Ante un escenario global complejo, donde reina la incertidumbre y existe un aumento de conflictos geopolíticos entre países y regiones, las potencias mundiales miran al cielo y focalizan su atención en el espacio. Las agencias y los programas que nuclean la actividad espacial de estos países reciben cada vez más presupuesto y desarrollan proyectos en materia de Defensa.
China considera que la guerra espacial es su mejor oportunidad para competir directamente con los militares de EE. UU. El gigante asiático espera poder obtener una ventaja mediante la producción de misiles especializados, naves espaciales y plataformas para enviar a la Luna.
Cada vez hay más satélites en órbita que suman tensión a la escalada armamentística espacial. Analistas militares chinos afirman que la guerra espacial es inevitable y argumentan que, dado a que se convertirá en el centro de gravedad en futuros conflictos, debe ser aprovechada y controlada para alcanzar la supremacía del espacio.
Estados Unidos, por otro lado, sigue de cerca y con preocupación las medidas tomadas por el gobierno chino. La respuesta de Trump fue la creación de una Fuerza Espacial, la sexta rama de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. El mismo vicepresidente Mike Pence declaró que hay que prepararse para el próximo campo de batalla que será el espacio.
Rusia por su parte reflotó proyectos que se habían cancelado por falta de presupuesto. Tiene intenciones de llegar a Marte y a la Luna. Para esto, su presupuesto espacial aumenta 10 % año a año, lo que representa en la actualidad cerca de 11.000 millones de dólares.
El marco legal espacial
El "Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes" entró en vigor el 10 de octubre de 1967 y fue firmado y ratificado por 107 países. En este documento se estableció la base de derecho internacional que rige en el espacio. Surgió en la época de la Guerra Fría como un freno a la escalada del conflicto entre las potencias espaciales de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética.
Este acuerdo prohíbe explícitamente a cualquier gobierno la reivindicación de recursos celestes, como la Luna o un planeta, por ser patrimonio común de la humanidad. A su vez, en su artículo IV, "prohíbe la colocación de armas nucleares u otras armas de destrucción masiva en la órbita de la Tierra, su instalación en la Luna o cualquier otro cuerpo celeste, y a no colocar tales armas en el espacio ultraterrestre en ninguna otra forma".
En el tratado, se establece el uso del espacio exterior con fines pacíficos y para la exploración científica, y prohibe así la realización de pruebas de armas de cualquier tipo, la realización de maniobras militares o la instalación de bases, establecimientos y fortificaciones de Fuerzas Armadas de los estados firmantes. Entre los países que firmaron el documento, pero no lo ratificaron se encuentran Bolivia, Colombia, Etiopía, Ciudad del Vaticano, Honduras y Panamá.
La Fuerza Espacial de EE. UU.
El antecedente más reciente de una medida en contra del tratado de 1967 es la reciente orden ejecutiva del presidente de EE. UU., Donald Trump, mediante la que le ordenó al Departamento de Defensa crear una fuerza espacial para "dominar el espacio", medida que se concretó en el pasado mes de agosto.
El vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, declaró: "Ha llegado el momento de escribir el próximo gran capítulo de la historia de nuestras Fuerzas Armadas, de prepararse para el próximo campo de batalla donde se convocará a los mejores y más valientes estadounidenses para disuadir y vencer una nueva generación de amenazas a nuestra gente, a nuestra nación".
Esta fuerza es la sexta rama de las Fuerzas Armadas de la principal potencia militar del mundo, que será coordinada por un comando del espacio. En este sentido, el Ejecutivo de ese país ordenó la instrucción y formación de tropas del Ejército para capacitarlos en la seguridad espacial, como así también ultimaron los detalles para crear una agencia espacial, encargada de la investigación e innovación para dotar al Pentágono de todos los recursos necesarios para llevar a cabo esta nueva misión.
China, cada vez con más presencia
La Administración Espacial Nacional China (CNSA) es el ente encargado de llevar a cabo las políticas públicas en materia de gestión espacial en el gigante asiático. La novedad en materia espacial refiere a un programa que en estos momentos está explorando una cara desconocida de la Luna. A través de la sonda lunar Chang'e-4, se encuentran tomando imágenes de la superficie y a su vez recolectarán muestras de suelo. Se trata de la cara oculta de la Luna, que no se ve desde la Tierra y de la que poco se sabe.
China también tiene planificado lanzar su primera sonda a Marte a fines de esta década y construir su propia estación espacial en 2022. Previo a esto y a modo de preparación, en el año 2020, tiene previsto enviar al espacio un satélite de iluminación, conocido como "luna artificial". Este artefacto iluminará un diámetro de 10 a 80 km en la ciudad de Chengdu (suroeste de China) con el objeto de reemplazar las luces de la calle.
En 2018, el gigante asiático lanzó al espacio 37 misiones orbitales sobre un total de 112 lanzamientos en el mundo. Por su parte, Estados Unidos lanzó 31 cohetes al espacio, Rusia 16, la Agencia Espacial Europea 11, Japón 7 y la India 6.
Encabezar el ranking de los lanzamientos es solo uno de los ejemplos que dan muestra de que China tiene grandes ambiciones en el área espacial. Su misión más compleja será la de enviar una misión a Júpiter para 2029, y para esto, aumentó su presupuesto espacial a un ritmo del 10 % anual en la última década.
Rusia, un gigante silencioso
La Agencia Espacial Federal Rusa tiene numerosos desarrollos que abarcan desde productos para la Estación Espacial Internacional hasta la construcción del cohete más potente de la historia. La carrera espacial volvió a estar en la agenda política rusa a partir de los avances por parte de China, Estados Unidos y la Agencia Espacial Europea en este tema. En este sentido, estos países trabajan en la elaboración de tres diseños de cohetes superpesados. El Kremlin anunció que en 2028 se harán las pruebas del prototipo que resulte seleccionado.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en declaraciones a la prensa, anunció que ya tienen listo "un plan espacial revigorizado" con una misión que incluye la llegada a Marte este mismo año. Se contemplan misiones tripuladas y no tripuladas a Marte, a la Luna, y al espacio profundo. A su vez, planean relanzar el cohete "Energía", que fue el más potente y polifacético del mundo, con 60 metros de largo y más de 100 toneladas métricas en órbita baja (entre 200 y 2000 km por encima de la superficie terrestre).
La nueva versión de la nave podrá transportar hasta 80 toneladas de carga en órbitas bajas, y 20 en la órbita lunar. Estará diseñado para llevar carga útil en el cono principal. Se prevé que este megaproyecto cosmonáutico se desarrollará entre 2028 y 2032, que lanzará una nave espacial tripulada, un módulo lunar de despegue y aterrizaje, y cargas que puedan ser útiles en vuelos alrededor de la Luna. El fin de esta misión es crear un puerto espacial en la órbita lunar junto al de la NASA, con quien Roscosmos (la agencia espacial rusa) ya ha coordinado un trabajo en conjunto.
Agencia Espacial Europea
Con un presupuesto de 5600 millones de euros y vigencia desde 1975, la Agencia Espacial Europea o ESA (por sus siglas en inglés), representa desde París a Austria, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, Reino Unido, Países Bajos, España, Bélgica, Suiza, Polonia, Dinamarca, República Checa, Estonia, Finlandia, Portugal, Rumania, Suiza, Hungría, Noruega, Suecia y Dinamarca. Este organismo emplea a unas 2000 personas.
Entre sus principales proyectos y misiones, se encuentran la exploración y extracción de oxígeno y agua de la Luna, donde, aliados con la compañía aeroespacial ArianeGroup, buscarán recursos en la Luna. También estudiarán la posibilidad de producir combustible para cohetes en la Luna a partir de recursos propios de ese cuerpo celeste.
La ESA también trabaja en un proyecto de eliminación de basura espacial a través de un remolcador magnético para satélites fuera de servicio. Esta agencia también tiene entre sus principales iniciativas la exploración del planeta Mercurio. Para ello, organizó un viaje de siete años en donde la nave BepiColombo, que despegó en octubre pasado desde la Guyana francesa, tendrá la misión de develar los misterios del planeta más próximo al sol y también el más pequeño.
Los hechos marcan una tendencia: el espacio se convierte en un potencial escenario bélico, en el que las agencias de las principales potencias mundiales hacen todo lo posible por tener presencia y explorar planetas cada vez más lejanos. Restará saber si en el futuro próximo será suficiente firmar un tratado como mecanismo para frenar la escalada de conflictos o si la ficción se hará realidad en una guerra de las galaxias, cuyo resultado será determinar qué potencia conquistará el espacio.
LEA MÁS:
Distopías en los años por venir
*La versión original de esta nota será publicada en la Revista DEF N. 125