cambio importante es el uso de la fuerza. Antes podía ser utilizada solamente para legítima defensa, ahora el mandato dice: “En legítima defensa o en defensa del mandato”. Si el mandato dice que la misión tiene como tarea proteger a los civiles, toda la fuerza necesaria para protegerlos va a ser usada. Antes solo podía usarse si se era atacado primero. El otro cambio es en el mandato: es mucho más claro, más robusto y contundente que los de antes. Antes eran más generales y eso provocaba mucha falta de decisión en el terreno, se prestaba a confusiones.
-¿Se reflejan esos cambios en el terreno?
-Depende mucho de la personalidad de los líderes. Muchas veces está escrito muy claro, están habilitadas las puertas para que se ejecute, pero hay comandantes que son más proactivos y otros que son más pasivos, más reticentes al uso de la fuerza. También influyen mucho las nacionalidades: cuando uno está desplegado, en cierta manera responde a lo que su país piensa, y también eso influye. Hay países más propensos a actuar, otros menos…
-¿La preparación de las tropas y equipamiento son iguales que en un principio?
-No. Antes se invitaba a los países a contribuir a determinada misión, se preguntaba si el país estaba dispuesto a contribuir en la misión, el país decía que sí, preparaba el elemento que fuere, y una vez que llegaba a la misión se desempeñaba con el equipo que había preparado. Ahora el sistema es más exigente. Cuando un país quiere ir a una misión, se postula, entra a una sistema llamado PCRS que tiene tres niveles. Para pasar de nivel hay una serie de requisitos. En un determinado nivel se pasa una inspección completa, viene un equipo de Naciones Unidas y recién cuando pasa la inspección entra en una especie de reserva. Naciones Unidas toma esa reserva y despliega. Ahora con este sistema se asegura de que está aprobado, preparado, y cuando lo necesita lo llama y lo despliega.
Hay países que van a una velocidad, otros a otra. Entonces, hasta que los cambios llegan al terreno y se transforman en eficiencia, tarda. Esto hace que Naciones Unidas sea lenta para producir los cambios de fondo.
-¿Todos los cambios que usted menciona contribuyen finalmente a una mayor eficiencia?
-Sí, absolutamente, pero va a llevar tiempo porque una de las características de las Naciones Unidas es la diversidad. Cuando fui comandante en Haití tenía tropas de Jordania, de Guatemala, de Perú. Juega a favor en el sentido de que tengo una diversidad que enriquece la misión, pero también juega en la medida que son distintas maneras de entender la realidad, el uso de la fuerza, de lo que es un batallón adiestrado. Todos estos cambios hacen que el sistema los asimile muy lentamente. Hay países que van a una velocidad, otros a otra. Entonces, hasta que los cambios llegan al terreno y se transforman en eficiencia, tarda. Esta es una de las características de todos los cambios que yo nombraba con el informe Brahimi. También está el informe High Independent (HIPPO), que es otra vuelta de tuerca al informe Brahimi para volver a corregir el desempeño en el terreno. Esto hace que Naciones Unidas sea lenta para producir los cambios de fondo. Por eso están estas tres etapas: desde que se creó hasta la década del 90. En el año 2000 se hace el informe Brahimi y en 2015 el informe HIPPO. Son las tres etapas bien claras.
-¿Los escenarios donde hoy actúan los cascos azules son semejantes a los que conocimos anteriormente?
-No, cambiaron radicalmente. Son mucho más volátiles. En ese periodo que yo te mencionaba, hasta la década del 90, eran problemas entre Estados, ahora son intra-Estado. El conflicto de El Congo es una guerra civil, lo mismo en Mali, en Somalia. Los conflictos son más violentos, más volátiles e involucran mucho a la población civil. En El Congo hay diez, quince, veinte facciones peleando entre ellos, algunos no responden a ningún comando, saquean por saquear, asaltan aldeas, el ambiente es mucho más complejo, en muchos casos no hay con quién negociar. Antes el elemento en el terreno estaba identificado, ahora es muy difícil de identificar. Ni hablar cuando hay involucrados civiles, otras organizaciones, más el narcotráfico, más el terrorismo.
Argentina se ha replegado. Está en un nivel muy bajo de participación, a pesar de tener mucha experiencia, de contar con la primera escuela de operaciones de paz en América Latina (la Caecopaz) y de haber sido miembro fundador de las Naciones Unidas. No hay razón lógica para esa caída.
-¿Cómo está situada Argentina en relación a las misiones de paz?
-Argentina se ha replegado, aunque no solo nuestro país sino toda América Latina. América Latina replegó su participación en las misiones de paz. Salvo Brasil, que tiene una participación muy activa, y Uruguay, que tiene una participación importante, toda Latinoamérica decayó. Las economías están en serios problemas y los gobiernos no ven con simpatía las participaciones en misiones de paz. Argentina está entre ellos, en un nivel muy bajo, a pesar de tener mucha experiencia, de contar con la primera escuela de operaciones de paz en América Latina (la Caecopaz) y de haber sido miembro fundador de las Naciones Unidas. No hay razón lógica para esa caída. Aparte, hace cuatro años que el presidente dice que nos tenemos que insertar en el mundo y esto es parte de insertarse en el mundo.
LEA MÁS