Alejandro Corbacho: “Sin capacidad militar, un país corre riesgo”

El académico del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del CEMA analiza las características del nuevo orden mundial y el rol que juegan Argentina y sus FF. AA., en un escenario cada vez más conflictivo y en medio de una creciente tensión entre las potencias dominantes. Por Mariano Roca.

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"El orden internacional creado después de la Segunda Guerra Mundial, caracterizado por un mundo dividido en bloques y por el multilateralismo, se está debilitando más rápidamente de lo que muchos suponían", advierte el politólogo Alejandro Corbacho, especialista en relaciones internacionales, análisis político comparado, seguridad y defensa, quien cuenta con un doctorado en la Universidad de Connecticut y maestría en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Actualmente estamos, desde su punto de vista, en un "momento realista" de las relaciones internacionales, en el que "lo importante es la visión de los actores centrales, los intereses y el poder con el que cuentan los líderes para imponer su voluntad".

"Es el momento de la geografía y del retorno de los Estados nacionales", agrega Corbacho, quien se desempeña en el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del CEMA (UCEMA) y es además profesor de Estrategia en las Escuelas de Guerra Naval y en la de Guerra Conjunta. A la hora del diagnóstico, este experto no duda en referirse a lo que él denomina "las promesas incumplidas de la globalización". "Después de 30 años de un proceso de globalización y de la idea de la posibilidad de un orden armónico, superior a los órdenes nacionales, estamos viendo en Europa Occidental, en las Américas y en Asia una tensión, un resquebrajamiento, un crujir –usando palabras de Pérez Llana– del andamiaje multilateral, y la revalorización del Estado Nacional, con líderes más identificados con sus circunscripciones nacionales", explica.

-¿Es inevitable, a la luz de la historia de las relaciones internacionales, un conflicto armado entre China, la potencia en ascenso, y EE. UU., la potencia dominante que se encuentra en un proceso de declinación?
-No creo que sea inevitable un conflicto entre EE. UU. y China. Si bien es cierto que existe esa posibilidad y que ha habido guerras hegemónicas en la historia, también hubo casos de transiciones pacíficas. Un ejemplo de esto último fue el remplazo de Gran Bretaña por EE. UU. Un conflicto armado entre las dos primeras potencias podría ser muy destructivo. Yo creo que existen o se han desarrollado mecanismos o procedimientos que sirven para buscar soluciones creativas alternativas a una batalla final. Ambas partes tienen plena conciencia de que se perjudicarían en caso de producirse esa confrontación. En la era nuclear, el umbral de conflicto es más alto o difícil de traspasar. Esto no evita, sin embargo, un incremento en el armamentismo, discursos de guerra, pujas y conflictos en otras dimensiones, así como disputas por los espacios de poder global.

“Existe un problema en la
“Existe un problema en la dimensión de organización del elemento militar. Si tengo una organización, debo preguntarme qué rol le asigno”, señala Corbacho. Foto: Fernando Calzada.

-¿Cómo enfrenta Argentina, desde el punto de vista de su defensa, un escenario mundial tan complejo?
-El debate sobre el tema de la defensa y las FF. AA. en Argentina no es solo un problema vinculado con las dimensiones material y tecnológica, sino que también existe un problema en la dimensión de la organización del elemento militar. Si yo tengo una organización, debo preguntarme qué rol le asigno y para qué sirve. En el caso de Brasil, los militares tienen un claro cometido de defender al Estado en toda su extensión y, en particular, el Amazonas y lo que ellos bautizaron el "Amazonas azul", en referencia a sus recursos costeros. A nosotros nos ocurre algo parecido, pero en la Argentina se observa una falta de visión y de grandeza. En 2010, el Congreso promulgó la ley 26.651, que estableció la obligatoriedad de representar el territorio nacional en un mapa bicontinental. En ese mapa se muestran como nuestros, en igual escala, al territorio continental y a un sector de la Antártida, islas del Atlántico Sur y sus espacios marítimos, que en realidad no controlamos. Eso los convierte en espacios aspiracionales. Dada la magnitud del espacio incorporado en ese mapa hubiera sido bueno adquirir, al mismo tiempo, las capacidades militares o la fuerza para poder defenderlo efectivamente. No fue lo que ocurrió. En paralelo a esa construcción mental de posesión de espacios que no tenemos, que nos adjudicamos y que debemos velar, se han estado desmantelando sistemáticamente nuestras Fuerzas Armadas.

En estos años de democracia, la clase política argentina no ha sido capaz de crear riqueza; y cuando la riqueza aparece, la desperdicia.

-¿Falta en nuestro país una estrategia clara de alianzas internacionales?
-Me parece que, desde hace muchos años, es difícil establecer el patrón y el grado de compromisos que tenemos con distintas alianzas internacionales. Considero que los mercados son importantes y que, como país, no terminamos de constituir un sustento o una base económica en el mediano y largo plazo. Por ejemplo, Chile no tiene mucho sustento territorial y tiene pocos habitantes, pero se sostiene porque ha construido una red de interdependencia que lo sostiene, a través de tratados de libre comercio con todo el mundo. En el caso argentino, por razones geográficas y culturales, estamos aliados con Brasil, país con el que decidimos quesería mejor ser buenos vecinos y cooperar. Ahora bien, deberíamos cuidarnos bien de no posicionarnos como furgón de cola de nadie. Durante el gobierno anterior, parecía que acercarse a un país implicaba pelearse con otro. Así fue como terminamos teniendo "relaciones carnales" con China y, para eso, nos peleamos con EE. UU. Ni China ni EE. UU. lo estaban pidiendo. En épocas de escasez económica, terminamos quedando tan desguarnecidos y débiles que corremos el riesgo de vernos en la necesidad de arrojarnos a los brazos de cualquier potencia que muestre el efectivo, llámese, China, Irán o EE. UU. El problema es que en estos años de democracia, la clase política argentina nos ha dejado bastantes desvalidos, no ha creado riqueza; y cuando la riqueza aparece (por la suba de los precios de las commodities), la desperdicia. Nuestra dirigencia ha fallado en no crear un modelo sustentable.

-¿Cuál sería la mejor manera de vincularnos con EE. UU. y China, sin caer en ese tipo de dicotomía?
-No conviene pelearnos con EE. UU. porque todavía tienen la capacidad de hacernos la vida difícil. Si no queremos vivir como el Irak de Saddam Hussein o como Cuba, dado que la sociedad argentina no está dispuesta a vivir bajo un bloqueo, tenemos que tener una relación adulta y dejar atrás el comportamiento infantil, como por ejemplo, secuestrar un avión militar y apropiarnos de sus códigos secretos. Recuerdo una frase de Fabián Calle, quien escribió un artículo en 2011 en el que describía el comportamiento internacional de la Argentina como si el país tuviera recursos ilimitados y más poder del que realmente tiene. Entonces, a la pregunta respecto de dónde tenemos que estar nosotros, la respuesta debe ser: "Tenemos que estar donde nos convenga, sin comprometer valores que consideramos fundamentales". El desafío es también balancear la compleja relación con las otras potencias, en particular China. No podemos tener comportamientos contradictorios. En un mundo cambiante y complicado, lo importante es "surfear" o manejar, según las circunstancias, las variables que mejoren nuestra posición en el entorno que nos toca, sin autoinfligirnos daños innecesarios.

“Con la dimensión geográfica que
“Con la dimensión geográfica que tenemos, hoy no tenemos la capacidad suficiente por defendernos”, advierte Alejandro Corbacho. Foto: Fernando Calzada.

-¿Cómo entran en juego la defensa y las FF. AA. en una estrategia de inserción internacional inteligente?
-Hay que comenzar por plantearnos qué país queremos ser, qué lugar queremos ocupar en el mundo, cómo queremos ser vistos y cuáles son los objetivos por alcanzar. Es importante, entonces, determinar qué camino nos podría llevar a que la mayor cantidad de argentinos vivan mejor y estemos abiertos, como dice la Constitución, "a todos los hombres de buena voluntad". A partir de este pensamiento, es importante contar con las capacidades de defensa que son inherentes a todo Estado Nacional. Con la dimensión geográfica del país que habitamos –que es el octavo del mundo– y en un mundo en el que existe apetito por los espacios vacios y por los recursos, hoy no tenemos la capacidad suficiente para defendernos. En ese caso, si un país no tiene músculo –es decir, si carece de capacidad militar–, reduce su capacidad para implementar políticas de alianza o asertivas y pone en riesgo su libertad.

En los nuevos conflictos, los países se enfrentan a enemigos que buscan dañar su sistema de valores, recurriendo a ‘guerras híbridas’ o ‘de amplio espectro’.

-¿Cómo observa el debate en torno a la utilización de las FF. AA. en tareas de apoyo vinculadas con la seguridad interior y la protección de las fronteras?
-En la mayoría de los países democráticos esa discusión ya está resuelta. En Francia, hay soldados paracaidistas armados con fusiles en las principales estaciones de trenes. Su presencia responde a importantes atentados perpetrados en lugares muy concurridos. Se sabe que su presencia infunde sensación de seguridad, aunque no sea mucho lo que en la práctica puedan hacer. Nosotros no hemos alcanzado todavía ese grado de inseguridad y no nos gustaría padecer esa situación. Pero es claro que los ciudadanos franceses no creen que esas fuerzas están para la represión de los ciudadanos. Lo que también ocurre es que en los nuevos conflictos, los países se enfrentan a enemigos que buscan dañar a las personas, al Estado y a su sistema de valores, utilizando técnicas comprendidas bajo los términos de "guerra híbrida" o "guerras de amplio espectro", que no recurren solamente al ataque por medio de fuerzas militares organizadas y claramente identificadas y la separación entre interno y externo tiende a diluirse. Por lo tanto, puede ser necesario que Fuerzas Armadas deban y puedan colaborar con la seguridad interior. Eso es razonable; casi ningún país ha abdicado de esa posibilidad. Después del 11 de septiembre de 2001, EE. UU. hizo de su territorio un teatro de operaciones y crearon el departamento de Homeland Security, es decir, de "Seguridad Interior". En Argentina, sin embargo, hay quienes se oponen cerradamente a esa opción.

En Francia, en el marco
En Francia, en el marco de la operación “Sentinelle”, soldados paracaidistas armados con fusiles patrullan las principales estaciones de trenes de París . hacer.

-¿Por qué se da esa resistencia en nuestro país a involucrar a las FF. AA. en otro tipo de tareas, más ligadas a la seguridad interior?
-Unos de los argumentos que esgrimen quienes lo rechazan es que, desde el inicio de la democracia, habría existido una suerte de pacto monolítico que impide totalmente el involucramiento de las FF. AA. en cuestiones de seguridad interior. Eso no es cierto; se las puede emplear en esas tareas, en el marco de la ley y, por supuesto, en función de las amenazas. Lo que si se buscó fue sacar a las FF.AA. como actor de peso o de veto en la vida política democrática. En ese caso, la respuesta debería ser prepararse para recurrir a ese recurso en el caso de situaciones realmente serias. Hoy, por ejemplo, la Fuerza Aérea está brindando apoyo con los radares y aviones porque existe un gravísimo problema de vuelos ilegales que ingresan a nuestro espacio aéreo con cargamento de drogas. Antes, los radares solo funcionaban en horarios predeterminados, lo cual era absolutamente inútil a los fines de alcanzar algún tipo de seguridad. Eso se está cambiando. Hay que revertir, además, la mentalidad que asocia a los militares con el Proceso de Reorganización Nacional y que estigmatiza a los miembros de las FF. AA. por el solo hecho de vestir uniforme. Esta estigmatización está instalada en sectores que se dicen "progresistas". Los militares argentinos de hoy hicieron su carrera en los años de la democracia y, por lo tanto, son ciudadanos de la democracia.

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